Archivo de la categoría: Editorial Destino

Las crónicas del sochantre

Las crónicas del sochantre (Álvaro Cunqueiro)

Álvaro Cunqueiro
Destino
1999
192 páginas

El epílogo para Bretones que cierra la novela creo que cifra muy bien la capacidad creadora de Álvaro Cunqueiro. Ahí dice el de Mondoñedo que no conoce la Bretaña, y que toda la novela es fruto de la consulta de mapas, libros de viajes y lecturas de los libros de Chateaubriand y de otras muchas cartas.

En un documental sobre Baroja, Savater decía que la realidad imitaba las novelas de Baroja. En De vuelta de Italia, Benito Pérez Galdós hablaba del poder de la idealización poética, y es este poder tal que sus creaciones tienen tan fuerza como los seres efectivos; su memoria iguala si no supera a la de los individuos históricos de indudable existencia, tal que son más conocidos Romeo y Julieta que César y Alejandro o Don Quijote, que vive espiritualmente más que El Cid. Cunqueiro dice a su vez que no sería la primera vez que el sueño del poeta hace la isla. En resumen, que la realidad y la ficción, se funden, se confunden, se solapan, y a menudo intercambian sus roles, y no sabemos quién va a la zaga de quién, ni quien será bendecido con los dones de la inmortalidad.

Esta novela es la primera que leo de Álvaro Cunqueiro y no he podido menos que dejarme seducir por su prosa torrencial, a ratos densa, donde prima el humor, y una inventiva que asoma en cada página. En este sentido me recuerda a lo que experimenté cuando leí La tourneé de Dios de Enrique Jardiel Poncela, otro autor, de talento desbordante, que hacía con el humor lo que Cunqueiro con lo fantástico, a saber, llevarlo a simas inalcanzables para la mayoría de escritores.

La novela, a través de unas crónicas, nos permite seguir las andanzas de un sochantre quien durante la revolución francesa se verá arrastrado en la brumosa Bretaña en compañía de unos difuntos muy parlanchines, una santa compaña a la francesa, que al tiempo que le irán refiriendo sus existencias materiales, le permitirán al sochantre, -amenizando éste el deambular de todos con su bombardino- pasar unos momentos inolvidables, parejos a los que experimentará el lector que sepa disfrutar con la imaginación fértil, la de Cunqueiro, realmente fantástica y subyugante.

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entre culebras y extraños (celso castro 2015)

celso castro
Editorial Destino
2015
154 páginas

para mí un libro nuevo de celso castro es un acontecimiento. acometí entre culebras y extraños, que así se titula lo último de celso con ilusión, y he quedado con su lectura más que satisfecho

he leído las dos anteriores novelas de castro, el afinador de habitaciones y astillas, y ésta última sigue la misma línea y tiene el mismo (buen) estilo

hay quien busca una salida en los libros de autoayuda. yo encuentro una salida o varias en los libros de celso

el protagonista, de nuevo es un joven adolescente, que vive con su madre, a quien se le muere el padre con 16 años, quien gusta de reflexionar, abismado entre lecturas filosóficas de filósofos atormentados, pesimistas, apesadumbrados: nietzsche, schopenhauer, kierkegaard y siempre anda con citas de ellos en la boca, con los perros de schopenhauer, con el caballo de nietzche y en todos ellos encuentra el acomodo racional a sus cuitas, a sus tormentos

el joven a ama a sofía, es por ende un filósofo, amante del saber, del conocimiento, empezando por él mismo, y cuando uno hurga y remueve en su interior, a medida que va tocando las fibras de su ser, las cuerdas de su alma, la música que reverbera tiene más de requiem que de charanga

y es la mirada del joven una mirada tan franca, tan realista, tan inteligente, tan inocente, tan bello su sentir, tan puros sus sentimientos, que celso logra desarmarme, arrasarme por dentro, vencer mis defensas, aniquilarme, reducirme a la nada, a tal punto que uno no sabe si las postreras lágrimas son de alegría o de tristeza

celso, un alquimista, del tedio no, de las verdaderas emociones

deseo que su siguiente novela, si la hay, no sea dentro de cuatro años

ánima Wajdi Mouawad

Ánima (Wajdi Mouawad 2014)

Es curioso que un libro que a un escritor le ha costado escribirlo diez años, un lector, yo, lo devore casi de un tirón. Y eso que son 435 páginas del ala.

