Archivo del Autor: Francisco H. González

Epitalamio

Epitalamio (Ramón del Valle-Inclán)

Composición lírica escrita en honor de una boda. Así define Epitalamio el Diccionario de la Real Academia. Y es lo que hay. Ramón del Valle-Inclán (1866-1936) en esta novela o relato, con una prosa riquísima y abundantes referencias librescas: aparecen citados en el texto Baudelaire, Heine, Mefistófeles, Don Juan, Dante y otras expresiones que desconocía como ¡Augusta, por los manes de Homero!… Attilio Bonaparte, un príncipe mujeriego seduce -es un decir, porque la que lleva el mando es ella- a Augusta, casada, lujuriosa y adúltera y se ven a escondidas, solo en parte, porque en esos lances amorosos a veces está presente la hija de ella, Beatriz, lo cual da pie, como es de esperar, a hablar de la Divina Comedia, donde ella, Augusta, sería Francesca, más que la Turris ebúrnea, donde la narración se desgrana entre bromas y veras, caricias y escorzos, risas y muecas, con la expectativa inflamando el deseo y los cuerpos.
El final, a tenor del título, es el esperado y si nuestro Don Juan no se puede esposar con la madre, pues para eso está la joven Beatriz, para propiciar el amor entre su madre y su amante bandido casándose con este.
Epitalamio forma parte de la Narrativa completa de Valle-Inclán publicada por Espasa, incluida en su tomo I. Me ha resultado una buena manera de entrarle al autor.

www.devaneos.com

Casares (Ramón Loureiro)

Al ponerme a leer esta particular biografía de Ramón Loureiro (Fene, La Coruña, 1965) sobre Carlos Casares (1941-2002) descubro que está escrito en gallego, pues al hacer la desiderata no reparé en ello. No pasa nada. Descubro, en mi beneficio, que al menos este libro lo puedo leer en gallego y sacarle tanto provecho como si lo estuviera en castellano. Se suman dos circunstancias. Una que está escrito en gallego, la otra, que no había leído nada de Casares, de hecho fue cacharreando por el catálogo de Trifolium cuando me enteré de la existencia de este libro. ¿Qué sentido tiene leer una biografía de alguien que no conoces y del que no has leído nada?. Pues sencillamente que la curiosidad del lector no tiene (o no debe tener) límites. Por eso ando leyendo a su vez la biografía de Anastasía Tsvietáieva de la que tampoco he leído nada suyo, y ahí, al contrario de este libro que se lee y disfruta en un suspiro, hablamos de !!!1200 páginas!!!.

El caso es que he disfrutado mucho con esta breve, demasiado en mi opinión, semblanza que Ramón Loureiro hace de Casares. Siendo como parece que fue, uno de los grandes de las letras gallegas de la segunda mitad del siglo XX me hubiera gustado haber tenido más información suya al respecto. De la misma manera, la entrevista que cierra el libro me sabe a poco y es una pena que muriera Casares sin haberse podido poner por escrito muchas más entrevistas. Conversaciones que por otra parte no dejan de ser otra clase de escritura, volátil, evanescente quizás, pero si echamos la vista atrás o hacemos memoria a menudo recordamos mejor las frases que hemos escuchado en una conversación que los párrafos leídos en un libro y según cuenta Loureiro, Casares era un muy buen conversador, además de un intelectual, aunque nunca se considerara tal, que ejerció como docente (el Régimen siempre lo tuvo en su punto de mira), que fue político con el PSOE durante un par de años al comienzo de la democracia, que dirigió la editorial Galaxia, que fue una persona muy generosa, muy buena persona, que se descubre como escritor en el colegio mientras pergeña sus primeras redacciones, que luego leería a conciencia a Valle-Inclán a Camba, que transcribía sus párrafos y luego los reescribía en sus cuadernos, o bien se nos cuenta cómo el destino, esa mano invisible, a veces se pone cariñosa, nos hace un favor, se muestra complaciente y pone al lado nuestro a la mujer de nuestra vida, así le pasaría a Casares con Kristina, una sueca estudiante de paso por Galicia a la que conoce en un tren y deja ésta pasar de largo, no ya otro tren, sino un barco. Así, por esos golpes del azar, se fundan a veces las familias, y dan fruto a parejas que sobreviven más de treinta años juntos.
Recuerda también Loureiro el empeño de Casares por dar voz y esperanza a la lengua gallega, que ésta tuviera su espacio, su reconocimiento, como sucedió con la Ley de normalización lingüística. Interesante lo que se dice sobre el Nobel de Literatura que no se le concedió a Gonzalo Torrente Ballester porque éste no sabía venderse bien, al contrario que Camilo José Cela que supo vender mejor su candidatura y le fue mejor, tanto que le acabaron dando el Nobel.

