Archivo de la categoría: 2013

Isaac Rosa Seix Barral 2013

La habitación oscura (Isaac Rosa 2013)

Isaac Rosa
Seix Barral
2013
248 páginas

La mano invisible de Isaac Rosa no me gustó apenas. La habitación oscura, la última novela publicada por Rosa la he leído porque en los listados de algunos críticos literarios aparecía como uno de los mejores libros del pasado año.

No me ha gustado nada.

Este libro ahonda en los problemas del anterior. Rosa resulta cargante, y su prosa, es un ladrillo, una papilla duramente indigerible, una reiteración donde una y otra vez se trata el mismo asunto, sin apenas variedad.

El reclamo es la habitación oscura que da título al libro, donde unos jóvenes deciden sellar una habitación, para una vez y totalmente a ciegas, correrse unas buenas juergas sexuales, donde todo está permitido, siempre que no se recurra a la violencia, la intimidación o cualquier otra actitud no deseada. Además de sexo, la habitación es la metáfora de un espacio físico y mental donde aislarse del mundo, la familia, la pareja, el trabajo, la crisis, la vida real, en definitiva.

Hasta la página 53 no comienzan a nombrarse a los personajes, que acaban siendo lo de menos, por su nula entidad. El narrador adopta distintas voces, a veces, la primera persona del plural, sean padres o madres, en genérico, o la de individuos concretos. La historia comienza en el momento presente, para luego rebobinarse, irse replegando, a fin de explicar cómo se decidió hacer una habitación oscura, qué pasó dentro y cómo fueron cambiando las existencias de las personas que en ella entraban y salían.

Surgen entonces un puñado de historias anodinas, previsibles, a las que se les da un aliento épico, ya sabéis: esto es una guerra, libramos batallas, hay que resistir, sortear los cascotes de este mundo que se desmorona, etc…

La prosa a fuerza de ser descriptiva provoca un letargo y un amodorramiento del que es difícil superarse.

Cuando uno ya está a punto de caramelo y Morfeo ha ganado el combate a los puntos, entonces Rosa, que sabe un huevo, vuelve a la carga, deja la pluma, o el teclado y se saca la verga literaria, y surgen de nuevo las vulvas, los penes, las axilas, los orificios perforables, el sudor, el esperma, los gemidos, los cuerpos jadeantes: ese fundido en negro, y tras unos cuantas páginas de revolcones, una vez que el lector se ha espabilado, incluso empalmado (habrá quien lea solo con una mano, que pervertidos, siempre ha habido), vuelve a hablarnos de lo mal que está todo, de lo jodido que es sobrevivir, de que todos somos víctimas (los directores de las sucursales bancarias también) y culpables, por nuestra pasividad, porque hay una mano invisible que nos ahoga, queramos o no y nosotros más allá de consumir poco podemos hacer por cambiar las cosas, si bien no falta el protagonista antisistema que está dispuesto a sacrificar su vida o parte de ella por el resto, por mí y por ti, y por todos los demás.
Y como el libro es muy moderno, Rosa, nos mete de matute, algunos temas que le pirran, por eso, el final de la novela, se empeña con los hacker, reflexiona sobre la pérdida o violación de la intimidad, merced a las nuevas tecnologías, y asuntos similares. Igual hubiera sido haber acabado el libro hablando del Coltán o del tráfico de colmillos de elefante, pero qué mejor que escribir de lo que se conoce, ¿no?.

Todo el discurso del libro lo podía haber seleccionado Rosa para publicarlo en el terreno propicio, en alguna de sus columnas en El diario.

Isaac Rosa

Y como colofón algún párrafo que me ha marcado, para mal.

ahí electrodomésticos, televisores, ordenadores, teléfonos condenados a la obsolescencia programada o desplazados por las nuevas necesidades; ahí montañas de ropa prematuramente envejecida, pasada de moda, aburrida, arrojada a contenedores solidarios para que la acabasen vistiendo ancianos africanos, ahí restos de comida precocinada, comida a domicilio, comida japonesa, comida mexicana, restaurantes donde una cena cuesta medio salario mínimo pero una vez en la vida todos deberíamos regalarnos algo así; ahí botellas de cerveza internacional, botellas de vino altamente puntuado en una web, vasos con restos de ginebras exóticas y tónicas de importación, rodajas de pepino y hielo mineral; ahí entradas amarillentas de multicines, teatros, conciertos, exposiciones, musicales, circos del sol, parques temáticos;….

