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Sobre la brevedad de la vida

Sobre la brevedad de la vida (Séneca)

Este es uno de esos libros que tenía pendiente de leer desde hace muchísimos años.

El presente año lo pienso dedicar a leer esos libros que siempre tenemos en mente y que por distintos motivos a menudo nunca pasan de ser lecturas potenciales.

El libro del filósofo cordobés Séneca (4 a.C a 65 d. C), es una carta dirigida a Paulino, el padre o hermano de su mujer, Paulina Pompeya, que finaliza recomendando a éste que se aparte de la vida pública.

Séneca siempre estuvo luchando con dos fuerzas, la estoica y la epicúrea. La primera llamaba a implicarse en la vida pública y la segunda todo lo contrario. Séneca de naturaleza estoica, desencantado al final de sus días con su vida en la arena pública, en este sentido se decanta, al menos de forma circunstancial, por lo segundo, por lo privado y doméstico.

La carta desde el exordio pone ya las cartas sobre la mesa:

«No tenemos un tiempo escaso, sino que perdemos mucho. La vida es lo bastante larga y para realizar las cosas más importantes se nos ha otorgado con generosidad, si se emplea bien toda ella. Pero si se desparrama en la ostentación y la dejadez, donde no se gasta en nada bueno, cuando al fin nos acosa el inevitable trance final, nos damos cuenta de que ha pasado una vida que no supimos que estaba pasando».

Ese el meollo. La idea sobre la que se expande toda la obra. Séneca nos habla una y otra vez, a menudo con ejemplos, de como de mil maneras diferentes dilapidamos nuestro tiempo, o bien en tareas sin sentido, en pos de la ambición, de ciertas metas que en última instancia solo logran separarnos de nuestra razón de ser, de nosotros mismos. No se trata de llevar una vida contemplativa, rendida al ocio, a holgar sin mesura, sino a dedicar el tiempo a nosotros, a nuestra persona, a nuestros intereses, de tal modo que cuando la parca ronde cerca, no miremos para atrás y veamos que el cómputo de los años realmente vividos son muy pocos, o bien que cuando la enfermedad nos asole, gritemos a los cuatro vientos que las cosas van a cambiar, que a partir de ahora haremos las cosas de otro modo, que nuestra vida será otra.

Esa vida plena, centrada en nosotros, Séneca la lleva al terreno de la sabiduría, como no podía ser de otro modo, así, en el acto de leer, de reflexionar sobre lo leído, de enriquecernos con el saber, al recurrir por ejemplo a los filósofos clásicos, encontramos el alimento que hará de nuestros días algo provechoso.

«Es posible discutir con Sócrates, dudar con Carnéades, serenarnos con Epicuro, superar la naturaleza humana con los estoicos, salir fuera de ella con los cínicos. Puesto que la naturaleza admite que lleguemos a ser copropietarios de todas las épocas, ¿por qué desde este tramo escaso y perecedero de tiempo no nos entregamos de todo corazón a esas realidades que son inmensas, que son eternas,que compartimos con los mejores?»

«¿Pensamos que éstos se entretienen en obligaciones auténticas? Podemos decir eso de aquellos que diariamente quieren tener como sus más allegados a Zenón, a Pitágoras y Demócrito, y a todos los demás sacerdotes de las buenas artes, a Aristóteles y Teofrasto. Ninguno de estos dejará de tener tiempo libre, ninguno despachará a quien a él acuda sin hacerlo más dichoso, más conforme consigo mismo; ninguno consentirá que nadie se vaya de su lado con las manos vacías; reunirse con ellos de noche, reunirse de día pueden hacerlo todos los mortales».

