Archivo de la categoría: Crítica

Ricardo Menéndez Salmón Seix Barral 2014

Niños en el tiempo (Ricardo Menéndez Salmón 2014)

Ricardo Menéndez Salmón
2014
Seix Barral
224 páginas

Si La ofensa de Ricardo Menéndez Salmón me dejo frío, ahora con Niños en el tiempo, su novela publicada este enero, me ha alcanzado de pleno y he disfrutado de lo lindo con una prosa porosa y absorbente, que en esta ocasión, ha resultado muy permeable, empapando mi ánimo con muy buenas sensaciones, un gozo similar al júbilo.

Me gusta la portada del libro: un niño en una playa, embarrado, mirando algo más allá. Esa foto representa el mundo, lo explica y justifica. De hecho, son los niños la razón de ser de esta novela, fragmentada en tres historias relacionadas.

En mi caso, los libros de Ricardo los leo con la RAE y la Wikipedia siempre a mano, a fin de no dejarme pasar nada de largo, resultando así la experiencia lectora aún más intensa, mayor el deleite que nos ofrece este orfebre del lenguaje, de espíritu Renardiano, en busca de la palabra justa, medida, precisa.

La pérdida de un hijo es ya un lugar común en la literatura universal (y en el cine), ya sea abordándolo desde la ficción o no, pues bien, en la primera historia de la novela, es un matrimonio quien sufre la desdicha de ver morir a un hijo pequeño. Constatamos luego la sima insondable que se abre bajo los pies de ambos, esa fractura en la que ni el presente ni el porvenir serán capaces de coser los costurones que el desgarro, la pérdida, deja en el alma humana.
Como el padre, ahora huérfano de hijo, es escritor esto le da pie para abordar el asunto con perspectiva literaria, ambicionando nada menos que plasmar por escrito, esos huecos de la historia, las omisiones no justificadas, como la Infancia de Jesús. Esas páginas son una delicia, una vehículo gozoso, que nos lleva 2.000 años atrás en el tiempo, fabulando con lo que podía haber sido, porque nadie se creerá a un Dios, sin infancia, sin amigos, sin dolor, sin padres, sin alegrías.

Ricardo Menéndez Salmón
¿Ríe el hombre o ríe el niño?

Y lo que bien comienza, prosigue y mejor acaba. El tercer relato nos lleva a la isla de Creta, a la que uno también se iría jubiloso de la mano de la protagonista, a dejarse solazar y envolver por el sol, el mar, la playa, la soledad, el silencio, la calma, la paz. Un espacio geográfico privilegiado donde Antares verá brillar de nuevo su estrella, en estas historias circulares, donde todo empieza y nada acaba, sucediéndose en el tiempo, como los hijos de los hijos de los hijos de los hijos, porque sembrar y recoger vida es nuestra maldición, nuestra condena, nuestro desahogo, nuestra razón, nuestra locura.

Un libro soberbio, el de Ricardo Menéndez Salmón, también inteligente, nutricio, divertido, emocionante, poético, intenso, vibrante, culto, el de este escritor, o demiurgo, creador de mundos y de historias, como éstas, fascinantes: un mar salado en el que sumergirse, para mantenerse a flote, alpiste para ese pájaro que anida y revolotea en nuestro interior antes del apagón final.

Ricardo Menéndez Salmón en devaneos | La ofensa | Niños en el tiempo

Próxima parada; La ternura canibal (Enrique Serna)

2013, Editorial Caballo de Troya

La visita (José González 2013)

José González
Editorial Caballo de Troya
2013
112 páginas

En la portada de esta muy buena novela del lucense José González (1981) vemos a una niña, buscando conchas en una playa. Es una portada luminosa, esperanzadora. El libro también lo es, aunque su argumento verse sobre los que están acabados, sobre los que se van.

El narrador es un joven que los fines de semana vuelve a su casa, a la habitación de su adolescencia, para pasar esas 48 horas con sus padres.

La familia no es algo enriquecido o reconstituido, tipo Los Serrano, donde reina la algarabía, la alegría y la soplapollez, no, la familia es otra cosa. Lo sabemos, porque todos tenemos (o soñamos) con una.