¿sigo?

ahí regalos especiales, escapadas románticas, cruceros por fiordos, balnearios, spa, masajes y envolturas de barro, chocolate, de vino, piedras volcánicas, juguetes de sexo, joyas de aniversario, litografías numeradas; ahí carricoches y cunas y ropas amontonadas por edades y juguetes ennegrecidos y cuentos con todas las pestañas arrancadas. (página 75)

¿A qué os habéis quedado con ganas de más?. Pues ale, que compartir es amar.

una pira a punto de arder: miles de informes redactados, códigos programados, artículos traducidos, copas servidas, ventas conseguidas, planos dibujados, mecancías aplazadas, cabellos cortados, llamadas atendidas, contratos firmados, presupuestos aprobados, casas reformadas, páginas diseñadas, puntos saturados, operaciones decididas; millones de bienes producidos, fabricados, tratados, procesados, montados, pintados, atornillados.

¿Hay algún masoca en la sala?. Va por ti. Ánimo, valiente.

atornillados, abrillantados, empaquetados, clasificados, apilados, almacenados, distribuidos, etiquetados, vendidos, averiados, reparados, agotados, deshechados, reciclados, triturados; millones de servicios ofrecidos, anunciados, encargados, abonados, prestados, reclamados, ampliados, cancelados.

Si vuelven a reponer el 1,2,3…responda otra vez, los libros de Rosa me van a venir de perlas.

De todos modos estos párrafos son una muestra de como Rosa logra aburrir a un lector como yo, por eso no me ha gustado. Prefiero a escritores como Landero, Bayal, Longares, Tizón, Torné, por citar algunos, que juegan con las palabras, que las trabajan, y logran sugerir algo con el lenguaje.

En esta novela todo es tan explícito, no solo el sexo, tan porno y gráfico, que finalizas la novela aletargado, anestesiado y penetrado.

¿Es esto que hace Rosa lo que entienden algunos críticos por escritura tenaz e insistente?.

Próxima parada: La visita (José González)

Jérôme Ferrari Editorial Mondadori

El sermón sobre la caída de Roma (Jérôme Ferrari 2013)

Jérôme Ferrari
Editorial Mondadori
2013
175 páginas

No me gustó Donde dejé mi alma, del galo Jérôme Ferrari. El sermón sobre la caída de Roma, aunque haya ganado el Goncourt en 2012, más que un sermón me ha resultado un coñazo.

Los mismos males que aquejaban Donde dejé mi alma, están presentes también aquí, en esta novela, que es anterior. Ahora, en lugar de una tragedia interior y una reflexión vacua sobre la violencia, Jérome nos da la tabarra con lo que supone el fin de una civilización, la extinción del mundo que hemos conocido. Así que se pone manos a la obra y nos engarza tres historias, a cual más aburrida. La palma se la lleva aquella que nos relata como dos jóvenes corsos dejan su pueblo para ver mundo y una vez en la facultad parisina, abandonarla, para volver a su pueblo y regentar un bar, donde los parroquianos se emborrachan, echan la partida, se embrutecen, mientras camareras con calculadoras entre las piernas, acarician los genitales de los comensales, a modo de bienvenida.
Ferrari no sabe si ponerse lírico o burro, y opta por lo segundo, por impactar con el mal gusto, lo soez, empleando una prosa pobre y errática, que da el golpe de gracia a una novela que ni me ha divertido, ni entusiasmado.

El contraste entre ese mundo actual que se cae a pedazos, en manos de jóvenes superficiales, y ese mundo de comienzos del siglo XX, habitado por Marcel y sus hermanos, un mundo doloroso, enfermo y cruel, donde cada día vivido era una batalla, solo sirve para poner en evidencia que el presente es algo tan leve y efímero como un parpadeo.

Jérôme Ferrari

Esos devaneos que Jérome se trae sobre el fin de la civilización, sobre la caídita de Roma, revestidos bajo la piel de una novela, aburren desde las primeras páginas, ya que no coge el tono en ningún momento y su prosa parece de cartón piedra, una cháchara con delirios de épica y grandeza (y nulos efectos), que no lleva a ninguna parte. Pasar de un homicidio pre-castración a los últimos estertores de San Agustín, sin apenas transición, es todo cuanto preciso para decidir que de Jérome voy servido.

Si alguien está interesado en las Señales que precederán al fin del mundo, que lea a Yuri Herrera. Ese libro sí me ha gustado. Y si la cosa va de Bárbaros, lean el ensayo de Baricco. Amen. Podéis ir en paz.

