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Libro, literatura americana, 1965

Stoner (John Williams 2010)

John Williams
Editorial Baile del Sol
240 páginas
2010

Algunos libros te reconcilian con la pasión lectora, otros te reconcilian con el hecho de existir, otros, los menos, como Stoner de John Williams, logran las dos cosas a la vez.

Lo mejor que se puede hacer con un libro que te ha gustado mucho es recomendárselo a todo el mundo, en especial a la gente que nunca lee un libro. Así que si no sabéis que libro llevaros este verano a la playa. Si no tenéis claro si llevaros el último de Dan Brown, de Follet o de Dolores Redondo, tomar nota. Stoner de John Williams.

Sigo.

Stoner eleva a la categoría de obra maestra algo tan simple como el hecho de vivir. Pasan cosas en el libro, muchas, incluidas las dos guerras mundiales que tienen cierta presencia en la novela, pero la sustancia interior de la novela, es ese día a día en el que nos consumamos y nos consumimos todos los humanos.

Stoner nace en 1891, vive en el campo con sus padres en una granja y cuando va a la Universidad de Misuri a estudiar una ingeniería agrícola descubre su vocación por las letras, así que deja su futuro en el campo por una plaza como profesor en la Universidad, tras doctorarse.

Acontece la I Guerra Mundial y Stoner no va. ¿Es un cobarde?, pero dar su vida tan alegremente no le parece un buen plan.

John Williams
John Williams

Stoner se enamora de Edith y de seguido se casa con ella. Su luna de miel es de hiel y luego ella lo guía sin denuedo por el camino de la amargura. Unas páginas brillantes donde esa relación que nunca fue tal, se enquista y envevena, gangrenando toda emoción y sentimiento. Para más inri, tienen una hija, Grace, la cual es usada por Edith para hacerle daño, para menospreciarlo y menoscabarlo, al tiempo que ella renuncia durante años a su papel de madre, siempre ausente, siempre en la distancia, siempre enferma. Lo suyo es una náusea existencial.

Ahí va un pequeño texto de la novela.

John Williams Stoner

Y si hay amor y desamor a raudales, también habrá luego amor incandescente, furtivo esta vez, porque a fin de cuentas, lo que nos mueve a Stoner y al resto de los mortales es el deseo y la pasión. De nuevo unas páginas fascinantes donde Williams describe los episodios de ese amor furtivo que crece, explosiona y acaba con un epílogo no por menos esperado, indeseado.

La vida en la Universidad es un nido de víboras, donde a Stoner no le falta algún enemigo dispuesto a hacerle la vida imposible, si bien a Stoner más allá de la indecencia de algunos, la docencia le permitirá hacer en la vida aquello (y quizá lo único) que se le da bien, que es dar clase, concebido este hecho, casi como una disciplina artística.

Williams ya en el final del libro podría dejarse vencer por el sentimentalismo, provocando la lágrima fácil en el lector, pero de nuevo Williams, que a estas alturas del libro, a mí ya me tiene comiendo de su mano, acomete el final de la novela con un tacto exquisito y una limpieza y sobriedad que desgarran.

La imagen mental de ese libro deslizándose despacio y cayendo en el silencio de la habitación supera con creces los tan manidos lugares comunes que pueblan la literatura de la enfermedad.

No perdáis más tiempo leyendo reseñas sobre este libro y leerlo y luego me dais las gracias.

Stoner: sí, la vida fue/es/será esto.

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La sustancia interior (Lorenzo Silva 1996)

Lorenzo Silva
1996
421 páginas
Ediciones Destino

Lorenzo Silva publicó esta novela hace ya casi 20 años, allá por el 1996. Nada había leído de él y esta novela la reseñaban como la mejor del autor, su obra más personal y singular.

