Archivo de la categoría: Literatura austriaca

Carta de una desconocida Stefan Zweig

Carta de una desconocida (Stefan Zweig 2002)

Stefan Zweig
Acantilado
2002
72 páginas

En 72 páginas Zweig se las arregla para contarnos una historia de amor no correspondido difícil de olvidar.

Todo comienza cuando un señor recibe entre su correspondencia (aquellos años epistolares), un sobre sin ninguna seña del remitente de la misiva.

Dentro del sobre van unos folios escritos por una mujer.

Esa mujer innominada siempre ha mostrado hacia el señor destinatario de su carta un amor tan sobrenatural como no correspondido. Un amor que brota cuando la joven tiene trece años -su amado vecino algunos más-, y que el paso del tiempo irá avivando, exaltando, hasta la obsesión enfermiza, hasta el umbral de lo patético, ya que para esta mujer, estar al lado de su amado, una y otra vez a lo largo del tiempo, en tres ocasiones, sin que el destinatario de su cariño, de sus caricias, de su fervor sexual, tenedor de tan mala memoria, que cada encuentro, es un nuevo encuentro, no le supone a su amada la menor afrenta, el menor menoscabo en su dignidad, perdida ésta en el primer estadio de su febril y descompensado enamoramiento. Y además hay un niño, su hijo muerto, al que la mujer está velando y quien poco después de morir este, al día siguiente, escribe esta misiva, quizás una despedida, ni siquiera una llamada de auxilio, ni siquiera un ajuste de cuentas, más bien algo más simple, un alzar la voz, disculpándose, antes de que el olvido la desaparezca del todo.

Zweig despliega para nosotros este monólogo del amor, con la sensibilidad y riqueza de matices (en esa labor de introspección) que le caracteriza. Así, su lectura no puede ser menos que gozosa. Un libro de corta extensión y mucha profundidad, de los que crece en vertical.

Franz Kain Editorial Periférica 2013

El camino al lago desierto (Franz Kain 2013)

Franz Kain
Editorial Periférica
103 páginas
2013

Al escritor austriaco Franz Kain lo ningunearon en vida. El hecho de críticar el nazismo y ser antifascista no le ayudó para hacerse un nombre en la literatura de su país, menos aún su vinculación con los comunistas. Si en Austria donde publicó un buen número de libros es un perfecto desconocido, por estos lares qué decir. Así que hablar de él en esta blog lo podemos entender como un acto de justicia poética.

El camino al lago desierto es un relato que Kain publicó en los 70, al cual le añaden un Postfacio de Sigurd Paul Scheichl, más extenso que el relato y al final tenemos 101 páginas, empezando en la 9.
Ejercicio: ¿cuántas páginas tiene entonces el relato?.

El libro/relato/nouvelle no da mucho de sí. Kaltenbrunner es un pez gordo de las SS, bien pagado de sí mismo, ya que se tiene por culto, inteligente, refinado, tradicional, padre de familia perfecto (con su perfecta y tradicional amante) que en mayo de 1945 debe poner pies en polvorosa al entender que el III Reich ha llegado a su fin. Se pone entonces ropa de abrigo, coge sus esquís y se va a la montaña, a las Montañas Muertas secundado por otros dos compañeros y un cazador que los guía.

En ese trayecto Kaltenbrunner fantasea con lo que sucederá cuando las aguas vuelvan a su cauce, cuando todo se normalice, como si su huida fuera un paréntesis, un limbo de tiempo, tras el cual regresar luego a su vida normal, que para él lo es, pues la ignominia llevada a cabo en los campos de concentración (narrada en cursiva), con su presencia activa, no le acarrea ningún mal pensamiento, ni remordimiento, más allá de proporcionarle la satisfación propia del trabajo bien hecho y el cumplimiento de las órdenas recibidas por Himmler o similares.

Franz Kain
El escritor ninguneado

El paisaje que anega a estos caminantes/montañeros es un paisaje nevado, un desierto blanco sin orillas, donde no hay vida humana, animal o vegetal, lo que aboca a Kaltenbrunner a recordar la primavera y a los devaneos florales.

En esa ensoñación está Kaltenbrunner hasta que llegan a una cabaña para acabar el libro abruptamente, haciéndose justicia.

Próxima parada | El matrimonio de los peces rojos (Guadalupe Nettel)

Arno Geiger, El Aleph editores, 2013

El viejo rey en el exilio (Arno Geiger 2013)

Arno Geiger
157 páginas
El Aleph Editores
2013

El autor austriaco Arno Geiger (1968) aborda en su última novela (publicada por El Aleph editores) El viejo rey en el exilio la demencia de su padre August. Arno da por bueno lo que en su día afirmó Derrida -que se escribe, entre otras cosas, para pedir perdón- y el tono que adopta este relato autobiográfico viene a ser un homenaje al padre presente/ausente.

En los albores de la enfermedad del padre y al no disponer de toda la información, ciertas conductas del mismo, le resultan a Arno y al resto de su entorno familiar, apenas comprensibles y muy a menudo frustrantes y reprobables. Una vez que todos tomen consciencia de que su padre sufre una enfermedad degenerativa; demencia, alzheimer, es cuando tratan de organizarse y hacer las cosas de otra manera, a fin de coger el toro por los cuernos. Arno, va entonces al encuentro de su padre, del cual se había distanciado con el paso de los años, un encuentro no exento de tensiones, fricciones, desaliento, tristeza, alegría y esperanza. En resumen, un torbellino de sensaciones que experimenta todo cuidador que se faje en las atenciones dedicadas a un enfermo de larga duración y cuya mente es una cantera al aire libre, donde cada día es una detonación que la irá barrenando, hasta su extinción.

El libro, al tiempo que va constatando los progresos de la enfermedad en la mente de August, hasta verse obligado a dejar su casa para ser ingresado en un asilo, donde se cuestione a diario su falta de rendimiento y su escasa utilidad, va arrojando datos sobre la vida del mismo, sobre el efecto devastador que la guerra tuvo en su persona. August sobrevivió a la guerra, pero se llevó al futuro un trauma, que le impediría, de manera voluntaria, volver a salir de su pueblo y ver mundo, ceñido a un esquema mental que le impelirá a buscar la tranquilidad, el confort de lo cotidiano.

Arno nos habla del matrimonio de su padre, condenado éste al fracaso, de los hijos que tuvieron, de la separación, todo ello con la voluntad de comprender a su padre, de saber cómo fue su vida, y quizá un libro sea una buena forma de dejar por escrito, cómo, y a pesar de todo, las personas que nos rodean a menudo se nos muestran incompletas, apenas iluminadas, con pasados mutilados, o nunca narrados. Arno, por ejemplo, descubrirá unos papeles escritos por su padre donde explica cómo fue su regreso a casa, desde Bratislava, tras debatirse durante cuatro semanas entre la vida y la muerte, hechos de los que Arno no tendría conocimiento (más allá de una foto) si su padre no lo hubiera escrito en unas cuartillas que luego guardaría en unos cajones.

El libro está escrito desde el cariño, desde el reconocimiento, entendida la proximidad de la muerte y la estación anterior, la enfermedad, como una lección de vida y creo que si el libro resulta bastante emotivo y enriquecedor, éste queda perfectamente resumido en una foto, la de la solapa, en la que se va al padre y al hijo al aire libre, caminando. La mirada que el hijo destina a su padre y lo que ésta contiene, lo dice todo.

Lecturas periféricas
| La presencia pura (Christian Bobin) | No he salido de mi noche (Annie Ernaux) | Manual de pérdidas (Javier Sachez)