Mark Adams

Dirección Machu Picchu (Mark Adams 2013)

Mark Adams
2013
Editorial Xplora
351 páginas

XPLORA es una editorial valenciana independiente formada por un grupo de amantes de los viajes, el deporte, la montaña y los libros, que comenzó su andadura el año pasado, que tiene si no me equivoco seis libros ya en su catálogo. Uno de ellos es el del americano Mark Adams, titulado Dirección Machu Picchu.

Si hay libros que crean la ilusión en el lector de que somos más inteligentes, hay otros libros, como el presente que nos hacen parecer menos espabilados de lo que somos y corren el riesgo de alienarnos. Mark Adams no es Patrick Leigh Fermor. Una página de El tiempo de los regalos o de Maní, le da mil vueltas a las 351 páginas de este libro, que a pesar de lo que diga National Geographic, en su portada, a mi parecer, ni es divertido ni es inteligente.

Mark Adams es editor de una revista de viajes. Cansado de ver los toros desde la barrera, tras empaparse de la historia de Bingham III, y dado que en 2011 se cumplían 100 años del descubrimiento de Machu Picchu por Bingham, Mark, decide coger su maleta, despedirse de su mujer y de sus tres hijos por unas semanas, y hacer el mismo recorrido que 100 años antes hizo Bingham.

Hay en la blogosfera bitácoras de viajes estupendas, infinitamente más divertidas y apasionantes que la historia que despacha Mark, que apenas daría para un artículo de una docena de páginas en cualquier revista de medio pelo. No sé por qué razón, algo anecdótico, consigue materializarse de tal manera, que acaba convertido nada menos que un (mal) libro.

Mark se traslada a Perú. Contrata a John, australiano, curtido en mil batallas, que le hará de guía, y cuyas batallitas, son lo poco interesante del libro. De hecho, un libro escrito por John tendría mucha más gracia que el de Mark, ya que éste es tan negado escribiendo, que cuando se pone en plan chistoso resulta repelente. Casi todas las metáforas que emplea son locales, así que los lectores europeos (si es que alguien más, además de un servidor, ha leído este libro) no creo que captemos la sutileza de comparar una montaña andina con un Walmart, aunque al final hace alguna concesión y así, tenemos esa estampa visual en la que una trocha frondosa se asemeja en su sube y baja a un índice bursátil, a la baja, camino del colapso. En fin. Ejem.

Lo mejor del libro es cuando Mark parafrasea a Bingham, y podemos leer algo de lo que este escribió cien años atrás. Eso, sumado a las anécdotas de John, algo de barniz histórico donde aparecen por ahí un puñado de extremeños sádicos (Cortés, Pizarro..), ciudades perdidas entre la fronda selvática, huesos de presuntas vírgenes y unas cuantas reflexiones de saldo sobre temas varios, Indiana Jones incluído, dan como resultado un libro cuya dispersión y escaso mordiente, aburren a más no poder.

Si Binghman «descubrió» o no Machu Picchu, al final, es una excusa para publicar este libro y hablar de Binghman, cuyas conclusiones, las de Mark, hubieran tenido cabida en un par de párrafos postreros, en el artículo antes citado. Además, para Mark parece que lo más trascendente del asunto es dejar al lector con la duda de si bajo el sombrero de John, se esconde una melena o una bola de billar como cráneo, pero amigos, para salir de dudas, hay que hacer este vía crucis y leerse el libro, que es tan penoso (es un suponer) como hacerse de rodillas el Camino Inca. Después de leerme algo así, y haber sufrido tanto, me queda la duda de si soy un turista o un aventurero, en el mundo de las letras viajeras.

Hubiera estado bien que el libro incorporara fotos, bien de Bingham, en blanco y negro, o de Mark, pues la prosa de Mark es tan pobre y blanda, que a duras penas uno consigue visualizar lo que éste entiende por ejemplo por sublime.

A modo de despedida, y para no extenderme más con un libro que no lo vale, dejo algún párrafo que permite entender a qué me refiero cuando digo que la prosa de Mark es pobre

«comimos barritas energéticas de quinua y vimos pasar por el desfile por debajo de nosotros: jubilados estadounidenses con camiseta a juego; hombres hablando español con chaqueta y corbatón: turistas japoneses avanzando en silencio y en fila india, cada uno llevando una bolsa de Prada; cinco estupendas mujeres vestidas como en los años 70, caminando en grupo unidas y parando con frecuencia para rellenar con hierba los huecos entre las piedras, susurrando conjuros al mismo tiempo. Una pareja universitaria, con sonrisa nerviosa y pupilas dilatadas, intentando mirar en todas las direcciones a la vez. Cuatro excursionistas, llegados de Camino Inca, hablando alemán. Uno de ellos llevaba una gorra de ciclista multicolor, un chaleco sin mangas, de vinilo color rojo desabrochado hasta el ombligo y pantalones cortos de azul satinado. El padre Calancha se hubiese cagado encima». (página 217)