Quien se acerque a ella como lo haría hacia un bestseller se llevará un castañazo. La novela podemos calificarla como histórica, pero no lo es. En esta novela no sabemos en qué siglo estamos. Puede ser el X o el XV. Tampoco se nos dice dónde transcurre la historia. Todo juega a ser enigmático y misterioso. Toda la novela es como un acertijo o como una broma pesada (que es lo que me ha resultado), de más de 400 páginas.

El protagonista es un Extranjero, un tal Bálder que va huyendo de algo (por supuesto no sabemos de qué), a quien contratan en una Catedral como tallista. Su misión: hacer la sillería del coro. Lo ha contratado el Arzobispo y tiene poder para demandar cuanto necesite para llevar a cabo su obra.

Toda la historia está viciada, encapsulada, limada por un tiempo y un espacio opresivo.

Como telón de fondo la Catedral que se está construyendo. Un proyecto que parece que nunca pueda llevarse a buen puerto, o cuando menos no durante la duración de una vida terrenal.

Bálder quiere ser puro e independiente, preservar su sustancia interior, y no tarda en descubrir que la Catedral ofrece dos caras. Una es la de las oraciones, las penitencias, las sotanas y la vida clerical y espartana y la otra es todo lo contrario. Las catacumbas donde por la noche los hombres y mujeres de la Obra se dan a la bebida, al sexo, y a cuantos placeres tienen a mano.

Bálder se irá pasando por la piedra un buen número de mujeres. Todas ellas le van dejando huella, hasta ir a dar con Náusica, la hija del Arzobispo, con quien copula sin ganas, porque en este libro todo son elucubraciones, un quiero y no puedo, devaneos mentales varios, disertaciones filosóficas triviales y unos diálogos que resultan demasiado actuales como para ser de siglos pasados.

Lo peor de todo no es todo esto, sino que su novela me ha resultado cansina desde el principio. Si Bálder no tiene ningún interés por la Obra, por finalizar las obras en la Catedral, a mí como lector, lo que pase en el libro me da lo mismo casi desde el principio de la obra, pues ni Bálder, ni ninguno de los siniestros hombres y libidinosas mujeres que pueblan la novela, me suscitan el menor interés.

La idea de la novela me parece una paja mental y dedicar 400 páginas a su plasmación me resulta excesivo.

Bálder se nos presenta tan complejo, intrincado y pasivo que al final su suerte me resulta indiferente, tanto como el saber si se acabará la Obra, si matará finalmente a Naúsica o si lo nombrarán Arzobispo o no.

Lorenzo Silva
Lorenzo Silva

Como en esas películas gore en las cuales el protagonista las pasa putas durante todo el metraje, para una vez fuera del pueblo de los horrores ir a dar con alguien que se ofrece a ayudarle, para mandarlo de vuelta de nuevo al horror, esta novela es también un bucle, donde queda patente que no hay escapatoria, ni salida, que la libertad, la de Bálder (y quizá la de todos), es una ficción.

autopsia

Autopsia (Miguel Serrano Larraz 2013)

Miguel Serrano Larraz
Editorial Candaya
2013
397 páginas

Miguel Serrano Larraz (Zaragoza, 1977) es maño y esta novela suya transcurre en Zaragoza.

El protagonista de la novela atiende al nombre de Miguel, como el autor, y las cosas que nos va contando nos dice Miguel que son veraces, cambiando eso sí algunos nombres. A saber. Tampoco me parece clave saber si el autor se vacía y expía sus pecados sobre el papel o es ficción. Eso no hace mejor o peor un libro.

Dos hechos hay recurrentes en la novela.

Uno. A Miguel le dieron una paliza unos skinheads. Aquello, además de dejarle el cuerpo hecho polvo, le permitió ganar en Aranda de Duero un segundo premio de poesía, con una poesía basada en el día en que le dieron la tunda los rapados.

