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Acantilados de Howth (David Pérez Vega 2010)

David Pérez Vega Acantilados de Howth Portada libro
Tapa blanda (reforzada): 188 páginas
Editor: Baile del Sol; Edición: 1 (1 de junio de 2010)

Acantilados de Howth es la primera novela de David Pérez Vega, a quien he conocido a través de su recomendable blog literaria, Desde la ciudad sin cines. Nada hay de especial en que los escritores tengan blogs: Trapiello, Enrique Vila-Matas, Alberto Olmos, Patricio Pron, Pablo Gutierrez, por citar algunos. Lo curioso es que si generalmente llego a estas blogs después de conocer al escritor, en el caso de David he seguido el camino contrario. Leo su libro porque me gusta cómo escribe en su blog.

El libro es un relato que parece autobiográfico, al menos en parte, si nos atenemos a los datos que tenemos disponibles del autor, que cuando escribió el libro tenía 33 años. El protagonista es Ricardo, quien hace una carrera, luego otra más (relacionadas ambas con el mundo de la empresa), escribe poesía, resultando premiado (si bien se cuida muy mucho de alardear de ello como si escribir poesía de un acto criminal se tratara), se va a Irlanda buscando algo, mientras sus amigos consiguen trabajo en Madrid, donde vive, se casan, se hipotecan a 40 años y son felices como pueden, vuelve de Irlanda y se acomoda en una empresa donde currará un montón de horas, al tiempo que su actual pareja le pedirá el suficiente espacio y tiempo para que la incomunicación tome cuerpo y forma de divorcio.

Las primeras 57 páginas son desalentadoras. Por momento pensé que estaba sufriendo un flash-back, no de setas alucinógenas holandesas, sino de una prosa que me recordaba mucho a un libro que leí hace meses y que todavía me produce poluciones nocturnas cuando escribo postales con un bolígrafo de gel verde.
Pocas cosas me aburren más que leer a un escritor describiendo cómo es la vida en una oficina (da igual que sea una multinacional, una empresa tecnológica, una administación pública), donde los roles de los que allí trabajan se reducen a clichés. Además ya voy servido de asuntos laborales después de haber leído La mano invisible.

Afortunadamente, para nosotros los lectores, Ricardo tiene la brillante idea de dejar Madrid e irse a Irlanda, a Dublín, a aprender inglés, derrochando su tiempo en trabajos precarios y mal pagados, y ahí el libro gana varios enteros, pues la prosa de David se vuelve menos adocenada, trabada y reiterativa, para azuzado por el interés que todos manifestamos hacia lo nuevo, contarnos unas historias algunas hilarantes (como la de las setas alucinógenas), otras más emotivas, como la relación que Ricardo mantiene con Ula, así como el relato de ese reguero de trabajos en los que ocupar el tiempo, las amistades que hará, tanto españolas como de otra nacionalidades, y ahí es fácil reconocerse. Todo aquel que ha salido al extranjero, bien a buscar lo que sea o incluso a buscarse a sí mismo, como Erasmus, o con un Interrail o de cualquier otra manera, sabrá apreciar lo que nos cuenta David, quien lúcidamente distingue entre los que van al extranjero buscando mejorar el conocimiento de una lengua extranjera, emociones y diversión (y lo hacen de forma temporal y a menudo con una fecha de regreso prefijada), a pesar de aceptar trabajos que no harían en sus lugares de origen, de aquellos que van allí a trabajar exclusivamente por dinero y su estancia es más una condena que una aventura.

A comienzos del siglo XXI no era complicado acabar una carrera y encontrar un curro. Leyendo ahora este libro uno toma conciencia de lo que ha cambiado todo (a peor) en apenas 10 años. Leer que a los treinta años los jóvenes ya estaban casados e hipotecados, currando desde al menos un lustro, es una situación que se ha desplazado en el tiempo casi una década, de tal manera que si David adaptara su relato al tiempo presente esos veinteañeros serían reemplazados por treintañeros que van camino de los cuarenta con un futuro tan incierto o más, que el vaporoso presente. Cosas del mundo líquido que nos diría Bauman.

Un libro engancha cuando su personaje protagonista engancha. A mí Ricardo me ha caído gordo, al principio sobre todo. Luego no es que te den ganas de abrazarlo pero se vuelve menos petardo y más humano. En nada me ha gustado ese afán que tiene el protagonistad de recordarnos una y otra vez que tiene dos carreras a falta de una, que habla inglés, que es un poeta que debe penar en soledad porque nadie es capaz de reconocer su talento, así como la manera que tiene de despachar a ciertos colectivos reduciéndolos a meras etiquetas, como el caso de los jevis.

