El título de la novela es una paráfrasis de la de Céline (Viaje al fin de la noche). Aquí el fin de la noche es la guerra civil y la posguerra. El protagonista principal es El Innombrable.
A resultas del bombardeo de Guernika, donde los alemanes pudieron probar sin miramiento alguno sus máquinas de matar áreas, El Innombrable y su familia acaban en Logroño, tras su paso previo por el campo de concentración de Argelès-sur-Mer. Y me resulta curioso que transcurriendo buena parte de la novela en la ciudad de provincias de Logroño, no se haga constar esto en la contracubierta. Un Logroño que aquí se radiografía bien por parte del autor de la novela, Luis Martínez de Mingo (Logroño, 1948), no solo por la presencia de espacios físicos como La Posada de las Ánimas (hoy hotel Marqués de Vallejo), el Espolón o las Gaunas, sino también por la descripción del paisanaje, del entramado humano de la posguerra en la ciudad de Logroño.
La novela plantea un aspecto totalizador y en esto se asemeja a La península de la casas vacías de Uclés. Aquí también los personajes están en todas partes y por eso el lector va conociendo los episodios más infaustos, no solo de la guerra civil, sino también de la posguerra, a cuenta de los represaliados, aquellos que se apuntaron en la División Azul con la idea de quitarse el uniforme y quedarse con los rusos, los presos (entre ellos aparece Miguel Hernández) que malvivieron (muchos murieron) durante años en condiciones inhumanas realizando trabajos forzados, ya sea construyendo el Embalse González-Lacasa, también conocido como Pantano de Ortigosa, en campos de concentración como el de Miranda de Ebro (el más longevo de España: entre 1937 y 1947), o en el caso de los homosexuales destinados a la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía, en la isla de Fuerteventura, y en uso entre 1954 y 1966. Sin olvidar los 300000 niños y niñas que fueron robados a las madres republicanas para ser entregados a familias católicas del Régimen. O los abusos sexuales de los curas y monjas hacia los niños y niñas a su cuidado. O aquellos que como topos vivieron a la sombra, en espacios mínimos, hasta mediados los sesenta.
Vemos cómo el oro de España salió para Rusia y para Francia, a cambio de ubicar a los exiliados Españoles en playas cercadas con alambre; abandonados al frío, la lluvia, el hambre y a toda clase de enfermedades. O cómo el wolframio, abundante en España, fue muy apreciado por Hitler, para fortalecer sus tanques. O cómo la Iglesia Católica hizo sistemáticamente la vista mórbida en la observancia del quinto mandamiento; mandamientos que eran mera palabrería. Un quinto mandamiento que decía «No matarás«. También cómo los americanos se olvidaron de nosotros, y no pudimos desgraciadamente tener una república como tuvieron los Franceses después de la caída de Mussolini y Hitler.
Todo estas historias irán surgiendo en la novela con muy buen pulso narrativo a través del narrador omnisciente, o bien de la mano del Diario del Innombrable, que nos permitirá saber qué supuso para él su viaje al fin de la noche. Un viaje que fue más bien un exilio interior, como el de tantos, que vieron cómo toda su juventud y la mayor parte de su vida adulta se consumía en una cárcel, en un Régimen que los asfixiaba y dejaba huecos, sabiéndose vencidos y sintiéndose humillados, llenos asimismo de resentimiento y desesperanza.
Se menta varías veces el libro del médico Antonio Vallejo-Nájera, Eugenesia de la Hispanidad; texto en el que daba las claves para erradicar el gen rojo.
Después de casi cuarenta años de dictadura y adoctrinamiento el gen rojo no fue erradicado, porque en 1982, siete años después de que muriera Franco, el Partido Socialista Obrero Español obtuvo diez millones de votos (casi el 50% de los votos totales), el doble de votos que Alianza Popular.
Yo también viaje al fin de la noche
Luis Martínez de Mingo
Editorial Renacimiento
2025
255 páginas