El libro en cuestión se titula Ánima del libanés Wajdi Mouawad. Wajdi es conocido sobre todo por su tetralogía La sangre de las promesas compuesta por: Bosques, Litoral, Incendios (reseña) y Cielos.

El argumento, de entrada, es bastante convencional. Una mujer aparece asesinada brutalmente en Canada, en Quebec. Su asesino le ha realizado un corte encima del vientre por donde la ha violado hasta matarla. La pareja de la víctima, Wahhch, quiere saber quién es el asesino. El Coroner encargado de la investigación le hace saber que la policía en este caso se llama andana, pues el asesino trabaja para la policía y es mejor dejarlo correr.

¿Decide cruzarse Wahhch de brazos?. No.

Tras el cruel asesinato empieza la acción, el movimiento incesante, un continuo deambular que no cesará hasta que acabe la novela, 400 páginas después. A lo largo de las cuales Wahhch recorrerá medio Canadá y otro medio Estados Unidos, primero como cazador y luego como presa. Esto es, Wahhch va siguiendo la pista del asesino hasta que lo encuentra y éste, el asesino, le da por culo, perdón, lo sodomiza, y luego Wahhch tiene que escapar porque el asesino tras sodomizarlo decide ir a por él con intención matarlo. Y entonces, cruz de navajas por una mujer

Dicho así todo esto parece un poco coñazo. No lo es, o sí, y la lectura me ha dejado ofuscado y no veo las cosas con suficiente nitidez. Diré que leyendo el libro, durante un buen rato he tenido mis reservas (no de indios) precisamente, pero al final me he dejado llevar y la cosa ha mejorado ostensiblemente.

Si en otras novelas se lleva la polifonía de voces (Bulevar 20, Fin de Fiestas…), aquí se lleva la polifonía animal, es decir que nos enteramos de lo que pasa en esta historia porque en cada momento hay presente algún mamífero, ave, reptil, insecto, etcétera, presente, y es a través de sus ojos, la manera mediante la cual vemos el periplo, andanzas, correrías, devaneos sexuales, de Wahhch.

Esto de los que animales piensen tiene su gracia porque es bastante original (dejando de lado Rebelión en la granja) y además es un aliciente, porque resulta divertido leer las reflexiones de un caballo o de un cerdo antes de pasar a formar parte de la cadena alimentaria humana, de un perro antes de una pelea mortal con otro congénere, de una mosca antes de libar el sudor de su objetivo, de una paloma viendo el mundo desde el cielo, de un mono descojonándose de lo tontos que son los humanos mientras se lía un cigarrito, de un pez olvidándolo todo cada…, etcétera, así como ver cómo sienten los animales la tristeza, la alegría, el dolor, la excitación, de los humanos, identificando cada estado emocional de estos con un color diferente, o sus sentidos tan desarrollados para percibir cualquier aroma, olor, excrecencia, fluido o flujo corporal.

Y lo que empieza como algo parecido a una venganza, o al menos con la esperanza de Wahhch de poner cara al asesino (y saber así que no ha sido él), a medida que se van cometiendo más crímenes, todo comienza a ser cada vez más ensordecedor y más tenebroso y más negro y más visceral, cuando Wahhch vaya abriendo brecha en su memoria granítica y sus recuerdos comiencen a aflorar y el deseo de venganza deje paso a un deseo de saber quién es, anhelo de ir en busca de esas palabras que le permitan tener un nombre, una identidad, un pasado, porque Wahhch sabe que todos los finales son iguales: bajo tierra. Y su empeño, su cruzada existencial, será saber qué paso cuando a sus cuatro años estuvo enterrado bajo tierra y por qué su padre adoptivo le salvó la vida y ahí entra en escena un escenario bélico aterrador, la masacre de Sabra y Chatila, en 1982, cuando unos cristianos maronistas armados, sembraron el terror en un campo de refugiados palestinos ante la pasiva mirada de los Israelitas. Wahhch tendrá oportunidad de conocer de la boca de un amigo de su padre, qué es lo que sucedio realmente durante esas 72 horas dantescas. Ahí Wajdi se despacha a gusto y esas páginas inundadas de sangre e ignonimina lograrán erizar el bello de cualquier persona sensible.