Esto se entiende mejor leyendo algo de su libro:

Es un buen tipo, no fuma, no bebe, casi no sale, quiere a mi hermana y a su hija, le gusta su trabajo, está feliz con la vida que lleva. Siempre sonríe, siempre está alegre. Sé que hace feliz a mi hermana. Me gusta verlo juntos (página 176).

Unos comentarios así son más propios de un lector de La Gaceta, no de un joven, nuestro Ricardo, que entre otras cosas y según leemos en la novela se ha ido de putas, se ha metido drogas blandas y setas alucinógenas, ha sido un cabrón porque se acostaba con todas las tías que se lo permitían teniendo pareja o no y prefiere que le dejan a dejar, porque no tiene valor para marcharse.

A pesar de todo lo dicho el libro me lo he leído casi del tirón, porque quería saber si Ricardo en un momento de lucidez se despeñaba por El Acantilado de Howth o no, si le cogía la mano a Ula y le declaraba su amor eterno o si se volvía para los Madriles con el rabo entre las piernas y el corazón lo suficientemente endurecido como para ser capaz de medrar y pisar a quien fuera preciso para escalar lo más alto posible dentro del escalafón social y laboral.

A ver si David además de poemarios publica alguna otra novela en el futuro para comprobar su evolución ya que esta novela data del 2007 (aunque esta se la publicaron en 2010). Es un hecho que no todos los escritores se descubren con novelas primerizas tan notables como La escala de los mapas, A bordo del naufragio, Intemperie o Peaje.

Los andantes (Federico Guzmán Rubio 2010)

Los andantes Federico Guzmán Rubio portada libro relatos Lengua de trapoDespués de leer Será mañana de Federico Guzmán Rubio tenía ganas de leer más cosas suyas. Como de momento no ha publicado más novelas, recurrí al otro libro que ha publicado hasta el momento aquí en España (porque tengo entendido que en México sí que publicó libros infantiles), titulado Los andantes. Un libro de relatos premiado por Caja Madrid(¿entienden los bancos de literatura? No. Pero los jurados se supone que sí, y este lo formaban Gustavo Martín Garzo, Félix Romeo y Lola Beccaria, y estos sí que entienden).

Creo que no he comentado aquí y hasta la fecha ningún libro de relatos, más que nada porque no los leo, no por que dé por bueno razonamientos que hacen ciertos escritores (Rafael Reig por ejemplo) a la hora de decantarse por la novela en detrimento del relato o cuento.

En un libro de relatos estos pueden tener alguna clase de relación o ser totalmente independientes o conformarse como unos cuentos hilvanados o una novela disgregada si atenemos en lo que aparece en la contraportada de libro.

Aquí, los protagonistas son hombres que viajan por el mundo, ubicados en diferentes países de distintos continentes y de quienes conoceremos sus devaneos amorosos. Para ello emplea el autor mucho sentido del humor, siendo la temática de los relatos variopinta. El libro está estructurado en cuatro partes, y cada una de ellas cuenta a su vez de otros tantos cuentos. 15 relatos en total.

Lo bueno de un relato es que si está bien escrito te metes de lleno en la historia casi al tiempo que la acabas, dejándote sorprender por la capacidad inventiva y el repertorio de recursos narrativos de los que hace buen uso Federico Guzmán. Si el relato no vale la pena, lo ventajoso es que habrás pérdido unos pocos minutos en su lectura, como me ha sucedido con su relato Para eso están los amigos o mejor, con la Cuarta Parte del libro que es la que me ha resultado más floja.

La tercera parte de libro (con los relatos Los días iguales, Los días ajenos y Los días distantes) que transcurre en Lyon es mi favorita, con relatos hilarantes y procaces, donde el sexo está presente de una forma muy original y canalla, donde la mujer es la protagonista.

La imagen que nos transmite el autor de la ciudad de Bruselas es demoledora por lo que tiene de real. Una ciudad de calles cansadas, donde todo es tan perfecto que aburre y deprime.

Otro momentazo del libro es el encuentro con el árbitro que pitó el partido en el que Maradona metió aquellos dos goles a Inglatera que le confirieron, si no lo era ya, el estatus de Dios. Sí, Diegoooooooooooollllllllllllllllll Armando Maradona.

El libro a su vez aborda otros cuantos temas, no menores, e igual de sugerentes y atractivos, como el ansia de viajar y de andar de aquí para allá a cualquier precio en una huida permamente de los otros y de uno mismo, el extrañamiento que se sufre en un país ajeno, las pantominas a realizar para ser aceptado cuando eres inmigrante, las locuras y reorientaciones sexuales necesarias a realizar para retener a la amada, etc.

