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Socotra, la isla de los genios (Jordi Esteva)

Jordi Esteva (Barcelona, 1951), autor de este libro de viajes, fantaseaba desde su época como escolar con visitar algún día la isla de Socotra. Esteva va por tanto en pos de un sueño, que al final logrará cumplir, a los sesenta años, tras cuatro décadas viajando, al arribar a los altos de al-Haggar. Esteva quiere saber, empaparse de las leyendas e historias locales. No es fácil, pues los lugareños socotríes, salvo los más ancianos, parecen haber olvidado parte o casi todo su pasado, toda vez que las Sagradas Escrituras, aquí el Corán, despoje a la sociedad de mitos y leyendas. Así, será Esteva quien referirá las leyendas y mitos, que éste ha leído en otros libros, a los oriundos. Mitos y leyendas que hablan de Gigamesh, de Urano, de Zeus trifilio de Cástor y Pólux. Una isla, Socotra (ubicada próxima al Cuerno de África y debajo de Yemen), muy codiciada por su producción de mirra, incienso, y ámbar gris. Una isla de la que daba cuenta Marco Polo en El libro de las maravillas del mundo. El testimonio del viaje de Jordi Esteva, es un testimonio de un mundo cada vez más homogeneizado, donde el progreso anula las diferencias. En Socotra, en esta isla remota, Jordi se encuentra consigo mismo, y es feliz durante unas cuantas semanas, en buena compañía, en un paraje casi arcádico, donde no hay luz eléctrica, ni móviles, donde se viaja a pie, y en ocasiones se duerme en cuevas o al raso, arropado por millares de estrellas, al tiempo que Esteva y sus acompañantes, disfrutan de la generosidad y hospitalidad local. Lugareños, siempre dispuestos a compartir con los visitantes sus escasos víveres, ya sea te, dátiles, leche de cabra o miel. La lectura me ha resultado muy entretenida y a ratos fascinante, a lo que también contribuye las espectaculares fotos en blanco y negro, de rostros y paisajes.

Me trae en mientes esta lectura capítulos que había leído hacía años en Mani de Patrick Leigh Fermor. Ambos maridan bien lo mucho y bien leído, con su mirada particular y crítica (Esteva comenta por ejemplo el papel de la mujer en el Islam o el trato que la religión católica dispensa a los animales), ante un mundo antiguo camino de la aniquilación y que Esteva en este libro trata de preservar, atesorando cuantas narraciones orales socotríes es capaz de registrar.

El fuego secreto de los filósofos

El fuego secreto de los filósofos (Patrick Harpur)

Patrick Harpur
Atalanta
2006
459 páginas

Este libro, una suerte de historia completa de la imaginación, me ha resultado muy interesante, tanto lo que Patrick Harpur nos refiere, como la manera que tiene de hacerlo, pues el autor pone en entredicho cosas que tenemos asumidas como la teoría de la evolución de Darwin al que pinta como un paranoico que tras su periplo marítimo y su clasificación de las especies no quiso volver a saber nada más de la Naturaleza siendo la suya desde su regreso una náusea existencial.

Harpur apela a volver la mirada hacia nuestro interior, tal que a pesar de la calidad de vida de la que disfrutamos, de nada nos sirve si no cuidamos nuestra alma, en una sociedad desacralizada donde derribamos a los Dioses sin reemplazarlos por algo mejor. Un vacío que parece alimentar el nihilismo, el vacío, la depresión, la enfermedad del alma, en definitiva.

Más allá de compartir o no muchos de los planteamientos de Harpur, en su afán por polemizar y desmontar creencias arraigadas, el libro es interesante en su vertiente didáctica, dado que se aprende mucho con esta novela, donde William Blake tiene una presencia destacada, lógico cuando Blake equipara lo real a lo soñado, cuando esta vida es un paso hacia el más allá y donde el autor de los Libros proféticos, quien se comunica con el Otro mundo, este mundo le parece una sombra del Otro.

Respecto a la imaginación Harpur se queja de que hemos perdido la perspectiva, la capacidad de «ver a través de», ya que la perspectiva se convierte en la verdadera visión del mundo, y confundimos el mundo con la visión que tenemos de él. Nuestra mente se ha vuelto tan literal que la única realidad que conocemos es la realidad que conocemos, la cual excluye los dáimones a quien Harpur dedicó su libro Realidad daimónica. Harpur nos viene a decir que hay algo más allá de la realidad que vemos, algo que tiene que ver más con la fantasía, lo oculto, lo imaginado, esa potencia mental, que convertiría nuestro cerebro en pedernal. Hete ahí el fuego.

Sí que he advertido algunos errores tipográficos, que en una editorial como Atalanta que cuida estos detalles al máximo me sorprenden para mal, pero que seguro que en las próximas ediciones que tenga este libro serán corregidas.