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Un ojo siempre parpadea

Un ojo siempre parpadea (Miguel Carcasona 2015)

Miguel Carcasona
Tropo editores
2015
155 páginas
Ilustración: Óscar Sanmartín Vargas

Para todos aquellos que se fueron a vivir a una urbanización y comprobaron que el amor periférico agravado por la paternidad/maternidad era un viaje sin retorno hacia la felicidad, para aquellos que gastaron alguna broma durante su juventud y ésta devino macabra y fatal, para aquellos que desearon a una chica por encima de sus posibilidades y acabaron con el corazón esquilmado, para aquellos a quienes el destino se la tenía guardada mientras conducían, para aquellos que disfrutaron de lo lindo con El Ministerio del tiempo y con las historias paralelas y con personajes que encallan en el pasado, para aquellos que comprueban cada verano del 82 que nunca serán otra cosa que unos pagafantas, para todas aquellas mujeres que buscan o fantasean con una salida o una fisura en su áspera y aborrecible realidad, para aquellos a quienes les dieron una oportunidad y la desaprovecharon, para todos aquellos que creen que el pasado se repite y que todo lo malo vuelve, para todos aquellos que se orgasman escuchando a Brel, para todos vosotros y para otros muchos, este libro de relatos de Miguel Carcasona (Sangarrén 1965) quizás os interese porque lo que es a mí todas estas escenas cotidianas (y trilladas y manidas y muy manoseadas), más o menos dilatadas (y muchas paridas con forceps y medio abortadas), marcadas por el sexo, el fracaso, el hastío, el deseo insatisfecho y el mal fario, a mí me han convencido entre muy poco y casi nada.

La portada, obra de Óscar Sanmartín Vargas, como todas las suyas, es muy buena.

Accidente nocturno Patrick Modiano

Accidente nocturno (Patrick Modiano 2014)

Patrick Modiano
2014
Editorial Anagrama
140 páginas

Decía el otro día Gonzalo Torné en un tuit que le gustaba tanto Patrick Modiano que ya no sabía si sus últimas novelas eran buenas.

De Modiano solo había leído Un circo pasa que comparte con este Accidente nocturno, las calles de París, buenas dosis de suspense y un misterio bien resuelto, es decir irresoluto.

Cuando le concedieron el Premio Nobel de literatura a Modiano dijeron de él que era «un Proust de nuestro tiempo«. Esto puede servir de aviso a navegantes. Es decir, que Modiano, te hace un libro (este o cualquier otro suyo) en el que uno tiene la sensación de que no pasa nada, pero es un «no pasar» tan delicado, tan sutil, tan placentero, que no importa, lo que nos cuente (o no nos cuente), sino el cómo, y ahí el francés sale airoso.

Pasar sí que pasa algo, un argumento no obstante, que se puede resumir en un par de líneas. El libro va de buscar algo en las so(m)bras del pasado y de remover el mismo, en ese «eterno retorno«, donde el protagonista del libro experimenta situaciones análogas (atropellos) con varias décadas de diferencia temporal y donde la mujer que en su día le tributó afecto tras un atropello juvenil parece reencarnarse de nuevo, décadas después, en otra joven que lo atropellará una noche, y tras cuya búsqueda se lanzará la víctima del atropello, al abandonar el hospital, en una suerte de novela de suspense y misterio, que alimentará la trama, con leves toques de humor (ya sólo los loros siguen fieles al pasado), y de jugosas reflexiones acerca de nuestro paso por la tierra, de ese rastro que vamos dejando, a través de cartas manuscritas, de pisos habitados, de agendas telefónicas, de atropellos, de afectos, y que el tiempo irá aboliendo sin remisión.

Y en esa película antigua, el moho del celuloide trae consigo saltos en el tiempo y nos da la impresión de que dos acontecimientos que han ocurrido con meses de intervalo han sucedido el mismo día, e incluso que fueron simultáneos. ¿Cómo establecer una cronología mínima al ver cómo desfilan esas imágenes truncadas que se encabalgan en la confusión máxima de nuestra memoria o van sucediéndose, a veces despacio y a veces a trompicones, entre agujeros negros?. (p. 75)

El Anticuerpo

El Anticuerpo (Julio José Ordovás 2014)

Julio José Ordovás
Editorial Anagrama
2014
133 páginas

Los que nacimos en los 70 podríamos reconocernos bien en el espacio geográfico y emocional en el que Julio José Ordovás ambienta esta breve novela.

Son los años 80 y el narrador es un joven en edad de (a)prenderlo todo. Un joven que vive con su padre y su madre, hasta que ésta desaparece, y luego con su tía, que lo cuida como una madre.

