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La fábrica de espectros (Juan Vico)

La fábrica de espectros (Juan Vico)

La fábrica de espectros
Juan Vico
Wunderkammer
2022
176 páginas

Juan Vico (Barcelona, 1975), novelista y poeta, debuta como ensayista con La fábrica de espectros, editado por Wunderkammer.

Parece evidente que el cine tal como lo conocemos puede estar en peligro -ante la omnímoda presencia de recursos audiovisuales que permitan a cualquier usuario acceder, en cualquier lugar y momento, a una película, serie, o vídeo (en YouTube, TikTok, Instagram)- viéndose arrinconado. Es un hecho la disminución de espectadores en las salas. Lo que antes era una experiencia comunitaria: visionar una película en una sala de cine, se ha visto sustituida por el visionado en los domicilios particulares (en distintas pantallas: móviles, tabletas, portátiles, televisores). La saturación de imágenes en el espectador es evidente. Quizás sea la hora de ver menos para ver más, como sostiene Susan Sontag.

El muy oportuno y consistente ensayo de Juan Vico hace un recorrido histórico, partiendo desde el origen del cine, con los hermanos Lumière y George Méliès, sus imágenes pioneras de operarios saliendo de las fábricas. El cine entendido asimismo como una fábrica de sueños, por la seducción de las imágenes en movimiento. Luego, la evolución del cine, el surgimiento del neorrealismo, la necesidad de ceñirse al máximo a la realidad y convertir el cine en un espejo, aún cuando las películas no son otra cosa que sombras de la realidad. Más tarde autores como Godard que buscan ralentizar el ritmo, para adensar el tiempo, y tomar conciencia del mismo.

Juan nos anima a mirar o visionar de otra manera, a volver si se quiere a cierto estadio primitivo, a recuperar una mirada más inocente, a sabiendas de que no puede ser ya del todo inocente (ostentar la mirada, por ejemplo, de Ana Torrent, siendo niña, en El espíritu de la colmena), a vernos prendados por la fascinación que las imágenes nos suscitan, sin dar por abolido nuestro espíritu crítico, para extraer de las imágenes todo su sentido y significado, en su fragilidad y fragmentariedad, en contraste con el cine y sus imágenes cuando son asumidas como un producto de consumo inmediato. Ahí, el cine fantasmagórico (con imágenes que desaparecen antes de que su capacidad de asombro se agote) es capaz de librar una batalla contra el cine anestesiante y alienante que entiende el mundo como un todo compacto.

Si hay a quien leer un libro se le antoja imposible, constato cuando voy al cine que cada vez hay más personas a las que mantener fija la atención en una pantalla, seguir sencillamente el hilo de una película, por fino que este sea, les resulta igual de imposible y no pueden resistirse a mirar los móviles cada dos por tres, pues son los vídeos que ahí ven en las micropantallas de sus móviles los que los tienen subyugados.

Es por eso, que este ensayo de Juan Vico, que trata de darle al (buen) cine la importancia que tiene (bien provisto de argumentos propios y ajenos, como los de Benjamin, Baudrillard, Derrida, Adorno, Roland Barthes, Georges Bataille), analizando también el mínimo lenguaje audiovisual que manejan los que ahora tienen tanta influencia sobre millones de personas con sus vídeos y canales, me resulta tan interesante como necesario y estimulante.

www.devaneos.com

Los bosques imantados (Juan Vico)

Lees esto que aparece en la contraportada:

Francia, 1870. En el bosque de Samiel se reúnen centenares de curiosos, devotos, médiums y magos, y también la prensa, dispuesta a cubrir los fenómenos que se esperan para la noche del 10 de julio. Locusto, un misterioso mago al que nadie ha visto el rostro, ha anunciado su aparición en el bosque, coincidiendo con el eclipse lunar que tendrá lugar en la noche de Samiel y que propiciará el despertar de poderosas fuerzas. Hasta allí viaja Victor Blum, periodista embarcado en una cruzada personal contra la superchería y el fraude. Dos hechos inesperados, la profanación de una iglesia y un asesinato, pondrán a prueba la investigación de Blum. Un análisis de la fascinación por los fenómenos paranormales y de la necesidad de poner a prueba la fe y la superstición.

Y piensas. Esto pinta bien. Luego sea porque los diálogos son mero relleno y tienen muy poca chicha, sea que el marco histórico parezca de corchopan, que los personajes tengan escaso relieve y pareja profundidad, que la novela sea un truco de magia, donde mientras el truco sucede apenas suscita el menor interés, por mucho que haya un muerto encima de la mesa y una misteriosa inscripción a desentrañar, luego, al final y a toro pasado todo debe explicarse, cuando la historia ya se ha desinflado, sea todo esto junto lo que da lugar a una novela que me resulta fallida.

Novela de Juan Vico (Badalona, 1975) que en definitiva promete mucho, pero que dista bastante de resultarme fascinante, menos aún magnética, ni incluso si me apuran, entretenida. Me pregunto qué pensaría Julio Verne de una novela tan epidérmica y deslavazada como esta, que hace de un mal empleo de la elipsis, su razón de (no) ser.

Seix Barral. 2016. 220 páginas