Archivo de la categoría: Editorial Destino

torre-de-libros-01

Lecturas 2013

Hoy, 31 de diciembre, es momento de hacer balance de las lecturas del 2013 (algunos libros leídos no se han publicado este año sino en años anteriores).

De los 94 libros que leído los que más me han gustado son:

Recomendaciones de El alquimista del tedio.

– Victus (Alberto Sánchez Piñol)
– Matate amor (Ariana Harwicz)
– Naturaleza infiel (Cristina Grande)
– Absolución (Luis Landero)
– Será mañana (Federico Guzmán Rubio)
– El niño que robó el caballo de Atila (Iván Repila)
– Daniela Astor y la caja negra (Marta Sanz)
– Intemperie (Jesús Carrasco)
– 2020 (Javier Moreno)
– Señales que precederán al fin del mundo (Yuri Herrera)
– Trabajos del fin del reino (Yuri Herrera)
– El plantador de tabaco (John Barth)
– Técnicas de iluminación (Eloy Tizón)
– Caminando sobre las aguas (Ignacio del Valle)
– Los ingenuos (Manuel Longares)
– El cordero carnívoro (Agustín Gómez Arcos)
– Divorcio en el aire (Gonzalo Torné)
– Peaje (Julio de la Rosa)
– Una lección de anatomía (Marta Sanz)
– La escala de los mapas (Belén Gopegui)
– En la orilla (Rafael Chirbes)
– El alcohol y la nostalgia (Mathias Enard)
– El afinador de habitaciones (Celso Castro)
– El color de la leche (Nell Leyshon)
– La sed de sal (Gonzalo Hidalgo Bayal)

Lecturas 2013

1. Antigua Luz (John Banville 2012)
2. El centro del frío (Salvador Galán Moreu 2011)
3. Victus (Alberto Sánchez Piñol 2012)
4. La lluvia antes de caer (Jonathan Coe 2009)
5. Las crudas (Esther García Llovet 2009)
6. Matate amor (Ariana Harwicz 2012)
7. Naturaleza infiel (Cristina Grande 2008)
8. Una vida sin ayer (Edoardo Nesi 2012)
9. La ciudad feliz (Elvira Navarro 2009)
10. Sobre la felicidad a ultranza (Ugo Cornia 1999)
11. Absolución (Luis Landero 2012)
12. Un centímetro de mar (Ignacio Ferrando 2011)
13. El origen del mundo (Pierre Michon 1996)
14. La mano invisible (Isaac Rosa 2011)
15. Una extraña historia al este del río (Nagai Kafu)
16. El hombre del salto (Don DeLillo 2007)
17. La conquista del aire (Belén Gopegui 1998)
18. El alcohol y la nostalgia (Mathias Énard 2012)
19. El secreto del orfebre (Elia Barceló 2003)
20. El viaje de Urien (André Gide 1893)
21. La patria de todos los vascos (Iban Zaldua 2008)
22. La escala de los mapas (Belén Gopegui 1993)
23. Será mañana (Federico Guzmán Rubio 2012)
24. Click (Javier Moreno 2008)
25. Los andantes (Federico Guzmán Rubio 2010)
26. La mujer de Strasser (Héctor Tizón 2012)
27. Buda en el ático (Julie Otsuka 2011)
28. Diario de una caída (Michel Laub 2013)
29. Los fantasmas (César Aira 1990)
30. La ciudad y los cerdos (Miguel Espigado 2013)
31. El país imaginado (Eduardo Berti 2012)
32. Intemperie (Jesús Carrasco 2013)
33. Paseos con mi madre (Javier Pérez Andujar 2011)
34. 2020 (Javier Moreno 2013 Lengua de Trapo)
35. El niño que robó el caballo de Atila (Iván Repila 2013)
36. Peaje (Julio de la Rosa 2013)
37. Acantilados de Howth (David Pérez Vega 2010)
38. La máquina de languidecer (Ángel Olgoso 2009)
39. En la orilla (Rafael Chirbes 2013)
40. La transmigración de los cuerpos (Yuri Herrera 2013)
41. Tejidos y novedades (Cristina Grande 2011)
42. El libro de las maravillas (Fernando Clemot 2011)
43. Islas flotantes (Joyce Mansour 2012)
44. Los soldados (Pablo Aranda 2013)
45. Mala suerte (Juan Aparicio-Belmonte 2003)
46. Perú (Gordon Lish 2009)
47. Ben Lerner (Saliendo de la estación de Atocha 2013)
48. Mi madre es un pez. V.V.A.A
49. Alma (Javier Moreno 2011)
50. Plegarias nocturnas (Santiago Gamboa 2012)
51. Señales que precederán al fin del mundo (Yuri Herrera 2009)
52. Constatación brutal del presente (Javier Avilés 2011)
53. Las ilusiones (Jonás Trueba 2013)
54. Trabajos del reino (Yuri Herrera 2004)
55. La broma infinita (David Foster Wallece 2002)
56. El pájaro de hueso (María Carmán 2013)
57. La estación perdida (Use Lahoz 2011)
58. La lección de anatomía (Marta Sanz 2008)
59. El cordero carnívoro (Agustín Gómez Arcos)
60. Donde dejé mi alma (Jêrome Ferrari 2013)
61. El asco (Horacio Castellanos Moya 2007)
62. El afinador de habitaciones (Celso Castro 2010)
63. La luz en la casa de los demás (Chiara Gamberale 2012)
64. El cuerpo humano (Paolo Giordano 2013)
65. El guardián invisible (Dolores Redondo 2013)
66. Phantom (Jo Nesbo 2012)
67. Astillas (Celso Castro 2011)
68. The leopard (Jo Nesbo 2009)
69. The snowman (Jo Nesbo 2007)
69. La herida de abril (Vincenzo Consolo 2013)
70. Caminando sobre las aguas (Ignacio del Valle)
71. Los ingenuos (Manuel Longares 2013)
72. El último lapón (OLivier Truc 2013)
73. Amantes en el tiempo de la infamia (Diego Doncel 2013)
74. Daniel Astor y la caja negra (Marta Sanz 2013)
75. Hitler 1938 (Giles Mcdonogh 2008)
76. El manuscrito de piedra (Luis García Jambrina 2007)
77. La misma ciudad (Luisgé Martín 2013)
78. Divorcio en el aire (Gonzalo Torné 2013)
79. Leche (Marina Perezagua 2013)
80. El fogonero (Franz Kafka 2013)
81. Lo inhóspito (Gonzalo Torné 2007)
82. Una manada de ñus (Juan Bonilla 2013)
83. Técnicas de iuminación (Eloy Tizón 2013)
84. Hombre lento (J. Coetzee 2005)
85. Legado en los huesos (Dolores Redondo 2013)
86. Solo si te mueves (Aloma Rodríguez 2013)
87. La visita (Mariana Graciano 2013)
88. El plantador de tabaco (John Barth 2013)
89. El color de la leche (Nell Leyshon)
90. Lo que yo llamo olvido (Laurent Mauvignier 2013)
91. Tres veces al amanecer (Alessandro Baricco 2013)
92.- El viejo rey en el exilio (Arno Geiger 2013)
93. La sed de sal (Gonzalo Hidalgo Bayal 2013)
94. Yo y Kaminski (Daniel Kehlmann 2005)

