Archivo de la categoría: 2018

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Cuaderno de tormentas (David Rubín)

Cuaderno de tormentas, de David Rubín, publicado por Planeta DeAgostini en 2008, volvió a publicarse una década más tarde, esta vez en Astiberri Ediciones.

El índice nos sitúa ante un tablero de juego, algo parecido al juego de la Oca, aquí con 40 casillas. Si nos fijamos en los epígrafes, nos encontramos con casillas tan sugerentes como La Garganta del Olvido, la Calle del Ánima del Fuego Fatuo, la Biblioteca de lo Nunca Escrito: doña Nadie, El Circo del Desaliento o El Gabinete del Suicidio, entre otras, y todas estas casillas van referidas a la Ciudad Espanto.

Cuaderno de tormentas

De entrada, la historia resulta prometedora, el autor de la misma, dice haber visitado la Ciudad Espanto. Ha tratado de captar lo que ha visto en su Cuaderno de Tormentas; ha conseguido escapar de las fauces de la ciudad. La lectura se principia pues como una visita a la Casa del Terror.

Vemos cómo un dibujante las pasa canutas y sufre mucho al haberle dejado de lado la inspiración. Un día, sentado en su escritorio, recibe la visita de un espíritu, un sombra, que le ofrece una faústica solución: historias que contar. Debe coger su Cuaderno de Tormentas y acompañarlo. Así poco después se encuentra frente a las fauces de la Ciudad Espanto, capaz de devorar, si cruzamos el umbral, y accedemos como por un tragantúa a la ciudad, todo aquello que nos hace humanos.

Cuaderno de Tornentas

Ya dentro nuestro dibujante las pasará canutas. De entrada, atraviesa las Gargantas del Olvido, que a su vez son también los llamados Puentes de Orfeo. Si conocemos la mitología griega, sabemos que no podrá echar la vista atrás en ningún momento. Verá también la gigantesca estatua de Sansona Domínguez, una estatua con el corazón blindado, evitando así el sufrimiento.
El avance por la ciudad de pesadilla, ciudad tenebrosa, capaz de producir al visitante un escalofrío tras otro, le dará a conocer a personajes como Argimiro Minotauro, convertido en un estilita, que decidió arrancarse los ojos para no ver, vivir así de oído y feliz, recorriendo el laberinto de su cabeza.

Cuaderno de Tornentas

Las múltiples historias se nos presentan al comienzo en dos páginas con texto o mediante diálogos. Hay páginas muy originales, como cuando el dibujante transita por el Callejo del Eco. El visitante es golpeado por los errores de juventud, los fantasmas le devuelven los golpes por las decisiones mal tomadas, por los errores que malgastaron los mejores años de su vida. Tiempo perdido convertido en martillo y espada contra el presente. Consigue el dibujante escapar de sí mismo, los gritos del niño que fue van detrás, cada paso que da, a la carrera, lo da con alegría de faquir.

Cuaderno de Tornentas

Y hasta en la Ciudad Espanto hay ocasión para el amor. El dibujante se prenda de una mujer a la que conoce en una fiesta, en la mansión monsieur Automatique; acaudalado empresario que ha hecho su fortuna al ser capaz de borrar de la mente de sus clientes los episodios incómodos, los recuerdos que atormentan la existencia.

No parece que un final feliz esté el alcance del narrador y debe haber gato encerrado en ese flechazo amoroso inesperado. Veremos que sucede por boca de ella. Mientras la narración avanza, el dibujante va moviéndose brioso por las casillas, hasta el Túnel de las Furias, parra arribar a la Avenida de los Carabineros de Piedra.

Cuaderno de Tornentas

Y si bien el espíritu condena finalmente la vanidad del dibujante a borrar su mente, algo debe fallar, porque la historia se convierte en papel, el dibujante tendrá su historia, habrá pagado un alto precio, pero el lector, a cambio, tendrá ahora entre sus manos una divertidísima historia, espléndidamente ilustrada, cuyas poco más de cien páginas, permiten experimentar en el lector un viaje terrorífico.

Al final, y al hilo del proceso creativo, hay un interesante apéndice de veinte páginas, en las que vemos la diferencia entre el boceto y la página final.

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Jugadores de billar (José Avello)

Publicada en Alfaguara en 2001, Trea recupera en 2018 la espléndida novela de José Avello. Justificadas las más de quinientas páginas, en el logrado empeño de José por describir al detalle las naturalezas humanas que conforman la narración; la del grupo de hombres que se reúne para jugar al billar en el Mercurio y cuyas existencias se irán desgranando con prolijidad.

Hilos narrativos que se van desprendiendo de la gran madeja que fue la guerra civil y un hecho sucedido en Oviedo.

Son hijos de los vencedores que atesoran un pasado obscuro, cuyos viles actos son ocultados hasta que una suerte de justicia venidera desvele un crimen pasado, ligándolo a otro presente y renovándolo.