Un libro, en definitiva, con sus luces y sombras con el que, no obstante, he disfrutado bastante.

Io e Te (Niccolò Ammaniti 2010)

Io e Te Niccolò AmmanitiA Niccolò Ammaniti lo conocía porque había visto Io non ho paura y Come Dio comanda, películas basadas en sus libros. Además, mi gurú espiritual había sentenciado al respecto de Ammaniti que Ti prendo e ti porto vía, era uno de los mejores libros que había leído nunca.
Era hora por tanto de hincarle el diente a Niccolò y lo he hecho con su novela Io e Te. Una novela corta (que Ammaniti publicó al año siguiente de su anterior libro Che la festa cominci) de poco más de cien páginas que si bien empieza suavemente, va cogiendo fuerza en cada página para acabar a lo grande, arrasando.

El protagonista es Lorenzo un joven apocado e introvertido, de esos que crecen hacia adentro, pero que quiere formar también parte del rebaño, porque a nadie le gusta que le señalen con el dedo, lo ninguneen y le etiqueten como friki. Y en esas se mueve el mocete, tratando de imitar los gestos de los demas, su forma de vestir, de hablar, de comportarse, etcétera, anhelando ese reconocimientro grupal, como si crecer durante la adolescencia fuera una especie de mimesis.
En esos lances Ammaniti está brillante porque con cuatro trazos, con pocos mimbres, es capaz de crear un personaje como por arte de magia, un joven que lo lees y lo vives. No sólo uno, porque además de Lorenzo la historia se completará con la presencia de su hermanastra Olivia, una figura en principio abstracta, un recuerdo velado, que irá tomando forma, presencia, ocupando su sitio en el pasado para fortalecerse en el presente. Una presencia necesaria para Lorenzo. Una situación surrealista, porque la devastación de uno es la tabla de salvación, el apuntalamiento de la autoestima del otro.

Io e Te, que dicho sea de paso la he leído en Italiano (si las películas se disfrutan mucho más en versión original, con los libros 3/4 de lo mismo), me ha gustado mucho, esas novelas puñeteras que te hacen díficil tragar saliva al tiempo que te aflojan el lagrimal: no digo más.

Ammaniti no hace concesiones a lo sentimental, no, porque la vida es tragicómica, cruel, dolorosa, ingrata. Todos vamos camino de la destrucción de la extinción, si bien habrá quien prefiere los atajos.
Lo único claro es que el roce de otra piel, el abrazo fraternal, las lágrimas y risas vertidas en compañía, es esa cota de malla que hace que el corazón sea capaz de aguantar cualquier afrenta y nos surta de motivos para seguir aquí sin tirar la toalla, ganando cada combate aunque sea a los puntos.

Sí, yo también odio los finales.

Bertolucci ha llevado a la gran pantalla este año el libro de Ammaniti.

La era Obama (Noam Chomsky)

La era Obama libro Chomsky

Chomsky es el intelectual más crítico con la política exterior americana. Basando su argumentación en el principio de justicia, Chomsky no se corta ni un pelo en ir haciendo recuento de todas las invasiones, asesinatos, tropelías y demás desmanes que ha ido cometiendo el Gobierno Americano durante estas últimas décadas.
Si en los años 60 fue Vietnam, guerra con la cual Chomsky se vio necesitado a posicionarse y convertirse ya en una activista, luego vendrían la imposición de gobiernos afines en Centroamérica, engendros como Guantánamo o las invasiones más recientes de países Afganistan e Irak.
El argumento es claro; lo que hacen los demás es terrorismo y lo que hacen los americanos es lucha contra el terrorismo.
Importa poco o nada lo que les suceda a los iraquíes o los afganos o a los ciudadanos que residen en los países invadidos. Nada importan los estragos de los bombardeos, las muertes civiles, despachadas como daños colaterales.
La reiteración hasta lo obsesivo de las caídas de las Torres Gemelas en las televisiones de esta aldea global, permitió a Bush meterse de lleno en la «war on terror«, esa lucha contra el terror, que ha costado varios miles de vidas de soldados americanos y la de otras tantos cientos de miles de ciudadanos iraquíes.
EEUU en su afán por mantener la hegemonía y supremacía política con una gestión por parte de sus gobiernos horrible, y buscando enemigos por todo el planeta, solo ha conseguido desangrarse económicamente, disparar su nivel de deuda hasta niveles alarmantes, pero eso sí, manteniendo los gastos en defensa inalterables. Es preferible, parece ser, tener un gobierno potente que proteja a un pueblo empobrecido que un ejército menos fuerte que permita defender a un pueblo que mantiene y disfruta de su bienestar. Sigue leyendo