Archivo de la etiqueta: Editorial Tusquets

El asco Thomas Bernhard en San Salvador (Horacio Castellanos Moya 2007)

El asco .-Thomas Bernhard en San Salvador Horacio Castellanos Moya 2007
Horacio Castellanos Moya
Editorial Tusquets
2007
139 páginas

Nos cuenta el autor de la novela, el salvadoreño Horacio Castellanos Moya, que esta novela que publicara en 1997, le persigue desde entonces. Fue la que le dio la fama, y por la que muchos, para mal, le conocen y odian. Horacio, precisa de 126 páginas, para gracias a su personaje, Edgardo Vega, quien dejó San Salvador para instalarse en Montreal, dar un buen repaso a la situación del país y sus ciudadanos. Como interlocutor de la perorata o convidado de piedra, Moya, compañero de escuela de Vega.

La prosa cadenciosa y repetitiva, marca de la casa de Thomas Bernhard (presente también en el título de libro), es la que Horario copia, para en lugar de arremeter contra los austriacos como hacía Thomas, hacerlo contra los Salvadoreños.
Vega, se explaya agusto, porque todo lo que le sucede camino de vuelta a su país, a resultas, del fallecimiento de su madre, le resultará asqueroso, vomitivo, demencial.

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Paseos con mi madre (Javier Pérez Andujar 2011)

Javier Pérez Andujar Paseos con mi madre En su día comenté lo deslumbrante que me pareció el debut de Javier Pérez Andujar (1965) con su novela Los príncipes valientes. Luego de haber publicado Todo lo que se llevó el diablo, en 2011 publicaría Paseos con mi madre, donde el autor retoma la historia autobiográfica donde acababa Los príncipes valientes. Quien haya leído esa obra, sabrá de la presencia del Rio Besòs, de cómo es la vida en esas zonas del extrarradio o periferia de las grandes ciudades, en este caso Barcelona.

Javier ya no es niño, ha franqueado la adolescencia, camino de la edad adulta, pero sigue buscando algo en la literatura: un refugio, un bálsamo, un arma, razones, motivos y necesita los libros como el que necesita una transfusión de sangre para seguir chutando, respirando viviendo. Y seguirá dejándose las púpilas frente a ese mundo de las letras, dejando los cómics para irse a la poesía, al siglo de Oro, para estudiar en la Universidad una filología Hispánica, para entrar luego a trabajar en Ajoblanco y poder publicar allí sus cosas, como haría luego en El País.

Esa autobiografía, que se remonta a los años de la adolescencia, años de Instituto se prolonga hasta el momento presente, y como leemos en la novela, Javier decide contarlo todo junto y a la vez, sin importar el tiempo, mezclando pasado y presente y la cosa funciona porque ese contraste permite al autor hacer juicios, jugar a las siete diferencias, y ver como han envejecido con el tiempo conceptos y organismos como Democracia, Sindicatos, Partidos políticos..

Javier deja muy claro lo difícil que es pertenecer a la Ciudad de Condal, conformada esta como una sociedad de clases, imposible para un inmigrante de padres andaluces a quien le azuzan los policías con sus preguntas acerca de qué hace este en Barcelona cuando pulula por allá, como si la ciudad perteneciese a las Fuerzas del Orden y no a quien se la patea.
A su vez Javier demuestra su anhelo por fluir por no solidficarse y pertenecer a algo en concreto, sino por dejarse abrazar antes por los libros que por las banderas, partidos o ideologías, por pertenecer a una voz más que a un idioma y del brazo de su madre vuelve cuando puede a su barrio, a las vías, a las chimeneas abandonadas, a los barrios poblados de inmigrantes extranjeros, hacinados, de esa multiculturalidad propia de la pobreza y yo leeré este libro no en un autobús o en el metro sino en un bar, tomando una caña, comiendo tortilla de patatas con pimiento verde y perrechicos y lo haré rodeado de gente, con el televisor al fondo del bar sintonizado en La Primera pero sin voz, con los parroquianos en la barra hablando de fútbol y de la crisis, con la música sonando lo suficientemente baja como para no colisionar con lo leído, mientras me empapo de literatura y me doy un baño de vida, y me emociono con la prosa de Javier Pérez Andujar, que tiene la gran virtud de remover cositas ahí dentro, bajo la piel, porque a mí también me pasa como a Javier, que yo no leo para entender lo que dicen los autores, sino para entender a través de ellos.

El club de los estrellados (Joaquín Berges 2009)

El club de los estrellados Joaquín BergesDespués de haber leído Vive como puedas y Un estado del malestar era menester ir al origen, a las fuentes, y leer la primera obra de Joaquín Berges, titulada El club de los estrellados. Como es marca de la casa a Berges le gusta crear situaciones surrealistas pero verosímiles, ejecutadas por personajes de carne y hueso, personajes con chicha, lo cual va más allá de reducir el perfil psicológico de un individuo a la descripción de su vestuario diario o de unos gustos o aficiones, no, Berges va mucho más allá, y sus personajes son complejos. En este libro el autor dice haber querido aunar dos de sus aficiones la astronomía y la música de Bach y el híbrido funciona a la perfección. Me gustan los libros de personajes. Este es uno de ellos.

