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La patria de todos los vascos (Iban Zaldua 2008)

La patria de todos los vascos Iban Zaldua portada libro Lengua de TrapoEl escritor donostiarra Iban Zaldua nos ofrece una nouvelle, una novelita de apenas 130 páginas, donde con una buena dosis de humor desmonta muchos de los mitos de la Literatura Vasca.

El protagonista es Joseba, un profesor a quien le ofrecen dar clases en la Universidad de Anchorage, en Alaska. Vista la situación que hay en Euskadi, toda vez, que ETA ha roto el alto el fuego, decide coger la maleta y darse el piro.

Joseba impartirá la asignatura Introducción a la Historia y Cultura Vascas. A fin de que sus clases capten la atención de sus alumnos, lo que empieza como un juego se convierte en un delirio, de tal manera que Josean irá adaptando la historia a su antojo, convirtiendo el pasado de Euskadi en otra cosa distinta a lo que fue. Y lo que fue es que la primera novela tuvo algo de difusión en Euskal Herria fue Kresala allá por 1902. Que filólogos como Koldo Mitxelena afirman que entre el 60 y 65% de las palabras vascas tienen un origen latino, etc.

Iban encamina su discurso, valiente, a desmontar esos mitos que hacen pensar que la literatura vasca es equiparable a la castellana en cuanto a cantidad y calidad, que su idioma es como un meteorito que cae del cielo, no es de esta galaxia, ni ha sido contaminado por el uso.

Si uno no está puesto en la materia, la literatura vasca, los comentarios y coñas del autor sobre el asunto no se aprovechan ni disfrutan como se debieran. Lo que sí se disfruta es el tono del autor, esas ganas de criticar desde la inteligencia con el humor como instrumento.

La novela me ha sabido a poco, porque igual que la empiezas la acabas. La ida y venida de Joseba es casi fulminante y a uno le hubiera gustado leer más cosas sobre las andanzas de Joseba por Anchorage, verlo ahondar en su farsa, dotar la historia de mucho más alimento, porque lo ofrecido resulta a todas luces insuficiente.

Como si esto el autor también lo viera claro, publicó en 2012, Ese idioma raro y poderoso, una especie de guía no académica para quienes, sobre todo desde fuera del País Vasco, deseen saber algo más sobre la literatura vasca actual: estudiantes, profesores, periodistas, aficionados a la literatura, en palabras de su autor.

Como anecdota apuntar que Zaldua además de escritor es un visionario, dado que el vino Luis Cañas que aparece en su libro fue considerado el mejor vino del mundo relación calidad precio. En Villanueva de Álava, por cierto, no solo hay bodegas.

Guapa de cara (Rafael Reig 2004)

Rafael Reig Lengua de Trapo 2004Guapa de cara es la segunda novela, tras Sangre a Borbotones, de la saga que cierra Todo está perdonado, cuyo protagonista es el detective o huelebraguetas Charlie, Charli o Carlos Clot. Se mantienen por tanto las señas de identidad: un Madrid navegable, sin rastro de petróleo, donde la gente se desplaza en bicicletas o en veleros. La Castellana separando los dos mundos, el de los agraciados y el de los desgraciados. Con la sombra alargada de Chopeitia y sus cápsulas verdes. En ese tablero de ajedrez, se mueve Clot a quien le encargan la resolución del asesinato de Lola Eguíbar, escritora de cuentos infantiles, quien supervisará desde el más allá el ir y el venir de Clot, acompañada esta, de uno de sus personajes infantiles, el lascivo Benito Viruta.

No es novela negra lo que leemos, porque a fin de cuentas la resolución del asesinato, viene a ser lo de menos, tanto como la identidad del asesino, sus motivaciones, así como la puesta del asesino ante la justicia si se llega a tal.

Rafael Reig aprovecha este contexto, para desgranar otros temas, que sobrevuelan la cuestión mortuoria para alimentar la narración con otros asuntos mucho más interesantes que la muerte, que ofrece pocas novedades. Así, Reig devanea acerca de la memoria y el olvido, acerca de lo que queda de nosotros cuando dejamos de ser, esos recuerdos, que son semillas que crecerán en los demás, hasta marchitarse y ser definitivamente enterrado en la memoria ajena.

y al final siempre llovía, no sé por qué, como si dar sepultura fuera plantar una semilla extraña que hubiera que regar con tempestades para que diera el día de mañana sus frutos amargos y sus flores carnívoras (pag. 115)

Hay ocasión también para un certero análisis de esas relaciones de pareja que dejan de serlo pasadas un tiempo.