La sabiduría en definitiva es el camino hacia el yo, el camino del éxito, la luz que alumbra una existencia que se trunca si no huera, vacía, cercenada por el ruido, por el tráfago diario, por mil máscaras y distracciones que nos impiden bucear hacia nuestro ser. Y todo esto cuando en los hogares no existía ni la televisión, ni los videjuegos, ni internet, ni las redes sociales…

«De manera que la vida del sabio se extiende mucho; a él no lo encierran los mismos limites que a los otros; es el único que se ve libre de las leyes del género humano; todas las épocas como a un dios le prestan servicio. Que algún momento ya pasó: lo posee mediante el recuerdo. Que es inminente: lo aprovecha. Que habrá de llegar: lo toma de antemano. Larga vida le otorga la reunión de todos
los momentos en uno solo».

Antes de Bucay, Coelho y demás autores autoayudistas, dos milenios atrás, existieron pensadores como Séneca. Escritores que al leerlos nos enriquecen.

Sobre la brevedad de la vida. Un libro imprescindible.

La traducción, las notas y el posfacio son obra de Francisco Socas Gavilán. El libro está disponible en pdf la web de la Junta de Andalucía.

La utilidad de lo inútil

La utilidad de lo inútil (Nuccio Ordine 2013)

Nuccio Ordine
Acantilado Bolsillo
2013
173 páginas
Anexo. Ensayo de Abraham Flexner

Recién acabo de leer el ensayo La utilidad de lo inútil del Italiano Nuccio Ordine (Diamante, 1958) y mirando la contraportada del libro dedicada a loas, alabanzas y parabienes de otros escritores hacia este ensayo, uno en concreto, me ha llamado la atención: “Un bálsamo para tiempo de crisis. Una corriente de aire. Un respiro”.

Me gustaría saber cuántos parados de larga duración de nuestro país han leído este ensayo, y a cuántos esta lectura les ha resultado balsámica o por el contrario irritante
. Que Nuccio alabe todo aquello que es inútil, aquello que no rinde beneficios, aquellas actividades ajenas al ánimo de lucro, para todos aquellos que se pasan el día esperando la oportunidad de trabajar, aunque sea por una miseria, leer lo bello y necesario que es hacer cosas inútiles, a fin de ser libres, rompiendo así nuestras cadenas y servidumbres hacia este mercado capitalista que nos asfixia, envilece y alimenta, me parece un chiste malo. Es mejor ser libre y comer tres veces al día y dormir caliente en invierno que emplear tu libertad en morir de frío en el banco de un parque o debajo de un puente mientras escribes poesías exaltando lo bello que es vivir y morir (de frío/hambre/enfermedad/soledad).

Leo este ensayo y pienso en las necesidades de Maslow. Sólo aquel que tiene todas sus necesidades cubiertas puede pensar en la autorrealización personal. Así, creo, aquel que tiene su hipoteca pagada, su trabajo indefinido, sus padres e hijos sanos y fuertes, y el horizonte despejado, se abraza al arte, entonces sí, como un bálsamo, como ese algo refrescante que nos relaja, que nos eleva sobre nuestra monotonía, sobre nuestros días grises y clónicos, es entonces cuando el arte en cualquiera de sus disciplinas nos permite enriquecer nuestras existencias , que nos ayuda a hacernos mejores, toda vez que todas las demás necesidades básicas ya han sido satisfechas en mayor o menor medida.

Nuccio Ordine

Nuccio Ordine

Por tanto, siendo ese el punto de partida para este libro el ensayo de Nuccio, cuyo título es un buen cebo, resulta interesante, ameno, instructivo, donde Nuccio recopila párrafos de escritores (Montaigne, Leopari, García Lorca) y filósofos (Kant, Aristóteles, Séneca) que defienden la idea de que no vale la pena sacrificar una vida en pos del enriquecimiento, del atesoramiento de bienes, sino que más bien se trata de gozar la vida, de exprimirla, de consumirla (y consumarla) y ahí el arte, aunque a menudo no sea lucrativo (hoy todavía menos con la piratería y las descargas ilegales), juega un papel fundamental como surtidor de obras de recreo y esparcimiento.