El protagonismo se lo reparten el barman narrador de la historia y Francho un funcionario de correos dispuesto a todo por cumplir una misión. El barman y Francho son casi como hermanos, ambos pertenecen al Club de los Estrellados, un grupo de hombres que se reúnen para disfrutar lo que el firmamento tiene que ofrecerles.

Como hace Berges en Un estado del malestar con su jerga informática, en El Club de los Estrellados, la jerga es astronómica, astral, o algo parecido. Berges, de rondón, nos mete de lleno en una aventura de intriga y suspense, donde Francho se convertirá poco menos que en un superhéroe, cuando logra convertirse en lo que siempre ha querido ser, y llevar a cabo sus fantasías (quizá en eso consista vivir) y en pos de su amada, hacer gala de su inteligencia para lograr sus propósitos. A la par que seguimos las pesquisas y avances de Francho, paralelamente vemos como el Barman logra entrar en la órbita de ese cometa inalcanzable que es Hortensia, compañera de trabajo de Francho, quien nadando en su soledad, ira a parar a las orillas tranquilas de su inopinado cuidador, a quien una situación dolorosa: una enfermedad, arrimará bajo un mismo techo, y donde nuestro camarero sufrirá toda suerte de estados emocionales, lo normal cuando uno está enamorado y el corazón parece una lavadora puesta permanentemente en el programa de centrifugado y cuesta mucho que la sangre deje el corazón para pasar un momento por el cerebro y hacer entonces algo coherente (quizá la vida sea eso, vivir con el corazón y no con la cabeza o como decía la Tamaro en ese libro que permitió a Kleneex cotizar en bolsa ir Donde el corazón te lleve. Hortensia de eso sabe un rato), mientras acontencen las metamorfosis, ya sea superando una enfermedad o buceando en busca de uno mismo con bragas y a lo loco.

Si en la dos novelas que sucedieron a esta el humor estaba presente casi en cada página, en esta primera novela, el autor abunda más en la introspección psicológica, convertido en un entómologo que disecciona a los humanos con su bisturí para ver de qué estan hechos, que hay más allá de esos fluidos y humores, qué se esconde allá en el alma, donde se cuecen los sentimientos que nos definen y marcan nuestras acciones u omisiones. En ese cometido Berges está espléndido, de ahí que sus personajes sean entrañables, más que nada porque son humanos y por tanto patéticos y ruines y débiles y valientes y alocados e irreflexivos, espléndidos como soles, fugaces como estrellas…

Escribo esto mientras por la ventana de mi cuarto veo la noche cerrada, un manto negro, sin brillo, sin estrellas y no puedo escuchar a Bach porque no tengo nada suyo, pero al igual que los cometas, el ánimo y los gustos humanos también siguen excéntricas trayectorias: no digo más.

Paradoja del interventor

Paradoja del interventor (Gonzalo Hidalgo Bayal 2006)

Gonzalo Hidalgo Bayal
Tusquets
232 páginas
2006

El blog que el escritor extremeño Gonzalo Hidalgo Bayal tiene en marcha desde 2005 es una delicia. A Bayal llegué por una reseña que leí de este libro en Babelia. Y me alegro de haberla leído. Cuando Gonzalo Hidalgo Bayal publicó esto no era muy conocido, ni vendía millares de libros, así que haber llegado a él es cómo encontrar un tesoro. De este libro google arroja una dos mil resultados. No está mal.

Un hombre en la edad del desguace baja en una estación a llenar una botella de agua y cuando sale de la cafetería, el tren ha partido, sin él. Ese instante supone un antes y un después en su vida, que no es otra cosa que una bajada a los infiernos, un camino sin retorno. Sutilmente, el extraño al que todos acabarán conociendo como El interventor, aunque apenas intervenga en nada, irá mutando, desvistiéndose de sus hábitos y costumbres, de su vida pasada, para ir conformando otra identidad, en un ambiente hostil, inhóspito, de noches gélidas y pocos abrazos, donde es evidente lo fácil y sencillo que es perder el norte y acabar desbarrando, perdido en un pueblo innominado, con una galería de curiosos personajes como Cristo, el trapense mondarín, el barquillero, la puta adolescente, la churrera, el afilador, el guardabarreras y el camarero ciclista, entre otros. Todos ellos nos harán pasar unos ratos inolvidables, donde prima el humor, el sarcasmo, la desesperanza y una realidad cruda y descarnada que pone los pelos de punta.

Esta sencilla en apariencia historia se enriquece en cada página con la mirada que el autor pone sobre las cosas, dándoles una nueva luz, con material de sobra con el que aprovisionarnos y luego reflexionar en calma.

Paradoja del interventor me ha descubierto a un escritor imprescindible como Bayal y me ha deparado una de las lecturas más agradables de los últimos años.