José González La visita 2013

La familia en sí mismo no es nada, más allá de una convención. El joven tiene un padre con sus peculiaridades y una madre que lo adora, y ambos progenitores que lo miman y protegen son rectas paralelas, que no se tocan, si no se buscan, y hay una hermana poco presente, y una abuela camino del más allá y un abuelo que quedará viudo, afincado en la soledad y hay dolor y desgarro y residencias y fármacos y mucho vacío y silencio y perros ovillados y árboles petrificados en su silencio y gaviotas desespinando las nubes y barro en los caminos, viento y lluvia y podría ir encadenando párrafos e ir líandome entre palabras, sin transmitir lo que quiero, que es, que La visita de José González me ha gustado un montón, que su lirismo me ha calado, que su historia me ha interesado, que sea o no lo que leemos, la vida de José González o una ficción, me ha llegado al alma, me ha emocionado; lo que este lucense ha logrado en poco más de cien páginas es tan luminoso, vívido, sólido e intenso como real.

Próxima estación | Niños en el tiempo (Ricardo Menéndez Salmón)

Isaac Rosa Seix Barral 2013

La habitación oscura (Isaac Rosa 2013)

Isaac Rosa
Seix Barral
2013
248 páginas

La mano invisible de Isaac Rosa no me gustó apenas. La habitación oscura, la última novela publicada por Rosa la he leído porque en los listados de algunos críticos literarios aparecía como uno de los mejores libros del pasado año.

No me ha gustado nada.

Este libro ahonda en los problemas del anterior. Rosa resulta cargante, y su prosa, es un ladrillo, una papilla duramente indigerible, una reiteración donde una y otra vez se trata el mismo asunto, sin apenas variedad.

El reclamo es la habitación oscura que da título al libro, donde unos jóvenes deciden sellar una habitación, para una vez y totalmente a ciegas, correrse unas buenas juergas sexuales, donde todo está permitido, siempre que no se recurra a la violencia, la intimidación o cualquier otra actitud no deseada. Además de sexo, la habitación es la metáfora de un espacio físico y mental donde aislarse del mundo, la familia, la pareja, el trabajo, la crisis, la vida real, en definitiva.

Hasta la página 53 no comienzan a nombrarse a los personajes, que acaban siendo lo de menos, por su nula entidad. El narrador adopta distintas voces, a veces, la primera persona del plural, sean padres o madres, en genérico, o la de individuos concretos. La historia comienza en el momento presente, para luego rebobinarse, irse replegando, a fin de explicar cómo se decidió hacer una habitación oscura, qué pasó dentro y cómo fueron cambiando las existencias de las personas que en ella entraban y salían.

Surgen entonces un puñado de historias anodinas, previsibles, a las que se les da un aliento épico, ya sabéis: esto es una guerra, libramos batallas, hay que resistir, sortear los cascotes de este mundo que se desmorona, etc…

La prosa a fuerza de ser descriptiva provoca un letargo y un amodorramiento del que es difícil superarse.

Cuando uno ya está a punto de caramelo y Morfeo ha ganado el combate a los puntos, entonces Rosa, que sabe un huevo, vuelve a la carga, deja la pluma, o el teclado y se saca la verga literaria, y surgen de nuevo las vulvas, los penes, las axilas, los orificios perforables, el sudor, el esperma, los gemidos, los cuerpos jadeantes: ese fundido en negro, y tras unos cuantas páginas de revolcones, una vez que el lector se ha espabilado, incluso empalmado (habrá quien lea solo con una mano, que pervertidos, siempre ha habido), vuelve a hablarnos de lo mal que está todo, de lo jodido que es sobrevivir, de que todos somos víctimas (los directores de las sucursales bancarias también) y culpables, por nuestra pasividad, porque hay una mano invisible que nos ahoga, queramos o no y nosotros más allá de consumir poco podemos hacer por cambiar las cosas, si bien no falta el protagonista antisistema que está dispuesto a sacrificar su vida o parte de ella por el resto, por mí y por ti, y por todos los demás.
Y como el libro es muy moderno, Rosa, nos mete de matute, algunos temas que le pirran, por eso, el final de la novela, se empeña con los hacker, reflexiona sobre la pérdida o violación de la intimidad, merced a las nuevas tecnologías, y asuntos similares. Igual hubiera sido haber acabado el libro hablando del Coltán o del tráfico de colmillos de elefante, pero qué mejor que escribir de lo que se conoce, ¿no?.

