Jesús Carrasco

Intemperie (Jesús Carrasco 2013)

Jesús Carrasco
Seix Barral
224 páginas
2013

Jesús Carrasco (Badajoz 1972) debuta en el mundillo literario con su novela Intemperie. La novela no ha podido funcionar mejor. Se publicará en 13 países y en el nuestro ya hay quien la califica en suplementos culturales o desde algún rincón de la blogosfera literaria como una de las mejores novelas del 2013. Incluso hay ya quien deslumbrado por los efectos secundarios derivados de la lectura de la novela, hacen este comentario durante el mes de enero, cuando restan todavía de publicarse cientos o miles de libros.

Mientras que otros escritores nacidos en los 60 y 70 (Gopegui, Olmos, Rosa, Elvira Navarro, Espigado, etc) dan cuenta de nuestra sociedad en sus novelas, Carrasco decide irse unas cuantas décadas atrás en el tiempo, dejar de lado la actual crisis e irse a aquellas economías de subsistencia en entornos rurales, donde la vida de los hombres era azarosa, al capricho del frío, de los rigores caniculares, existencias marcadas por los tiempos que dictan la siega, la siembra.

La historia se sitúa en un lugar indeterminado, donde el sol atiza sin clemencia, donde el suelo reseco apenas surtirá alimento alguno a las cabras del Cabrero, quien junto al Niño y el Alguacil conforman la nómina de personajes principales, que se nos presentan por sus nombres, más bien arquetipos, así El Niño, El Cabrero, el Alguacil.

El niño huye, no sabemos de qué (en un principio) y logra poner tierra de por medio, gracias al Cabrero, en cuya compañía y siguiendo la estela de la Estrella Polar, y encaminarse al Norte, mientras en su búsqueda se afana el Alguacil y su ayudante.

Estamos ante una historia de supervivencia en dos aspectos. Primero, el hacer frente a las inclemencias meteorológicas: calor y sequía, sumado al escaso alimento y al mismo tiempo el tener que huir de la autoridad, el Alguacil, que quiere cobrarse su pieza, reclamando al Niño como si fuera un dominio suyo más. Mientras los primeros, exhaustos, apenas sin alimento van a pie o en burro, el segundo lo hará en motocicleta.

Carrasco logra enganchar ya desde el primer párrafo y la tensión no se pierde ni un ápice a lo largo y ancho de sus 221 páginas, merced a una atmósfera magistralmente conseguida, donde nos es imposible no sentir el calor, las fatigas, las penurias, la soledad y toda esa intemperie (exterior e interior) que impregna y anega la novela, merced a unos personajes bien construidos, y unos diálogos, sucintos pero contundentes y muy esclarecedores.

Es plausible dotar de tanto calado a unos personajes con tan escasas palabras, lo cual cifra la habilidad de Carrasco en el arte de narrar.

He disfrutado mucho con la potente y subyugante prosa de Carrasco, con su rico lenguaje, logrando una musicalidad que hace casi necesario que ciertas páginas se lean en voz alta, declamándolas, exprimiéndolas, valga el contexto, como las tetas de las cabras, porque su jugo, alimenta y dejará ahíto al lector exigente.

Sí que me ha recordado la pareja formada por El Niño y El Cabrero, a la pareja que formaban el padre y el hijo en la novela de Cormac McCarthy, La carretera, reemplazando aquel paraje apocalíptico por estos eriales (¿manchegos?). Ahí el sufrimiento también era una segunda piel. Los personajes vivían porque no querían morir y anhelaban que Dios o quien fuera, aflojara también las tuercas de su tormento, para que al menos hubiera algún resquicio por donde se colará de rondón la esperanza, por magra que fuera.

El país imaginado (Eduardo Berti)

El País imaginado portada libro Eduardo Berti

Eduardo Berti
Impedimenta
240 páginas
2012

Nunca es tarde si la dicha es buena dice el refrán. He tardado en conocer al al autor argentino Eduardo Berti, pero una vez leído su libro El país imaginado dan ganas de seguir leyéndolo. Un país imaginado, editado por Impedimenta me recuerda a las novelas de Baricco, cuando éste se pone en plan sedoso, pero quitando de en medio la escenas de postal, el almibaramiento, el precipicio sentimental hacia el que arroja a sus personajes y la frase tan perfecta que da repelús.

Berti nos ofrece una preciosa historia ambientada en la China de comienzos del siglo XX, cuya protagonista hace un recuento de lo que ha sido su vida, centrando su atención en lo que fue importante para ella, ese cabo del que tirar, capaz de deshacer toda una existencia: los años de su mocedad en los que conoció a Xiaomei, una joven a la que idolatró y amó a partes iguales. Lo que hace desgarrador la historia, es asistir a ese amor no correspondido por parte de Xiaomei, para quien su fervorosa admiradora y amiga, es sólo eso, una compañera con quien compartir horas de parque, hojas de libros de botánica, pero para quien su corazón y sus sentimientos serán todo un misterio.

Con una prosa fluida, la historia que nos narra Berti, bien armada y equilibrada, me ha subyugado de principio a fin, al tiempo que el autor nos brinda un fresco de la época con cuatro pinceladas, suficientes para situar esta bella historia de amor no correspondido, porque cuando uno está enamorado, todo cuanto hay alrededor sobra, por eso una vez que entramos en este anhelo amoroso, apenas podemos estar atentos a algo más que no sean Xiaomei y su amiga, aunque haya otras historias dentro de esta historia sumamente atractivas, como las de las bodas entre difuntos, las desventuras del padre ciego de Xiaomei o la abuela fantasmal, entre otras.