Dos. En el colegio, Miguel y su amigo Tomás se dedicaban a hacerle la vida imposible a otra compañera, Laura Buey. Aquello a lo que en su día no dieron importancia, ahora con la fuerza de un boomerang encabitrado, vuelve de modo recurrente para perturbar el ánimo de Miguel, que supera ahora los 30, y entiende que aquello que hacían con la pobre Laura no estuvo nada bien, agravado con el contrapunto de ser Miguel ahora padre y estar dispuesto a hacer cualquier cosa por defender a su hija de los agravios ajenos.

Luego el relato se fragmenta y va y viene en el tiempo.

De todos los protagonistas del libro, la mayoría secundarios, hay dos con más relieve. Uno es Felipe, al que todos conocen como DJ Hans Castorp, quien en su día pinchaba en el programa Crónicas Marcianas y después por bares y locales de Zaragoza, convertido en un vampiro cultural, aumentando sus ganancias con charlas y derechos de autor.
El otro personaje es Mensajero que trabaja con Miguel y con quien éste sale de fiesta, acuchillando las noches, vaciando jarras de cerveza, lustrando los terrazos y aceras con vómitos festivos.

Miguel que se nos presenta como alguien huidizo, retraído, sin criterio, de fácil conformar, a quien le va bien en el colegio concertado al que acude, que saca buenas notas, con quien nadie se mete o lo hace objeto de sus burlas, que lidia esos años de instituto hasta ser adulto, y deja la carrera que cursa a punto de acabarla para irse a trabajar en los Grandes Almacenes de la Modernidad, dejando a su familia, alquilando en solitario un apartamento en la planta -1 de un edificio.

Miguel nos suelta entonces un rollo sobre cómo sobrevivir con 10 euros al día y cómo no perecer en su refugio ante unas temperaturas gélidas y sin auxilio de la calefacción (central ni lateral).

A los que tengan entre 30 y 40 tacos y sean de Zaragoza leer esta novela les hará ilusión (o no), al reconocer las calles, bares y locales que se nombran, así cómo algunos de los personajes que pueblan estas páginas como Ochaíta (o como realmente se llame). A los que somos de Logroño como yo y la literatura que va de bares, DJs, gente bailando como peonzas sobre una pista, o mantienen charlas etílicas amorrados a las botellas y refrenando así las pulsión suicida del cristal, nos aburre hasta la saciedad y la novela la leo entonces más por empecinamiento que por devoción para poder luego reseñar esto, ya que hasta el momento no tengo la capacidad de comentar (aún menos de alabar/loar/recomendar) un libro sin haberlo leído.

Recuerdo que en su día (31-10-2010) Rosa Montero, en lugar de reseñar un libro, escribía un artículo sobre la reseña de un libro que no había leído (¿reducción al absurdo? ¿intelectual low-cost?). A su vez, muchos de los comentarios que se vierten en las blogs literarias son de personas que expresan su deseo de leer o no el libro reseñado o de arremeter contra el autor/a de la reseña o del libro, en lugar de dar su parecer (tras haberlo leído) sobre el libro. No hablamos/discutimos/reflexionamos pues sobre lo derivado del hecho de leer una novela, sino del interés de los blogueros por leer o no un determinado libro.

Dejo la metaliteratura, sigo con la Autopsia.

A Miguel no sólo le apalizan los skinheads, sino que luego también le sacuden unos rockers (será porque es un blanco fácil), porque para el que no lo sepa en los noventa y no sólo en Zaragoza existían las llamadas tribus urbanas: skinheads, heavys, punkies, rockers, etc.
Ahora los jóvenes llevan unos peinados Bieberianos que parecen que les haya lamido la testa una vaca, y son todos de la tribu de los nativos digitales.

Antes cuando todos eramos primitivos digitales y no había consolas, nos consolábamos rumiando nuestro tedio tirando piedras a la vía del tren, jugando a las canicas o como hacía Miguel buscando alguien a quien buscar las cosquillas, o directamente humillar (en nuestro cole los que iban al grupo B se cebaban con un muchacho al que le tiraban la mochila por la ventana, para comprobar una y otra vez que no volaba, y sobre cuyo cuerpo se hacían melés. Consiguió salir adelante. Aquello también era bullying, pero en aquel entonces, a comienzos de los 80, éramos todos tan primitivos (y no sólo digitales) que todo aquello no provocaba ninguna reacción en contra).

