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Accidente nocturno Patrick Modiano

Accidente nocturno (Patrick Modiano 2014)

Patrick Modiano
2014
Editorial Anagrama
140 páginas

Decía el otro día Gonzalo Torné en un tuit que le gustaba tanto Patrick Modiano que ya no sabía si sus últimas novelas eran buenas.

De Modiano solo había leído Un circo pasa que comparte con este Accidente nocturno, las calles de París, buenas dosis de suspense y un misterio bien resuelto, es decir irresoluto.

Cuando le concedieron el Premio Nobel de literatura a Modiano dijeron de él que era «un Proust de nuestro tiempo«. Esto puede servir de aviso a navegantes. Es decir, que Modiano, te hace un libro (este o cualquier otro suyo) en el que uno tiene la sensación de que no pasa nada, pero es un «no pasar» tan delicado, tan sutil, tan placentero, que no importa, lo que nos cuente (o no nos cuente), sino el cómo, y ahí el francés sale airoso.

Pasar sí que pasa algo, un argumento no obstante, que se puede resumir en un par de líneas. El libro va de buscar algo en las so(m)bras del pasado y de remover el mismo, en ese «eterno retorno«, donde el protagonista del libro experimenta situaciones análogas (atropellos) con varias décadas de diferencia temporal y donde la mujer que en su día le tributó afecto tras un atropello juvenil parece reencarnarse de nuevo, décadas después, en otra joven que lo atropellará una noche, y tras cuya búsqueda se lanzará la víctima del atropello, al abandonar el hospital, en una suerte de novela de suspense y misterio, que alimentará la trama, con leves toques de humor (ya sólo los loros siguen fieles al pasado), y de jugosas reflexiones acerca de nuestro paso por la tierra, de ese rastro que vamos dejando, a través de cartas manuscritas, de pisos habitados, de agendas telefónicas, de atropellos, de afectos, y que el tiempo irá aboliendo sin remisión.

Y en esa película antigua, el moho del celuloide trae consigo saltos en el tiempo y nos da la impresión de que dos acontecimientos que han ocurrido con meses de intervalo han sucedido el mismo día, e incluso que fueron simultáneos. ¿Cómo establecer una cronología mínima al ver cómo desfilan esas imágenes truncadas que se encabalgan en la confusión máxima de nuestra memoria o van sucediéndose, a veces despacio y a veces a trompicones, entre agujeros negros?. (p. 75)

Pasado perfecto

Pasado perfecto (Leonardo Padura 2010)

Leonardo Padura
Editorial Tusquets
240 páginas
2010

Tengo un local de Cáritas próximo a mi domicilio. El otro día entré. Además de ropa venden otras cosas, como libros. Tras un buen rato paseando las yemas de los dedos por el lomo de cientos de libros decidí desembolsar 2,50 euros y llevarme a cambio Pasado Perfecto de Leonardo Padura y El maestro y Margarita de Bulgakov. De los dos libros, para más inri, se pagaba el de mayor importe.

A Padura lo tenía fichado pues desde hace ya un tiempo andaba con ganas de leer su novela El hombre que amaba a los perros. Así que cuando vi Pasado Perfecto, sin perder un minuto en saber de qué iba me lo llevé para mi casa.

Luego supe que Pasado Perfecto es la primera novela de una saga, de ocho títulos, de momento, de novela negra que tiene como protagonista a Mario Conde (este es agente de policía no banquero).
Padura es cubano y su novela transcurre en la ciudad de la Habana.
La novela negra como cualquier género literario que se precie de tal es un cajón desastre donde los autores pueden tocar distintos palos y donde todo tiene cabida.

En la novela, el caso que Mario Conde debe dilucidar no está plagado de asesinatos, golpes de efectos, tramas sinuosas, ni nada parecido. Todo es más real, más accesible, más verosímil.
Un alto mando del gobierno, empleado en una empresa de exportaciones e importaciones, un tal Rafael Morín, desaparece sin dejar rastro. Mario Conde debe encontrarlo, saber si ha muerto o si ha dejado la isla. Lo curioso es que Mario conoce a Rafael desde niño, pues estudiaron juntos en la Pre, donde Rafael ya destacaba como un alumno brillante y ambicioso que no tardaría luego en despuntar y medrar también en política, con su pico de oro y su hacer diligente y eficaz. Como esposa de Rafael, Tamara, deseada por Mario desde que la conoció y con quien por cosas de la vida, tendrá la oportunidad de saldar las cuentas pendientes, y ocupar el espacio (y demás oquedades) que deja la ausencia de Rafael.

Leonardo Padura
Leonardo Padura

A Mario Conde lo secundan en su investigación, Manolo, enamorado de una piba que lo deja con sus artes amatorias seco como una pasa y La China, y debe rendir cuentas al mayor Rangel, dedicado de lunes a domingo en cuerpo y alma a su trabajo. La soledad que lo apesadumbra la aligera Mario gracias a su amigo El Flaco, que ahora está gordo, postrado en una silla, y a los manjares que les prepara la madre de este última, Josefina, que hace de este mundo algo mejor gracias a sus guisos.

En la mayoría de las novelas de este género parece que el protagonista deba acomodarse a unos clichés, de tal manera que todos los inspectores sufran los mismos males: están solos, son alcohólicos, su vida personal es una mierda, etc. En Pasado Perfecto, Mario Conde tiene entidad propia, gracias a Padura, dotándolo de consistencia, de fondo, junto a una galería de personajes entrañables, de carne hueso.

La ciudad de la Habana también está muy presente. Es invierno y llueve y hace frío, y se aleja bastante de la imagen que tenemos de una isla caldeada por el sol. La historia data de 1989, y no se habla de pobreza, ni indigencia, más bien de subsistencia y escualidez, de austeridad, de lidiar con lo poco que hay, y al mal tiempo buena cara. A Mario investigar la desaparición de Rafael le permite regresar al Pasado Perfecto de su niñez, de sus años de la Pre, del baseball, de los primeros amores, de los torneos escolares, de sus primeras amistades masculinas, de ese mundo que se hacía cada día, con alegría e ilusión.

Padura es cubano y los términos que maneja en sus escritos, como no puede ser de otra manera, son de aquel país (asere, anjá…), pero con cualquier diccionario se supera el escollo de esas palabras que uno desconoce, lo cual no entorpece para nada una prosa potente, carnal, voluptuosa, plagada de diálogos que recogen las voces de la calle, del día a día, donde no falta el humor, el sarcasmo, así como la euforia o la derrota. Persona(jes) que se alegran viendo un partido de fútbol, escuchando canciones en un buen aparato de música, muriendo en cada orgasmo, deleitándose ante un buen habano, resucitándose ante un plato de comida fragante y apetitoso.

Padura ofrece jugosos y bien elaborados bocados de realidad, en cada página, y de paso critica la corrupción política: las dietas no declaradas, el enriquecimiento ilícito, los regalos ocultados, merced a auditorias fraudulentas, donde el compañero Rafael y otros muchos no están libres de culpa.

Pasado Perfecto me ha entusiasmado, su lectura me ha ido ganando a cada rato, y más allá de que la sustancia criminal de la trama tenga poco peso, todo lo demás, todos los hilos que la sostienen hacen de esta novela un libro muy a tener en cuenta. Tengo ganas después de haber leído Pasado Perfecto de seguir conociendo la Habana y Cuba de la mano de Padura y su Mario Conde.