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El hombre del salto (Don DeLillo 2007)

El hombre del salto Don Delillo portada libro

Esta novela la escribió DeLillo en 2007, seis años después de la caída de las Torres Gemelas. Tiempo tuvo el autor para procesar tal brutal acto, que marcaría un antes y un después, de forma notoria, y cuyos efectos vivimos el resto de los habitantes de este planeta hasta el momento presente.

La novela arranca con fuerza, a lo grande, de manera espectacular, con un avión chocando contra una de las Torres y siguiendo entonces la travesía de Keith para dejar el edificio, ileso, entre humo y cenizas. Esas cuatro primeras páginas son muy buenas.

Sabremos luego que Keith estaba casado con Lianne, que lo habían dejado, pero tras dejar la Torre, o lo que queda de ella, no volverá él a su morada solitaria, sino que se encaminará a la casa de su ex, quien conmocionada ante la magnitud de la tragedia, no tendrá otra opción que dejarlo pasar, consolarlo, abrazarlo, restituirle su espacio en el catre.

¿Una tragedia presente es capaz de enmendar un pasado truncado?. Sigue leyendo

El talento de los demás

El talento de los demás (Alberto Olmos)

Sigo con Alberto Olmos. Me pasa a menudo. Me da la venada por un autor y me fajo con él hasta que me acaba poseyendo. Un verano me sucedió esto mismo con Tom Sharpe, empecé con Wilt y acabe con Tom después de haber leído una docena de libros suyos cuyos títulos aún recuerdo, así que la impresión o vampirización fue de aupa.

Me inicié con Olmos leyendo El estatus, seguí con Tatami y ahora le ha tocado el turno a El talento de los demás. Si las dos novelas anteriores de Olmos son breves; una fantasmagórica y la otra una vacilada que derrocha buen humor y ofrece al lector unas cuantas carcajadas y una sonrisa sempiterna en el rostro, El talento de los demás, es una obra más densa, de 318 páginas donde Olmos se explaya a gusto.

Aquí no hay recato a la hora de escribir, sino más bien un ataque de verborrea digital que lleva al autor a toca mil asuntos, que le va sirviendo en bandeja, el protagonista Mario Sut, un joven talentoso con el violín que tras relamerse con las mieles del triunfo sufre una bajada de tensión, alejado del dulzor del éxito, para convertirse en un ser más, perteneciente a la masa, que somos la mayoría, para alcanzar algo parecido a la perfección en su siguiente trabajo. Su posterior falta de ambición, su quehacer diario sin altibajos, sin crítica alguna hacia algo o hacia nadie, hace que quienes le rodean crean poco menos que encontrarse ante un santo, una divinidad que no levita pero a quien poco le falta.

Tras conocer a Mario, en la segunda parte del libro, Olmos tiene ocasión para dar su particular visión del mundo de la creación artística, ya sean cineastas, novelistas o músicos. Olmos pertenece a la mesnada artística, alguien que escribe, que lo hace bien, que tiene talento, luego se agradece esa labor de autocrítica, ejercida sin miramientos por ese camarero a quien todos estos artistas le parecen una panda de estómagos agradecidos, quienes creyendo estar dotados de una sensibilidad artística, tocados por una mano invisible que les hace ser especiales, viviendo a menudo del dinero familiar, no alcanzan en su férrea vanidad a ser conscientes de su necedad, estulticia y superficialidad.

Que la prosa de Olmos me engancha es un hecho. Cogí el libro un viernes y lo acabé el día siguiente, tras más de ocho horas de lectura. Me ha gustado, sí. Me gusta como escribe Olmos, las cosas que dice, cómo las dice. Aúna el segoviano talento e ingenio, hondura y persistencia. Eso sobre el papel ofrece una obra que leer y releer, pues hay muchos asuntos impresos a los que vendría bien dedicarlos un tiempito.

Me pasaré por la biblioteca a ver si me hago con A bordo del naufragio, Así de loco te puedes volver, Trenes hacia Tokio. De todos modos si el autor quiere dar una muestra de dadivosidad y enviarme un ejemplar de su último libro, Ejército enemigo, publicado en la potente editorial Mondadori, yo encantado. (A veces lo sueños se cumplen, si bien de momento sigo en Standby, como Iniesta). Dejo una crítica del libro que me ha gustado, porque al menos el autor argumenta.