Llegué a pensar que da igual, que el amor es puro bricolaje, hágalo-usted-mismo, que es una la que lo pone todo, con sus propias manos y utiliza las mismas razones para querer y para dejar de querer, una sola herramienta que vale igual para atornillar o desatornillar (pag 158)

Reig conoce a los integrantes de la no generación de los 60 (los años de las Nancy, de la Señorita Pepys, de los Planes de Desarrollo, de los seiscientosy de la minifalda…), porque nació en esos años, así sus personajes conocerían en los 80 (con la reconversión industrial y constitucional) La Movida, frecuentando esos bares que fueron míticos, en donde surgieron grupos legendarios como Los Secretos (que todavía siguen tocando, aunque sea ante 300 personas en Aguilar de Campoó, este verano, por ejemplo), calles donde corría el alcohol, el tabaco, y las drogas que mataban (a Enrique Urquijo, por ejemplo que abrazado a la tristeza se encontró en el más allá a sus 39 años). Queda, como en Todo está perdonado, ese poso de desencanto, al ver que algunos miembros deLa Movida, luego recibirían nada menos que un Oscar, otros ocuparían altos cargos políticos, se convertirían en tertulianos o desaparecían detrás de las almenas fortificadas de las urbanizaciones recreativas de lujo, despuntarían en la literatura, babeando por galardones, premios y reconocimientos de todo pelo.

Hasta la página 100, ya casi mediado el libro, no vi la luz, leía y leía, con esperanza eso sí, y a partir de ahí, me llevé un subidón a medida que iba leyendo. El libro no va de menos a más, sino a mucho más, se retroalimenta, va cerrando círculos, no hay ya marcha atrás, y acabas el libro, saciado de buena literatura, paladeando la agridulce melancolía, libando en la añoranza de los días idos, releyendo esos párrafos que he ido marcando y que algunos he reproducido en la reseña. Bien por Reig.

Rafael Reig

Lo que no está escrito (2012) (Crítica, Reseña)
Sangre a borbotones (2002)
Todo está perdonado (2011)

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Sangre a Borbotones (Rafael Reig 2002)

A Rafael Reig lo voy leyendo en un continuo flash-back. Primero Lo que no está escrito, luego Todo está perdonado y ahora Sangre a Borbotones. Los dos últimos libros comparten personaje: Carlos Clot, del cual sabemos mucho más de su aspecto físico, y en especial de su forma de vestir que de su forma de ser, quizás porque ya todo -además de perdonado- también esté perdido y solo nos queda dibujar el mundo de los personajes, mediante trazos estéticos, de la piel hacia fuera.

Como nos cuenta Reig en el prólogo del libro, escribir ni da dinero ni fama (salvo en el caso de unos cuantos privilegiados que pueden vivir de lo que escriben). De ahí, que quien se dedica a esta actividad, la literaria, deba hacerlo impelido por una auténtica pasión, la cual permite escribir y escribir, emborronar cuartillas, llenar cajones de manuscritos polvorientos, sin esperar casi nada a cambio. A veces, algunos triunfan, logran publicar sus manuscritos, y coger cierta repercusión. Reig ha pasado de ser un perfecto conocido (o mejor dicho un escritor alejado del gran público) en Lengua de Trapo (de cuya editorial van volando todos aquellos que van cogiendo notoriedad, como Ricardo Menéndez Salmón, Olmos, Faciolince o Reig) a publicar ahora en Tusquets y ver sus libros junto al de otras vacas sagradas de la literatura, en cualquier librería.

Reig explica también cómo la vida que llevaba en aquel entonces, a comienzos del segundo milenio de nuestra era, le permitía nutrir sus historias literarias (su trabajo en Telefónica, su hija pequeña, etcétera).

En cuanto al libro, la historia transcurre en un Madrid navegable. No hay petróleo y la gente se desplaza a pie, en velero o en bicicleta. Madrid, como era el sueño de Esperanza Aguirre ya es angloparlante y en ese entorno Clot, detective privado, debe encontrar la pista de tres mujeres desaparecidas. Dos son de carne y hueso y la tercera es el personaje de una novela de vaqueros que ha cobrado vida propia. Ya saben, Unamuno y Pirandello. Sigue leyendo

El talento de los demás

El talento de los demás (Alberto Olmos)

Sigo con Alberto Olmos. Me pasa a menudo. Me da la venada por un autor y me fajo con él hasta que me acaba poseyendo. Un verano me sucedió esto mismo con Tom Sharpe, empecé con Wilt y acabe con Tom después de haber leído una docena de libros suyos cuyos títulos aún recuerdo, así que la impresión o vampirización fue de aupa.