La ciudad y los cerdos (Miguel Espigado 2013)

La ciudad y los cerdos Miguel Espigado portada libroSi el Nobel Mario Vargas Llosa tiene un libro titulado La ciudad y los perros, ¿por qué no iba a escbrir uno Miguel Espigado y titularlo La ciudad y los cerdos?
Miguel Espigado (Salamanca 1981) escenifica en su libro una realidad que conoce bien, como salmantino que es, y sobre la vetusta Helmantic City pergeña un microcosmos donde salen a relucir muchos de los males de nuestra sociedad moderna. Males extrapolables de Salamanca a cualquier otra parte de esta piel de toro.

Si el acto de darle un tiento a un plato de jamón serrano se reduce a engullir carne cruda (y oreada) de un animal muerto, el acto de vivir se reduce entonces a darle bocados a una cruda realidad de algo que ya no existe o que va camino de su extinción.

Sobre un escenario monolítico, caciquil, atávico y ancestral, esta Helmantic City, cuyas piedras, y reliquias del pasado son ahora abrevadero de hordas de turistas ávidas, entre otras, de experiencias culturales, gastronómicas y lúdicas, el autor situará a una serie de personajes: una piara de cerdos, corrompidos todos ellos por la codicia y las malas artes.

Quinto, cacique local, empresario jamonero, con ardides administrativos, contabilidades y facturas falsas y mediante fundaciones y subvenciones estatales, europeas y autonómicas mediante, tratará de evadir grandes cantidades de dinero, mientras las empresas del grupo se declararán insolventes y los empleados se irán a la cola del paro. ¿Nos suena todo esto mucho, verdad?.

Quinto, querrá dar a conocer las virtudes de su excelsa ciudad y sus gentes y nada mejor que producir un documental (la Guía visual de Helmantic City) donde la imagen y el sonido y una adecuada producción hagan el resto, contando para ello con Max Francia, director venido a menos que se dejará seducir por dicha propuesta, becarios sin contrato, jóvenes como Li Fo dispuestas a trabajar sin cobrar y presentadores televisivos con voz arrulladora de encantador de serpientes.

Espigado logra mantener un elevado tono satírico y sin dejarse arrastrar por el absurdo más absoluto, ir narrando esta historia, que es el derrumbe de un modelo cimentado durante las últimas décadas: un vacío rodeado de oropel, misticismo, servidumbres y religión. Unos lugares comunes en los que se desenvolvieron los empresarios y políticos, entre favores mutuos, comadreos y enriquecimientos particulares, poniendo la razón del estado de su parte, en su propio beneficio, sin el menor miramiento, ni escrúpulo. Secundados los primeros, por otros tantos vasallos, que vendidos al mejor postor, miraban para otra parte cuando era menester, mientras el viento soplara a su favor y el fondo de sus bolsillos estuviera cada vez más repleto de monedas.

Los momentos hilarantes, que hay unos cuantos, se suceden con reflexiones certeras sobre nuestra realidad cotidiana, como son el silenciamiento de los pronunciamientos ciudadanos por parte de las autoridades gubernativas, la prohibición de acampar a los ciudadanos para reivindicar un derecho fundamental pero no para ver a Justin Bieber (o cualquier otro ídolo juvenil), lo carnavalesco de ciertas manifestaciones públicas y sus posteriores interpretaciones por los intelectuales de turno, junto a otras de índole local como la evolución y devenir de la ciudad helmántica, algunas descacharrantes como la mutación de los días de salir de marcha por la ciudad (en Logroño también los miércoles siguen siendo miércoles), la topografía de los pueblos afectados por los efectos del estallido de la burbuja inmobiliaria o la fiesta democrática que es el votar.

Una agradable sorpresa la que me ha deparado la lectura de este libro de Miguel Espigado quien poniendo la mirada en la realidad, hace aflorar ante el lector, esa crisis, no ya económica, sino espiritual, más de fondo y de mucho mayor calado que la meramente crematística. Porque cuando la crisis sólo sea un recuerdo, los cerdos e hijos de puta seguirán todavía entre nosotros maquinando de nuevo, alimentando nuevas burbujas, habiendo mudado de piel pero no de espíritu, con uno ojo fijo en el IBEX y otro en Los Mercados.

Blog de Miguel Espigado

Los fantasmas (César Aira)

César Aira Los fantasmas portada libro Editorial Mondadori

El lector omnívoro no entiende de géneros literarios y no literarios, razas, volúmenes, distancias, países, soportes, ni fronteras. Lee de todo y lo hace con ávidez porque una vida es muy poco tiempo para todo.
Así, al tun tun, he llegado hasta César Aira (Argentina, 1949), que el año pasado publicó en España con El Grupo Random House Mondadori El congreso de la literatura y en el presente año, de momento, Los fantasmas y Relatos reunidos.

Los fantasmas es un libro breve de 146 páginas, donde no hay capítulos, ni secciones, ni hojas en blanco. Ni un sólo párrafo en blanco desde la página 7 hasta la 146. Eso no impide que esta lectura sin tregua enganche, lo cual no me deja de sorprender, porque el autor empieza hablando de una cosa y se va varias veces por los Cerros de Úbeda, para luego retomar de nuevo el rumbo de la historia, minimamente, para ensoñarse de nuevo con devaneos tales como los pelajes de los adolescentes, la conformación de las estrellas en el firmamento, los Chilenos vs los argentinos, los fantasmas maricas, las telenovelas, la arquitectura tribal africana, los elementos de la geometría australiana.

¿Una tomadura de pelo o un desmelenamiento donde tiene cabida y lugar?. Eso queda a criterio del lector. A mí, después de esto, me quedan ganas de leer sus Relatos unidos, donde César, al parecer se mueve con soltura y mucho arte. Lo veremos/leeremos.