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Wajdi Mouawad

Ráfagas de frases cortas dotan la lectura de un ritmo ágil, vertiginoso diría, a lo que ayuda que muchas páginas sean apenas dos párrafos y esta historia de Wahhch yendo en busca de su pasado olvidado, convertido su (sin)vivir en un continuo afán de ir hacia adelante sin parar de moverse, realizando un viaje exterior que es también al mismo tiempo interior, hacia el fondo de su ser, de su inconsciente, ha convertido esta lectura, en una lectura casi compulsiva, enfermiza, febril.
Wajdi construye poderosas imágenes visuales, sí, este libro se ve al tiempo que se lee, y el acierto de dar la voz a los animales permite como en una secuencia relatada por las aves, ser testigos de una estampida de caballos con colisión fatal en una autopista, donde la pluma sustituría a una cámara registrando una plano aéreo.

Ánima es esa clases de novelas que quieres acabar a toda costa para dejar de sufrir, para recuperar el pulso normal, para volver a congraciarte con la luz apacible de la nevera, del fulgor estelar sobre los tejados, sí, lejos, muy lejos, cuanto más lejos mejor, del infierno con el que nos deleita/tortura Wajdi con esta Ánima, que os animo a leer.

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La sustancia interior (Lorenzo Silva 1996)

Lorenzo Silva
1996
421 páginas
Ediciones Destino

Lorenzo Silva publicó esta novela hace ya casi 20 años, allá por el 1996. Nada había leído de él y esta novela la reseñaban como la mejor del autor, su obra más personal y singular.

Quien se acerque a ella como lo haría hacia un bestseller se llevará un castañazo. La novela podemos calificarla como histórica, pero no lo es. En esta novela no sabemos en qué siglo estamos. Puede ser el X o el XV. Tampoco se nos dice dónde transcurre la historia. Todo juega a ser enigmático y misterioso. Toda la novela es como un acertijo o como una broma pesada (que es lo que me ha resultado), de más de 400 páginas.

El protagonista es un Extranjero, un tal Bálder que va huyendo de algo (por supuesto no sabemos de qué), a quien contratan en una Catedral como tallista. Su misión: hacer la sillería del coro. Lo ha contratado el Arzobispo y tiene poder para demandar cuanto necesite para llevar a cabo su obra.

Toda la historia está viciada, encapsulada, limada por un tiempo y un espacio opresivo.

Como telón de fondo la Catedral que se está construyendo. Un proyecto que parece que nunca pueda llevarse a buen puerto, o cuando menos no durante la duración de una vida terrenal.

Bálder quiere ser puro e independiente, preservar su sustancia interior, y no tarda en descubrir que la Catedral ofrece dos caras. Una es la de las oraciones, las penitencias, las sotanas y la vida clerical y espartana y la otra es todo lo contrario. Las catacumbas donde por la noche los hombres y mujeres de la Obra se dan a la bebida, al sexo, y a cuantos placeres tienen a mano.

Bálder se irá pasando por la piedra un buen número de mujeres. Todas ellas le van dejando huella, hasta ir a dar con Náusica, la hija del Arzobispo, con quien copula sin ganas, porque en este libro todo son elucubraciones, un quiero y no puedo, devaneos mentales varios, disertaciones filosóficas triviales y unos diálogos que resultan demasiado actuales como para ser de siglos pasados.

Lo peor de todo no es todo esto, sino que su novela me ha resultado cansina desde el principio. Si Bálder no tiene ningún interés por la Obra, por finalizar las obras en la Catedral, a mí como lector, lo que pase en el libro me da lo mismo casi desde el principio de la obra, pues ni Bálder, ni ninguno de los siniestros hombres y libidinosas mujeres que pueblan la novela, me suscitan el menor interés.

La idea de la novela me parece una paja mental y dedicar 400 páginas a su plasmación me resulta excesivo.

Bálder se nos presenta tan complejo, intrincado y pasivo que al final su suerte me resulta indiferente, tanto como el saber si se acabará la Obra, si matará finalmente a Naúsica o si lo nombrarán Arzobispo o no.

Lorenzo Silva
Lorenzo Silva

Como en esas películas gore en las cuales el protagonista las pasa putas durante todo el metraje, para una vez fuera del pueblo de los horrores ir a dar con alguien que se ofrece a ayudarle, para mandarlo de vuelta de nuevo al horror, esta novela es también un bucle, donde queda patente que no hay escapatoria, ni salida, que la libertad, la de Bálder (y quizá la de todos), es una ficción.