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Hyperion (Friedrich Hölderlin)

Leer a Hölderlin ha sido toda una experiencia.

Hölderlin inflamado de romanticismo recrea en este texto, por voz de su personaje Hiperión, esa Grecia arcádica, tan fragante y luminosa que uno leyendo este texto, la huele y la visualiza. Y dan ganas de coger un vuelo, seguir los pasos de esos Peregrinos de la belleza y perderse eremíticamente en una de esas islas…

Hiperión se debate entre el amor que le ofrece su amigo Alabanda y el de su amada Diotijma, un amor que no le impide vivir, a ratos, como un eremita, alejado del mundanal ruido, en plena conexión con la naturaleza, coleccionando puestas de sol, cultivando sus pensamientos, nutriéndose con el alimento que le proporciona el mar, en el que su mirada se pierde.

La duda y la angustia que Hiperión siente le propulsionan, le alzan sobre su inacción e incluso desatan su espíritu belicoso, a través de una guerra, en pos de la libertad de Grecia, que purifica y barbariza a partes iguales.

En la recreación de esa Grecia mítica, Hiperión se centra en la figura mítica del pueblo ateniense, resultando como contrapunto su pueblo alemán (al que regresa) bastante peor parado.

Me gusta lo que leo sobre aquellos pueblos que maltratan a los artistas, «!ay!, donde la naturaleza divina y sus artistas son tan maltratados, desaparece el mayor encanto de la vida, y cualquier otro astro es preferible a la tierra. Allí los hombres, a pesar de haber nacido todos en la hermosura, se vuelven cada vez más salvajes y yermos; crece el espíritu de servidumbre y con él, el zafio envalentonarse; con las preocupaciones aumenta la borrachería; y con el lujo el hambre y el temor por la subsistencia».

Hiperión es la búsqueda de la belleza, ensalzada, a través de la poesía, la cual media entre el hombre y lo sagrado, entre el hombre y sus sueños, un lirismo inflamado convertido en obra de arte.

El siguiente paso sería hacer una nueva lectura más profunda, a fin de validar lo que dice el traductor de esta obra, Jesús Munarriz, «si profundizamos en el libro, si se tiene la suerte, como yo la tuve, de desmenuzarlo palabra a palabra y frase a frase, de releerlo infinidad de veces puliendo y afinando mi versión, uno va descubriendo que además de la historia amorosa, hay en Hiperión una multiplicidad de sentidos y significados que trascienden la narración para entrar en el mundo de la filosofía, de la reflexión histórica y política, de las grandes preguntas del hombre ante el mundo.»

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