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Los bosques de Upsala (Álvaro Colomer)

Estamos todos en el fondo de un infierno donde cada instante es un milagro

Ciorán

Se cumple una década de la publicación de Los bosques de Upsala de Álvaro Colomer. Creo que la leí entonces con agrado. Ayer tocó relectura.

La novela tiene como eje central el suicidio. En España el año pasado se suicidaron 3679 personas. El suicidio es hoy la principal causa de muerte entre los adolescentes españoles.

La novela no centra tanto su atención en aquel que intenta suicidarse, aquí Elena, sino en su marido, Julio, con el que acaba de cumplir cinco años de esposada.

La casa en la que ambos viven tiene forma de cruz. En ella no hay nadie dispuesto a construir sobre aquella piedra un iglesia, sino un tipo paranoico y asustadizo que convertirá la casa en un corredor de la muerte.

Elena lleva a cabo con barbitúricos un intento de suicidio, sin éxito, tras el cual un psicólogo advertirá a Julio que los próximos diez años van a ser un infierno, pues en cualquier momento ella podrá volver a intentarlo y ha de estar alerta. Ese será su horizonte vital, rothkiano: un lienzo de negros y grises.

Julio es entomólogo y de una manera bastante increíble se le presentará la ocasión de alcanzar el anhelado éxito, reconocimiento, cátedra… merced a un mosquito tigre. Momentos como ese, y otros en los que Julio mantendrá una conversación con el cuñado, el hermano de Elena, también víctima de impulsos suicidas, convierten la novela en un delirio, cuando Julio, un tipo pusilánime, acobardado, traumatizado desde que de niño viera cómo su vecina se arrojaba del balcón tras despedirse de él, sin ser éste capaz de hacer nada para evitarlo, se pone el traje de aquel protagonista de Un día de furia, para empezar a soltar por su boca todo aquello que piensa y siente, sin cortarse un pelo, sumando a su monólogo interior, desquiciado y belicoso, aquellos actos que lo consuman, partiendo por ejemplo el tabique nasal al vecino de la vecina suicida, quien metamorfoseado en ecce homo replicará y seguirá disculpándose con toda normalidad, a la vez que le permite a Julio hacerse una idea de lo que puede ser su vida de ahora en adelante, enfangado en una maraña de pensamientos donde menudean el amor y el odio, la entrega y el egoísmo, la razón y la locura, el pasado y el presente sin futuro.

Presenta la novela distintos momentos discursivos. Uno son las palabras que le dirige el psicólogo a Julio la noche que Elena ha de pasar en observación después de intentar suicidarse. Sería la postura oficial sobre el suicidio. El otro es la perorata del cuñado, quién habla en primera persona, aduciendo causas genéticas a sus impulsos suicidas, ante los que Julio, según él, no podrá opugnar nada. Sería la postura informal. Finalmente se vierten otras diatribas por boca de Julio, arremetiendo contra la naturaleza humana en general y la naturaleza urbana en particular, sobre el vecindario, aquella comunidad o colmena de personas que murmuran, cotillean, fisgan, hocican en pesebre ajeno, malmeten, calumnian, critican, juzgan, prejuzgan, sojuzgan, se entrometen en la vida de los demás, pero no para ayudar, auxiliar, socorrer, sino para hacer más grave el dolor, más profunda la pena, más abismal la soledad del otro.

La novela fluye, a pesar de una prosa que ralea en demasía, mantiene la tensión a pesar de su inverosimilitud y se precipita con un ritmo vertiginoso hacia un final abrupto y escarpado, hacia ese final del que se desconoce todo.

Próximas lecturas

Se han publicado recientemente o van a publicarse ocho novelas que me interesan, de autores cuyos últimas novelas me agradaron mucho.

Andrés Ibáñez

La duquesa ciervo de Andrés Ibáñez (Galaxia Gutenberg)

Iván Repila

Prólogo para una guerra de Iván Repila (Seix Barral)

ERH32396

Aunque caminen por el valle de la muerte de Álvaro Colomer (Literatura Random House)

Gonzalo Torné

Años felices de Gonzalo Torné (Anagrama)

Luis Landero

La vida negociable de Luis Landero (Tusquets)

Los cinco y yo
Los cinco y yo de Antonio Orejudo (Tusquets)

Sylvia
Sylvia de Celso Castro (Destino)

El-retablo-de-no-luis-rodriguez

El retablo de no de Luis Rodríguez (Tropo)

Poco a poco voy cumpliendo mi objetivo, de momento ya he leído El retablo de no, sylvia y Años felices. El resto espero irlos leyendo en breve.

Los bosques de Upsala (Álvaro Colomer 2009)

Los bosques de Upsala portada libro Álvaro Colomer

Julio llega a su apartamento con forma de cruz después del curro y no halla a su mujer. Busca y rebusca, y al final tras desesperarse y tras toda suerte de devaneos mentales da con ella. Ha intentado suicidarse. Ahora le tocará lidiar con la situación, porque quien se suicida lo puede volver a intentar y cualquier protección es poca. Así que Julio debe comportarse como un hombre, lo que sea que esto signifique y afrontar todos sus miedos, muchos pergeñados en su más «tierna infancia«, que de tierna tuvo poco, al ver como una vecina le sonreía en su precipitación mientras decidía emular a Superman y abrazarse primero a las nubes y después a un buzón de correos en el que depositó su cuerpo sin franqueo.

El suicidio dice el autor, Álvaro Colomer que se cobra unas cuantas miles de vidas al año en España, y que a pesar de ello, es un tema que se solaya tanto en los medios de comunicación como en las familias que han tenido la desgracia de contar con un suicida en su unidad familiar. Así que Álvaro se enfrenta a la muerte con personajes llenos de vida y de gracejo, que se mofan de sí mismos, en especial Julio, asumiendo sus taras frente al espejo, que guardan los sueños rotos bajo el felpudo, viendo como alguno se cumple, mientras el dolor inunda habitaciones y anega los corazones hastiados de vivir, que boquean pidiendo el final.

Todo esto y todo lo demás nos cuenta Colomer en su libro, una novela de doscientas páginas que he leído del tirón, llevándome el libro por todas las partes de la casa, sin pormenorizar en detalles escatológicos, porque caí preso en ese mundo de celulosa en esas jaulas alineadas de tinta negra, que me hizo sentir un montón de cosas, algo que no sucede frecuentemente con la lectura, habida cuenta de que como los kiwis del supermercado, a pesar de sus diferentes precios todos las lecturas me saben casi igual.

Me descubro ante Álvaro Colomer, de quien leí su libro tras verlo en la lista de los mejores libros de 2009 según Babelia.