El narrador es el cuarto amigo, anónimo, conocedor de la historia de los demás al dedillo. Así nos referirá los abismos a los que aboca el deseo insatisfecho (el que siente Álvaro hacia Verónica), las crisis de pareja (entre Manolo “Arbeyo” y Carmina), las consecuencias venenosas de la codicia (como la de Borja Molina), el amor timorato (de Floro por Adelina), la maldad en encarnada por el tío Álvaro, los abusos que mancillan dignidades.

Los saltos temporales están muy bien ejecutados y no suponen perder el hilo de la narración en ningún momento.

José maneja con destreza e inteligencia los sagaces diálogos, insufla el texto de humor e ironía, sin sustraerse al dramatismo que menudea de principio a fin, retratando los claroscuros del alma humana, la escala de grises en la que se plasman los sueños, ambiciones y anhelos de todos ellos.

Aquí las palabras tienen peso y gravedad, sentido y significado.

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El despertar (Kate Chopin)

El despertar es una novela de Kate Chopin (1850-1904) escrita en 1899 y publicada por Mármara con traducción de Esther García Llovet y epílogo de Jorge Urrutia. Considerada por la crítica norteamericana la primera novela feminista, el despertar es el que experimenta la protagonista de la novela Edna Pontellier, joven acomodada de 27 años, que vive en el término de Nueva Orleans junto a su marido y sus dos hijos. Tengo demasiado servicio. Me cansa tener que ocuparme de ellos, dice la pobre Edna a quien tanto trajín la agota. Pero los problemas no vienen por ahí. Edna no está satisfecha con la vida que lleva. No quiere ser una posesión más de su marido. Una vida que a pesar de todas las comodidades le viene impuesta. No siente nada al lado de su esposo, y su papel de madre le supone una esclavitud a la que renunciaría gustosamente. Su espíritu adormecido por la monotonía se verá avivado junto a Robert, joven al que conocerá cuando se trasladen en el periodo vacacional a Grand Isle. Edna experimenta entonces que otra vida es posible, que es capaz de experimentar otras sensaciones, una voluptuosidad que le hace sentir más plena, más viva, más carnal.
Robert visto el percal decide poner tierra de por medio y marchar a Méjico y Edna ya despierta del todo estrechará su amistad con Arobin, mientras los hijos están lejos, al cuidado de una ama de llaves y el marido está en Nueva York ejerciendo su trabajo de corredor de bolsa.
El despertar, que la autora va describiendo sutilmente, morosamente, viene a ser un fogonazo, una realidad que le da un bofetón y ante la cual se le abren a Edna distintas posibilidades:

a) Dejar a su marido e irse con Robert.
b) Intentar algo al lado de Arobin.
c) Seguir junto a su marido y volver al redil para ser otra vez la perfecta esposa y madre.
d) Actuar a lo Madame Bovary y quitarse del medio.

Solución:

Y ojalá que las olas no te toquen el cuerpo cuando caigas, para que no las puedas.

Cabezas cortadas (Pablo Gutierrez)

Cabezas cortadas (Pablo Gutierrez)

Ni muy blanca ni muy negra ni muy perroflauta ni muy burguesa ni muy heterosexual ni muy lesbiana ni muy señorita ni muy señorona ni virgen ni muy puta, María ni llena de gracia ni de dicha, no es nada y lo es todo, es los dos lados de la puerta, fuera y dentro, es centro y periferia, es pensamiento y acción, es un quiero y puedo aunque luego me arrepienta, es el si no ahora cuando, es el tener padres progres para tenerlos lejos, pobres, es una joven centrifugada del malpaís, es la niña que todavía no entiende que en la playa sus huellas no son nada frente al cacareo del mar, es ella en un cuchitril del quinto anillo y en un apartamento de lujo en el segunda anillo y no es una divina comedia, pero sí hay o puede haber homicidas, criminales, infieles, blasfemos, suicidas, violadores y bandidos y sí a ratos parodia, es venderse por unas monedas en la era del dinero plástico, es un ronroneo que suena como la insatisfacción que ruge como la caprichosa violencia, inasible como el zalamero deseo, es un flujo sobre el papel en un cuaderno de no sé cuántos peniques que tiene las hojas contadas, es una voz que no se calla que aquieta azuza remueve y conmueve, más cuando recuerda su adolescencia, María sí salvaje indómita explosiva inabarcable, que cuando se domestica, ay maldito amor incluso interesado que apagas la prosa y dejas al lector en huelga de hambre, pero ha sido sólo un momentito de bajada, que aquí no pasa nada, bueno sí, sí pasa, ha pasado de todo: la cabeza una lavadora, el ánimo un trapo sucio, un almax para digerir tamaño banquete, !shit!, cómo se nos las (en)gasta el Pablo.