Al igual que me pasó cuando leí el libro del exministro de cultura Gabilondo, Darse a la lectura, este libro no creo que persuada a aquellos obsesionados con seguir haciéndose más ricos de lo que ya son, para quienes leer y la cultura (salvo la del dinero) son una pérdida de tiempo y de dinero (que dejan de ganar si se ponen a leer este libro durante un par de horas) y a los que disfrutamos y mucho leyendo, yendo al cine, al teatro, con nuestros vinilos, asistiendo a una conferencia, a lecturas dialógicas, contemplando lubricanes, etc, este libro, no surte efecto alguno -de cara a acrecentar mi interés y pasión por lo inútil- al menos en mi caso, reconociendo no obstante el valor e[in]utilidad de este libro, como bloguero que soy, a quien este blog le aportará millones de alegrías, pero cero euros, pues eso, que uno hace todo esto por amor al arte.

Aquiles en el gineceo (Javier Gomá Lanzón 2007)

Aquiles en el Gineceo Javier Gomá Lanzón

Javier Gomá Lanzón
Taurus
2014
235 páginas
Aquiles en el Gineceo
Vol 2. Tetralogía de la ejemplaridad

No doy crédito a lo que me está sucediendo últimamente pues desde que tengo la Tetralogía de la ejemplaridad de Javier Gomá en mi mesilla de noche he pasado de leer novelas a leer ensayos filosóficos con una facilidad pasmosa. Mucho tiene que ver en todo esto que los textos de Javier Gomá son asequibles para los no expertos en filosofía como yo, entretenidos, amenos, jugosos y que su mensaje llega tras un pequeño esfuerzo, y que además en sus textos siempre aparecen escritores, en esta ocasión, con especial primacía Goethe y Rousseau, los dos grandes educadores europeos en los orígenes de la Modernidad, a mediados del Siglo XVIII, con dos obras capitales: Emilio y Wilhelm Meister.

A tal llega mi fervor hacia estas lecturas filosóficas de Javier que estoy todo el día embebido en ellas, habiendo pasado ya del estadio estético al estadio etílico sin pasar por el ético. Bromas a parte este ensayo, mejor, esta tetralogía resulta ejemplar.

¿De qué va este ensayo?. A grosso modo va de esto: Aquiles era hijo de una Diosa, medio inmortal, salvo por sus talones y su madre como temía por su vida después de lo que le había dicho un oráculo decide esconderlo en un gineceo. Allí pasa Aquiles su adolescencia travestido sin pegar un palo al agua, disfrutando de su inmortalidad, enamorándose de una joven con la que tendrá un retoño, hasta que un día aparece por allá Ulises, que va tras su pista, haciéndose pasar por mercader, dueño de joyas, alhajas y demás baratijas de relumbrón. Entonces hace sonar una trompeta que llama a filas a los Griegos para ir a la guera de Troya y rescatar a Helena. Y Aquiles se desprende entonces de sus ropas, desata su ardor bélico y decide ir a Troya a luchar, a sabiendas, pues se lo ha dicho un oráculo, de que si va los griegos ganarán la guerra, pero él, Aquiles morirá, como un héroe.

¿Por qué Aquiles decide dejar de ser inmortal y convertirse un mortal laureado?. A eso se dedica Gomá durante 235 páginas rizomáticas.

Si la lectura de un libro se asemeja las más de las veces a un plano secuencia o a una sucesión de flash-backs y flash-forwards, este ensayo es más algo parecido a pintar un cuadro. Gomá hace el esbozo, plantea la pregunta que he citado más arriba, y a partir de ahí, va dando capas de significación, acercándose una y otra vez a la cuestión, a la almendra filosófica: ¿por qué querría un ser inmortal ser mortal?. Aquiles elige ser mortal porque la mortalidad es el precio que debía pagar para llegar a ser verdaderamente individual y merecer el título del mejor de los hombres.

