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El Rulo Silencio Absoluto y Motel Lazarus Palacio de los Deportes Logroño

El Rulo Silencio Absoluto Motel Lazarus Concierto Palacio de los deportes Logroño 21-12-2012

Hace unas horitas que acabo de llegar de los conciertos, tres, que vi ayer en el Palacio de los Deportes, en la capital Riojana. Allí se dieron cita tres bandas, dos riojanas: Motel Lazarus y Silencio Absoluto y otra cántabra, El Rulo con su contrabanda.

Yo iba a ver al Rulo, pero al contrario que otros muchos que fueron al Palacio alrededor de las doce de la noche, que es cuando tuvo lugar la actuacion del Rulo, me dejé caer por el Palacio a las diez de la noche, para ver tocar a Motel Lazarus, que este lunes publicó su primer album. La banda desgranó unos seis temas, y los dos últimos acompañados de Rafa (The Crows, ex Theorem of Pain). No gozo mucho oyendo a un tío berrear, pero Motel Lazarus tocan de puta madre y más allá de los berreos, que fueron puntuales, el cantante dio muestra de su registro vocal.
Pues eso, que me gustaron. Desearles mucha suerte.

Después vinieron los de Fuenmayor, Silencio Absoluto, con Txinin al frente empeñado en que aquello fuera una fiesta, y creo que lo logró. Caben unos tres mil en este sitio y estamos unos ….decía Txinín en los comienzo del concierto. A saber. Lo importante no es la cantidad sino la calidad. Txinín y los suyos tocaron todos su himnos, sin tregua, haciendo moverse a todo el mundo, buscando las voces de la muchedumbre en sus temas más populares y tras casi una hora abandonaron el escenario con los deberes hechos. Me gustó mucho el guitarra, un chavalito joven que creo que se llama Samuel, que parecía haber dejado el patinete para subirse al escenario.

La traca final vino con la banda de Reinosa. La fuga se separó y El Rulo y Fito se fueron por un lado, y el bajo y el batería por otro, manteniendo el nombre de La fuga. Al Rulo no le va nada mal. Vende discos y llena en los conciertos. Agradecieron a todos aquellos que hace tres meses de dejaron caer por el Mierdamarkt en la firma de discos (el lanzamiento de su último CD, Especies en extinción). De este disco sonaron casi todos los temas: A punto de colapsar, Mi pequeña cicatriz (cuando esas heridas al final cicatrizan), La flor (que El Rulo dedicó a una tía suya que había fallecido hacía un par de días, tras mucho luchar), Al infinito, Divididos, Buscando el mar (la que más le gusta al Rulo de su último trabajo), A solas, El prota, El mejor veneno (la música, entiéndase…noches de desenfreno mañanas de ibuprofeno, cantar siempre será el mejor veneno..).

Del anterior trabajo sonaron los temas, Señales de humo, Como a veces lo hice yo, Como Venecia sin agua, Heridas del rock´n´roll, Mi cenicienta, La cabecita loca, Descalzos nuestros pies, Tranqui por mi camino, Fauna rara (altavoz en mano) Por morder tus labios (interpretada con el Rulo y su guitarra, sólo sobre el escenario: No sé vivir sin ti, no sé vivir contigo, cuando reviente todo, seguirás por tu camino, para siempre es mucho tiempo, una noche es poco rato, me jugaría la boca, por morder tus labios. Rulo, me horripilas hijo mío).

Como uno no puede ni debe renegar del pasado, también hubo ocasión de escuchar otros temas, de cuando El Rulo formaba parte de La Fuga: Buscando en la basura, Majareta, P´aquí p´allá, Por verte sonreír.

Al final, dos horas de concierto, hasta las dos de la madrugada. El Rulo y la banda que le secunda (todos nuevos salvo Fito, que es el tercer grupo en el que siguen tocando juntos) tocaron fenomemal. El Rulo conectó con el público desde el comienzo, incluso en un tema, el Rulo dejó el micro a los de la primera fila para que cantaran un tema ellos, se disfrazaron de piratas, vikingo y demonio y sobre todo ofrecieron dos horas de buen rock´n´roll a los allí presentes. Un placer.

