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Madre Noche

Madre Noche (Kurt Vonnegut, 1962)

Kurt Vonnegut
1962
Círculo de lectores
230 páginas
Traducción: J.C. Guiral

No solo con el número de los asistentes a las manifestaciones el baile de cifras es de risa, con los muertos en los bombardeos pasa parecido. En los bombardeos llevados a cabo en Dresde en 1945 durante la Segunda Guerra Mundial, la cifra de muertos oscila entre 200.000 y 20.000. Más allá del número de muertos, lo que sucedió en Dresde fue otro acto de barbarie más sufrido por la población civil.

Uno de los bombardeados fue Kurt Vonnegut, que se encontraba en esa ciudad los días de los bombardeos, como prisionero americano y retenido junto a otros muchos, en un matadero.

Respecto a este hecho, que a Vonnegut le marcó, dejo dicho esto en el prólogo de su novela Matadero Cinco.

[…] Sólo hay una única persona de todo el planeta que ha extraído algún beneficio (del bombardeo). Yo soy esa persona. Escribí este libro, que me hizo ganar mucho dinero y forjó mi reputación tal y como es. De una manera u otra, he obtenido uno o dos dólares por cada muerto.

Madre noche arranca así:

Me llamo Howard W. Campbell, Jr. Soy norteamericano de nacimiento, nazi por reputación y apátrida por vocación.

Howard está a la espera de ser juzgado por crímenes de guerra. Lo que nadie sabe, salvo tres personas, dos de las cuales ya están muertas a esas alturas, es que Howard es un espía, y que su papel de exitoso propagandista nazi es una representación, tan lograda y minuciosa, tan eficiente en su papel que logra engañar a todo el mundo.

En la novela aparece varias veces el término paranoia, esquizofrenia, lo cual viene al caso pues cuesta entender que semejantes atrocidades pudieran llevarse a cabo, del exterminio de seis millones de judíos hablo, por parte de unos alemanes, a priori, inteligentes, instruidos, cultos, capaces de apreciar tanto el arte, la música clásica, la poesía, la filosofía, como capaces despreciar a otros seres humanos, no arios, tanto como para eliminarlos físicamente por millones.

El rol de Howard es oportuno, porque se trata de un artista, de un escritor dado a fabular, y para él este rol de espía (trabajo al que se ve abocado o al que parece no ofrecer mucha resistencia), le da la oportunidad de ser otro, de interpretar un papel, siempre en esa ambigüedad que le hace pensar al lector, hasta que punto Howard creyó o no en todas las mentiras que ira perpetrando y que difundirá luego por la radio, mentiras que muchos otros abrazarán como la fe verdadera, como el único bastión al que agarrarse, ante un mundo que iba camino de la perdición (según el régimen nacionalsocialista de Hitler), en caso de caer éste en manos de los judíos, comunistas, socialistas, negros, etc.

La historia comienza con Howard en la cárcel esperando el juicio y luego la narración va al pasado, a los años en los que Howard se halla en Alemania y un mando americano lo capta como espía, y luego lo encarcelan y lo liberan un par de veces, hasta que finalmente Howard decide entregarse a las autoridades israelitas para que lo juzguen.

El toque Vonnegut consiste en que Campbell confiese su pasado a unos vecinos judíos, una madre y su hijo que viven en el mismo edificio y que estuvieron en Auschwitz. Momento cumbre de la novela, cuando el hijo, ahora doctor, no quiere saber nada del asunto, pues él es doctor, (y se siente más que) judío, o que sionista, y no quiere impartir justicia, ni cobrarse venganza, y la actitud de Howard no hace otra cosa que incomodarlo, aunque al final logran poner a Campbell en las manos de unos judíos que lograrán así cobrarse tal preciada pieza.

Los personajes de la novela como el reverendo Lionel Jason David Jones, doctor en Cirugía Dental y doctor en Teología, el Führer negro, el conserje del inmueble donde reside Campbell especialista en substancias o Bernard B. O´Hare cuyo único afán es hacerle pagar a Campbell todo su mal, están grillados y se ponen tantas máscaras en su quehacer diario, es tal su desquicie, que aquello es un circo, porque nada es lo que parece, como tendrá ocasión de comprobar Howard cuando descubra que Helga Noth, su amor extinto y luego recuperado, con quien formaba su “nación de dos”, no es ella, sino Resi, su hermana pequeña, siempre enamorada de él, desde sus diez años, edad a la que ya peroraba como si tuviera 18 años.

