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Casares (Ramón Loureiro)

Al ponerme a leer esta particular biografía de Ramón Loureiro (Fene, La Coruña, 1965) sobre Carlos Casares (1941-2002) descubro que está escrito en gallego, pues al hacer la desiderata no reparé en ello. No pasa nada. Descubro, en mi beneficio, que al menos este libro lo puedo leer en gallego y sacarle tanto provecho como si lo estuviera en castellano. Se suman dos circunstancias. Una que está escrito en gallego, la otra, que no había leído nada de Casares, de hecho fue cacharreando por el catálogo de Trifolium cuando me enteré de la existencia de este libro. ¿Qué sentido tiene leer una biografía de alguien que no conoces y del que no has leído nada?. Pues sencillamente que la curiosidad del lector no tiene (o no debe tener) límites. Por eso ando leyendo a su vez la biografía de Anastasía Tsvietáieva de la que tampoco he leído nada suyo, y ahí, al contrario de este libro que se lee y disfruta en un suspiro, hablamos de !!!1200 páginas!!!.

El caso es que he disfrutado mucho con esta breve, demasiado en mi opinión, semblanza que Ramón Loureiro hace de Casares. Siendo como parece que fue, uno de los grandes de las letras gallegas de la segunda mitad del siglo XX me hubiera gustado haber tenido más información suya al respecto. De la misma manera, la entrevista que cierra el libro me sabe a poco y es una pena que muriera Casares sin haberse podido poner por escrito muchas más entrevistas. Conversaciones que por otra parte no dejan de ser otra clase de escritura, volátil, evanescente quizás, pero si echamos la vista atrás o hacemos memoria a menudo recordamos mejor las frases que hemos escuchado en una conversación que los párrafos leídos en un libro y según cuenta Loureiro, Casares era un muy buen conversador, además de un intelectual, aunque nunca se considerara tal, que ejerció como docente (el Régimen siempre lo tuvo en su punto de mira), que fue político con el PSOE durante un par de años al comienzo de la democracia, que dirigió la editorial Galaxia, que fue una persona muy generosa, muy buena persona, que se descubre como escritor en el colegio mientras pergeña sus primeras redacciones, que luego leería a conciencia a Valle-Inclán a Camba, que transcribía sus párrafos y luego los reescribía en sus cuadernos, o bien se nos cuenta cómo el destino, esa mano invisible, a veces se pone cariñosa, nos hace un favor, se muestra complaciente y pone al lado nuestro a la mujer de nuestra vida, así le pasaría a Casares con Kristina, una sueca estudiante de paso por Galicia a la que conoce en un tren y deja ésta pasar de largo, no ya otro tren, sino un barco. Así, por esos golpes del azar, se fundan a veces las familias, y dan fruto a parejas que sobreviven más de treinta años juntos.
Recuerda también Loureiro el empeño de Casares por dar voz y esperanza a la lengua gallega, que ésta tuviera su espacio, su reconocimiento, como sucedió con la Ley de normalización lingüística. Interesante lo que se dice sobre el Nobel de Literatura que no se le concedió a Gonzalo Torrente Ballester porque éste no sabía venderse bien, al contrario que Camilo José Cela que supo vender mejor su candidatura y le fue mejor, tanto que le acabaron dando el Nobel.

Decía Casares que la literatura solo le interesa a una minoría. Pues bien, Casares, esta es la primera vez que leo un libro en gallego y ha sido precisamente éste. Allá donde te encuentres, apúntate un tanto.

Editorial Trifolium. 2017. 95 páginas

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Predicciones catastróficas (José María Pérez Álvarez)

