Archivo de la etiqueta: libro

Farándula

Farándula (Marta Sanz, 2015)

Marta Sanz
Editorial Anagrama
2015
231 páginas

En Daniela Astor y la caja negra (reseña), la anterior novela de Marta Sanz (Anagrama, 2013), las niñas protagonistas, Catalina y Angélica, soñaban con ser o parecerse a las actrices Daniel Astor y Gloria Adriano.

En Farándula, el título ya avisa que los tiros, de nuevo, irán por ahí. Farándula, síntesis de faralaes y tarántula como dice uno de los personajes, Ana Urrutia.

Los personajes de la novela son actores y actrices de teatro y de cine. La mirada de Marta Sanz es despiadada, centrando su atención en el debacle físico de actrices, mermadas, menoscabadas, quienes en su día fueron glorias de la interpretación, a merced ahora de ictus, enfermedades, incontinencias urinarias, de todo aquello que convierte el cuerpo humano en un contenedor de podredumbre. Y no sólo el derrumbe físico, que si no es asumible, sí es inevitable, sino el espiritual, el no reconocimiento por parte de un público que si antes aplaudía hasta dejarse las palmas de las manos en carne viva, ahora no quiere ver pellejos sino jóvenes actrices sobre el escenario, a quienes adorar, a quienes jalear y retratar con sus móviles de última generación. Un público que al no conocer el original, se queda muy satisfecho con la copia, para quienes ésta tiene el estatuto de algo nuevo y original como sucede por ejemplo con la puesta en escena de Eva al desnudo, que supondrá la consagración de una de esas jóvenes actrices que cotizan al alza, Natalia de Miguel, que triunfa en la Santísima Trinidad Actoral del teatro, cine y televisión.

No falta tampoco el actor consagrado, ganador de la Copa Volpi, un tal Daniel Valls, que se ha ido a vivir fuera de España para huir del acoso de la prensa. No se ha ido a Los Ángeles, sino a París, Un actor progre que a pesar de su vivir burgués firmará manifiestos, que lo comprometen políticamente y por los que recibirá hondonadas de hostias virtuales, e incluso le harán unos huevos rotos en la jeta como si ésta fuera una sartén, una rúbrica, un posicionamiento que le cerrará las puertas del mercado, de su oficio, que no solo no acepta la disidencia, para quien el actor debe ser algo neutro, aséptico, la suya una ideología tan camaleónica que no tenga relieve, ni presencia alguna. Un Daniel Valls, débil mental, perdido en sus contradicciones, dispuesto a emprender un viaje vertical.

Presentes también las figuras de esos actores y actrices que nunca cotizaron y que ahora se las ven y se las desean para llegar a fin de mes, siempre en el filo de la navaja, en un vivir no nómada, pero si precario, que se acentúa una vez que sus discontinuos ingresos que les depara su oficio, no se ven respaldados por pensión alguna, sin más sostén que los, a menudo, exiguos ahorros.

Sanz no quiere dejar pasar la ocasión, como hace al comienzo de la novela, para tomar unas instantáneas de lo que se cuece cualquier día en la Puerta del Sol, tras los movimientos 15M, ni tampoco para explayarse sobre ese cajón de sastre de lo que entendemos por “gente”, que resulta tan mundano como soporífero.

Hay más personajes en la novela, pero ninguno con entidad suficiente, ni si quiera el que lleva la voz cantante, una tal Valeria Falcón, maestra de actores y actrices, camino del ocaso. La equidistancia que Sanz traza con respecto a sus personajes es la misma que he sentido yo respecto a su novela. Esa mezcla de lucidez, desamparo y causticidad, no permite asideros en la lectura y ni siquiera el humor corrosivo sirve como desahogo o alivio, más bien como una sonrisa, con alma de mueca, que no llega a ser tal.