Legado en los huesos

Legado en los huesos (Dolores Redondo 2013)

Dolores Redondo
558 páginas
2013
Editorial Destino

Después de haber leído este verano, El guardián invisible, sentía curiosidad por la última novela, publicada la semana pasada, de Dolores Redondo titulada Legado en los huesos. Se trata de una trilogía, con lo que esto implica, para bien o para mal. De tal manera que Amaia Salazar sigue siendo la protagonista, secundada por sus competentes compañeros policías. Están presentes de nuevo, la madre de Amaia, sus hermanas, su esposo James y !ojo!, su retoño, Ibai.

A Amaia la dejábamos embarazada, tras un par de faltas. Las cincuenta primeras páginas me resultan plomizas. Amaia da a luz y aquello se convierte en un folletín. Afortunadamente, tengo paciencia y esperaba y deseaba que aquello mejorase y se encaminase hacia alguna parte. Deseo cumplido. Una vez que Amaia toma conciencia de que es una mala madre (o eso cree ella y deja de darle pecho a su chiquirritín), pero una polícia muy competente y dotada (no olvidemos que pasó por Quantico y allí aprendió latín y misa cantada), se afana entonces en resolver un caso que le tocará la fibra, e incluso los huesos.

Baztán es otro personaje más, y de peso. Como sucede en las novelas nórdicas donde bajo esa aparente perfección, tras esas postales de parajes nevados y casitas de madera humeantes ubicadas entre lagos que quitan el sentido, se esconden ríos de sangre y mentideros de odio, en Baztán pasa algo parecido. Es muy bonito, muy verde, muy frondoso, pero en invierno hace un frío de cojones, la oscuridad es más densa que en otros parajes y todas las leyendas, ciertas o no, parecen cristalizar en las pesadillas de Amaia para atormentarla, cebar su desazón y en definitiva, no dejarla en paz. Sigue leyendo

El último lapón (Olivier Truc 2013)

El último lapón Olivier Truc
Olivier Truc
2012
Editorial Destino
505 páginas

De un libro ambientado en Laponia, en un territorio compartido por Suecos, Noruegos y Fineses, superado el círculo polar ártico, donde durante buena parte del año no hay apenas luz y donde hace un frío del carajo, donde la gente uno se imagina que tiene que ser dura de pelar, esperaba tener entre manos una historia consistente, dura, potente, salvaje, glacial y si me apuran, atípica, habida cuenta del marco en el que se desarrolla.