No nace esta literatura de un taller de escritura (re)creativa, no es prosa de laboratorio, no, más bien aquí lo que nos ofrece José María Pérez Álvarez a sus 65 tacos (Presidente honorífico del Sindicato Nacional de Autores Invisibles (SNAI)) al que he dedicado unas cuantas palabras con anterioridad, pues esta es la séptima novela que leo suya, la cuarta publicada en Trifolium, en ediciones como la presente muy meritorias, ya desde la preciosa portada, la calidad del papel, la tipografía y la ausencia de erratas, es esa literatura que opera –y fracasa- como parapeto contra la muerte, el vacío, la soledad; la prosa de la enfermedad, del vómito y la resaca, del infarto, de la sonrisa y la carcajada (es esta una novela hilarante y delirante: una broma continua que me place infinitamente más que otras bromas infinitas) de las noches de farra o en vela (o en cirio), de los escritores suicidas que pueblan el texto (Plath, Sexton, Ferrater), las palabras que se instilan y hollan el papel: fruto (maduro) de una vida vivida, bebida y vívida (porque como leo en el Diario Volátil de Miguel Sánchez-Ostiz y según afirma Matzneff: el pesimismo lúcido es vivificante), años que pesan y posan y de-cantan: ya sea por Sabina, Brel, Arjona o Manel, páginas plagadas de guiños a otras lecturas: Ulises, Rayuela, La divina comedia, La vuelta al día en 80 mundos, los versos de Petrarca, los apuntes del putero Charles (Bukowski), el perroFlushvirginiano, los guiños autorreferenciales como el comienzo de La soledad de las vocales, o reformulaciones de lo que aparecía en Cabo de Hornos “sin estos imponderables e incertezas la vida sería tan aburrida como una sesión parlamentaria”. Si acercas tu pabellón auditivo al libro oirás su tictac, si pas(e)as las manos por sus páginas (no leo en digital) verás que se repliegan, si te concedes el homenaje de leerlo, porque aquí ya sería reiteración hablar de fiesta (así que diremos orgía) del lenguaje verás que todo libro es un ser vivo, en hibernación, hasta que lo abres y cobra vida, porque leer es exhumar, leer es un bocaboca, leer en este caso es darte un jeringuillazo, un pelotazo de aquilatada literatura, merced a un aluvión de palabras (265 páginas) que me conquistan y me colonizan, donde cabe toda la nada: desde la grosería, hasta el exabrupto, desde la metaliteratura hasta la autofricción, desde la realidad despellejada hasta la utopía de pensar que una joven de 20 años pueda enamorarse de un señor (profesor de literatura jubilado (¿guiño Bayalino?) y escritor) de sesenta. Al revés sí. Rowling vs Twain. Una narración que es una carta, una bella confesión de amor (sea esto lo que cada cual entienda por ello) una botella con mensaje arrojada al mar, un demarraje, un dejar un pelotón -todo buen escritor es (o ha de ser) un excelso escalador- y perpetrar una Odisea (sin Penélope y con la literatura como única patria, en minúscula), un dejarse ir sobre el papel en estado de efervescencia, porque esta novela es eso: es la pastilla que echamos en el vaso y vemos consumirse sin remisión, como el amor del narrador hacia esa joven, un amor no consumado, sí consumido, como ese tatuaje que es calcamonía, porque como dice la canción Lo nuestro no pregunta por futuros, ni por stock options, podemos añadir, porque aquí no hay futuro (sino yesterdays) ni primas, sino el ER(R)E que ER(R)E del desamor, o del amor no correspondido. Decía Iniesta (el cantante) “quiero oír alguna canción que no hable de sandeces y que diga que no sobra el amor y que empiece en sí y no en no”. Aunque esta novela no empiece con un Sí, pero sí la clausure con un Sí, paradójicamente, ese sí es un rotundo NO. Como la vida misma.

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Examen final (José María Pérez Álvarez 2014)

José María Pérez Álvarez
Editorial Trifolium
136 páginas
2014

A muchos, el escritor orensano José María Pérez Álvarez no les sonará de nada. Lógico si es cierto lo que se dice en esta entrevista, que José María vende unos 500 ejemplares de cada libro publicado. De Nembrot vendió algunos más.

Pues bien, yo soy unos de esos 500. Examen final es la quinta novela que leo del autor y la segunda que publica (de momento) en la editorial Trifolium. A ver si se anima también esta editorial a publicarle Proceso de descomposición, que se me antoja un crimen contra la humanidad (lectora) que a día de hoy permanezca inédita.

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El libro que edita Trifolium es una cucada. Respecto a la contraportada diré que no me gusta nada. Leyendo la misma, creo que la nómima de 500 lectores puede bajar peligrosamente por debajo de la centena. Directamente hubiera quitado a esa paloma y la hubiera reemplazado por una simple y.