En Manhattan había oído suficientes conversaciones pretenciosas sobre finanzas para saber qué esperar mientras ascendía la pequeña colina que conducía nuevamente al patio de la escuela. Y efectivamente, allí estaba: Mr. Super Deluxe Travel Guy. Reconocí sus botas, eran las más caras que había; el dependiente de una tienda deportiva cercana a mi casa me había recomendado comprarlas únicamente en el caso de que fuese a intentar subir el Everest. Sin oxígeno suplementario. El americano estaba gritando por su teléfono móvil mientras caminaba tratando de encontrar el punto con mayor cobertura» (página 192)

Después de semanas de conversaciones centradas en rocas, mulas, movimientos intestinales y la tendencia ocasional de las mulas a hacer deposiciones como rocas, unos pocos minutos de charla urbana y adulta, era como deslizarse en una bañera de agua caliente con el New York Times del domingo. Katie y yo hablamos sobre libros en los que nadie moría de frío o se caía en una grieta. Hablamos sobre países que ambos habíamos visitados, restaurantes en los que los dos habíamos comido, y sobre películas que ella había visto y yo esperaba ver algún día cuando mis hijos se fuesen a la universidad y tuviera de nuevo la ocasión de quedarme más de las ocho y media de la noche.(página 194)

torre-de-libros-01

Lecturas 2013

Hoy, 31 de diciembre, es momento de hacer balance de las lecturas del 2013 (algunos libros leídos no se han publicado este año sino en años anteriores).

De los 94 libros que leído los que más me han gustado son:

Recomendaciones de El alquimista del tedio.

– Victus (Alberto Sánchez Piñol)
– Matate amor (Ariana Harwicz)
– Naturaleza infiel (Cristina Grande)
– Absolución (Luis Landero)
– Será mañana (Federico Guzmán Rubio)
– El niño que robó el caballo de Atila (Iván Repila)
– Daniela Astor y la caja negra (Marta Sanz)
– Intemperie (Jesús Carrasco)
– 2020 (Javier Moreno)
– Señales que precederán al fin del mundo (Yuri Herrera)
– Trabajos del fin del reino (Yuri Herrera)
– El plantador de tabaco (John Barth)
– Técnicas de iluminación (Eloy Tizón)
– Caminando sobre las aguas (Ignacio del Valle)
– Los ingenuos (Manuel Longares)
– El cordero carnívoro (Agustín Gómez Arcos)
– Divorcio en el aire (Gonzalo Torné)
– Peaje (Julio de la Rosa)
– Una lección de anatomía (Marta Sanz)
– La escala de los mapas (Belén Gopegui)
– En la orilla (Rafael Chirbes)
– El alcohol y la nostalgia (Mathias Enard)
– El afinador de habitaciones (Celso Castro)
– El color de la leche (Nell Leyshon)
– La sed de sal (Gonzalo Hidalgo Bayal)