Todo el discurso del libro lo podía haber seleccionado Rosa para publicarlo en el terreno propicio, en alguna de sus columnas en El diario.

Isaac Rosa

Y como colofón algún párrafo que me ha marcado, para mal.

ahí electrodomésticos, televisores, ordenadores, teléfonos condenados a la obsolescencia programada o desplazados por las nuevas necesidades; ahí montañas de ropa prematuramente envejecida, pasada de moda, aburrida, arrojada a contenedores solidarios para que la acabasen vistiendo ancianos africanos, ahí restos de comida precocinada, comida a domicilio, comida japonesa, comida mexicana, restaurantes donde una cena cuesta medio salario mínimo pero una vez en la vida todos deberíamos regalarnos algo así; ahí botellas de cerveza internacional, botellas de vino altamente puntuado en una web, vasos con restos de ginebras exóticas y tónicas de importación, rodajas de pepino y hielo mineral; ahí entradas amarillentas de multicines, teatros, conciertos, exposiciones, musicales, circos del sol, parques temáticos;….

¿sigo?

ahí regalos especiales, escapadas románticas, cruceros por fiordos, balnearios, spa, masajes y envolturas de barro, chocolate, de vino, piedras volcánicas, juguetes de sexo, joyas de aniversario, litografías numeradas; ahí carricoches y cunas y ropas amontonadas por edades y juguetes ennegrecidos y cuentos con todas las pestañas arrancadas. (página 75)

¿A qué os habéis quedado con ganas de más?. Pues ale, que compartir es amar.

una pira a punto de arder: miles de informes redactados, códigos programados, artículos traducidos, copas servidas, ventas conseguidas, planos dibujados, mecancías aplazadas, cabellos cortados, llamadas atendidas, contratos firmados, presupuestos aprobados, casas reformadas, páginas diseñadas, puntos saturados, operaciones decididas; millones de bienes producidos, fabricados, tratados, procesados, montados, pintados, atornillados.

¿Hay algún masoca en la sala?. Va por ti. Ánimo, valiente.

atornillados, abrillantados, empaquetados, clasificados, apilados, almacenados, distribuidos, etiquetados, vendidos, averiados, reparados, agotados, deshechados, reciclados, triturados; millones de servicios ofrecidos, anunciados, encargados, abonados, prestados, reclamados, ampliados, cancelados.

Si vuelven a reponer el 1,2,3…responda otra vez, los libros de Rosa me van a venir de perlas.

De todos modos estos párrafos son una muestra de como Rosa logra aburrir a un lector como yo, por eso no me ha gustado. Prefiero a escritores como Landero, Bayal, Longares, Tizón, Torné, por citar algunos, que juegan con las palabras, que las trabajan, y logran sugerir algo con el lenguaje.

En esta novela todo es tan explícito, no solo el sexo, tan porno y gráfico, que finalizas la novela aletargado, anestesiado y penetrado.

¿Es esto que hace Rosa lo que entienden algunos críticos por escritura tenaz e insistente?.

Próxima parada: La visita (José González)

Juan Eduardo Zuñiga 2010 Galaxia Gutenberg relatos

Brillan monedas oxidadas (Juan Eduardo Zuñiga 2010)

Juan Eduardo Zuñiga
Galaxia Gutenberg
146 páginas
2010

Antes de aventurarme con La trilogía de la guerra Civil de Juan Eduardo Zuñiga, quería medirlo en la distancia corta del relato. Quince de ellos forman parte del libro Brillan monedas oxidadas.

