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El intelectual rampante. Chimaera bombinans in vacuo (Basilio Baltasar)

Descubro la escritura de Basilio Baltasar merced a los treinta y cuatro ensayos agrupados bajo el título de El intelectual rampante. Chiamera bombinans in vacuo. Libro editado por Krk Ediciones.

Algunos de los textos habían sido publicados en Jotdown, Claves, La Vanguardia, El País y Carnets de Formentor. Y han sido corregidos, modificados y adaptados para esta edición.

Uno de los temas que parece preocupar al autor es la predominancia de las redes sociales:

Las redes sociales han envenenado la percepción de la política, han canalizado la movilización tribal de los ciudadanos, enervado la conciencia de la soledad y excitado la angustia existencial […] En realidad son una charca de palabrería psicótica. Han propiciado el hostigamiento de los individuos y envenenado con furia tóxica el debate social […] Ser vigilado, computado, censado por un algoritmo no es menos inofensivo que serlo por un inquisidor.

Cita Basilio a Alexis Tocqueville, quien allá por 1840, ya hablaba de un poder inédito. De un poder que no quebranta las voluntades, las ablanda.

Y quizás esta preocupación tiene mucho que ver con la constatación de cómo se desmantela la tradición, se orillan los clásicos, se última la herencia recibida a lo largo de los siglos. Por eso, la mayoría de los ensayos versan sobre figuras claves, como Rembrandt, El Bosco, Goya (Su arte atestigua el alcance de su imaginación, pero también el poder creador de la inmensa y oscura región del inconsciente. Las imágenes de energía repulsiva que pululan en su umbral pueden ser para un hombre de la sensibilidad y talento de Goya un motivo artístico y también el síntoma de una profunda perturbación), o yendo más atrás en el tiempo hasta Sinesio de Cirene, o bien nos habla de las ruinas de Babel (Ese rumor que no deja de sonar, que remite a la conciencia moral del origen y a la restauración del sentido que redimirá la causa humana, es el susurro que interfiere y obstruye la dominación perseguida por la vieja e incansable maquinaria del Poder), de los Cantos de Maldoror de Isidore Ducasse (Maldoror no es un monstruo, es el profeta cínico de la edad cansada, el que lo sabe todo sobre el misterio de la Creación, el heredero de una revelación, el autor de una inconcebible rapsodia épica. Por ello le corresponde la más alta distinción, el más apreciable de los honores), o de autores contemporáneos que vivifican el pasado como Roberto Calasso (Las vías que el conocimiento ha hendido en el arte, la literatura y la religión han sido transitadas por Roberto Calasso con la precisión del erudito, la elegancia del literato y la energía del pensador; Calasso, para quien lo numinoso reclama su potestad, aunque nos creamos a salvo de su implacable avidez), de visionarios como Kafka (y sus mandamientos bohemios), de autoras cuyas obras nos interpelan, como Ernaux (En la desbrozada literatura de Ernaux abandonan las páginas que ayudarán a examinar lo que pensamos y sentimos. La cavilación que ha desarrollado nuestra escritora a lo largo de los años puede animar en el lector una imitación fructífera. Observarse en los episodios de la vida propia y discernir cuánto de cada uno quedó apresado en las redes de un lenguaje falsario. Cuánto hay de postizo en el consuelo que desfigura lo que fuimos y cuánta fantasía alimenta la ficción del yo inventado para glorificar nuestra importancia personal), Cartarescu (Solenoide; Él único modo de seguir al autor de Solenoide es azuzando nuestra percepción crítica, encrespando nuestra resistencia intelectual, pero al mismo tiempo penetrando la prosa de su elevada y barroca imaginación), César Aira, Coetzee (su Trilogía de Jesús; El relato de Coetzee nos incita a reconocer la potestad creativa de la literatura, los horizontes sublimes de la inteligencia narrativa, y nos anima a seguir el rastro de las figuras rescatadas de un pasado inmemorial, las imágenes que han peregrinado a lo largo del tiempo, de libro en libro, de un mundo a otro, a través de la hipérbole que llega hasta nosotros), a Ricardo Piglia (y su Último lector; nos dice Piglia que el lector avanza a ciegas pero que siempre lee en el texto los indicios de su propio destino. Éste es el modo de leer que cultiva el último lector. La soledad del cabalmente abstraído, su egotismo ensimismado, la formidable intensidad de su concentración, su desdén por el ruido mundano, la sagacidad de su mirada, le han permitido llegar al yo que estaba esperando encontrar) o Cees Noteboom (El viaje es la metáfora sentimental del destino; al mismo tiempo, el encuentro con el grandioso panorama de la Creación. El mundo fértil, la tierra fructífera en perpetua metamorfosis y a salvo del tiempo devorador. Un mundo que solo puede vislumbrar el peregrino que ha firmado un pacto existencial con el espíritu: ir a la deriva hasta el momento en que lo crucial sea revelado.