Para ello Gomá emplea la Teoría de los estadios que todo ser humano debe experimentar de forma secuencial. Un estadio estético-subjetivo, donde nos creemos divinidades, únicos, irrepetibles, donde prima la subjetividad y donde en definitiva sólo miramos por nosotros mismos sin ir más allá de nuestro ombligo y luego el estadio ético-objetivo, donde levantamos la vista y nos enamoramos, nos comprometemos, nos especializamos en el amor, fundando un hogar y en el trabajo, mediante la especialización laboral, con la división del trabajo. Ese paso, ese fundirnos en la masa, nos individualiza, y nos aliena, nos obliga a desprendernos de nuestro yo en pos de un colectivismo social, donde pasamos de ser universos individuales, a partes insignificantes de un todo. Este cambio de estadio nos pone de cara frente a nuestra finitud, frente a la muerte que nos igualará a todos, una muerte (nuestro único destino individual) que debe alentar en nosotros la emoción de ser mortales, de vivir cada cual su experiencia de la vida, para lo cual es preciso dar el salto, cambiar de lo estético a lo ético, asumiendo el sacrificio de llevar una vida normal, formando parte de la polis, pero no asentados en un nihilismo lúdico y deportivo, donde el gineceo sea reemplazado por el gimnasio, sino a través de la virtud y de su ejercicio a través de la ejemplaridad.

Resulta paradójico que esos dos padres de la educación, Goethe y Rousseau, siendo ambos geniales escritores y habiendo elaborado fabulosos tratados morales, luego en sus vidas personales, en el ejercicio práctico, en su dominios éticos fueron dos fracasados, para quienes su potente subjetividad nunca llegó a entrar en el reino finito de la polis. Rousseau convivió con Thérèse Levasseur una mujer corta de luces con la cual no se dejaba ver en público y los cinco hijos que alumbraron los dieron a un orfanato. Goethe por su parte vio como todos sus hijos se morían y sólo único llegó a cumplir 40 años mientras la relación con Lili Schönemann su verdadero amor nunca llegó a cuajar por la falta de compromiso de Goethe que quería dilatar hasta el infinito su estado estético y su vida acomodada.

A fin de cuentas, todos, dice Gomá hacemos ese trayecto que va del gineceo a Troya, aprendiendo a ser mortales para ser individuales. Y dicha mortalidad e individualidad son prerrógativas que la polis sólo otorga al ciudadano virtuoso, que imita al heróe griego, paradigma de la ejemplaridad humana.

Sin más demora, me despido ya, comenzando la lectura de Necesario pero imposible, cuarto y último título de la tetralogía de la ejemplaridad.

Javier Gomá Lanzón | Ingenuidad aprendida | Razón portería | Ejemplaridad pública (Tetralogía de la ejemplaridad vol. 3)

Javier Goma Lanzón Editorial Gutenberg 2011

Ingenuidad aprendida (Javier Gomá Lanzón 2011)

Javier Gomá Lanzón
Galaxia Gutenberg
2011
176 páginas

El bilbaíno Javier Gomá Lanzón ha obrado el milagro. No recuerdo la última vez que leí un ensayo filosófico. No sólo he leído Ingenuidad aprendida, sino que además su lectura me ha resultado de lo más provechosa, siendo consciente de lo subjetivo del calificativo. Gomá lleva publicando artículos en El País, desde 1998. Vale la pena leerlos, todos ellos. Muchas de las ideas, conceptos, reflexiones, que aparecen en los artículos forman parte de este libro, publicado en 2011.

¿Cuál/es es/son el/los pensamiento/s de Gomá?.

Otros entendimientos más fértiles han logrado alumbrar un gran caudal de ideas, mientras que el mío, estéril y seco, sólo ha dado una, a la que he dedicado mi vida con devoción filosófica: la ejemplaridad, hilo conductor de mis tres primeros libros (Artículo Las razones de la ejemplaridad)
Los tres libros son: Aquiles en el gineceo, Imitación y experiencia y Ejemplaridad pública.

