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La herida de abril (Vincenzo Consolo 2013)

La herida de abril Vincenzo Consolo

La herida de abril de Vincenzo Consolo (publicado en Italia en 1963) no se había traducido al castellano hasta este año, gracias a la Editorial Traspiés. Comenta el traductor Miguel A. Cuevas las dificultades que tuvo en la traducción, dada la complejidad del texto, habida cuenta de que más que de un traducción se trata de un desciframiento. Lo que se gana en claridad se pierde en hondura, nos dice en la introducción.
Vincenzo Consolo opta por la elusión, y a mí, que este tipo de novelas en las que uno debe rellenar con su imaginación las lagunas existentes, no me apasionan, hace que la lectura de La herida de abril se haya quedado en un mero arañazo, una lectura más, que no me dejará secuelas.

La historia transcurre en Sicilia, en un pueblo costero, con el Etna como una presencia ineludible, que vomita lava y lo arrasa a todo para generar vida de nuevo. El narrador tiene esa edad en la que todo es un descubrimiento, pero que resulta a su vez muy contenido, espartano, anodino, y lastrado, porque el joven ni se emborracha, ni se va de farra, ni se corre juergas con mujeres, ya que la película de su vida se proyecta en el faldón negro de los curas que les dan clase, y la religión se convierte en el pan suyo de cada día, porque todo son crucifijos y oraciones y vírgenes, y castigos y sacrificios, todo muy severo y muy rancio y muy coñazo.

El joven ha perdido a su padre y ahora su tío vive con ellos, y su madre ha recuperado así su sonrisa, y atiza fuera del hogar un calor de mil demonios, y todo está reseco, y las comidas son densas y especiadas y el sirocco hace que la gente busque un refresco refregándose en los azulejos del suelo y el país, Italia, sale de La Segunda Guerra Mundial sumida en la pobreza y abocada a la Repúbllica, de las fauces del fascismo, tan desorientados los sicilianos que hasta vieron factible convertirse en una colonia gringa cuando aparecieron por allí los americanos y los raqueros van playa arriba playa abajo buscando algo y la miseria se palpa en las páginas y los jóvenes escapan, aunque sean debajo de un hábito, para ganarse la vida como buenamente puedan en otro sitio.

Entre lo que el autor nos elude, lo que se nos cuenta (y no he pillado, aunque se agradecen las 45 notas) y lo comedido que resulta, a duras penas lograré recordar algo de este libro dentro de una semanas, aunque eso nunca se sabe, porque a menudo es más díficil olvidar algo a posta que recordar lo deseado.

El guardián invisible (Dolores Redondo 2013)

El guardián invisible
Dolores Redondo
2013
Editorial Destino
433 páginas

A Dolores le ha salido un libro redondo. El guardián invisible no es su primera novela, pero es la que le ha dado a conocer al gran público. No cultivo mucho el género de la novela negra, que en algunas librerías ocupa unos cuantos metros del frontal y cada vez vende más, pero de vez en cuando sí que tengo a bien hincarle el diente a novelas como esta.

Una vez leída puedo decir que queme que me ha gustado y he experimentado algparecido a lo que sentí (o creo recordar que sentí) cuando hace años leí Némesis de Jo Nesbo u Ojos de agua de Domingo Villar.

La historia transcurre en el Valle del Baztán, en Elizondo, donde se están cometiendo unos asesinatos de niñas en la preadolescencia. La inspectora Ainhoa es la encargada del caso, y le toca jugar en casa, pues aunque vive en Pamplona, nació en Elizondo y conoce de primera mano la forma de ser y de vivir de sus paisanos, así como las leyendas del lugar; leyendas que hablan de brujas, de seres como el Basajaun, que forman parte del imaginario colectivo, leyendas a las que aferrarse cuando la cruda realidad les acerca al precipicio y entonces la magia o la brujería es una salida o un agarradera como otra cualquiera para las gentes del lugar.

