Archivo de la etiqueta: Crítica

El arte de la fuga

El arte de la fuga (Vicente Valero 2015)

Vicente Valero
Editorial Periférica
2015
101 páginas

Es Vicente Valero dueño y señor de una prosa fragante, andariega, portátil, sugerente, seductora, fértil, un vergel, en definitiva, pródigo en hallazgos. A la lectura de El arte de la fuga me remito. Un libro de 101 páginas que me ha encandilado de comienzo a fin, donde Valero recoge jirones de la existencia de tres poetas: San Juan de la Cruz, Hölderlin y Pessoa.

No hace falta saber quiénes son estos tres poetas que han pasado a la posteridad, y tras los relatos apenas obtendremos unos pocos datos de sus vidas, focalizados estos en aquello que marca esa fuga presente en el título de la novela. Juan, luego San Juan de la Cruz religioso y poeta, a través de la mística y de sus textos, huiría de sí mismo, y nos lo encontramos en sus postrimerías, ya moribundo, en carne arrumbada y serena, con un halo de santidad que convierte sus humores y podredumbre en algo divino.

A Hölderlin el poeta alemán lo encontramos exhausto entre el polvo y el fango del camino, morador de buhardillas y andariego, con el corazón roto tras el no de su amada, a quien la muerte de ésta, referida por vía epistolar lo dejará tocado de muerte.

Acabamos con Pessoa, quien una noche recibe en su escritorio al «espíritu de las letras», tras lo cual escribirá en tropel un alud de versos, desdoblándose en distintas personalidades (centrada aquí en su heterónimo Alberto Caeiro), dando luego rienda suelta a una fértil autodestrucción que no le evitará ni los excesos ni el desasosiego.

Cuando un poeta escribe prosa corre el riesgo de que el lirismo ahogue el texto, que el exceso de significación no deje respirar las palabras, saturándolas.

No es el caso. Este libro breve de Valero recomiendo releerlo con calma, sin prisa, volviendo cuantas veces nos apetezca para recrearnos con los hallazgos verbales que nos brinda el autor, logrando casi un efecto hipnótico y saciante, que la literatura en muy contadas ocasiones logra materializar.

Leo por ahí que Los extraños, la anterior novela de Valero es todavía mejor que El arte de la fuga. No voy a tardar mucho en salir de dudas. Lo que sí puedo decir ahora mismo es que esta obra de Valero es un libro ineludible. Bien por Periférica.

De qué hablo cuando hablo de correr

De qué hablo cuando hablo de correr (Haruki Murakami 2007)

Haruki Murakami
Editorial Tusquets
2007
230 páginas

No sé lo que es correr una maratón o una ultramaratón, pero leer a Murakami es insufrible, costoso, y desalentador. Todo junto y a la vez. Si a este hombre le dan el Nobel dejaré de leer (durante 24 horas o más, según cómo me lo tome).

Si todo el libro es infumable, el epílogo no tiene desperdicio. Murakami dice haber leído y repasado una y otra vez estos textos, y tras 10 años finalmente se los pudo dar a su editora para que los publicase y hacer caja. Si Murakami tuviera dos dedos de frente, o algo de moral, hubiera cogido estos textos y los hubiera tirado a la papelera, o hubiera hecho un delete en toda regla o los hubiera colgado a modo de comentario bajo seudónimo en algún blog de algún maratoniano.

El titulo lo toma prestado del de Carver. Sí, ese del amor. Y luego durante 220 páginas logra aburrir y exasperar al desprevenido lector, contándole batallitas sobre eso de correr, sobre cómo se le cargan las pantorrillas y se le resienten las rodillas cuando corre, sobre como se le empañan las gafas con vaselina cuando nada en mar abierto y lo aburrido que es dar pedales y perlitas así, en las que Murakami lo va dando todo.

Leyendo su libro muchas ganas de correr/nadar/pedalear no me entran y de seguir leyéndolo todavía menos.

Murakami despacha estos textos sobre los maratones, ultramaratones y triatlones que va realizando, casi a vuelapluma con una prosa zafia, plana, desastrada, que parece ser el estilo de Murakami, o quizá no y sólo usa esta forma de escribir tan trivial, torticera y banal cuando acomete un ensayo, porque sí, amigos de la blogosfera, !esto (no lo parece pero) es un ensayo!. No me pregunten sobre qué, porque Murakami ya adelanta que él no es alguien a quien le vayan las profundidades, así que sus textos son superficiales, ligeros, fungibles y totalmente prescindibles.

Lo único de todo el libro que voy a tener en cuenta es la sugerencia de leer El gran Gatsby. Más que nada porque lo tengo en la estantería hace un tiempo tentándome y creo que voy a sucumbir finalmente a su lectura.

Assur Francisco Narla

Assur (Francisco Narla 2012)

Buscando un libro para las vacaciones me decanté por este tocho de 932 páginas de Francisco Narla (Lugo, 1978) cuya lectura quería llevar a cabo desde hacía al menos un par de años.

Cuando llevaba unas 300 páginas leídas, me lo llevé a la piscina, y el libro habida cuenta de las altas temperaturas, presumo que estaba sediento, pues cuando abrí la bolsa de la playa, el litro de agua fresca que debía estar en la botella se había volatilizado, o mejor dicho, había ido a parar al libro. En estado crítico, lo dejé en una mesa, durante más de 10 días, hasta que pude continuar la lectura. Assur, el personaje de este épica, es un superviviente, este ejemplar, también lo es.