La temática de los mismos es variopinta, si bien casi todos están anclados en el pasado, más o menos reciente. Lo que no encontramos en ningún momento son triunfadores, tampoco gente con suerte.

En el primero de ellos. El festín y la lluvia, un grupo de gente está reunido en un albergue mientras el río que los circunda crece con la sempiterna lluvia, mientras una chica joven quiere ser abrazada y mojada por la lluvia mientras el resto decide quedarse quietos, anclados física y mentalmente en su conservadurismo.

En Jazz Sesion, la música permite traer el pasado esclavista entre el ruido de los metales.

En Agonía bajo manto de oro, un joven descubre a través de una rendija en la madera del cuarto que tiene alquilado, como una anciana recibe regalos a cual más exquisito, si bien, su sed, no se calma, ni se sacia. No sabemos si aquello es real o fantasía. El joven a pesar de todo cae de una pieza sobre el catre, tras esa visión/alucinación.

En Has de cruzar la ciudad, una chica reparte pizzas a domicilio, por la noche, infestada ésta de peligros, reales o imaginarios, y de la mano de leyendas del pasado decide dejar que el céfiro lama su cuerpo mientras se cree Lady Godiva, a lomos de su motocicleta.

En La mujer del chalán, el protagonista de la historia, un tal Solano se enamora de una morisca y aquello no puede salir bien, porque parece que hay una ley física que impide la felicidad del hombre por todos los medios físicos o divinos.

En El campanero de San Sebastián, un pobre hombre decide deambular por el camino perdido, una vez deje el campanario, mientras en su cabeza repican el acoso del párroco y las canciones de una gitana. Todo resulta muy simbólico y angustiante.

En Conjuro de marzo, de nuevo está presente el mal fario, la mala suerte de un hombre, otro perdedor, a quien no le pagan por su trabajo y acaba ajusticiado.

En El molino de Santa Bárbara nos damos de bruces ante un amor que se torna de nuevo imposible, cuajado e imposibilitado por los celos, el amor libre y ajeno, desenfadado.

En Interminable noche de los miedos. la cosa va de eso, del miedo y de la desazón que sufren unos conversos que no quieren desvelar su identidad, sabedores de la suerte que correrían, al recibir la visita de una morisca, que los ha calado. Relato muy intenso.

En No llegará el sobrino de Praga, el sobrino es Kafka, que iba a ir a Madrid, pero muere de tuberculosis antes mientas su tío las pasa canutas hasta que se entera de tal fatal desenlace.

En Lejano amor soñado, constatamos brutalmente la imposibilidad de principiar una relación, con una poetista que decide dejar el libro de su vida inconcluso por decisión propia.

En El bastón de Lula Luzán vemos a una joven bacante manejando con soltura un bastón, que será la perdición de un Don Juan, celoso y encorajinado, tras ser puesto en evidencia por el sexo débil, para acabar sus días, picado como un toro en el flanco derecho, mordiendo el polvo de la nada en el albero-sanatario.

En París, última decisión, un poeta portugués, amigo de Pessoa, Mário de Sá-Carneiro decide quitarse la vida en un hotel de París, con 26 años, al verse solo sobre la faz de la tierra, desgarrado, sintiéndose como un paria, al no poder retener a su lado, a su gran amor.

Juan Eduardo Zuñiga
(El rostro de la sabiduría)

Juan Eduardo Zuñiga, se maneja hábilmente en los diálogos, necesita muy poco para montar una historia consistente, utiliza un lenguaje rico, sus personajes resultan próximos, pues son todos ellos perdedores, gente sin suerte, personas que deciden suicidarse, quienes no encuentran consuelo, amor o afecto, en las faldas ajenas, ni si quiera en las de la literatura, y todas las historias están impregnadas de pesimismo, de mal fario, de un hálito trágico, lo cual al lector puede llegar a apesadumbrar.

A pesar de que Juan Eduardo escriba como los ángeles que escriben bien, sus relatos no traspasan la epidermis (la mía) y se quedan ahí flotando, como las nubes negras: amenazantes, turbias, y pasajeras.