Archivo del Autor: Francisco H. González

Semana Santa

Nos adentramos en un periodo festivo y nada mejor en esta semana de pasión, lectora, que darse a la lectura con todas las consecuencias. No para leer un “libro para desconectar” o de los de “no pensar” y que nos hermanan con un macetero, sino para entregarse a un libro de esos que te exprimen el cerebro como un limón y convierten la literatura en alimento para el cuerpo y para la mente. La hostia, vamos.

Mi selección ha sido esta:
La saga/fuga de J.B.
Las referencias no pueden ser mejores. Razón aquí.

9788416379101

Los extraños (Raül Garrigasait)

La visión del extranjero hacia lo nuestro siempre resulta refrescante. Disfruté mucho leyendo por ejemplo las Cartas desde la Alhambra, en las que Irving contaba su pormenores, aventuras y desventuras por los caminos y trochas andaluzas, donde la imagen fantasiosa que se había hecho de nuestro país, le permitía afrontar cualquier eventualidad con templanza, pues lo vivido le resultaba fruitivo tanto para su vivir, como para su escritura, pues obtenía así materia prima de primera calidad.

En Los extraños, Raül Garrigasait (Solsona, 1979), nos presenta a un extraño, a un extranjero, el joven Rodolf von Wielemann, un prusiano que en 1837 llega a España, hasta Cataluña, para en Solsona combatir en la primera guerra carlista en favor del Orden y la Tradición del pretendiente al trono, don Carlos María Isidro de Borbón. Una guerra, que parece, en sus comienzos, como la guerra de Gila, pues hasta que Wielemann lleva un año por estos lares no recibe ninguna orden y actúa más bien como un observador, una suerte de flâneur militar, si bien al final llegarán los muertos, como Wielemann tendrá la ocasión de ver y de condolerse.

Raül Garrigasait a su vez está traduciendo las memorias del príncipe Felix von Lichnowsky, y de esta manera el presente dialoga con el pasado, mientras vemos las cartas que Raül intercambia con su editor.

Como tarea especulativa que es la literatura, Raül sirviéndose de mimbres históricos, abunda en la extrañeza del título, que se despliega a su vez en su prosa, en su manera de narrar, registrando tanto elementos históricos con un tratamiento cómico, a ratos vulgar (como asoma en las conversaciones de los soldados), a ratos elevado como sus encuentros (que incluyen momentos musicales, con Wielemann al piano) con el Doctor y donde incluso el presente se filtra en el pasado, como cuando Wielemann lee en un periódico llamado El Constitucional: «Imposibilidad de que Cataluña se declare nunca independiente«.

Una extrañeza, la de Wielemann, que es la que experimentamos a menudo ante un mundo que no entendemos, por muchas etiquetas que se le pongan, por mucho afán que se ponga en categorizar, clasificar, separar, pues entre Wielmenann y el Doctor, que casualmente se apellida Foraster, hay algo más fuerte que la ideología que rige sus encuentros, a saber, su curiosidad, su amor por la cultura, y diría que su ejercicio crítico, pero no lo puedo afirmar porque Wielemann , muy a mi pesar me resulta un personaje bastante insulso, por muchas cosas que le pasen, y encuentro mucha más sustancia en las historias que le refiere el Doctor, en su fatigosas caminatas, en la imagen de ese maestro censurado por los católicos por llevar éste hasta las últimas consecuencias su pensamiento y razón de ser.

Entre Ambos editorial. Traducción de Concha Cardeñoso. 2017. 192 páginas.

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Elogio del futuro. Manifiesto por una conciencia crítica de la especie (Eudald Carbonell)

Eudald Carbonell (Ribes de Freser, 1953), uno de los arqueólogos y paleontólogos más prestigioso de España, ofrece en este ensayo, Elogio del futuro, manifiesto por una conciencia crítica de la especie, la manera en la que se debe construir el futuro y habla de construcción porque no vale seguir con la inercia del pasado, dejarnos arrastrar por ella. Las inercias del pasado no tienen por qué determinar las perspectivas del futuro.

El autor reconoce que puede sonar raro que alguien que ha dedicado toda su vida al pasado, siempre rodeado en su la labor de restos fósiles, aventure y pergeñe un manifiesto donde exponga su ideario sobre ese futuro que debemos darnos.

Me resulta muy interesante lo expuesto por Eudald, ya que aquí lo que se tiene en cuenta es el ser humano como una especie evolucionada, en un momento en el que ninguna otra especie puede plantarle cara y donde quedan cuestiones sociales que todo nuestro saber, conocimiento, pensamiento crítico, toda nuestra evolución y adaptación al medio durante todos estos milenios, como son las desigualdades económicas (justificada históricamente por el darwinismo social por las clases dominantes) y la igualdad de clases, no han sido resueltas. No podemos considerarnos completamente humanos hasta que no desaparezcan las clases sociales afirma Eudald.

Acabar con las clases sociales es la aspiración humana más profunda desde el punto de vista de integración evolutiva.

La idea seminal en este ensayo es: qué queremos ser como humanos, para proceder así a su construcción y ahí es fundamental la conciencia crítica de especie, esto es, la manera en la que tendemos a vernos los humanos en el marco de nuestra propia evolución y en el de otras especies, que nos lleva a replantearnos también nuestra actitud frente al planeta Tierra.

Hay que actuar a favor de los intereses de la especie y no de los intereses de clase. Llevar a cabo un proyecto evolutivo de la propia historia que nos permita diseñar un futuro colectivo en el que todos podamos participar sin poner en juego nuestro destino y el de nuestro planeta.