Todo el texto es tragedia, artificio, devenir, grisura, patetismo, medianía. Y el teatro, el cine, es esto, pero no sólo esto, creo. Sanz, muy pesimista, no da opción a la esperanza, a la ilusión, que siempre ha alimentado (y alimentará) cualquier expresión artística.

El espíritu áspero

El espíritu áspero (Gonzalo Hidalgo Bayal 2009)

Gonzalo Hidalgo Bayal
Editorial Tusquets
2009
556 páginas

Es Gonzalo Hidalgo Bayal (Higuera de Albalat, 1950), a día de hoy, y a pesar de haber publicado novelas estupendas como Paradoja del interventor, La sed de Sal, Campo de amapolas blancas, o libros de relatos como Conversación, un escritor minoritario. Me sorprende, para mal. En goodreads, El espíritu áspero, no tiene comentario alguno, cuando obras infinitamente peores, cuentan los lectores por cientos o miles. Pura mercadotecnia, levadura maléfica, capaz de elevar obras superficiales de escritores muy mediocres al olimpo de los superventas romos, clónicos y fungibles.

Demos por bueno que la progresión cultural es un hecho, que una lectura te lleva a otra, y que ciertos libros escritos son consecuencia de los anteriores leídos. El espíritu áspero es fruto, o a mí se me antoja, de la decantación de muchas lecturas previas (ineludible la presencia de la cultura clásica grecolatina) de Bayal, lo que implicará que disfrutaremos más de lo leído cuanto mejor provistos de lecturas previas significativas lleguemos a esta obra. Algo que tiene que ver con el nivel de exigencia al que hacía mención Bayal en una entrevista, en la que afirmaba que un escritor tenía que ser capaz de responder de cada palabra escrita. Ese es su nivel de exigencia y en esta novela lo cumple y nos lo exige, porque no levanta Bayal el pie del acelerador en ningún momento. Están presentes durante 556 páginas, y a lo largo de 226 fragmentos, en esta libérrima obra, la sagacidad, audacia, ambición, erudición del autor, su desbordante ingenio, un lenguaje rico que fluye torrencialmente, en pos de una narración que entrevera lo bíblico, lo burlesco, el sainete, lo culto, lo paródico, la crítica sutil, la reflexión aguda, el poso amargo, umbral del desencanto, los copiosos juegos lingüísticos (paranomasias, palíndromos, etc), etimológicos, la creación de palabras (holito, bestión mascariento…) el mundo de la enseñanza, tanto religioso o Hervaciano, como laico, a través de las múltiples denominaciones de su personaje principal: G, Gumersindo, Sindo, Sin, Mus, profesor de latín (o de latón) a quien le llega la hora de la jubilación, que no el jubileo, porque Sin, como alguien sin atributos, es poco más que un pecio arrumbado por el presente en los márgenes de la historia, testigo pasivo de Dictaduras, Repúblicas, Regímenes y postreras Democracias, replegado, convencido de que “È pericoloso sporgersi”, desterrado, sobreviviendo en un Torreón, empantanado en sus lecturas clásicas, plasmando su vida pretérita en su “Beatus Ivre” (al que recurre el narrador, un tal Bayal, para contarnos las historia del latinista), denominación que abreva en Horacio y Rimbaud, un espíritu amargo el suyo, sintético, que nunca encontró acomodo, ni en el pueblo (el territorio imaginario de las tierras de Murgaños, de la ciudad de Murania, de las casas del Juglar), ni luego en la capital, en la villa de Madrid, ni finalmente tras su destierro en la ciudad de Murania.

Pasarán los años y sé que el holito, la encina cazurra, la cartografía canicular y tantas otras invenciones, personajes (por obra de Bayal con corporeidad tridimensional, entendida ésta como una superación de la planicie y posterior desaparición por las lindes de la hoja de personajes (cada vez más abundantes) de una dimensión y cero entidad) como Pedro Cabañuelas (El Canícula), Juana la Larga o John Lane, Ramonato, Mentecato, H2, HAL, Boni, Ramiro A. Espinosa, Walter Alway (el hispanista que nos brinda jugosas reflexiones como esta “no hay pasado heroico, sino ficción y apoteosis de la epopeya) y G, formarán ya parte y por siempre, al igual que este Espíritu áspero, de mi acervo literario.