Parejo sucede con Kraft, su vecino ruso, con quien y frente a un tablero de ajedrez, crean algo parecido a una amistad, una compañía necesaria para ambos, convertidos en pecios arrumbados por la historia, ambos espías, ambos rumiando su soledad en el (es)forzado anonimato.

Sin olvidar tampoco a Bodovskov quien traducirá al ruso las obras de Campbell, que encontrará en un baúl, a quien todo le va de maravilla hasta que deja de plagiar y decide crear, una originalidad artística, proclive a la crítica, que el régimen ruso cortará de raíz, con el fusilamiento del artista.

Vonnegut lleva la narración hasta el delirio con la aparición de revistas como “El Miliciano Blanco Cristiano”, la secta de la Guardia de Hierro de los Hijos Blancos de la Constitución Norteamericana, donde deja en evidencia el mal de una época y no a través del sarcasmo, sino de la fina ironía, con una miríada, inolvidable de personajes contradictorios y perturbados, que nos pueden parecen parecer normales, bajo el manto democrático, pero que ante el dictador de turno, Hitler o cualquier otro no dudarían en abrazar, su causa, por absurda que pudiera parecer.

Y esta novela quizás surja de la reflexión que Kurt Vonnegut se formula en la introducción de la misma.

Si hubiese nacido en Alemania, supongo que habría sido nazi, habría liquidado a judíos y gitanos y polacos, habría dejado botas sobresaliendo de montículos de nieve y me habría reconfortado con mis propias entrañas, secretamente virtuosas. Así suele suceder.

En dos palabras. Madre noche. Obra maestra.

La herida se mueve

La herida se mueve (Luis Rodríguez 2015)

Luis Rodríguez
Tropo Editores
2015
Ilustración de portada: Óscar Sanmartín Vargas
192 páginas

Luis Rodríguez, autor de esta novela, ha publicado anteriormente otras dos, La soledad del cometa y Noviemvre, que algún crítico ya ha clasificado de obras maestras. Ahí queda.

En nuestro país la mayoría de nuestros escritores son ocultos a la fuerza, es decir, son invisibles a lo Pynchon porque no les queda otra, porque nadie compra sus libros. Luego hay otros como Luis que no hacen nada por darse a conocer, más allá de escribir, se entiende, porque ahora parece que si no sales en todos los medios, y no estás todo el día dando la brasa en todas las redes sociales existentes, no eres nadie en el mundo de las letras. De Luis parece que por no haber, no había ni fotos, pero esto no es así y quien quiera poner rostro al autor que se gaste 18 euros, y se compre el libro, como he hecho yo.

Es mejor no leer muchas cosas acerca de lo que otros escritores dicen de Luis porque entonces el libro quizás te tiemble en la mano al cogerlo. Cosas buenas se entiende: que si es un purasangre, que si una rareza, que si un autor secreto. ¿He dicho buenas?.

Si además te fijas en su contraportada advierten de que esto no es una novela, que no hay trama, que el narrador hace trampas, que hasta que puede ser que el autor no exista, etc. Un texto, el de la contraportada, que previene y subyuga al mismo tiempo, y que se parece al Triángulo armónico de Huidobro, de quien aparece también un hilarante poema en la novela.

Cuando oímos decir que si la novela está muerta, que si la ficción ha recibido ya la extremaunción, que si el fin de la literatura es un hecho consumado…, un libro como este, es un zasca en todo el morro.

90.000 palabras hay en el diccionario. Las combinaciones a la hora de escribir son casi infinitas. Quien a menudo da muestras de agotamiento son los escritores, porque materia prima con la que trabajar tienen de sobra, pero siempre es más fácil tirar de frases (des)hechas y de lugares comunes, o escribir directamente novela histórica o erótica.

Todo este preámbulo para qué.
¿?.

En ocasiones uno tiene la gran satisfacción de gozar leyendo. No hablo de un goce epidérmico, siguiendo las andanzas más o menos divertidas de un personaje, de un sentido del humor que revista la trama, o de ciertos brotes verdes de ingenio, incluso de ciertos hallazgos verbales. NO.

Dice Vicente Luis Mora que Luis no se parece escribiendo a nadie ni siquiera a sí mismo.
-¿?
-Ya

Esto tiene consecuencias. Y es que a medida que vas leyendo el libro, uno (yo) experimenta extrañeza, asombro, perplejidad, el nacimiento de una voz que te dice («Este Luis está zumbado, qué cúmulo de extravagancias«), hilaridad, cierto movimiento de cabeza que acalla la voz anterior y dice, o proclama («Joder, cómo se las gasta el Luis y que bien escribe el cabrón), y luego vienen los chispazos ¿cuánticos? (unos cuantos), la descarga de alta tensión, el frenesí, LA FIESTA DEL LENGUAJE, y el final. Y el índice. ¿O es el ANULAR?