Ala, y ahí dejo un párrafo, de los muchos leídos en el libro, que me ha gustado. A gozarlo.

«Si mi undécima novela saliera bien, fuera publicada o premiada y mi nombre figurara fugazmente en un periódico, oh, entonces todo el mundo apreciaría mi esfuerzo, les parecía meritorio que yo hubiera pasado los últimos diez años escribiendo para conseguir esto. Sin embargo no he conseguido nada, y el esfuerzo que he hecho es el mismo que si hubiera publicado las diez novelas, no hay diferencia, no hay más horas ni menos horas, no hay más ambición ni menos ambición, pero todo depende de si a alguien ahí fuera le sale de los cojones publicarme. Alguien con dinero, por supuesto».

Esto de la edición de libros es una lotería. La historia está plagada de escritores a quienes les rechazaron sus obras una y otra vez, hasta que un buen día algún editor decide publicar alguna, y a partir de ahí van de la mano el reconocimiento, el éxito, la fama, el enriquecimiento del autor, etcétera.

Pero como dicen en la novela, uno no escribe para hacerse famoso, sino porque es un pasión, como el que va al monte a por setas, o a hacer largos a una piscina. Es la motivación lo que mueve al ser humano.

Alberto Olmos | El estatus | Tatami

Hoy Jupiter (Luis Landero 2007)

Hoy Júpiter libro de Luis LanderoLuis Landero da muestra de sus dotes de narrador, de creador de historias apasionantes, como las que nos ofrece en su novela publicada hace pocas semanas, Hoy Júpiter, publicada por la editorial Tusquets, en las que aparentemente no pasa nada, pero en las cuales sus personajes sufren maremotos interiores, consumidos por el odio, los celos, abrasados por el amor incandescente, por los celos redimidores, por el afán de venganza. Son dos historias paralelas las que acaban convergiendo.

Una ocurre en un pueblo y tiene como protagonista a Dámaso, al cual, los delirios de grandeza de su padre lo convierten en un infeliz. Son muchas las metas que el infante Dámaso debe cruzar, los retos a afrontar, las pruebas a superar, las virtudes inherentes a descubrir y ya desde niño Dámaso ha de tener claro que quiere hacer con su vida, robándole su padre, primero la niñez y luego exiliándolo de la vida familiar cuando otro joven, Bernardo, ocupe su lugar, para convertirse en el ojo derecho de su padre, que pondrá en él todas sus esperanzas, canalizando todos sus esfuerzos económicos y desvelos, hacia el triunfo de ese joven guapo e inteligente que se deja querer y redimirá a todos de sus hueras y anodinas existencias.

Tomás es el protagonista de la otra historia. Apasionado de los libros, desde joven supo que su mundo era de papel, un cosmos de letras. En la soledad de su habitación, entre sus libros, de los que ha memorizado párrafos enteros, se siente a salvo y poderoso. Un buen día Marta, aún menor de edad, entra en su vida, lo cautiva y enamora, y Tomás que aquel entonces ya da clases en un instituto como profesor de literatura y se cree destinado a grandes logros, se ve irrefenablemente atraído por ella, lo consume el deseo y juntos viven un apasionado y tórrido romance, donde Tomás se desboca, asume su papel de mentor, de profesor y la instruye, interpretando para ella las escenas de sus libros, hasta que domestican su amor casándose y tienen una niña. Son muchos los proyectos que Tomás tiene en mente; ser profesor de universidad, publicar su tesis, y transformar sus manuscritos en libros de éxito.