Habla Eudald de completarnos como humanos, en pos de alcanzar ese punto óptimo de su evolución, pues la evolución sigue y culminará dice con una revolución social sostenida por los conocimientos y el pensamiento científico y la conciencia crítica de especie. Hemos de construir el futuro y entender el pasado.

En el texto está muy presente la tecnología, se dice que veremos al hombre viviendo en el espacio, la estampación en 5D (añadiendo a la 3D, la vida y la conciencia), la posibilidad de crear vida a partir de elementos orgánicos, generar nuevas especies, no sola humanas en la línea del transhumanismo.

Diferencia el autor progreso de desarrollo en el marco de una revolución científica-técnica. El desarrollo no tiene porque beneficiar a la especie per se. El progreso consciente introduce dimensiones en el proceso que suponen la necesaria colaboración y el beneficio entre los organismos implicados.

Maneja Eudald conceptos tales como: conciencia operativa, conciencia crítica de especie, evolución responsable, progreso consciente, incremento de sociabilidad, tecno-humanos, que sirven como soporte teórico a lo leído. A los que habría que añadir otras nociones básicas como la empatía y la solidaridad, para construir una humanidad sobre la base de un incremento de la sociabilidad y del progreso consciente. Dando voz a las minorías dado que Si dejamos a las minorías sin voz, frustramos el proceso de humanización. Crucial es también que sea efectiva la igualdad de oportunidades. Dice Eudald que todos debemos contar con las mismas oportunidades para hacer del futuro algo verdaderamente humano, ya que la desigualdad marca negativamente, como hasta ahora, nuestro ritmo evolutivo.

O la humanidad toma las riendas de su propia evolución o el futuro dejará de ser una promesa. Lo que nos define hoy es una incapacidad de pensar y de decidir lo que queremos ser, afirma Eudald.

Todo estas opiniones de Eudald son muy interesantes y provechosas, cosa distinta es la posibilidad de que lo aquí expuesto pueda materializarse, pues Eudald considera a los 6000 millones de humanos, como un todo: la especie humana y lo que éste desea y espera para la misma se ve fragmentada en la realidad en cientos de países, continentes, culturas diversas, religiones, en una diversidad tal que parece casi misión imposible dirigirse a la especie humana como un todo, sin tener además en cuenta esas minorías extractivas y el poder que se sustenta sobre la desigualdad.

Ya desde la dedicatoria de Eudald a ese genio que es Adrià, este ensayo me ganó.

A mi amigo Ferran Adrià, porque cuando las sombras de la desesperanza sobrevolaban mi cabeza esperando entrar, él encendió la luz que me ha ayudado a no desfallecer y a pensar de nuevo en el futuro de la humanidad, dándome la posibilidad de empezar la construcción de una teoría social que lo explique.

Arpa editores. 2018. 126 páginas.

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Cosas aparentemente intrascendentes y otros cuentos (Pere Calders)

Esta antología que recoge 30 cuentos del gran cuentista catalán Pere Calders (1912-1994) es lo primero que leo suyo. Los relatos, cuentos y microrrelatos van acompañados con bonitas ilustraciones de Agustín Comotto y con traducción de Juan Carlos Gentile.

Creo que la intención del autor en estas piezas breves es ganarse nuestra sonrisa, risa o carcajada. Y muchas veces lo consigue. Calders maneja lo absurdo y lo fantástico y de esta manera, sustrayéndose a las convenciones, sus relatos quedan expeditos para cualquier desenlace, lo que alimenta nuestro interés, sin que sepamos nunca cómo resolverá Calders sus narraciones. Me gustan aquellos en los que el autor pone en solfa los clichés, los prejuicios, esas ideas preconcebidas con las que amasamos nuestra mirada, como en Invasión sutil, donde un mirón se empecina con un hombre al que cree sin fisuras como japonés hasta que su mujer le quiere hacer caer del burro, pues ya sabemos que no hay más ciego que el que no quiere ver. Brilla también el humor macabro en Cosas aparentemente intrascendentes, donde un inopinado incendio se lleva la vida de 300 personas, todas de buena familia. La Hedera helix me permite ver cómo mientras otros autores como Mariana Torres en sus relatos Mi cuerpo secreto, el crecimiento de un árbol en un ser humano aboca a lo truculento y al repeluco, aquí se resuelve con un final que invita a la sonrisa.
La providencia, la muerte, la reencarnación y la guerra son también objeto de análisis, para darles una vuelta, como esa Muerte que se verá obligada a concertar otra cita con un damnificado, pues éste no acepta irse así, sin haber sido avisado con antelación.
El relato más sustancioso me ha parecido La legión extranjera, donde una pareja, de jóvenes anarquistas y siempre al ala izquierda de la extrema izquierda, constatan inermes, cómo sus tres hijos, no tienen nada que ver con ellos, con su forma de pensar ni de actuar, contemplando atónitos y enfurruñados, como sus retoños, se casan, uno le sale socialdemócrata, otro separatista. Calders maneja bien el humor para poner en evidencia lo indócil del alma humana, que siempre busca su propio espacio y lugar, pasándose la disciplina del partido familiar por el forro.
En los microrrelatos finales brilla lo fantástico, como aquel señor que ante el espejo descubre que su cara pasa a ser la de su vecino y por ende acaba odiándose, sin que pueda quedarse ya a solas consigo mismo, o esa casa cuyo recibidor por circunstancias equis, tiene una forma triangular, que como ya podemos ir imaginando se irá tragando a una señora, a un cobrador de la mutua…
Y acabo con una reflexión filosófica sobre el tiempo contenida en Agujeros negros: Nosotros somos el porvenir del pasado y, a la vez, el pasado del futuro […] el hombre nunca ha tenido presente.

Volveré a Calders, sin duda.