Ainhoa deberá exorcizar los fantasmas del pasado, desempolvar y arrostrar esos recuerdos que yacen en su memoria dormida, espoleada en sus recurrentes pesadillas, recuerdos dolorosos, dado que su infancia no fue fácil, gracias a una madre nada maternal. A su vez, la relación con su hermana Flora es también turbulenta, agria, ya que sus vidas corren paralelas, desde la niñez, sin puntos de encuentro, enzarzadas en discusiones estériles y manidas, con palabras repletas de amargor, inquina y resentimiento. Al menos por parte de Flora.

El libro transcurre de tal manera que a medida que se van cometiendo los crímenes y Ainhoa y su equipo tratan de poner rostro al asesino, la autora nos va contando de rondón la niñez de Ainhoa, la relación con sus padres y hermanas, su paso por la base del FBI en Quantico, EEUU, su relación con James, sus más y sus menos con otros compañeros de trabajo que lejos de alegrarse por lo bien que le van las cosas, la desprecian y minusvaloran.

Como marco, El Baztán, la niebla, el frío, la lluvia, la humedad, unos parajes plagados de leyendas, supercherías, transmitidas de generación en generación, leyendas de las que nadie es capaz de renegar, pues incluso la propia inspectora en el curso de su investigación se verá obligada a hacer acopio de buenas dosis de racionalidad para no dejarse ir por ciertos derroteros mentales que la arrimarían a las leyendas tantas veces escuchadas alrededor de un fuego, o de un brasero.

Dolores Redondo busca cierta carga psicológica en cuanto se cuenta y tanto los avances de la investigación como las otras historias más personales sirven para dar más consistencia al personaje de Ainhoa, y siendo uno Riojano ciertas cosas que he leído, ciertos giros y formas de expresarse de Ainhoa y de los navarros que la rodean, me hacen gracia, por lo que tienen de coloquial y de conocido, además el pueblo de Elizondo lo tenemos bastante próximo e incluso recuerdo haber comprado, no txatingorris, sino chocolate negro con almendras delicioso, en el obrador de la pastelería Malkorra.

El ritmo de la novela es trepidante, sí, este uno de esos libros que no puedes soltar hasta que lo acabas y la intensidad de la lectura no decae en ningún momento, pero como todo tiene que acabar, cuando todo se precipita, y las piezas van encajando sientes un vacío y cierta tristeza camino del mostrador de la biblioteca.

El cuerpo humano (Paolo Giordano 2013)

El cuerpo humano Paolo Giordano
Paolo Giordano
2013
355 páginas
Editorial Salamandra

Seguía sin tener nada que leer después de acabar con la novela de Gamberale y mi amiga, la de antes, puso en mis manos El cuerpo humano, el suyo no, el de el italiano Paolo Giordano, de quien confieso no haber leído su obra La soledad de los números primos. No iba por tanto condicionado, no era menester saber si lo de Giordano y el éxito de su primera novela fue casualidad, o si trata de un autor de verdad.

Giordano sitúa la historia en Afganistán, en el ejército italiano, formado por un grupo de jóvenes, que en el desierto afgano tomarán consciencia de lo que son sus vidas y lo insondable que es el alma humana.
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Ikura ML Modesto Lafuente Comida Japonesa en Madrid

Finalmente he cumplido mi sueño de acudir a un restaurante Japonés (en Logroño lo más parecido es un Teppanyaki sito en la Gran Vía), el Ikura ML. La experiencia resultó muy satisfactoria. Cada uno de los platos, o mejor dicho, bocaditos, que formaban parte del menú estaban a cual mejor. Un estallido de sabores que iban aflorando al paladar a medida que lo ibas ingiriendo.
En resumen, una auténtica maravilla. Al ser primerizos y así hacerlo saber a la camarera que nos atendía, nos ofrecieron una versión más light, menos purista, con menos sushi o alimentos crudos, y casi todo llevaba un golpe de soplete. Las fotos creo que hablan por sí solas. Las veo y me dan ganas de recenar. Tras comer en el Ikura ML, me dan ganas de seguir profundizando en la cocina nipona.

Restaurante Ikura ML
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