Lecturas 2013

1. Antigua Luz (John Banville 2012)
2. El centro del frío (Salvador Galán Moreu 2011)
3. Victus (Alberto Sánchez Piñol 2012)
4. La lluvia antes de caer (Jonathan Coe 2009)
5. Las crudas (Esther García Llovet 2009)
6. Matate amor (Ariana Harwicz 2012)
7. Naturaleza infiel (Cristina Grande 2008)
8. Una vida sin ayer (Edoardo Nesi 2012)
9. La ciudad feliz (Elvira Navarro 2009)
10. Sobre la felicidad a ultranza (Ugo Cornia 1999)
11. Absolución (Luis Landero 2012)
12. Un centímetro de mar (Ignacio Ferrando 2011)
13. El origen del mundo (Pierre Michon 1996)
14. La mano invisible (Isaac Rosa 2011)
15. Una extraña historia al este del río (Nagai Kafu)
16. El hombre del salto (Don DeLillo 2007)
17. La conquista del aire (Belén Gopegui 1998)
18. El alcohol y la nostalgia (Mathias Énard 2012)
19. El secreto del orfebre (Elia Barceló 2003)
20. El viaje de Urien (André Gide 1893)
21. La patria de todos los vascos (Iban Zaldua 2008)
22. La escala de los mapas (Belén Gopegui 1993)
23. Será mañana (Federico Guzmán Rubio 2012)
24. Click (Javier Moreno 2008)
25. Los andantes (Federico Guzmán Rubio 2010)
26. La mujer de Strasser (Héctor Tizón 2012)
27. Buda en el ático (Julie Otsuka 2011)
28. Diario de una caída (Michel Laub 2013)
29. Los fantasmas (César Aira 1990)
30. La ciudad y los cerdos (Miguel Espigado 2013)
31. El país imaginado (Eduardo Berti 2012)
32. Intemperie (Jesús Carrasco 2013)
33. Paseos con mi madre (Javier Pérez Andujar 2011)
34. 2020 (Javier Moreno 2013 Lengua de Trapo)
35. El niño que robó el caballo de Atila (Iván Repila 2013)
36. Peaje (Julio de la Rosa 2013)
37. Acantilados de Howth (David Pérez Vega 2010)
38. La máquina de languidecer (Ángel Olgoso 2009)
39. En la orilla (Rafael Chirbes 2013)
40. La transmigración de los cuerpos (Yuri Herrera 2013)
41. Tejidos y novedades (Cristina Grande 2011)
42. El libro de las maravillas (Fernando Clemot 2011)
43. Islas flotantes (Joyce Mansour 2012)
44. Los soldados (Pablo Aranda 2013)
45. Mala suerte (Juan Aparicio-Belmonte 2003)
46. Perú (Gordon Lish 2009)
47. Ben Lerner (Saliendo de la estación de Atocha 2013)
48. Mi madre es un pez. V.V.A.A
49. Alma (Javier Moreno 2011)
50. Plegarias nocturnas (Santiago Gamboa 2012)
51. Señales que precederán al fin del mundo (Yuri Herrera 2009)
52. Constatación brutal del presente (Javier Avilés 2011)
53. Las ilusiones (Jonás Trueba 2013)
54. Trabajos del reino (Yuri Herrera 2004)
55. La broma infinita (David Foster Wallece 2002)
56. El pájaro de hueso (María Carmán 2013)
57. La estación perdida (Use Lahoz 2011)
58. La lección de anatomía (Marta Sanz 2008)
59. El cordero carnívoro (Agustín Gómez Arcos)
60. Donde dejé mi alma (Jêrome Ferrari 2013)
61. El asco (Horacio Castellanos Moya 2007)
62. El afinador de habitaciones (Celso Castro 2010)
63. La luz en la casa de los demás (Chiara Gamberale 2012)
64. El cuerpo humano (Paolo Giordano 2013)
65. El guardián invisible (Dolores Redondo 2013)
66. Phantom (Jo Nesbo 2012)
67. Astillas (Celso Castro 2011)
68. The leopard (Jo Nesbo 2009)
69. The snowman (Jo Nesbo 2007)
69. La herida de abril (Vincenzo Consolo 2013)
70. Caminando sobre las aguas (Ignacio del Valle)
71. Los ingenuos (Manuel Longares 2013)
72. El último lapón (OLivier Truc 2013)
73. Amantes en el tiempo de la infamia (Diego Doncel 2013)
74. Daniel Astor y la caja negra (Marta Sanz 2013)
75. Hitler 1938 (Giles Mcdonogh 2008)
76. El manuscrito de piedra (Luis García Jambrina 2007)
77. La misma ciudad (Luisgé Martín 2013)
78. Divorcio en el aire (Gonzalo Torné 2013)
79. Leche (Marina Perezagua 2013)
80. El fogonero (Franz Kafka 2013)
81. Lo inhóspito (Gonzalo Torné 2007)
82. Una manada de ñus (Juan Bonilla 2013)
83. Técnicas de iuminación (Eloy Tizón 2013)
84. Hombre lento (J. Coetzee 2005)
85. Legado en los huesos (Dolores Redondo 2013)
86. Solo si te mueves (Aloma Rodríguez 2013)
87. La visita (Mariana Graciano 2013)
88. El plantador de tabaco (John Barth 2013)
89. El color de la leche (Nell Leyshon)
90. Lo que yo llamo olvido (Laurent Mauvignier 2013)
91. Tres veces al amanecer (Alessandro Baricco 2013)
92.- El viejo rey en el exilio (Arno Geiger 2013)
93. La sed de sal (Gonzalo Hidalgo Bayal 2013)
94. Yo y Kaminski (Daniel Kehlmann 2005)