Decía Casares que la literatura solo le interesa a una minoría. Pues bien, Casares, esta es la primera vez que leo un libro en gallego y ha sido precisamente éste. Allá donde te encuentres, apúntate un tanto.

Editorial Trifolium. 2017. 95 páginas

www.devaneos.com

Las palabras justas (Ignacio Martínez Pisón)

Siete reportajes o «relatos reales» breves y bastante interesantes se dan cita en este libro de Ignacio Martínez Pisón publicado por Xordica en 2007, en los cuales según el autor aborda alguna injusticia que ha de ser reparada, de ahí su título.
El de la portada del libro es Leonardo Sciascia quien visitaría Belchite para comprobar por él mismo las cicactrices de la guerra civil española y ver dónde lucharon los soldados italianos (68.000) que Mussolini (por el que Sciascia sentía muchas simpatías, no tantas sin embargo por el fascismo) envió a luchar junto a los nacionales.
Otro artículo va dedicado a Ramón J. Sender al cual su libro sobre lo ocurrido en la tragedia de Casas Viejas le supuso la enemistad de los republicanos, la caída del gobierno de Azaña y su distanciamiento de la República, pues como diría el escritor «La verdad es que una república que era capaz de hacer lo de Casas Viejas no podía sobrevivir«. Un distanciamiento respecto a la izquierda que también opera en el escritor John Dos Passos que aparece en dos relatos, en el referido a Sender y en otro en el que se nos refiere la ayuda que Dos Passos a través del New World Resettlement Fund, organización que facilitaba la instalación de republicanos en Latinoamérica. Ahí se nos cuenta cómo fue la llegada de españoles como José Peirás a Guayaquil en Ecuador, desde la República Dominicana y su arribada a una colonia sita en la región de Saloya, donde les iba a esperar un paraíso que no resultaría tal.
En Historia de dos maestras, el conflicto bélico situará a una como directora de la prisión en donde su compañera de profesión ingresa como presa. Median acontecimientos como el fusilamiento en la cárcel de trece mujeres presas jóvenes (su delito fue haber militado durante en la guerra en las Juventudes Socialistas Unificadas), que se conocerían después como las Trece Rosas.
Presente también la estación de Canfranc, rodeada siempre de un halo de misterio, de suspense, donde mucho de lo allá sucedido durante la guerra civil española y la segunda guerra mundial será recogido en el libro de Ramón J. Camp, El oro de Canfranc.
Me he llevado también alguna sorpresa agradable pues uno de los relatos se titula El periplo de Lydia Kúper, a la cual conozco porque llevo ya unos cuantos meses tratando de conseguir sin éxito un ejemplar de Guerra y Paz ya sea nuevo, de segunda mano (a un precio razonable) o en alguna biblioteca pública, libro que fue traducido por Lydia Kúper para Muchnik, y de cuyo periplo para salir de España nos informa Ignacio. Huida del país llevada a cabo en 1939, en un avión en compañía de otros consejeros soviéticos, que sufriría un accidente, en el que Lydia se rompería un brazo. Kúper regresó a España en 1957 (había nacido en Lodz en 1914 y en 1920 se instalaría con su madre en Vigo y trabajaba como profesora en un instituto hasta el estallido de la guerra), donde pasará a trabajar como correctora de textos para la editorial Aguilar, siguió trabajando como traductora de Pasernak, Makanin y de esta obra inmortal de Tolstói, que está por ver si algún puedo llegar a leer.

Xórdica Editorial. 2007. 79 páginas