El presente, la pandemia, se filtra o hermana con textos como La peste de Camus. Hay algo sustancialmente diferente entre aquella época y nuestra mentalidad: hoy nos parece inaceptable que la desdicha envuelva algún tipo de enseñanza.
Y reflexiones sobre la tauromaquia al hilo de la farsa del toro de la Vega:

Sin embargo, los feroces cazadores de toros no son tanto los prisioneros del perturbado imaginario de la violencia como las víctimas de un íntima y secreta vergüenza. Incapaces de abolir la tradición que les impone la violencia, sometidos al torturado dilema ente honor y brutalidad, los lanceros de Tordesillas llevan a cuestas el insufrible rubor que los oprime.

A la nómina de pintores hay que añadir a El Roto (Las viñetas del Roto se abren como el escenario de una representación y es en este espacio teatral en donde su penetrante visión adquiere una singular maestría. Con una sola escena resuelve un asunto endiabladamente encrespado por el vocerío social y de un brochazo, como suele decirse, deja la intemperie innumerables embustes.

Los textos aquí espigados de algunos de los ensayos, creo que nos permitirán calibrar la calidad de la prosa de Basilio, ponderar asimismo su sagacidad, conocimiento y buen tino en la selección de los temas y autores, y avivando con estos ensayos la sed de saber del lector curioso y falto de libros -que nos son tan necesarios- como el presente.

Muy bueno.

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14 de abril (Paco Cerdà)

Su hermana había durado apenas un año como república parlamentaria, allá por 1873. Cincuenta y ocho años después nace entre Vivas a la República, otra criatura que como la anterior tuvo una vida breve, entre el 14 de abril de 1931 y el 1 de abril de 1939. Después de la dictadura de Primo de Rivera, tras las elecciones del 12 de abril de 1931 vencen los republicanos. El Rey Alfonso XIII coge las de Villadiego, embarca en Cartagena rumbo a Marsella. No quiere un derramamiento de sangre. Sanjurjo al frente de la Guardia Civil se pone a disposición del gobierno republicano. Se evita, se difiere, la guerra civil que acaecerá apenas dos años después. Ese día, el 14 de abril, cristaliza en el relato de Cerdà. El espacio físico es España, el temporal: las veinticuatro horas de ese día esperanzador. Una Odísea, como el Ulises de Joyce,  o Sur de Antonio Soler. Con multitud de fuentes Paco Cerdà (El peón, Los últimos. Voces de la Laponia española) crea un fresco proteico y muy vívido, por el que desfilan tanto los personajes históricos que todos conocemos, como personas del pueblo llano que tuvieron la mala suerte de morir ese día -un encuadernador, una pescadera, un soldado- cuando situados en las manifestaciones que celebraban el advenimiento de la república sufrieron el plomo de aquellos que se resistían a perder el poder. Otro libro que mantiene un espíritu parejo a este es 14 de julio de Eric Vuillard. Allí la muchedumbre iba hacia la toma de La Bastilla. Aquí, quieren acabar con la miseria, el hambre, los latifundios, el poder omnímodo de los militares, curas, los monárquicos, la aristocracia. Quieren justicia social, libertad, igualdad, fraternidad. Quieren evitar los abusos. Con ese espíritu nació aquella criatura el 14 de abril de 1931. Muchos de los que ese día imaginaron un nuevo mundo y mejor, sufrieron años después las represalias, los encarcelamientos, los fusilamientos, los exilios, los destierros, la muerte. Y ahora el olvido y la desmemoria, contra los que combate, con acer(t)ada pluma, Cerdà.

Libros del Asteroide. 2022. 256 páginas

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Una salida honrosa (Éric Vuillard)

El último libro de Éric Vuillard, Una salida honrosa, está conectado con otro anterior, La batalla de Occidente.
En aquel libro nos hablaba de los gerifaltes, los mariscales, los empresarios; todos aquellos que ostentaban el poder y cómo manejaban con gran desenvoltura los millones de muertos acaecidos durante las dos guerras mundiales, siempre en su provecho.
La segunda mitad del siglo XX no mejoró la cosa. Nada se aprendió de los errores/horrores.
Vuillard nos lleva ahora a Indochina, en 1950. Los franceses se resisten a dejar Indochina y se enzarzan en una guerra que pierden. Entre los franceses y luego los americanos matarán a tres millones de vietnamitas. Dos millones eran civiles. La idea era frenar el comunismo. Los ideales de libertad, igualdad y fraternidad vemos cómo se avienen sin ningún cargo de conciencia con el ánimo colonialista extractivo francés. Y si hay que recular, se vende a la opinión pública la tan manida «salida honrosa».
Lo que el texto evidencia, con la inflamada prosa de Vuillard, muy dado a trazar perfiles psicológicos de estos grandes prohombres siempre desde la ironía y el choteo (porque parece que todas las personalidades que desfilan por el libro son una recua de patanes, codiciosos, desalmados, muy bien aferrados a sus árboles genealógicos y a sus calculados matrimonios), es la encarnadura moral de los políticos y de los grandes grupos empresariales que tienen negocios y acciones por medio mundo y cómo entre unos y los otros las gloriosas batallas (que nada tienen de gloriosas) se convierten en sociedades anónimas.
Que siempre pierden los mismos, lo sabemos (el libro comienza en 1928 describiendo la situación vivida en una plantación propiedad de la empresa Michelín, a las afueras de Saigón, en donde se sangran, con un forzado espíritu Taylorista, los árboles para obtener látex; vemos las pésimas condiciones de trabajo (esclavistas) y la ola de suicidios de los trabajadores, que no ven otra manera de escapar a su tan cruel destino), que la historia la escriben los vencedores, también, y que lo que conviene esconder se orilla, se ningunea, se invisibiliza, y en el peor de los casos, se olvida.
Por eso son tan necesarios estos libros de Vuillard, para no hacer de la amnesia el pan nuestro de cada día, y para poner algo de luz en las sombras del pasado de Francia.

