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Fernanda Trías

La azotea (Fernanda Trías)

Publicada en el 2000 y reeditada ahora en España por la editorial Tránsito, recién creada, La azotea de Fernanda Trías (Montevideo, 1976) es una exploración sobre las taras humanas. He leído estos años un buen número de novelas y relatos de autoras como Fernanda Melchor, Mónica Ojeda, Guadalupe Nettel, Lina Meruane, Liliana Colanzi, Mónica Crespo, Andrea Jeftanovic, Ariana Harwicz, Samanta Schweblin, Vera Giaconi, Valeria Correa Fiz…, con un denominador común: el desasosiego y la incomodidad que generan su lectura.

La azotea es una pieza de cámara, narración circunscrita prácticamente a un inmueble (me recuerda al pausible relato de Morellón, El estado natural de las cosas), y la azotea del mismo, en donde la narradora encuentra algo de libertad. Nos desayunamos con un muerto, que luego son dos. Una vez llegado el final apetece volver a leer las dos páginas del comienzo para ver cómo Fernanda nos hurta en el mismo parte importante del fatal desenlace, que actúa como el típico golpe de efecto de cualquier película de suspense.

El resto de la novela, alargada sin necesidad (con personajes como la vecina hocicona o los policías, que aportan muy poca sustancia) nos sitúa ante una situación desquiciada en la que una mujer embarazada de su padre, trae a su hija a este mundo, lo cual no mejora nada, sino que lo echa, todavía más, todo a perder. La prosa resulta muy plana y acusa un tremendismo que no acaba de cuajar. Supongo que la idea es que el lector llegase a sentir cierta empatía por la desgraciada situación de la protagonista, de su padre, del pájaro en la jaula, de la infausta hija que viene a este mundo sin porvenir alguno. No es el caso y toda la novela se me antoja un cascarón vacío, que acusa un lenguaje muy plomizo y limitado. Dista mucho, en mi opinión, La azotea de La ciudad invencible, otra novela que leí de Trías y que disfruté mucha más que ésta.

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Escritoras latinoamericanas

Por estos devaneos literarios míos -aunque unas novelas las haya disfrutado más que otras- he descubierto a lo largo de los meses, y de los años, el talento de muchas escritoras latinoamericanas nacidas entre 1970 y 1988, como las que siguen:

Matate amor de Ariana Harwicz (Buenos aires, 1977)
Distancia de rescate de Samanta Schweblin (Buenos aires, 1978)
Seres queridos de Vera Giaconi (Montevideo, 1974)
Nefando de Mónica Ojeda (Guayaquil, 1988)
Temporada de huracanes de Fernanda Melchor (Veracruz, 1982)
La condición animal de Valeria Correa Fiz (Rosario, 1971)
Fruta podrida de Lina Meruane (Santiago de Chile, 1970)
Wakolda de Lucía Puenzo (Buenos Aires, 1976)
La visita de Mariana Graciano (Rosario, 1982)
El matrimonio de los peces rojos de Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973)
Valeria Luiselli (La historia de mis dientes, Los ingrávidos, Papeles falsos) (Ciudad de México, 1983)
El pájaro de hueso de María Carman (Buenos Aires, 1971)
Conjunto vacío de Verónica Gerber (Ciudad de México, 1981)
La dimensión desconocida de Nona Fernández (Santiago de Chile, 1971)
La abuela civil española de Andrea Stefanoni (Buenos Aires, 1976)
La ciudad invencible de Fernanda Trías (Montevideo, 1976)
La mucama de Omicunlé de Rita Indiana (Santo Domingo, 1977)
Los niños de Carolina Sanín (Bogotá, 1973)
Las constelaciones oscuras de Pola Oloixarac (Buenos Aires, 1977)
La perra de Pilar Quintana (Cali,1972)

A otras muchas como Cynthia Rimsky, María Moreno, Margarita García Robayo, Alia Trabucco Zerán, Paula Ilabaca, Mariana Enríquez, Paulina Flores, Laia Jufresa, Gabriela Wiener, Selva Amada, Liliana Colanzi, espero poder leerlas próximamente. Una lista, que por otra parte, no dudo que no dejará de crecer.

La ciudad invencible

La ciudad invencible (Fernanda Trías 2014)

Fernanda Trías
Demipage Editorial
2014
131 páginas

A los amantes de las reseñas-resumen hay os va una:

Cuatro mudanzas, una separación, una muerte.

La protagonista de la novela de Fernanda Trías (Montevideo, 1976) llega a Buenos aires desde Uruguay. Una vez allí se suceden las mudanzas (cuatro), escapando al mismo tiempo de su ex, La Rata, unas mudanzas que van secundadas de trabajos precarios que la protagonista asumirá con entereza y que no empañarán su mirada curiosa.

En su deambular por las calles irá digiriendo la ciudad bonaerense, esa torre de Babel de múltiples nacionalidades que la cimentan y amalgaman, un deambular en los comienzos muy limitado, circunscrito a recorrer unas pocas calles, siendo el horizonte lo que da de sí la vista encaramada sobre la barandilla de un balcón, perdida la mirada en los techos ajenos.
Un deambular que no será un turisteo por los lugares típicos de Buenos aires, sino que la autora fija su atención en los detalles, en lo mínimo, como el personaje de Marita, quintaesencia de lo que podría ser un pecio humano, con una prosa que corre el riesgo de deslizarse por lo banal, por la sucesión de anécdotas estériles y artificiosas, hasta que prontamente la narración coge el tono oportuno, la sintonía perfecta, con la cual es muy fácil sintonizar, donde uno tiene la sensación de que no sobra nada, de que todo el relato está muy medido y calculado, y que como la sensualidad que impregna esta novela/diario/autoficción, la narración es una insinuación, una promesa, literatura de la buena, que nos invita a pensar (a extrapolar significados) al tiempo que leemos, porque la prosa de Fernanda Trías resulta muy sugerente, trabajada y evocadora.

Poco más le puedo pedir a esta novela que hace del optimismo vital su esqueleto y del hecho de vivir algo gozoso, que vale la pena apurar hasta el final.