El protagonista tiene hermanos, y así se citan en alguna parte del libro, pero quedan reducidas a meras presencias episódicas que nada aportan a la trama.

El niño, camino de la adolescencia no ve con malos ojos la compañía de alguien mayor, en este caso un punk yonki llamado Josu que resulta tan desdibujado como «el después de un colocón«.

Presentes están también los curas, los que se van, los que vienen y tenemos a nuestro protagonista ejerciendo de monaguillo, en un pueblo donde los jóvenes con las hormonas a flor de piel y con el acné como bandera persiguen a las chicas como animales en celo, liberando estos su deseo con la siempre gratificante labor de la masturbación o iniciándose en manos de putas tristes, viejas y gordas.

No faltan tampoco las noches de farra, los locales sórdidos, los vómitos que preceden al alba, las jeringuillas, los locales de moda, y dos gemelas gogós amigas del protagonista que enardecen al personal con su cimbrear, los cines que emitían películas del oeste y que serían reconvertidos en salas X y tenemos durante todo el relato a nuestro protagonista en un tira y afloja con su progenitor, del que obtiene cualquier cosa menos cariño.

Si otros libros que he leído abordan el pasado infantil o adolescente desde el humor como en Naturaleza Infiel, desde la arcadia infantil como Los príncipes valientes, o desde la filosofía de la pérdida entre culebras y extraños, en El anticuerpo, Julio José Ordovás (Zaragoza, 1976) opta por el lirismo desencantado y gris, lastrada la historia por su inconsistencia, por su falta de músculo, agravado el relato por unos personajes que apenas cogen entidad, cercenados por su carácter episódico, donde tras tanta pincelada, solo veo brumas, ahogado el relato por páginas farragosas como los dibujos de Cristo (que parecen un homenaje a Isaac Rosa) o el capítulo 28, digresiones que lejos de rematar la faena, la apuntillan e impiden que el libro sea mucho mejor de lo que es.

Posiblemente en su siguiente novela Ordovás vaya más. Si es el caso, daremos cuenta de ella.

Si Beethoven pudiera escucharme

Si Beethoven pudiera escucharme (Ramon Gener)

Ramon Gener
Now Books
2014
230 páginas

Hay un programa que sigo con gozo semanal. Se trata de This is opera y lo echan en la 2. El responsable del mismo es el exbarítono Ramon Gener (quien lleva al ámbito nacional lo que venía haciendo en la TV3 Catalana con òpera en texans), apasionado de la música, el cual, como buen divulgador (con Leonard Bernstein como modelo) logra que prenda en el espectador, al menos en mi caso, la chispa que te lleve a interesarte por algo, la ópera en esta ocasion. A Ramon le interesa la música, esa es su pasión, principalmente la ópera y sus programas son lo suficientemente mundanos como para hacer que algo, a priori, tan elitista como la ópera nos resulte atractivo para todos aquellos que no la frecuentamos.

El libro de Gener cuenta multitud de anécdotas de los grandes de la música, de Beethoven, Mozart, Verdi, Liszt, etc, al tiempo que Gener nos habla de su vida, de su pasión por la música, y su reciente camino como divulgador, toda vez que entrevió que nunca llegaría a ser un gran barítono.

La lectura que depara este libro de Ramon es similar al goce que deparan sus programas. Además, en el libro no sólo hay música, pues Ramon acierta con la transversalidad y aparecen por ahí los escritores y lecturas que a Gener le han marcado: Goethe, Mann, Wilde, Horacio, etcétera, genios empresariales como como Jobs o Cunningham, líderes como Mandela y nos habla además del esfuerzo, del duende, del valor de compartir, del reconocimiento, de asumir nuestras limitaciones, de la pasión en definitiva, de examinar una vida tanto como de aprovecharla.

Un libro pues perfecto para una tarde primaveral, en la que uno tiene la sensación de que la vida puede ser maravillosa, muy en sintonía con lo que vemos en la epicurea portada.
Sí amigos, la belleza está por todas partes. Basta con estar alerta, con levantar la mirada de la pantalla del móvil o de la tablet.

Y acabar el libro con El Boss y su temazo Thunder Road y esa pareja que deja esa ciudad de perdedores, donde se agostan, para ganar (o intentarlo), es más de lo que mi sensibilidad es capaz de soportar.

Por cierto, creo que Bárcenas se tomó al pie de la letra lo que Puccini estableció a finales del siglo XIX en los reglamentos de su club La bohème.