Me inicié con Olmos leyendo El estatus, seguí con Tatami y ahora le ha tocado el turno a El talento de los demás. Si las dos novelas anteriores de Olmos son breves; una fantasmagórica y la otra una vacilada que derrocha buen humor y ofrece al lector unas cuantas carcajadas y una sonrisa sempiterna en el rostro, El talento de los demás, es una obra más densa, de 318 páginas donde Olmos se explaya a gusto.

Aquí no hay recato a la hora de escribir, sino más bien un ataque de verborrea digital que lleva al autor a toca mil asuntos, que le va sirviendo en bandeja, el protagonista Mario Sut, un joven talentoso con el violín que tras relamerse con las mieles del triunfo sufre una bajada de tensión, alejado del dulzor del éxito, para convertirse en un ser más, perteneciente a la masa, que somos la mayoría, para alcanzar algo parecido a la perfección en su siguiente trabajo. Su posterior falta de ambición, su quehacer diario sin altibajos, sin crítica alguna hacia algo o hacia nadie, hace que quienes le rodean crean poco menos que encontrarse ante un santo, una divinidad que no levita pero a quien poco le falta.

Tras conocer a Mario, en la segunda parte del libro, Olmos tiene ocasión para dar su particular visión del mundo de la creación artística, ya sean cineastas, novelistas o músicos. Olmos pertenece a la mesnada artística, alguien que escribe, que lo hace bien, que tiene talento, luego se agradece esa labor de autocrítica, ejercida sin miramientos por ese camarero a quien todos estos artistas le parecen una panda de estómagos agradecidos, quienes creyendo estar dotados de una sensibilidad artística, tocados por una mano invisible que les hace ser especiales, viviendo a menudo del dinero familiar, no alcanzan en su férrea vanidad a ser conscientes de su necedad, estulticia y superficialidad.

Que la prosa de Olmos me engancha es un hecho. Cogí el libro un viernes y lo acabé el día siguiente, tras más de ocho horas de lectura. Me ha gustado, sí. Me gusta como escribe Olmos, las cosas que dice, cómo las dice. Aúna el segoviano talento e ingenio, hondura y persistencia. Eso sobre el papel ofrece una obra que leer y releer, pues hay muchos asuntos impresos a los que vendría bien dedicarlos un tiempito.

Me pasaré por la biblioteca a ver si me hago con A bordo del naufragio, Así de loco te puedes volver, Trenes hacia Tokio. De todos modos si el autor quiere dar una muestra de dadivosidad y enviarme un ejemplar de su último libro, Ejército enemigo, publicado en la potente editorial Mondadori, yo encantado. (A veces lo sueños se cumplen, si bien de momento sigo en Standby, como Iniesta). Dejo una crítica del libro que me ha gustado, porque al menos el autor argumenta.

Ala, y ahí dejo un párrafo, de los muchos leídos en el libro, que me ha gustado. A gozarlo.

«Si mi undécima novela saliera bien, fuera publicada o premiada y mi nombre figurara fugazmente en un periódico, oh, entonces todo el mundo apreciaría mi esfuerzo, les parecía meritorio que yo hubiera pasado los últimos diez años escribiendo para conseguir esto. Sin embargo no he conseguido nada, y el esfuerzo que he hecho es el mismo que si hubiera publicado las diez novelas, no hay diferencia, no hay más horas ni menos horas, no hay más ambición ni menos ambición, pero todo depende de si a alguien ahí fuera le sale de los cojones publicarme. Alguien con dinero, por supuesto».

Esto de la edición de libros es una lotería. La historia está plagada de escritores a quienes les rechazaron sus obras una y otra vez, hasta que un buen día algún editor decide publicar alguna, y a partir de ahí van de la mano el reconocimiento, el éxito, la fama, el enriquecimiento del autor, etcétera.

Pero como dicen en la novela, uno no escribe para hacerse famoso, sino porque es un pasión, como el que va al monte a por setas, o a hacer largos a una piscina. Es la motivación lo que mueve al ser humano.

Alberto Olmos | El estatus | Tatami