Sé que os gustan las listas. Este libro no sé si formó parte de alguna lista cuando se publicó en 2009. Debería estar.

Olvidemos las listas.

Esta novela es una obra magnífica.

En estos momentos en los que en pos del utilitarismo, se apuntillan las Humanidades a golpe de Ley, mutilando así a la Humanidad de sus mejores atributos, una obra como esta, es un acto de resistencia pacífica, un holito, ante este mundo líquido y cada vez más mostrenco y cazurro.

Abril: historia de amor

Abril: historia de un amor (Joseph Roth)

Joseph Roth
Acantilado
56 páginas
2015

Nuestro protagonista, viejo, cansado, marcado por la desidia y la indiferencia, no haría nada, ni por amor, ni me temo que por ninguna otra cosa, pues nada lo motiva, ni entusiasma, pues éste se halla según nos refiere, más allá del dolor, de la alegría, y ya ni ríe ni llora.

Sí, sé lo que estáis pensando. Este hombre es la «alegría de la huerta«. Sí, pero a la inversa.

A su lado surgen mujeres como flores, que enseguida se agostan ante su indolente mirada, porque él es inasible como el viento, siempre a la fuga, fugitivo de sí mismo, donde el compromiso para él es una palabra con forma y esencia de nube.

Así, de la misma manera que nuestro personaje llega en tren a la estación, así se irá de nuevo, no sabemos hacia dónde, al mismo tiempo que comprobará, cuando ya ruge sobre el andén el monstruo vaporoso, que sus devaneos mentales respecto a su amada ventanera eran todos ellos una sarta de mentiras.

Da igual, él está de paso.

El Leviatán

El Leviatán (Joseph Roth 2013)

Joseph Roth
Acantilado
2013
80 páginas

Si la cabra tira al monte, un experto en corales buceará hacia las profundidades marinas, allá donde se encuentra el Leviatán, el monstruo marino.

El protagonista de esta fábula, un tal Nis­sen Pic­ze­nik, comerciante de corales, quien nunca ha salido de su pueblo, Pro­grody, acaricia primero y consuma después, la posibilidad de salir de allí y buscar el paraíso acuático, toda vez que en su pueblo sus devaneos acuosos se reducen ir a chapotear a algún pantano de las proximidades.

Logra Piczenik, en compañía de un marinero que va a embarcarse en Odesa en el Mar Negro, extasiarse ante esa basta superficie líquida, una lámina no negra, sino azul y verde. Frente al mar, Piczenik se encuentra a sí mismo, feliz en su medio, disfrutando de sus primeras vacaciones dedicadas al ocio, a dilapidar horas sin oficio ni beneficio.

Al mismo tiempo, el diablo visitará el negocio de Piczenik, bajo el aspecto de un tal Laka­tos, quien comenzará a vender corales muchos más baratos que los suyos. Corales hechos con celuloide, no como los de Piczenik que proceden de los fondos marinos. La codicia cegará pronto a Picznenik desatando sus más bajos instintos, llegando a mezclar corales falsos y veros, pero cobrando todos como verdaderos, aumentando así exponencialmente sus ganancias, que deposita poco después en manos de un usurero, proporcionándole jugosos intereses. Ardides letales, porque si los corales protegían del mal fario y de los males de ojo, las mezclas que obra Piczenik quizás guarden relación con las muertes que se sucederán, incluida la de su mujer. Picznenik, que cotiza a la baja, pasa a ser en la comunidad un tipo raro, estrafalario, el hazmerreír local, un activo tóxico.

Así las cosas sólo hay un sitio donde Piczenik podrá saciar su sed y paliar su nostalgia del mar.
No debe extrañarnos por tanto un final tan trágico como consecuente