Archivo de la categoría: Crítica

El bolígrafo de gel verde (Eloy Moreno 2011)

Eloy Moreno El Bolígrafo de Gel verde Al protagonista del libro le clavaba yo dos bolígrafos de gel verde, uno en cada ojo, para que supiera de verdad lo que es el DOLOR, con mayúsculas.

En serio. No usaría un bolígrafo de gel verde, sino un cutter bien afilado, para no fallar. Ahora sí. Primero, felicitar al joven Eloy Moreno, el cual a base de dar la brasa, mover su libro por toda España y gracias a un país entregado a su obra, finalmente Espasa le publicó un libro y así sus padres pueden ahora presumir de tener un hijo escritor. Cierto. Decía Olmos, otro escritor, que su una novela es buena, al final alguien acaba publicándotela. No me parece este el caso, pero yo a Olmos no le llevo la contraria porque le tengo en un pedestal y se gana la vida escribiendo y yo no.
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Sangre a Borbotones (Rafael Reig 2002)

A Rafael Reig lo voy leyendo en un continuo flash-back. Primero Lo que no está escrito, luego Todo está perdonado y ahora Sangre a Borbotones. Los dos últimos libros comparten personaje: Carlos Clot, del cual sabemos mucho más de su aspecto físico, y en especial de su forma de vestir que de su forma de ser, quizás porque ya todo -además de perdonado- también esté perdido y solo nos queda dibujar el mundo de los personajes, mediante trazos estéticos, de la piel hacia fuera.

Como nos cuenta Reig en el prólogo del libro, escribir ni da dinero ni fama (salvo en el caso de unos cuantos privilegiados que pueden vivir de lo que escriben). De ahí, que quien se dedica a esta actividad, la literaria, deba hacerlo impelido por una auténtica pasión, la cual permite escribir y escribir, emborronar cuartillas, llenar cajones de manuscritos polvorientos, sin esperar casi nada a cambio. A veces, algunos triunfan, logran publicar sus manuscritos, y coger cierta repercusión. Reig ha pasado de ser un perfecto conocido (o mejor dicho un escritor alejado del gran público) en Lengua de Trapo (de cuya editorial van volando todos aquellos que van cogiendo notoriedad, como Ricardo Menéndez Salmón, Olmos, Faciolince o Reig) a publicar ahora en Tusquets y ver sus libros junto al de otras vacas sagradas de la literatura, en cualquier librería.

Reig explica también cómo la vida que llevaba en aquel entonces, a comienzos del segundo milenio de nuestra era, le permitía nutrir sus historias literarias (su trabajo en Telefónica, su hija pequeña, etcétera).

En cuanto al libro, la historia transcurre en un Madrid navegable. No hay petróleo y la gente se desplaza a pie, en velero o en bicicleta. Madrid, como era el sueño de Esperanza Aguirre ya es angloparlante y en ese entorno Clot, detective privado, debe encontrar la pista de tres mujeres desaparecidas. Dos son de carne y hueso y la tercera es el personaje de una novela de vaqueros que ha cobrado vida propia. Ya saben, Unamuno y Pirandello. Sigue leyendo

Alberto Olmos

Ejército Enemigo (Alberto Olmos 2011)

Cuando oigo hablar de la novela perfecta (que a menudo se emplea para calificar una novela) me descojono. Estoy de muy buen humor últimamente y sandeces como esa me llevan a la carcajada. Me pregunto en qué consiste la novela perfecta. Supongo que será algo parecido al polvo perfecto, al amanecer perfecto, a la estocada perfecta, al padre perfecto, a la siesta perfecta, al pareado perfecto, a la misa perfecta. Quién establece los indicadores. Quien fija los baremos. Quien analiza los resultados.

No existe la novela perfecta. Existen palabras en un papel. Negro sobre blanco.

El autor hace lo que puede, lo que roba a la realidad, lo que araña del pasado y añade lo que su cerebro segrega y luego el lector hace el resto, remata la faena. Hay lectores perezosos, indolentes, que no quieren experimentos ni sorpresas, amentes de lecturas grises como sus vidas y otros que se entregan, que se ofrecen, abiertos a experimentar nuevas sensaciones, los gastrónomos literarios para entendernos.

Cuando leo a Alberto Olmos siempre pienso que el hombre lo hace a medio gas, sin darlo todo, conteniéndose, como si escribiera con el freno de mano echado (sin animarse a desplegar esa prosa potente más a menudo, como sí sucedía en El Talento..) y no será porque Olmos no se explaye y explicite a gusto, en algunos momentos del libro, en especial en materia sexual, donde Olmos se despacha agusto creando un paisaje naturalista embutido de pollas, coños, masturbaciones, sexo anal, sexo oral, cintos, carne fresca a granel, rezumante de semen, de oquedades saciadas, donde el protagonista Santiago se nos va por la vía seminal un día y al otro también. Me gustaría leer un libro de Olmos donde el protagonista tuviera la mala leche (y esa prosa magnética) que destila en su blog, Lector Mal-herido, donde ahí si que no hay freno de mano y todo fluye sin mirar atrás.
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Hablar Solos (Andrés Neuman 2012)

Hablar solos Andres Neuman

Andrés Neuman
192 páginas
Alfaguara
2012

Me alegro mucho de haber leído este libro. He reído y llorado a partes iguales con él. En 179 páginas el autor argentino, crea un triángulo, tres voces, las de Elena, su marido Mario y su hijo Lito. Marío se muere. Elena lo sabe, su hijo no. Marío quiere fabricar un presente, unos recuerdos para su hijo, los últimos para cuando no esté, así que padre e hijo hacen un viaje en camión que les tendrá ocupados unos días. Mientras, Elena, sabedora del final de esta historia de amor, se entrega en los brazos de un médico, una entrega apasionada, enajenada, una relación en la que despeñarse, donde practicar puenting emocional, donde llegar al núcleo de su ser, más allá de lo convencional y los imperativos morales, familiares o sociales.

Con una prosa limpia, nada rimbombante, ajustada a los personajes. La del joven es mínima, plasmada en esos mensajes de sms que quieren comunicar con los menos caracteres posibles, algo parecido a Mario, que lo hace no por gusto, sino por limitación. Es Elena, la profesora de literatura, quien se ha leído todo, y donde comprueba que todos los libros cuentan su historia, la que debe aprender a vivir con su pérdida, a reconciliarse con su dolor, con su alegría.

Hay capítulos que convierten los ojos en un parabrisas en día de tormenta, donde las pestañas no son capaces de achicar tantas lágrimas.

Cómo se afronta una pérdida.
Cómo se gestiona el dolor.
Cuánto pagar por un atáud.
Cómo recordar a un difunto.
Cuánto debe durar el duelo.
Cómo ser infiel mientras tu marido agoniza.
Cómo superar la pérdida de un padre en la adolescencia, etc.

Estas preguntas y otras muchas son las que deben responder los personajes. Todo ello narrado con frases cortas, precisas, contundentes, y muchas de ellas alentadas por lo poético.