El periodista metido a escritor (una moda muy popular por estos lares: David Cantero, Baltasar Magro, Pilar Navarro, Teresa Viejo, Màxim Huerta, Isabel San Sebastián, Marta Robles, Arturo Pérez-Reverte…) , el frances Olivier Truc residente en Suecia, nos brinda un noir ártico, esto es, la típica novela negra (muy mediocre en este caso) donde hay algunos crímenes, amputaciones de orejas, un tambor sami desaparecido y unos mapas que pueden brindar la ocasión de descubrir una mina de oro o de uranio. Ahí es nada.

Como Truc parece ser que conoce bien el tema de las minorías, aprovecha sus conocimientos para meterlos de rondón en el libro, y ahí tenemos a los lapones, los samis, los noruegos corrientes, el Partido del Progreso, todo ello de manera testimonial, porque todo lo que se nos cuenta queda en la superficie y no puede resultar más ramplón y patatero. De ahí que algo tan jugoso como es la colonización o el desmantelamiento de razas autóctonas como eran los lapones en Escandinavia se reduzca a un mero titular, a un breve enunciado, ese barniz que a muchísimos libros les permite colgarse la etiqueta de novela histórica.

Truc escribe bastante mal, o quizá sea que la traducción tampoco brilla a gran nivel, y ciertas cosas las he tenido que releer para confirmar la pésima redacción de muchas partes del libro, con una sintaxis que centrífugaba mi ánimo lector hacia otras latitudes.

Aparecen por ahí cosas como «el culo altivo» (digo yo que mejor sería hablar de un culo en pompa o respingón que de un culo altivo o erguido), propio de los toreros españoles (o eso nos cuenta Truc), el inspector de policía que «picotea» una y otra vez (de hecho parece que no sabe hacer otra cosa) en su bol de regalices, frases hechas como: andaba como Pedro por su casa, a ojo de buen cubero, así a la buena de Dios o esas reiterativas miradas torvas (¿acaso no hay otra manera de mirar?) y demás elementos literarios que maneja con poco tino Truc que lejos de resultar atractivos desincentivan la lectura.

Esta manera de escribir plana, ramplona y funcional, a Truc le funciona, dado que muchos lectores entienden y alaban el libro de Truc como «un libro ameno y de fácil lectura«, amén de estar contentos y felices porque ahora saben muchas más cosas sobre los lapones y el desprecio de algunos nórdicos hacia ciertas minorias escandinavas.

El protagonista es Klemet, un policía de los renos próximo a la jubilación, que en sus años mozos no se comía en un colín, asentado en su rol de pagafantas, que maldice en el momento presente todos los polvos que no echó en su día, si bien eso le brindó el papel de chico bueno. Como estaba entrado en carnes, le decían Gordo y se fue de su pueblo, y volvió de la academia de policía un tiempo después todo cachitas, a pesar de lo cual sigue solito. A su lado -cosas de la paridad- le ponen a una compañera, Nina, la cual se nos describe como sensual con senos que se marcan groseramente debajo de sus jerseys…¿sigo?….

En escena aparece un geólogo francés, que quiere ir en contra de las convenciones, ¿cómo?. pues metiendo mano o violando niñas.
Los personajes de Truc son todos ellos caricaturas, y sus vidas, una suma de clichés, en un libro poblado de lugares comunes. ¿Se puede hablar del Congo y no citar el coltán?. Sí, se puede, pero Truc va a lo fácil y sus personajes tienen la misma entidad y calado psicológico que un lapicero.

De vez en cuando y para que los capítulos no mueran de inanición, Truc se centra en el paisaje, en la tundra, en la nieve en el alfeizar de las casas, en los lagos helados, en las auroras boreales, en las bajas temperaturas, en los copazos de nieve que caen, etc.