Miguel Serrano Larraz
Miguel Serrano Larraz

La novela se pone en modo presentista al incorporar en el relato la presencia de Facebook. Herramienta virtual que le permite a Miguel ponerse en contacto primero y lograr un encuentro físico después, en un restaurante, con muchos de los compañeros de EGB. Ahí la novela replica lo que hemos visto y leído acerca de los reencuentros, sin aportar nada sustancial al respecto. Además su excompañera Laura Buey no acude por lo que nos quedamos sin la escena reencuentro/arrpentimiento/clemencia/perdón.

No sé cúantos ejemplares despachará esta novela, si serán 200 o 2000, si será un fracaso o un éxito (eso ya es cosa de Miguel y de la Editorial Candaya). Este libro lo he cogido de la biblioteca, así que en ese cómputo quedo fuera, pero si ya van por la segunda edición, señal de que el libro vende.

La lectura de Autopsia me ha dejado apático, ni me ha entusiasmado, ni me ha parecido una novela aborrecible, quedándome en un término medio. He encontrado algunas cosas que me han gustado por la forma que tiene Miguel de narrar determinadas situaciones, pero otras muchas me han parecido planas y prescindibles. Creo que para hacer una autopsia en vida de Miguel, o para eviscerar el pasado, 400 páginas son demasiadas, por mucho que la narración fragmentada en el espacio y en el tiempo, hagan la lectura más digerible. Además mi interés ha ido de más a menos. La primera parte me pareció intensa, el resto no tanto.

Eso sí, el manejo que Miguel Serrano Larraz hace de los paréntesis es notable (de auténtico maestro, diría), si bien, tampoco entiendo que haya Ninguna necesidad en el uso y abuso de tanto signo de puntuación (como este punto y final).

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Antonio Orejudo

Fabulosas narraciones por historias (Antonio Orejudo 1996)

Antonio Orejudo
Círculo de Lectores
2007
431 páginas

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto leyendo un libro.

Antonio Orejudo (Madrid, 1963) publicó en 1996 esta novela, Fabulosas narraciones por historias, con 33 años. La edad me parece relevante porque Orejudo tiene en mente una novela ambiciosa, no solo en extensión, más de cuatrocientas páginas, sino en recorrido. Es de largo aliento.

La novela reúne a un puñado de persones históricos tales como Juan Ramón Jiménez, Ramon Gómez de la Serna, José Ortega y Gasset, Unamuno, Lorca, entre otros muchos, en el marco de la Residencia de Estudiantes, a comienzos de los años 20 del siglo pasado. Una Residencia entendida como un «proyecto pedagógico, moderno y europeizante«.

Ante esas vacas sagradas de la literatura y el pensamiento, se encuentran en la Residencia una panda de estudiantes subversivos y exaltados que tratan de dinamitar la realidad y a quienes la habitan.

De todos los personajes que pueblan la novela, hay un trío que se lleva la palma.

Por un lado tenemos a Patricio Cordero, Patric, sobrino de Pereda (el escritor) cuyo único objetivo es publicar su novela, Los Beatles. Lo tiene complicado porque todos se niegan a prologarla y también de paso, a publicarla. Esto le lleva por el camino de la amargura, ante la imposibilidad de realizar su sueño de convertirse en escritor.
A su vera, Santos, un paleto que vive entre cerdos, que deja su aldea, se muda a la capital y tiene a Patric como modelo, de quien bebe y se empapa, puliendo sus modos, culturizándose en mayor o menor medida.
El trío lo completa Martiniano, a quien le falta un ojo, burro como un arado, anarquista hasta las trancas, irreverente en grado sumo, amigo de la violencia, desmesurado y excesivo, que gracias a todas estas virtudes, nos ofrece cuando aperece en escena, las que me parecen las mejores páginas de la novela.