¿Y a quién va dirigido este libro?
Para responder a esta pregunta recupero unas palabras de Thoreau.

Un hombre sólo recibe lo que está preparado para recibir, ya sea fisica, intelectual o moralmente. Escuchamos y asimilamos sólo lo que ya sabemos a medias. Si hay algo que no nos afecta, que está fuera de nuestra perspectiva, que por experiencia o ingenio no atrae mi atención, por muy innovador o destacable que sea, cuando se pronuncia, no lo oímos, cuando se escribe, no lo leemos, o si lo hacemos, no nos retiene. Todo hombre, por tanto, sigue el rastro de sí mismo [la metáfora está sacada de la caza] a través de la vida, en todas sus escuchas, lecturas, observaciones y viajes.

Ahora ya saben a quien no va dirigido.

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Tangos en prosa (Verónica Nieto)

Si el tango es queja, reclamo, dolor y rebeldía estos Tangos en prosa (Trampa ediciones; 2022) qué no serán sino un reguero de historias variopintas en las que su autora, Verónica Nieto, (Rumiar la biblioteca) dispara con tino su imaginación en distintas direcciones. Para ir al pasado y poner en escena a Medea, la infanticida, provocando la ira de Jasón.
Medea
Para recrear el final de Heliogábalo, El sacerdote de Emesa, muerto con ¡18 años!, cuya existencia fue breve pero intensísima, entregada el joven emperador a toda clase de placeres sensuales, sin dejar cavidad de su cuerpo desaprovechada, cuyo final es descarnado, acompañado en su muerte de su pobre madre.
Heliogábalo

O Révash, la ciudad de los muertos, para ir al tiempo de los incas, para ver cómo, a veces, la delación es la única manera de sobrevivir.
La ciudad de los muertos

O ir al presente, con un tono muy poético y subyugante, como acontece en el primer relato que inaugura el libro, La siesta de tus aguas. Otros relatos como El sótano, manejan con solvencia el suspense, la mezcla de elementos que causan sorpresa al lector, al carecer de los elementos que le permitan armar el puzle, embebido el relato de una atmósfera extraña. Pareja extrañeza es la que experimento con Frazada nueva, en la que una alemana residente en una localidad argentina, rememora aquellos años, los del apogeo alemán y el esplender nazi. Un rememorar que opera con la misma fuerza con la que trabaja la amnesia, para dejar en el limbo, los recuerdos, el pasado, tal que así los hijos, los nietos, no sepan nada de lo que sus abuelos hicieron. La mejor manera, pues, para que no les puedan pedir cuentas ni alimentar, en el peor de los casos (para ellos), los remordimientos.

No supone una rareza dar la voz a los animales. Así sucede con Los experimentos. La voz cantante la llevan unos ratones, que tratan de aportar algo de luz a su existencia, toda vez que su maestro, o mejor, su profeta, una rata albina con los ojos rojos va camino de diñarla, sin que parezca existir una tierra prometida (a no ser que su destino no pueda ser otro que «rata de laboratorio») hacia la que dirigir a su rebaño o colonia.

Uno de los mejores relatos me ha parecido De lo que acaeció a Uma Inti. En castellano antiguo nos situamos en 2012, donde una joven salvará la vida al convertirse a la religión del Sol. Relato que ofrece reflexiones interesantes acerca de nuestra idea del progreso. A veces vale la pena pararnos un momento a pensar si los considerados avances o muchas de las cosas hoy disponibles en el mercado nos hacen la vida mejor. No digo más cómoda, digo mejor: más plena, con más sentido.
Otros relatos serán capaces de ponernos los ojos como platos, siguiendo las andanzas de un vampiro pianista practicante del jazz y cuya técnica de tocar el piano con los pulgares cruzados causará sensación.

Y si queremos entregarnos al humor, Élan de Copi lo propicia, merced al malentendido, a la confusión de confundir a una enana con una niña. De enmarañar la realidad con la ficción, la escritura con la vida.

Bueno.

Verónica Nieto en Devaneos | Qué haces en esta ciudad