Hubiera preferido haberlo leído, no del tirón, porque para eso se requieren casi 24 horas sin dormir, pero sin ese parón al que me vi obligado, pues estoy seguro que así su lectura me hubiera resultado aún más intensa.

Narla es ambicioso, sino no se plantearía sacar adelante una novela de estas dimensiones, que requiere una ardua labor de investigación, a fin de que lo narrado resulte verosímil, al menos en su mayor parte, aunque haya que hacer ciertas concesiones (como explica en las notas finales) de cara a una mayor fluidez en la narración.

Novelas históricas hay muchas, y la particularidad de Assur es que si bien la historia arranca durante la reconquista, luego el personaje principal, Assur, se verá abocado al rol de esclavo en mano de los nórdicos. Luego como un Ulises en pos de su amada Penélope, vuelve como un hombre libre y acompañada de su mujer Thyre, no de Troya sino de Groenlandia, con la idea de reencontrarse con su hermana, Ilduara (en el hipotético caso de que hubiera sobrevivido), y este impulso es el motor de la narración, convertida en un fin en sí mismo.

La novela mantiene la tensión y la emoción durante casi mil páginas, lo que supone mi reconocimiento hacia el autor. He gozado de lo lindo siguiendo las andanzas del joven Assur en manos del infanzón Gutier, de sus primeros pasos con Jesse, el judío que le proporcionará su educación sentimental, atiborrándolo al mismo tiempo de conocimientos de múltiples disciplinas, la presencia del inolvidable Weland que logra hacerse justicia a sí mismo, haciendo en sus postrimerías lo correcto, y Narla narra como nadie las singladuras de Assur, describe al detalle esa geografía litoral gallega y luego nórdica que uno casi visualiza al tiempo que lee, donde nada de lo leído resulta aburrido, dado que cuando la historia va camino de agostarse, la narración muda de piel y recupera el aliento necesario para que no haga mella en nuestro interés.

Hay en Assur (entre otras muchas cosas) violencia explícita, traiciones, lealtades férreas, sexo, pasión, intrigas, desesperanza, la búsqueda de la gloria por parte de esos nórdicos náuticos buscando tierras vírgenes, la soledad que reconforta a Assur y por encima de todas estas emociones que nos mueven a los humanos, algo que le animará a Assur a no decaer, a seguir luchando e ir arrostrándose días, a no perder la ilusión, merced a una deuda filial que tiene que saldar, para poder descansar en paz.

Confío en no tener que esperar hasta las vacaciones del año próximo para leerme Ronin. Otro novelón (al menos en extensión) de Narla.

9788420414904

Jesucristo bebía cerveza (Afonso Cruz 2014)

Afonso Cruz
Alfaguara
2014
248 páginas

Cuando llevaba cien páginas leídas de esta novela del portugués Afonso Cruz pensaba hacerme Afonsino.
Luego, poco después, resultó ser un calentón, un espejismo, ante un libro que me prometía mucho y se me quedó en (casi) nada.

La contraportada nos habla de una nieta que viendo que su abuela la va a palmar decidirá cumplir su última voluntad, que consiste en que ésta pueda visitar Jerusalén antes de morir.
Leído así me vino en mente la película Good Bye Lenin, o aquella otra bufonada francesa, Bienvenido al Norte. Y esto es así porque como la abuela no vuela y está para calditos verdes y rebequita en las pantorrillas, la idea es que si la nonna no puede volar a Jerusalén, Jerusalén venga al Alentejo y se obre el milagro (o la performance) de convertir las tierras lusas en territorio Santo.

A medida que uno va leyendo comprueba que el tema de Jerusalén es un tema menor, casi anecdótico, el cual se resuelve de una manera muy torticera y con tan poca gracia que dan ganas de tirar la novela por la ventana para comprobar que no es un bumeran.

Afonso que es cantante, ilustrador, escritor, portugués y no sé cuantas cosas más, pergeña unos personajes adscritos a eso que llaman realismo mágico, un realismo muy sucio y descarnado, de olor a chatuno y sexos inflamados, de personajes desdichados que buscan su momento de gloria en un polvazo, en un tiro en la sien, un erial sentimental donde no faltan personajes construidos a vuela pluma, que como los cohetes cogen mucho vuelo, explotan, captan nuestra atención un segundo, y a otra cosa mariposa.

El mal fario está muy presente y nuestra protagonista la joven Rosa, es una desdichada que acabará como su madre, vendiendo su cuerpo por cuatro reales y muriendo pasados los cuarenta, no sin antes haber hecho justicia, (no sé si poética), ante un profesor que se dedica a emponzoñar los blancos muros de su patria con frases filosóficas y a comerle la cabeza y más cosas a la joven Rosa que se dejará seducir sin remisión por tanta cháchara -astronómica, filosófica, teológica- y por la figura de un profesor que bien podría ser su abuelo.

Del cura cuyas nalgas lacera la stripper alentejena y de la inglesa que duerme en en el esqueleto de un cachalote, no digo nada.

El libro se cierra en falso, o mejor, es tan falso como el resto de lo anterior, con un relato del oeste, donde el narrador es el desierto. Un relato que a su vez se menta varias veces durante la novela. Ya saben, virguerías metaliterarias de un escritor, nuestro Afonso, muy juguetón.

En fin, que hay muy buenas tradiciones que se mantienen 2000 años después de la muerte de Jesús, ya que a día de hoy, como Él, muchos seguimos bebiendo cerveza. Si es glacial, todavía mejore y si va acompañadas de unas olivas, entonces ya me resucito.