Landero se asoma a la profesión que él tan bien conoce, la de profesor, ya que él lo es, de literatura, en la escuela de Arte Dramático de Madrid, y así vemos como ese mundo invulnerable que pueblan los personajes de las novelas que Tomás lee, no casa con el mundo real, para una vez descreído, afirmar que debería haber libado de la flor no de la miel. La vida hay que vivirla, no leerla, sería una conclusión válida. Ese papel pasivo, de ratón de biblioteca, en las antípodas de un hombre de acción, lo consume, porque siente su vida desperdiciada, entre toneladas de tinta, más aún cuando ve de nuevo como Teresa, una de sus alumnas adolescentes, atiende embobada en sus clases, inflando el ego de Tomás, que siente de nuevo la llama de la vida, un tibio cosquilleo en la planta de los pies. Una aventura fugaz y extenuante, un amor ficcionado y astringente, una representación que agota los tópicos del amor en escasas semanas y que portará el germen del fracaso, de la derrota, de todo lo que ocurrirá después entre Tomás y su mujer Marta, dispuesta a «embarcarse» en una insólita aventura.

No es necesario embebernos en la lectura de un bestseller para desear tener un rato libre, que dedicar a su lectura. Landero lo consigue con Hoy Júpiter, con una prosa limpia, nada retórica, de léxico rico y abundante que plasma con todo lujo de detalles, lo aparentemente intranscendente, como las primeras fases del enamoramiento, el hastío matrimonial alimentado de silencio e indiferencia, la ávidez de éxito y su relativismo, el egocentrismo artístico, el abaratamiento de la cultura para acercarla a los alumnos, la cruz del condenado «a ser alguien», con una vida impuesta por los otros.

Las mujeres, con carácter secundario y poca hondura se muestran en el libro como el oscuro objeto del deseo, lúbricas y procaces, en las que Tomás buscará halagos y reconocimientos a su labor intelectual a su excelencia didáctica y protagonizarán las situaciones más hilarantes, como los devaneos sexuales postreros de Marta.

La lectura de Hoy Jupiter me ha embargado, y ya estoy entusiasmado con leer lo próximo de Landero, si al final lleva a la práctica el proyecto que tenía en mente y leí en una reciente entrevista al escritor, sobre un hombre que el día que celebra su jubilación ante sus compañeros se explaya, en una perorata, durante doscientas páginas. A Landero da gusto infinito leerlo y también oirlo. Gracias maestro

Los príncipes valientes (Javier Pérez Andujar 2007)

Los principes valientes Javier Pérez Andujar portada libroLos príncipes valientes supuso el debut de Javier Pérez Andujar en el mundillo literario, si bien atendiendo a su biografía lleva ya unos años ligado al mundo de la letras. Lo hace con un obra autobiográfica, la cual no abarca lo que ha sido su existencia hasta la fecha, sus 43 años hasta el momento, sino que se centra en el maravilloso mundo de la infancia. La obra son algo menos de 200 páginas, que al fin y a la postre supone un elogio a la amistad, a esos compañeros de escuela a los que conocemos por sus apellidos, con quienes compartimos experiencias inolvidables. En el caso de Javier, su afición a la lectura le une a otro amigo suyo lector compulsivo, un tal Ruiz de Hita.

Ambos juntos irán descifrando los códigos del mundo real, a través de sus lecturas, principalmente con los tebeos de la época y las novelas de Julio Verne, Jack London, Edgar Allan Poe, etc. A la par de lo literario está omnipresente el mundo de la televisión y ahí el autor, establece paralelismos entre las figuras televisivas de la época, entre Kojak y Colombo, no faltan tampoco las referencias familiares, marcados por su republicanismo, por su oposición al régimen franquista, figuras muy atractivas como la de su tío Ginés, con unas anécdotas hilarantes, su padre y sus huelgas en la fábrica, la figura maternal, viviendo todos ellos, en casas obreras, junto al río Besòs, donde todavía no había tenido lugar el desarrollismo inmobiliario, de ahí que los niños pudieran corretear todavía por campas y solares vacíos, incluso enterrar libros junto a los postes de alta tensión, esos donde algunos niños subían y morían como pajaritos fritos. Una novela que he leído con agrado.
No pertenece Andujar a mi generación, pero entiendo y comparto su amor infantil y primigenio por las letras, por la tinta impresa, por esos mundos que evocan las novelas, que permiten abstraerte del mundo real y hacer más enriquecedora la existencia. Una novela que bien vale la pena leer. Andujar acaba de publicar ahora su segunda novela Todo lo que se llevó el diablo, que habla sobre las misiones pedagógicas.