Aceite Galilea

Aceite virgen extra Galilea

El otro día estuve de visita por el pueblo de Galilea y antes de volver para Logroño, aproveché para comprar aceite de oliva extra virgen de La Rioja. Junto al cementario está la almazara. No es muy grande, pero de allí la vista es preciosa, con los montes forrados de olivos, como los que hay antes de llegar a la almazara. Las olivas ya estaban a punto, pues ya es hora de recolección. En una pequeña garita dentro del recinto, es donde se puede comprar aceite. Yo me hice con una caja de veinte litros, en diez garrafas de 2 litros. Sale a poco más de cuatro euros el litro, y tiene un sabor excelente. Al volver, por Corera, saliendo de Galilea vi la fábrica de Hejul, que también hacen aceite y se les ve a menudo en todas las ferias gastronómicas que se organizan.

La hermandad de la buena suerte

La hermandad de la buena suerte Premio Planeta 2008

A mí los Premios Planeta me dejan muy frío. De los que leído estos años del que mejor recuerdo guardo es el de Juan José Míllas. Lo que no me cuadra es que presentándose tantos cientos de autores al final los libros ganadores sean tan mediocres. Se preparó una buena cuando Juan Marsé despotricó contra la ganadora de hace tres años con el libro Pasiones Romanas. El ganador este año ha sido Fernando Savater, que además de su faceta como filósofo y su posicionamiento contra ETA, escribe también ensayos, libros infantiles y novelas bajo pseudónimo como esta. El libro no sé muy bien como catalogarlo, porque me ha dejado de un aire, como un pan a medio cocer.

No hay demasiada intriga que digamos y una vez que nos presentan a los personajes, estos dan muy poco de sí. Se ambienta en el mundo de las carreras de caballos, donde dos mandamases se disputan la victoria de un torneo, llevando a cabo prácticas poco legales para conseguir sus fines. La lectura se hace amena, eso es cierto, y Savater hace gala de buen humor, insertando continuos chascarrillos algunos más logrados que otros. La trama se insufla de cierto misterio porque hay un presunto caso que resolver por parte de un grupo de maleantes. A Savater le puede su profesión de filósofo y hace continuos insertos de pensamientos clásicos en boca de los protagonistas de la novela.
El final queda abierto y el resto del libro también, como si el afán del autor no fuera cerrar círculos, sino abrirlos, dejar una huella ligera en la arena que luego lamerá la marea.

Dudo mucho que este sea el mejor libro de todos los presentados al premio, pero me temo que lo que buscan los gerentes de Planeta no es a un Don Nadie, sino alguien conocido que les permita vender libros como rosquillas (la gente entra en las librerías y pide directamente un Planeta o un par de ellos, si se coge el pack con el otro finalista), y Savater cumple perfectamente, el criterio de «rostro conocido«.

Circular en coche por Logroño

En Logroño y en cualquier ciudad de tamaño medio coger el coche es desesperante. No es nuestra ciudad muy grande, menos de 200.000 habitantes, pero sobran miles de coche en el asfalto. Uno de los principales problemas, es que a pesar de que las calles son amplias, y algunas de dos carriles en cada sentido, como en Chile, Gran Vía, Duques de Nájera, Murrieta o de sentido único, como República Argentina, de los dos carriles, sólo puede circularse por uno de ellos, dado que siempre hay coches en doble fila, entorpeciendo el tráfico. Quien estaciona en doble fila lo más que puede recibir es alguna pitada de algún conductor malhumorado. Ante esta situación leo que el Ayuntamiento de Logroño va a tomar medidas. Unas grúas municipales vigilarán los coches mal aparcados y podrán multarlos, con 30 euros e incluso retirarlos. De igual manera nos dicen los políticos que gobiernan en el Ayuntamiento que su empeño pasa porque los logroñeses utilicen menos el coche, para lo cual se requiere un buen servicio de transporte público (el problema no están en las líneas sino en los conductores, que lo hacen fatal, con continuos acelerones y frenazos, que si te ves obligado a ir de pie, tienes la sensación de ir haciendo surf, en un vaiven continuo, por no hablar de la manera en la que toman las rotondas), o más carriles bicis. Es cierto, hacen falta carriles bicis, por las zonas céntricas de la ciudad, si de verdad queremos que alguien se plantee la bici o bien para ir a trabajar o para hacer otros recados. Faltan a su vez aparcabicis. De llevarse a la práctica lo comentado al comienzo, quizá veamos la calles vacías de coches estacionados, y entonces quizá sí, el tráfico sea más fluido. Veremos.