Lo que Gomá pretende y desea es una transformación, un cambio, no tanto a nivel global, algo siempre impersonal y dificilmente medible, sino algo que tiene que ver más con la esfera privada de cada uno de nosotros. Si en las afueras del individuo casi todo está reglamentado por un aluvión de normas jurídicas que nos asfixian, en nuestro coto privado, reina la mayor libertad imaginable, limitada únicamente por el respeto que debemos a lo demás. Es en ese puertas para adentro donde Gomá quisiera que naciera esa transformación individual. ¿Cómo lograr ese cambio?. Él lo asocia a ese idea de ejemplaridad sobre la que lleva tantos años trabajando y dando forma. Nos habla Gomá de las buenas costumbres, de aquello que vale la pena respetar y mantener, de la fuerza arrolladora que tiene el ejemplo, el buen ejemplo, que de manera directa o indirecta, activa o pasiva, nos influye, porque siempre nos empapamos de los demás, queramos o no, dado que vivimos en una comunidad, donde nuestras acciones no pasan desapercibidas para el resto de miembros. Por tanto, la ejemplaridad no sería algo exigible sólo a los políticos (vemos a diario que los políticos distan mucho de cualquier ejemplaridad y dudo que sean modelo de conducta para nadie a medida que las cárceles se van llenando de concejales, alcaldes, presidentes autonómicos, diputados, senadores, etc), para quien se llega a decir que lo más importante de ellos sería su vida privada, pues se vota más a una persona que a un programa o ideario político. Obama ganó las elecciones sin haber publicado ningún libro de teoría política. Sin embargo los votantes tuvieron a su disposición varias autobiografías del afroamericano. Puede ser que la gente no las leyera, que aquello no tuviera nada que ver en el resultado final, pero el tirón personal de Obama es insoslayable. La tarea pendiente es pasar de la liberación a la emancipación. Esto es, que esa liberación tenga una significación, un sentido, algo que nos aleje de la barbarie y nos arrime a la virtud. ¿Ingenuo?. Ingenio, más bien.

Javier Gomá Jotdown
Javier Gomá – Jotdown

El gran acierto del libro de Gomá es el lenguaje que emplea. Ingenuidad aprendida es un ensayo filosófico cuyo destinatario va más allá de la comunidad filosófica, porque Gomá quiere seguir los pasos de Ortega y Gasset, y dar validez a su célebre cita: “La claridad es la cortesía del filósofo”, y sí, este ensayo resulta muy claro, lo cual es necesario para los lectores como yo que no siendo especialistas en la materia, estamos interesados por la filosofía, por el pensamiento, y apreciamos la labor antiaristocrática que ejerce Gomá de acercarnos casi tres mil años de filosofía, de invitarnos a participar, y dejar de ser convidados de piedra, de salir de ese bucle pernicioso de las universidades donde se estudia filosofía pero no se enseña a filosofar ni a pensar por sí mismo de un modo autónomo, como nos decía Kant en el siglo XVIII, para permitirnos gozar de esta filosofía mundana.

Este libro, ejemplar, me ha ganado para la causa, para la de Gomá.

PD. No les vendría mal a los jóvenes que cursan la asignatura de filosofía en el bachillerato, tener a mano un libro como este o similar. Recuerdo que cuando estudié filosofía en el instituto estuvimos casi un mes con los presocráticos. Y a sabiendas de que no entraba para la Selectividad. Al final del curso todos teníamos un revoltijo en la cabeza que nos impedía distinguir la contribución de cada filósofo a la Historia de la Filosofía. Han pasado ya bastante años, pero la semana pasada, en la biblioteca, dos adolescentes al lado mío entre arrumacos y carantoñas estaban estudiando para un examen de filosofía. Ella le decía a él, que a San Agustín le iba a dedicar dos horas y tres pasadas. A eso queda reducida la filosofía hoy, a empollar malamente la Historia de la filosofía, en plan píldoras, que se engullen, hacen efecto (aprobar el examen, o no) y olvidarlo todo, para dejar sitio para nuevos desconocimientos. Hete ahí la diferencia entre estudiar filosofía y enseñarnos a filosofar.

Entrevista a Javier Gomá en Jotdown