Entre medias una revista, La Pasión. En ella, los lectores confiesan sus devaneos sexuales de todo tipo: desde relaciones incestuosas, escarceos con mujeres mayores e incluso actos de canibalismo. Si los relatos son tronchantes, las réplicas ya son la monda, de la mano y pluma del Dr. Moore, quien lejos de juzgar o criticar actos para muchos deleznables, opta siempre por dar por bueno todo cuanto le cuentan, reformulando incluso el canibalismo como un acto de amor. Orejudo es grande, su mente poderosa.

Parte de los discursos de los personajes de la novela son réplicas de textos de Gasset, que también aparecen en la novela. Obras tales como La España invertebrada o La deshumanización del arte. Un Gasset que se convierte en la novela en objeto de burla, tachándolo de mujeriego, aristocrático, vanidoso, todo un dechado de virtudes, a quien le van a a la zaga Azorín, cuya brutalidad sufrirá su sobrino Martiniano, a quien dejará ciego de un correazo o Unamuno, muy pagado de sí mismo, a quien le gusta mucho disertar pero poco o nada dialogar.

Antonio Orejudo
Antonio Orejudo

La novela, como retrato de la sociedad burguesa de esos años da cuenta también de las tertulias que se llevan a cabo en los Cafés, del empeño por parte de los tertulios de atraer a las mismas a gente de relumbrón, de los temas la mayoría de las veces banales que se tratan en ellas, devenidas en mentideros, donde una mitad despelleja a la otra mitad, no presente en la tertulia. Tertulias, donde por obra y gracia (mucha gracia) de Orejudo brilla un humor que deslumbra.

En la Residencia de Estudiantes el presunto proyecto pedagógico es un campo de batalla entre bandos enfrentados, luchas de poder encarnizadas, donde los jóvenes residentes verán premiada la asistencia a las conferencias de excelsos personajes como Gasset, Unamuno o Juan Ramón Jiménez, con mejores sustanciales en sus notas. Conferencias que daran pie para otros tantos momentos hilarantes.

Sin poder acotar en estos párrafos el argumento expansivo y torrencial de la novela, queda bien plasmado lo que siente un escritor como Patric al querer publicar una novela, cuales son sus ansias y sus desvelos ante un objetivo que le hará orillar todo cuanto le rodea, amigos también. El empeño de otros, como Santos, de tener un referente, un modelo, como a Patric. El nihilismo de Martiniano, convertido en carne de cañón desde su infancia. Los tejemanejes de la aristocracia y las clases pudientes, como el mecenas Leo Babenberg y el concepto que estos tienen del arte. Las cabezas pensantes, sean literatos o filósofos, hermanados en su vanidad, bien pagados de sí mismos.

Finalmente, la novela supera los años veinte, y en los años 30, La Guerra Civil como un torrente enloquecido, dejando dos orillas, entre un río de sangre. Y ya en las posguerra, vemos los escombros humanos de los pocos personajes que han sobrevivido, no sólo a la guerra, sino a la batalla final: el paso del tiempo.

Antonio Orejudo perpetra una obra monumental y ambiciosa en la que derrocha talento, ingenio, inventiva, donde se gasta un humor corrosivo, capaz de sostener una novela de 431 páginas sobre un prosa potente, musculada, proteica, expansiva, burlesca, que permite divertirte, aprender, reflexionar y descojonarte, todo junto y a la vez, con estas fabulosas narraciones que nos hace pasar por Historia

He leído otras cosas de Orejudo (Ventajas de viajar en tren y Un momento de descanso) y me han gustado muchísimo menos que esta novela que merece la pena, y mucho, leer, pero ya.

Próxima estación: Autopsia (Miguel Serrano Larraz)