Archivo del Autor: Francisco H. González

www.devaneos.com

De noche, bajo el puente de piedra (Leo Perutz)

Decía Víctor Ruiz de Iriarte que la sonrisa era el idioma universal de los hombres inteligentes. Esta novela de Leo Perutz (1882-1957), la primera que leo del autor checo, es divertidísima, amén de vivaz, alegre y a pesar de sus elementos trágicos, muy proclive a arrancarnos unas cuantas sonrisas. Una narración que irá encadenando múltiples historias y personajes, algunos de los cuales como Esther, Rodolfo II, Mordejai Meisl o Philipp Lang aparecerán en más de un relato. Fresco histórico que permite acercarnos a la realidad social de la Praga de finales del siglo XVI y comienzos del XVII, donde los emperadores eran financiados por judíos adinerados, donde la religión marca la vida de los ciudadanos en su día a día, ya fuera la católica, el protestantismo o el judaísmo, ésta última sobre la cual abunda el autor, que era judío y pasó su vida a caballo entre Austria e Israel. Hay homenajes cervantinos como el relato titulado El coloquio de los perros, y mucho humor tonificante, personajes muy vivaces y dicharacheros y una pobreza arrostrada con dignidad y estoicismo, también un amor al saber plasmado en personajes como el astrónomo Kepler y siempre el azar y la fortuna moviendo los hilos de todos aquellos que sueñan con mejorar su condición, con aquel golpe de suerte que los saque de la pobreza y también su reverso, el de aquel, como Meisl, que no ve la manera de desprenderse de todo su capital, de dilapidarlo e invertirlo en obras sociales, de despojarse de todo y quedarse como su madre lo trajo al mundo. Los relatos, no exentos de elementos oníricos, alquímicos o angelicales, transcurren en la ciudad de Praga, y sus páginas nos ofrecen un vívido viaje por su calles, plazas, barrios, castillos, covachas y alcobas, una ciudad que como se lee en el último relato, muda su cara, con demoliciones de edificios, dejando para el recuerdo, creo, plazas como la de las Tres fuentes que aparece unas cuantas veces en el texto. Sin duda seguiré alimentando mis devaneos con futuras lecturas de Perutz.

Libros del Asteroide, 2016, 286 páginas, traducción de Cristina Garcia Ohlrich

www.devaneos.com

Socotra, la isla de los genios (Jordi Esteva)

Jordi Esteva (Barcelona, 1951), autor de este libro de viajes, fantaseaba desde su época como escolar con visitar algún día la isla de Socotra. Esteva va por tanto en pos de un sueño, que al final logrará cumplir, a los sesenta años, tras cuatro décadas viajando, al arribar a los altos de al-Haggar. Esteva quiere saber, empaparse de las leyendas e historias locales. No es fácil, pues los lugareños socotríes, salvo los más ancianos, parecen haber olvidado parte o casi todo su pasado, toda vez que las Sagradas Escrituras, aquí el Corán, despoje a la sociedad de mitos y leyendas. Así, será Esteva quien referirá las leyendas y mitos, que éste ha leído en otros libros, a los oriundos. Mitos y leyendas que hablan de Gigamesh, de Urano, de Zeus trifilio de Cástor y Pólux. Una isla, Socotra (ubicada próxima al Cuerno de África y debajo de Yemen), muy codiciada por su producción de mirra, incienso, y ámbar gris. Una isla de la que daba cuenta Marco Polo en El libro de las maravillas del mundo. El testimonio del viaje de Jordi Esteva, es un testimonio de un mundo cada vez más homogeneizado, donde el progreso anula las diferencias. En Socotra, en esta isla remota, Jordi se encuentra consigo mismo, y es feliz durante unas cuantas semanas, en buena compañía, en un paraje casi arcádico, donde no hay luz eléctrica, ni móviles, donde se viaja a pie, y en ocasiones se duerme en cuevas o al raso, arropado por millares de estrellas, al tiempo que Esteva y sus acompañantes, disfrutan de la generosidad y hospitalidad local. Lugareños, siempre dispuestos a compartir con los visitantes sus escasos víveres, ya sea te, dátiles, leche de cabra o miel. La lectura me ha resultado muy entretenida y a ratos fascinante, a lo que también contribuye las espectaculares fotos en blanco y negro, de rostros y paisajes.

Me trae en mientes esta lectura capítulos que había leído hacía años en Mani de Patrick Leigh Fermor. Ambos maridan bien lo mucho y bien leído, con su mirada particular y crítica (Esteva comenta por ejemplo el papel de la mujer en el Islam o el trato que la religión católica dispensa a los animales), ante un mundo antiguo camino de la aniquilación y que Esteva en este libro trata de preservar, atesorando cuantas narraciones orales socotríes es capaz de registrar.

Editorial Hueders

La tarea del crítico (Walter Benjamin)

Walter Benjamin (1892-1940) se propuso ser el mejor crítico de la literatura alemana. La editorial Hueders pone a nuestra disposición, en La tarea del crítico, algo más de veinte reseñas de Benjamin sobre libros publicados entre 1925 y 1940. La lectura de estas reseñas no creo que nos aporte suficientes elementos de juicio como para afirmar que Walter cumplió el propósito arriba enunciado. Un libro de estas características exige conocer los libros reseñados, así como a los autores que los escribieron, conocer en definitiva, muy bien la Alemania de la segunda a la cuarta década del siglo XX, aunque Walter también fije su estilete en autores como Dostoievski (Cuando termino un libro de Dostoievski, primero tengo que regresar a mí mismo, restablecerme. Debo orientarme, como al despertar, tras haberme percibido vagamente durante la lectura, como durante un sueño. Pues Dostoievski entrega mi conciencia maniatada al horroroso laboratorio de su fantasía, exponiéndola a sucesos, visiones y voces que me son ajenas y en donde se diluye. Hasta el más nimio de sus personajes está abandonado a su suerte, fue entregada a ella con las manos atadas) o Léauteaud. En el texto encontraremos interesantes reflexiones filosóficas, históricas, sociológicas, lingüisticas…, pues la labor crítica de Walter trasciende el enjuiciamiento crítico de las novelas, hacia postulados más universales, que nos permitan conocer el pensamiento de Benjamin sobre el pacifismo, la guerra, la crisis de la novela, el humanitarismo, la relación entre la palabra y la imagen, sobre el origen del lenguaje, etc.

A la hora de ejercer su labor crítica Walter seguía esta premisa:

«La crítica debe ser una crítica aniquiladora. Debe dejar de ser eso inofensivo en lo que se había convertido. Tampoco podrá limitarse a la buena voluntad de la enunciación de un juicio del gusto; eso la restringiría al ámbito subjetivo, el de una opinión«.

Me resulta curioso que Walter se negase a publicar la reseña escrita en 1934 de «La novela de los dos centavos» de Brecht, pues los honorarios que le ofrecieron le resultaron insuficientes. Reseña inédita que apareció en 1966. Es evidente, como se ve, que la crítica literaria en particular y los bienes culturales en general, no dejan de ser otros artículos de consumo más, que se rigen por las leyes del mercado.

Una lectura que bien puede situarnos ante el umbral de sus Obras Completas, con las que seguir abundando en Benjamin.