Me voy cantando el vals del adiós. Una pena que el Rulo no la tocase. Con Bunbury hubiera sido el delirius tremens.

Por cierto, ayer se acababa el mundo. Una trola como otra cualquiera. De haber sido cierto, como decía el maestro Sabina en una de sus canciones «que el fin del mundo te pille bailando» y cantando, apostillo yo. Una muy buena manera de diñarla.

Como apunte comentar que a pesar de que estaba prohibido fumar, la gente hizo caso omiso, y aquella velada era propia de aquellos tiempos anteriores a la prohibición. Así pude volver a casa ahumado, como el salmón, muy de estas fechas navideñas.

Mr Gwyn (Alessandro Baricco 2012)

Mr Gwyn Alessandro Baricco AnagramaAlessandro Baricco se hizo famoso con su libro Seda. Sí, un libro sedoso, breve y molto carino. Pero Baricco además de libros sedosos, superó el efecto mimosin y se dedicó a otros géneros. Así por ejemplo practicó el ensayo con Next, hablando sobre la Globalización o Los Bárbaros, ensayo sobre la mutación, un muy buen libro, de obligada lectura, osaría a decir, a cuenta de los nativos digitales, de los bárbaros, esos que prefieren lo superficial, navegar en la red, conectarse y desconectarse, establecer relaciones, más que el conocimiento vertical a la antigua usanza.

A lo que vamos.
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Santos que yo te pinte (Julián Rodriguez 2010)

Santos que yo te pinte Julian RodriguezSi Ninguna necesidad (Premio Ojo Crítico de Narrativa 2006) no me había dicho nada, Santos que yo te pinte aún menos. No sé si hablamos de una novela ultracorta o un de relato, pues son 43 páginas, en un libro que ocupa como la palma de mi mano y que se lee del tirón (y conviene hacerlo así) en una hora.

Este artefacto es un batiburrillo, un amasijo de palabras, todas puestas una detrás de las otras, sin saltos ni las interrupciones que propiciaría su organización en capítulos o párrafos en blanco. No, todo va del tirón, desde que empieza hasta que acaba, como cuando alguien se enfurruña y dice: «dejame hablar«, y no ceja en su empeño hasta que ha soltado su discurso, aliviado.

Seguro que Julián Rodríguez, tendría muy claro qué quería decir y cómo lo iba a hacer, y habrá un ejercicio de reflexión previo a la escritura, pero al leerlo uno tiene la sensación de que independientemente de que el autor se haya tirado una década puliendo la obra, desbastándola, hasta decidirse a publicarla o bien, que una tarde se sentara en un bar, con un manojo de servilletas y plasmara en ellas el libro que llevaba en mente, del tirón, el resultado sería el mismo: me ha resultado una obra sin orden ni concierto. Y eso no es malo, lo malo es la falta de chispa, de humor, de ironía, la escasa capacidad de invocar o sugerir nada en el ánimo del lector (yo), que uno vaya adentrándose en la lectura, como quien se pierde en una ciudad y solo busca desesperadamente el coche, sin reparar en nada de cuanto le rodea.

Decía vaguedades, el todo va bien de las ocasiones de compromiso. Vaguedades como las palabras de amistad sucedánea, y el amor sucedáneo y el tiempo sucedáneo. (pag 48)

La magia de la literatura es precisamenta esa, que mientras que a mí Santos que yo te pinte, me ha parecido una ristra de vaguedades, una muestra de verborrea digital, baldía, a otros internautas blogueros literarios, les ha parecido algo tan maravilloso, innovador y sugerente como para afirmar que Julián Rodríguez es uno de los grandes gurús de la narrativa de este siglo, o el futuro de literatura ibérica. Apuntar que según el DRAE un gurú es un maestro o guía espiritual, o a quien se le reconoce una autoridad intelectual: no digo más.