En el pueblo no la entienden, hacen del puto entendimiento un rasero soberbio y torpe. Las gafas son el último rescoldo de una esperanza -por eso son de aumento-; una frontera -por eso son gafas-; hay tanta significación y misterio en el acto de ponerse gafas cada mañana que…

Algo parecido al placer de leer este libro me sucedió cuando leí Seducciones de Roberto Vivero, Examen Final de José María Pérez Alvárez, o entre culebras y extraños de excelso castro.. Los tres gallegos: Galicia calidade.

Y respecto al rastro de las palabras, sería una pena que se perdieran otras muchas, además de las que se citan en el libro como rodea, lumia, raquera, albardado, paletón, sincio...

-¿?
-¿Qué?
No he dicho nada del argumento. ¿Para qué?.
-Ya

!Déjate de leer reseñas y no pierdas el tiempo, hazte con un ejemplar y date un chute de buena literatura!.

Esta reseña está en construcción así que a medida que vaya releyendo la novela, habrá recortes o implantes.

El poeta que prefería ser nadie

El poeta que prefería ser nadie (Jaime Fernández)

Jaime Fernández
Hermida Editores
200 páginas
2015

Antes de nada quiero recomendar la página web de Jaime Fernández, En lengua propia. De esa página el autor ha seleccionado 19 ensayos que son los que luego ha publicado, Hermida Editores, bajo el título de El poeta que prefería ser nadie.

Quizás sea ir a contracorriente gastarme 15 euros en comprar un libro cuyo contenido está en la red de forma gratuita. Será que el que suscribe es un romántico, que prefiere seguir leyendo los libros en papel, y gastarse un dinero en comprar un libro, si cree que éste vale la pena. Este libro lo vale. Cada euro.

A los que conozcan la web no les descubro nada nuevo, a los que no, estos ensayos creo que les sorprenderán, para bien. Es este un libro que me parece interesante tanto para los lectores, si queremos trascender de ser lectores voraces a lectores veraces y de lectores vacacionales a lectores vocacionales. Mis aspiraciones van por ahí, quizás por eso, este libro lo he leído con calma, frase a frase, sentencia a sentencia, subrayando todo cuanto me ha parecido interesante. Es cierto que el autor parafrasea a otros escritores ya clásicos, pero también es verdad que el autor se moja, dando su parecer por ejemplo sobre lo que él entiende que debe ser un buen lector, o sobre la industria editorial sólo interesada ésta en el número de lectores, y no tanto en qué se lee, y quienes leen, o cómo leemos, los que lo hacemos, o reflexiones muy interesantes sobre el futuro del libro ante el poder arrollador y subyugante de la imagen en todas sus manifestaciones.

Los escritores encontrarán también en este libro las mismas preguntas que ellos se habrán formulado muchas veces al encontrarse ante el folio en blanco, ante el adjetivo a utilizar, o ante la importancia o banalidad de lo escrito, siempre debatiéndose entre la inseguridad y la confianza en su trabajo y ante la renuncia y el sacrificio que les supone este oficio, cuando deviene una pasión, una forma de vida, y si no que le pregunten por ejemplo a Kafka, para quien era casi inconcebible sacar adelante su proyecto narrativo, o vital, y estar al mismo tiempo casado.

Según las lecturas que uno atesore en su zurrón al leer este libro, creo que la experiencia puede resultar todavía más intensa. Si has leído Bartleby, Dublineses, Madame Bovary, El Quijote, Jakob von Gunten, y los muchos libros y autores sobre los que habla Jaime, este juego de referencias, de intepretaciones, de significados, hace la lectura aún si cabe, más sustanciosa.

Yo no he leído todos los libros ni todos los autores que se nombran, ni mucho menos, pero creo que un libro de estas características, que no es otra cosa que un homenaje hacia la literatura, sirve entre otras muchas cosas, además de para aprender deleitándonos, a incitarnos a seguir leyendo, y a mí al menos, me apetece seguir con los Diarios de Renard, con los Apuntes de Canetti, con la correspondencia entre Kakfa y Felice y con las Conversaciones con Goethe, entre otras lecturas que tengo en mente, para el futuro.

