Archivo de la categoría: El Aleph Editores

Estantería libros

Lecturas y editoriales

He puesto los enlaces a las editoriales que han publicado los libros que he leído estos últimos años. Una lista que no deja de crecer y que ya supera la centena de editoriales.

Acantilado
Adriana Hidalgo
Alba
Alfabia
Alfaguara
Alianza
Altamarea ediciones
Alrevés
Anagrama
Ápeiron
Ardicia
Árdora
Ariel
Atalanta
Austral
Automática
Avant editorial
Baile del Sol
Bala perdida
Balduque
Barataria
Barrett
Base
Belvedere
Berenice
Blackie Books
Boria
Bruguera
Caballo de Troya
Cabaret Voltaire
Candaya
Carmot Press
Carpe Noctem
Cátedra
Círculo de lectores
Comba
Cuatro Ediciones
Debolsillo
Demipage
De Conatus
e.d.a
Ediciones Casiopea
Destino
Ediciones del Viento
Ediciones La Palma
Ediciones La piedra lunar
Edhasa
El Desvelo
Eneida
Errata Naturae
Espuela de Plata
Eterna Cadencia
Eutelequia
Fragmenta>
Fórcola
Franz Ediciones
Fulgencio Pimentel
Gadir
Galaxia Gutenberg
Gallo Nero
Gatopardo
Gredos
Grijalbo
Hermida
Hoja de Lata
Hueders
Huerga & Fierro
Hurtado & Ortega
Impedimenta
Jekyll & Jill
Kalandraka
KRK
La Discreta
La línea del horizonte
La Navaja Suiza
La uña rota
Las afueras
Lengua de trapo
Libros de Ítaca
Libros del Asteroide
Los Aciertos
Los libros del lince
Lumen
Lupercalia
Malas Tierras
Malpaso
Mármara ediciones
Minúscula
Muchnik
Nórdica
Olañeta editor
Paidos
Páginas de Espuma
Pálido fuego
Papeles mínimos
Paralelo Sur
Pasos perdidos
Pengüin
Península
Pepitas de calabaza
Periférica
Pez de Plata
Plaza Janes
Playa de Ákaba
Pregunta Ediciones
Pre-Textos
Random House
RBA
Reino de Cordelia
Sajalín
Salamandra
Sapere Aude
Seix Barral
Sexto Piso
Siruela
Sloper
Stirner
Talentura
Tandaia
Taurus
Témenos
Trama
Tránsito
Tresmolins
Trifoldi
Trifolium
Tropo
Tusquets
Turner
WunderKammer

Lecturas 2018

Esta es la relación de los libros que he leído y reseñado en 2018. Una acertada selección de las lecturas me ha permitido sustraerme -y a su vez desafiar los preceptos délficos: ya saben, aquello de «Nada en exceso«- a uno de los grandes riesgos que corremos los lectores compulsivos: el empachamiento.

Feliz año y felices lecturas.

Ecce homo (Friedrich Nietzsche)
Un verano con Montaigne (Antoine Compagnon)
Algo va mal (Tony Judt)
Nuevas lecturas compulsivas (Félix de Azúa)
El silencio de los libros (George Steiner)
De una palabra a otra: Los pasos contados (Octavio Paz)
Fragmentos (George Steiner)
Nostalgia del absoluto (George Steiner)
Autobiografía sin vida (Félix de Azúa)
Hyperion (Friederich Hölderlin)
Parad la guerra o me pego un tiro (Jacques Vaché)
Los Muchos (Tomás Arranz)
Breve historia del circo (Pablo Cerezal) Sigue leyendo

Victor Hugo

Último día de un condenado a muerte (Victor Hugo)

Si pensamos en la literatura como una herramienta para remover conciencias podemos pensar en Contra aquellos que nos gobiernan de Tosltói, La isla de Sajalín de Chéjov, en los escritos de Thoreau en contra de la esclavitud, o en la novela que nos ocupa, Último día de un condenado a muerte que Victor Hugo publica en 1829.

El autor francés ve horripilado semanalmente las ejecuciones que se llevan a cabo en París empleando la guillotina, el alborozo de la muchedumbre jaleando ante las ejecuciones, la sangre empapando el suelo y todo ello le lleva a plantearse cómo puede ser el último día de un condenado a muerte. Para ello no recurre a lo que sería lo más fácil, plantear una situación en la que el reo nos cayera en gracia, tal que pudiéramos llegar incluso a justificar sus actos, no, lo que Victor Hugo plantea tiene muy poco que ver con la circunstancia personal del reo, tal que no sabemos a quién mato, ni por qué lo hizo, ni siquiera si lo hizo, así que como asesino se nos presenta con unos contornos muy vagos, porque lo que Victor Hugo quiere, creo, es no caer en la trampa de las justificaciones, de este merece ser decapitado y este otro no, porque lo que está en juego no es la suerte de uno o de otro, sino la pena capital como tal, la cual según él debe ser abolida. Al final de la novela le acompaña una pequeña pieza teatral, en la que el objeto de la misma es la opinión que le merece a distintos personajes la publicación de la novela, y lo curioso es que ninguno de ellos da su parecer sobre la pena de muerte, sobre si ésta les parece bien o no, y lo que les ocupa es poner de vuelta a media al autor de la novela, por lo que según ellos tiene ésta de cruel, de inmoral, de mal gusto, de atroz, cuyo único objeto parece ser confundir las conciencias (no removerlas), cuando la novela de Victor Hugo lo único que hace es poner negro sobre blanco lo abyecto de una ejecución, aquello que está a la vista de todos, un espejo en el que muchos prefieren no mirarse para arremeter contra el escritor, en vez de contra ellos mismos por mirar hacia otra parte, por no censurarlo.

Y dado que hablamos de la pena de muerte, traigo aquí unas palabras de Julio Camba al respecto que me parecen muy oportunas.

pero yo opino que si somos todavía lo suficientemente bárbaros para seguir matando a los hombres en nombre de la justicia, debemos matarlos del modo más bárbaro posible. Con el garrote. Con el hacha. Con la rueda. A las doce del día, en la plaza Mayor de la ciudad, y no de noche, en el patio de una prisión. Así la modernidad del procedimiento no haría resaltar de un modo tan ofensivo el medievalismo del acto. Aplicado de este modo, o bien resultaría que la pena de muerte era incompatible con nuestra sensibilidad, imponiéndose, por tanto, su abolición inmediata, o bien no lo resultaría demostrándose, en este último caso, que desde el siglo XIII acá la Humanidad no había adelantado nada. Y una vez hecha esta demostración, ¿qué duda cabe de que la pena de muerte pasaría a ser una cosa mucho menos objecionable de lo que es ahora?

El Aleph. Traducción de Juan Gabriel Vásquez. 2003. 160 páginas

www.devaneos.com

Nada importa (Agota Kristof)

En este conjunto de relatos cortos Agota Kristof (Csikvand, 1935) presenta un edificio que va a ser demolido. Cada relato es una carga explosiva en los cimientos. Todo lo que nos refiere Agota es trágico: muerte, cáncer, soledad, locura, venganza, hastío, incomunicación, desamor, desamparo, desencuentro, desempleo…
Tuve un hijo dice uno de los personajes. ¿Murió?, le pregunta el otro. No, creció.
Así son los relatos de Agota, todos ellos son fúnebres, tétricos, funestos, desesperanzados.
A lo lejos, seremos testigos de la voladura del yo, que es la de todos ellos. Pasto de una realidad implacable e inclemente.

El Aleph Editores. 2008. 102 páginas. Traducción de Julieta Carmona Lombardo.