Recuerdo otro libro torrentero, La soledad de las vocales del gallego Jose María Pérez Alvárez, que me gustó muchísimo y , cuyo último libro Tela de Araña, es una obra de arte. Dicho queda.

Lo publica la editorial Errata Naturae, creada en 2008, con la ilustración en la portada de David Sánchez.

Los Planetas, ese grupo andaluz capaz de generar unas fabulosas atmósferas con sus guitarras, tienen una canción que lleva por título Santos que yo te pinte (demonios se tienen que volver).

Esta reseña la puedes leer mientras te escuchas la canción planetaria (si entiendes algo a la primera escucha: enhorabuena). O escuchar directamente la canción y pasar de la reseña, que quizás te salga más a cuenta.

A veces me pregunto de quien será el fantasma que te ha tapado los ojos para que no veas nada.

Alimento para moscas (Jon Obeso 2012)

Alimento para moscas Jon Obeso Lengua de TrapoEsta novela corta de Jon Obeso desasosiega. Es una novela atmosférica donde no hay salida, donde todo está viciado, sucio, podrido, donde un entomólogo (sí, un fulano que dedica su vida y obra al estudio de los insectos) escribe en un cuaderno las reflexiones sobre su trabajo (doce años aislado del mundanal ruido), los nematóceros, y de los habitantes de la Merindad (¿valles de Allín, Guesález, y Yerri?) en la cual vive, pero apartado de ellos, al ser visto también él, un bicho raro, como esos con los que trabaja.

La prosa de Jon es sugerente, rígida, sin concesiones al humor, marcada por lo analítico, algo lógico y normal si quien nos cuenta la historia es un entomólogo, un científico, que maneja hipótesis, sobre las que contrastar sus resultados.

37 capítulos cortos en los que ir desgranando la naturaleza de los habitantes de la zona: El Guarda, El Alguacil, El Enterrador, Matías, El Veterinario, etc. Las mujeres reducidas a mero vehículo de transmisión de genes, de alumbradoras de la prole que permita reproducir y mantener la especie. Los hombres, bestias en estado puro.

El lugar que nos pinta Jon es asfixiante, algo a menudo propio de lugares pequeños, donde todos se conocen, donde la intimidad ni se consigue, ni se pretende, donde lo estático se hace fuerte, y los días y los años se suceden calcándose los unos a los otros, sin el menor dinamismo ni concesiones a la modernidad. Pero lo peor no es eso, lo peor es el alma enferma, carcomida de los humanos que allí moran. A saber:

Todas esas gentes se dicen las cosas con la mayor de las arrogancias. Nadie como los que se han dejado atrapar por este lugar han asumido de manera tan espontánea la amenaza que siempre les supone el otro. En este lugar solo viven verdugos. Se habla para derribar. Se abrazan por ver todo lo blanda que pueda ser la piel del adversario. En este lugar nada como el miedo ha logrado hacer tantos estragos, devastar el carácter con tan sobrada eficacia. Estas gentes golpean sin mirar, en todas las direcciones, no vaya a ser que hayan, sin ellos saberlo, descuidado algún flanco..

Podría decir que estos hombres se odian, pero no sería cierto. Solo odia aquel que se para un instante para observar, y estos hombres no se paran, continúan y se esquivan torpemente. (pag 112)

Respecto a la trama, tras 12 años de reclusión, nuestro entomólogo parece que va a obtener algo grande, dado que hay visos de una epidemia que está matando a los caballos (y eso alimenta el interés de lector). Si bien esto luego se desinfla para acabar hablando de quienes viven, no ya en el valle, sino en El alto.

A destacar el lenguaje cuidado de Jon, esa visión científica de la realidad, con el ser humano como objeto de estudio, el magnetismo que generan muchas situaciones bien narradas por lo repulsivas que resultan.

Blog de Jon Obeso – Poéticas de Ixil