Y ya por último y como colofón decir que este libro, aunque le pene al autor (que me figuro que no), divierte y mucho, y su lectura resulta amena y gozosa, merced a su estilo limpio y directo, y un análisis de la materia que profundiza lo necesario para no caer en lo académico, que logrará ensimismar y entusiasmar al lector, que por unas horas (en mi caso) anhela estar en un cuarto insonorizado como Proust o alejado del mundanal ruido, donde poder así leer en calma, como Montaigne, concienzudamente y aprender -mucho- leyendo esta muy recomendable colección de ensayos.

La 4ª

La 4ª (Mario Crespo, 2014)

Mario Crespo
2014
Ediciones Lupercalia
212 páginas

Algo parecido a la redención es lo que Carlos, el protagonista de esta novela, parece ir buscando. De joven, durante una procesión en Semana Santa, en Zamora, sufre una paliza que a poco lo manda al otro barrio. Se vuelve un malote después de aquello, y encima muda de piel al conocer a Jesús, un joven independiente, maldito y problemático, que impele a Carlos a romper con todo lo que ha sido su vida hasta entonces. Luego, Carlos, mientras estudia en Madrid, se mete en el mundillo de las drogas tratando de emular al Padrino fílmico y somos testigos de lo que era la ruta del bakalao, famosa en los 90, librándose de la cárcel gracias a su tío Paco, que es Guardia Civil, y lo deja libre en una redada, cargándole el muerto a un amigo de Carlos y saldando así entre ellos las cuentas del pasado.

Nos encontramos luego en Nueva York y como el Ethan Hunt de Misión Imposible, resulta que Alberto del Bosque se quita la máscara de látex y surge, no un superagente, sino Carlos que en Nueva York y bajo otra identidad está al cargo de la 4ªIglesia, una iglesia experimental 2.0, y se reencuentra con Magdalena, la misma Magdalena con la que mantuvo sexo lapidario en un cementerio cuando ambos eran adolescentes. Todo va bien hasta que Carlos se mete por medio en una bronca ajena y acaba en coma, que es un punto y seguido porque la historia sigue, y este relato lo continúa el padre de Carlos y nos vamos a los 70 a Puebla de Sanabria y aparece allá un cura, trasunto del protagonista del libro de Unamuno, San Manuel Bueno Mártir, y vemos como se las gastaba el Paco, y cómo acontece la muerte de la madre de Carlos y más tarde estamos en 2046, un mundo que no es feliz sino que va rumbo del colapso y la rebelión, y Carlos experimenta múltiples realidades y vive muchas aventuras porque todo es posible y todos o casi todos los personajes que han salido antes aparecen sobre el papel, incluida su madre. Y luego Carlos ya ha está fuera del coma, vivito y coleando, sin que la cosa con Magdalena vaya bien, y acabamos de nuevo en 2012, donde el amor de nuevo triunfa porque Carlos deja Madrid para vivir en Puebla de Sanabria y allí un día, en Semana Santa, en el quiosco donde compra la prensa matinal se encuentra con una joven que busca un libro y él le habla de La historia interminable. Una joven que fue su amor platónico, una Luna, llena de buenos presagios. Y respecto a la redención pretendida por Carlos, al final la encuentra. Es perdonando a todos sus agresores como logrará cerrar de una vez por siempre sus heridas.

En el debe decir que me parece que Carlos y Juan Carlos tienen una misma voz, como si fueran el mismo personaje y apenas hubiera diferencias, matices, ni modulaciones, entre ellos a la hora de referirnos los hechos. Se esgrime también un discurso antisistema poco musculado, en lo tocante al capitalismo, las desigualdades sociales, el omnímodo poder de los bancos, las grandes fortunas empresariales, etc. Otro tanto se me antoja la deslavada figura de Jesús, profeta de nuestro tiempo, pero determinante en la vida de Carlos y por ende en toda la novela.
El engarce al unir estas cinco historias que nos cuenta Mario me resulta a ratos forzado, como si en el empeño de ir más allá del relato, de la nivola, en la exploración de nuevos retos y desafíos, hubiera que juntar las distintas historias de alguna manera, aunque llevarlo a cabo aunque fuese una Misión Imposible y Carlos tuviera que ser Ethan Hunt.

El arranque de la novela por las calles de Zamora, en Semana Santa, la procesión de los borrachos, toda esa parafernalia litúrgica, es potente. Me gusta también lo que sucede en Puebla de Sanabria, la figura del cura Manuel, la de ese librero que le deja a Carlos cuando es un mocete La historia interminable con la cual éste abrirá una puerta a otra realidad, a la cuarta dimensión, porque esa es una de las grandes bondades de la literatura, el permitirnos (temporalmente) escapar, soñar, volar, evadirnos, y La 4ª, en buena medida, lo consigue.