Después de haber leído mucho de José María […] Álvarez, uno (se) reconoce (a pesar de ser abstemio, no haber pisado nunca un hostal, no haber visto nunca una paloma mutilada, preferir un corrido mexicano a una corrida colombiana y ser Titocolmenarmente feliz) en su mundo. Hay de nuevo un personaje que es escritor, que mea y caga literatura, porque la literatura es para él su razón de ser, o de dejar de serlo y anda tratando de sacar adelante una novela titulada Proceso de descomposición, que nadie quiere publicar, porque el escritor, que huye tanto de lo comercial como del lector medio, se ensimisma y encastilla en su escritura hermética, embutida de dolor y soledad y de fúnebres presagios, mientras bebe y defeca y vuelve a beber y a delirar, mientras suenan las canciones de Serrat, convertido el Nano en la banda sonora de su vida, y constata nuestro protagonista que su mujer pasa de él, que ese plural constructivista de todo comienzo deja paso a dos yoes indiferentes, que se repelen, buscando ambos nuevos horizontes, y nosotros lectores (uso el plural porque quiero pensar que no seré el único lector) somos testigos de ese naufragio sentimental y de la potencia narrativa de la soledad (de las vocales y de las consonantes), y el texto va resultando logorreico, glosólico, babélico (castellano, catalán, inglés, francés, latín, gallego…), torrencial, abrumador, hipnótico, y me maravillo cuando constato a medida que leo lo que otros escritores son capaces de hacer con 136 páginas (NADA, más allá de un constante alardeo de lo banal) y de lo que es capaz de hacer José María […] Álvarez, en tan corto recorrido, en tan breve espacio, porque la lectura de este EXAMEN FINAL es resacosa, lo acabas, y al día siguiente aún me dura la curda, y vuelves a ver al prota con su pijama bebiendo en el parque, a Aser con su bandurria, a Diana con sus tetas orográficas, a regurgitar la felación de esa colombiana inolvidable (del nombre ahora no me acuerdo), a rememorar los desplantes y puyazos verbales de Erótida, el trágico final de Marcela, entre otros momentos a recordar, porque el libro está plagado de fogonazos/hallazgos.

No sé si esta novela está pensada para ser leída por un lector inteligente, anti-PLANETArio, un relector, un gourmet, un sibarita literario, pero lo que sí me parece inteligente es reconocer que esta novela es una fiesta del lenguaje, lo que explicaría que alguien como Gonzalo Hidalgo Bayal (otro de mis escritores favoritos) sintonice con José María […] Álvarez, porque ambos dos rinden tributo a la Literatura con cada libro que publican, y usan las palabras -este magma (a veces mágico)- no para embelecos, ni floripendios, ni Santos Griales, sino para hacernos la vida (leída y no leída) más intensa.

Casi nada.

Voy camino de leer 100 novelas este año, y ésta entra por (mi) justicia (por que me sale a mí de las falanges) entre lo mejorcito que he leído este año. Si esto sirve para hacer que las ventas de esta novela supere los mil ejemplares, mejor para el autor y aún mejor para la Literatura en general.
Si no tenemos claro a estas alturas para qué sirve la Literatura, me dirán para qué sirve una reseña o panegírico en este caso.

Por último lo de Si me pides socorro, resucito tiene gracia.

Y sí.
Y Si tu Me dices Ben, yo digo Affleck (Love of Lesbian)

Examen final

Comentaba ayer mi predilección por la prosa de Bayal, Landero y Longares. Me dejé en el tintero a José María Pérez Alvárez, Chesi, el cual publica novela, Examen Final, que presenta el 7 de noviembre en Orense, publicado en la editorial Trifolium, donde también publicó Tela de araña, un libro estupendo, al igual que otros de Chesi como La soledad de las vocales, Un montón de años tristes, Cabo de Hornos o Nembrot.

Hay libros que tienen toda la publicidad del mundo y otros que pasan sin pena ni gloria, incluso en la página web de la editorial Trifolium, que dicho sea de paso es horripilante (una de las peores que he visto hechas con Blogger), es complicado encontrar la portada del libro, o algún dato sobre el mismo, como el número de páginas. La fecha del lanzamiento, según pone en algún post del blog de Chesi, parece que es es el 25 del presente mes.

Dicho queda. A ver si en breve puedo dar cuenta de la lectura de este Examen Final.