Y en la página 300, mi idea es devolver el libro, porque me parece una pérdida de tiempo su lectura, porque además de ser aburrido, no pasa nada (y lo poco que se narra es un despropósito), porque no hay humor, ningún fogonazo, nada inteligente que invite a seguir. Todo lo leído se me antoja tan simple como los personajes y sutuaciones que describe.
Pero yo sigo, no porque me interese lo más mínimo saber quién mató a Mattis, si aparecerá el tambor, si Klemet se acostará con Nina o si encontrarán la mina de oro, si no más que nada por saber si Aslak va a mandar al geólogo al otro barrio o no, si le arrancará el corazón con las manos y se lo dará luego a comer a su renos…

Los diálogos son tema aparte, para Truc su novela es algo parecido a un entretenimiento para adolescentes albardados, por lo cual, todo se debe dar bien mascadito y bien puesto en bandeja al lector, para que éste no se esfuerce lo más mínimo, y así Klemet y Nina se comunican como si fueran imbéciles, jugando, dándose codazos al constatar lo chuli y super divertido de la muerte, que es resolver un caso, flipando con lo bien que encajan todas las piezas (porque siempre aparecerá en escena alguien que les pondrá en la dirección correcta), mientras el lector (yo no) se verá complacido ante una novela que de tan ligera resulta inane, intrascendente e infumable.

El guardián invisible (Dolores Redondo 2013)

El guardián invisible
Dolores Redondo
2013
Editorial Destino
433 páginas

A Dolores le ha salido un libro redondo. El guardián invisible no es su primera novela, pero es la que le ha dado a conocer al gran público. No cultivo mucho el género de la novela negra, que en algunas librerías ocupa unos cuantos metros del frontal y cada vez vende más, pero de vez en cuando sí que tengo a bien hincarle el diente a novelas como esta.

Una vez leída puedo decir que queme que me ha gustado y he experimentado algparecido a lo que sentí (o creo recordar que sentí) cuando hace años leí Némesis de Jo Nesbo u Ojos de agua de Domingo Villar.

La historia transcurre en el Valle del Baztán, en Elizondo, donde se están cometiendo unos asesinatos de niñas en la preadolescencia. La inspectora Ainhoa es la encargada del caso, y le toca jugar en casa, pues aunque vive en Pamplona, nació en Elizondo y conoce de primera mano la forma de ser y de vivir de sus paisanos, así como las leyendas del lugar; leyendas que hablan de brujas, de seres como el Basajaun, que forman parte del imaginario colectivo, leyendas a las que aferrarse cuando la cruda realidad les acerca al precipicio y entonces la magia o la brujería es una salida o un agarradera como otra cualquiera para las gentes del lugar.

Ainhoa deberá exorcizar los fantasmas del pasado, desempolvar y arrostrar esos recuerdos que yacen en su memoria dormida, espoleada en sus recurrentes pesadillas, recuerdos dolorosos, dado que su infancia no fue fácil, gracias a una madre nada maternal. A su vez, la relación con su hermana Flora es también turbulenta, agria, ya que sus vidas corren paralelas, desde la niñez, sin puntos de encuentro, enzarzadas en discusiones estériles y manidas, con palabras repletas de amargor, inquina y resentimiento. Al menos por parte de Flora.

El libro transcurre de tal manera que a medida que se van cometiendo los crímenes y Ainhoa y su equipo tratan de poner rostro al asesino, la autora nos va contando de rondón la niñez de Ainhoa, la relación con sus padres y hermanas, su paso por la base del FBI en Quantico, EEUU, su relación con James, sus más y sus menos con otros compañeros de trabajo que lejos de alegrarse por lo bien que le van las cosas, la desprecian y minusvaloran.

Como marco, El Baztán, la niebla, el frío, la lluvia, la humedad, unos parajes plagados de leyendas, supercherías, transmitidas de generación en generación, leyendas de las que nadie es capaz de renegar, pues incluso la propia inspectora en el curso de su investigación se verá obligada a hacer acopio de buenas dosis de racionalidad para no dejarse ir por ciertos derroteros mentales que la arrimarían a las leyendas tantas veces escuchadas alrededor de un fuego, o de un brasero.

Dolores Redondo busca cierta carga psicológica en cuanto se cuenta y tanto los avances de la investigación como las otras historias más personales sirven para dar más consistencia al personaje de Ainhoa, y siendo uno Riojano ciertas cosas que he leído, ciertos giros y formas de expresarse de Ainhoa y de los navarros que la rodean, me hacen gracia, por lo que tienen de coloquial y de conocido, además el pueblo de Elizondo lo tenemos bastante próximo e incluso recuerdo haber comprado, no txatingorris, sino chocolate negro con almendras delicioso, en el obrador de la pastelería Malkorra.

El ritmo de la novela es trepidante, sí, este uno de esos libros que no puedes soltar hasta que lo acabas y la intensidad de la lectura no decae en ningún momento, pero como todo tiene que acabar, cuando todo se precipita, y las piezas van encajando sientes un vacío y cierta tristeza camino del mostrador de la biblioteca.