Los pasos contados

De una palabra a la otra: Los pasos contados (Octavio Paz)

Disfruté mucho con la semblanza que Bonald dedicó al poeta en su Examen de ingenios. Otro tanto con la relación epistolar que recoge Azúa en sus Nuevas lecturas compulsivas entre Pere Gimferrer y Octavio Paz. Azúa destaca la asombrosa actividad que desplegó para que sus libros llegaran hasta sus lectores: “Convencido de que el poema es un útil universal y benéfico, Paz no cejó ni un momento, nunca descansó en su cruzada: conferencias, congresos, artículos, traducciones, claves, simposios, y viajes y más viajes y más viajes, cientos, miles de viajes […]¡Qué inmensa fatiga debía de producirle esa imprescindible necesidad de explicar su poesía en el mundo entero¡ ¡Y qué admirable nos parece esa actitud frente a los remilgos y desdenes de los falsos malditos, de aquellos que se acomodan confortablemente en la incomprensión¡

El libro editado por Vaso Roto es una cucada, una virguería estética (consta de preciosas pinturas de Frederic Amat), pero no sólo es eso, pues hay chicha en estos ensayos mínimos de Octavio Paz, en los cuales da cuenta de aquellas lecturas y autores que le han marcado: Góngora, Lope de Vega, Quevedo, San Juan de la Cruz, Lugones, Darío, López Velarde, Blake, Coleridge, Pope, Nerval, Valéry, Goethe, Heine, y muchos otros.

Es cierto que esto de leer es siempre una travesía, y a medida que avanzamos lo que queda a nuestra espalda o frente a nosotros es algo parecido a una tela de araña, con múltiples nodos, donde una lectura nos lleva a otra, una palabra a la otra, un autor a otro, y a veces volvemos y releemos y comprobamos que nuestra experiencia, nuestro cara a cara con el libro, ha cambiado, ya sea a mejor o a peor.

Bellas palabras las que Paz dedica a la poesía, para él una segunda vida, conocimiento y autoconocimiento, que le permitió comprender a los hombres y mujeres mejor que la metafísica, o entender el significado real de la palabra semejanza.

Para Octavio Paz «Un gramo de poesía pesa más que una tonelada de retórica».

En el último ensayo Paz se lamenta de que en Latinoamérica sí se pueda hablar de buenos críticos literarios, pero no de pensamiento crítico, al no haber tenido allá por el siglo XVIII un equivalente a la Ilustración y a la filosofía crítica y ve indispensable la crítica: literaria, política, moral como una suerte de higiene social, una crítica que permita crear el espacio -físico, social y moral- donde se despliega el arte, la literatura y la política- un espacio que es deber de los escritores contribuir a construir.

La brevedad de los ensayos te deja con ganas de más.

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