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El abismo se repuebla (Jaime Semprun)

Jaime Semprun (1946-2010), hijo de Jorge Semprún, escribió este ensayo en 1997, y casi 20 años después, lo que aquí se enuncia, lejos de mejorar, se ha agravado.

La pregunta que cabe hacerse leyendo este escenario apocalíptico -ese abismo del título hacia el que el mundo parece encaminarse- es. ¿Prometeo, quién te mando robar el fuego a los Dioses?.

Para Semprun la técnica es algo diabólico, deshumano, alienante. No hay nada bueno en ella, solo genera destrucción. La tecnología aliena, deshumaniza, despersonaliza, y en el caso de internet, evita el contacto humano presencial, propicia el aislamiento, mediante el surfeo, la navegación–y esto lo escribe hace 20 años cuando las redes sociales no existían-. Los vehículos, más allá de su función, son máquinas de matar y de matarnos.

Semprun que lo ve todo negro no se plantea ya eso de qué vamos a dejar a nuestros hijos, sino ¿a qué hijos?, como si esto se fuera a ir al garete de un día para otro.

Entre las cosas que Jaime enuncia, que sí me parecen interesantes son estas:

Hoy cada generación está marcada por un momento del consumo, por una fase de la técnica, por modas cretinizantes y universales: más que de cualquier otra cosa se es contemporáneo de ciertos productos de la industria y solo mediante la evocación de los recuerdos de telespectador se reconocerá la juventud común con la de los demás.

Esos que ahora se muestran especialmente vindicativos en la amnesia, con la identificación de la modernidad y el odio a la crítica.

Se habla acerca de cómo se va perdiendo cada día el sentido de la verdad, acerca de cómo es imposible distinguir la verdad de la mentira, de esos Filósofos a sueldo del estado, que lejos de criticar, reducen su función a justificarlo todo.

Habla Semprun de vidas inmediatas, presentistas, de humanos que viven de espaldas al pasado, individualistas, que buscan la satisfacción inmediata, lejos de un espíritu –ya anacrónico- que defienda el tesón, el esfuerzo, la memoria. Masas hedonistas, insaciables en su demanda de sensaciones nuevas, de experiencias, de novedades de toda clase. Humanos que en las drogas, hallan otra forma de alienarse, de fomentar su olvido, su desmemoria. De fondo las distopías Orwellianas, 1984 y El talón de hierro de Jack London.

Lo que hay según Semprun son sociedades de masas, homogéneas, alienadas, cuyo solaz es el ocio, el recreo, la cultura del entretenimiento inmediato, fugaz, episódico.
Se ve cómo el Estado pierde fuerza y su poder lo ocupan la mafia, las milicias, los señores de la guerra. La pobreza se condensa en la periferia, en los márgenes de la ciudad, donde anida el desencanto y la violencia, alimentando una bomba en potencia, que en el caso de París, cada cierto tiempo estalla.

Una sociedad a quien le preocupa poco el futuro, dado que todo es un ahora -la suma de momentos independientes-, y donde el pasado hay que dejarlo ahí, evitando así la continuidad y el análisis de lo que sucede, sus causas, sus consecuencias, que sí permitiría una continuidad temporal, y la búsqueda de un sentido. Habla también Semprun de la inutilidad y vacuidad de esas muestras de compadecimiento ante la desgracia ajena. Lo que hoy serían los refugiados, las víctimas de atentados terroristas, etc.

Para exponer sus argumentos y reflexiones Semprun emplea una prosa de guerrilla dialéctica que se adapta bien al desesperanzado escenario que describe, repartiendo tanto a la izquierda como a la derecha.

Pepitas de calabaza. 2016. 123 páginas. Traducción de Miguel Amorós y Tomás González López.

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Días entre estaciones (Steve Erickson)

Dijo Steiner: “No cabe duda de que el contraataque más exuberante lanzado por escritor alguno contra la reducción del lenguaje es el de James Joyce”. De Erickson, autor de esta novela, por mucho que Pynchon le echara flores en su día, podemos decir lo contrario.
Erickson empobrece el lenguaje con párrafos como este:

Podía contar sus líos amorosos con los dedos de ambos manos, pero le faltaban sumar las mujeres con las que tan sólo se había acostado. De esas últimas podía olvidarse, podía aceptar que sólo les había metido el pene y dejado nada más que un charco blanco…»

Esto es una pequeña muestra, lo grave es alumbrar un personaje como Jason. Bueno, decir personaje, es un halago, porque hacía años que no leía una caracterización tan burda de una persona, y lo peor del asunto es que ese personaje es clave, porque de ese prenda que parece sacado del anuncio de AXE: esa clase de tipos que les dicen a sus novias “me voy a follar a todas las demás, pero cuando venga a verte, prepárate para darme todo el placer que me debes”. Así, la pobre Lauren a pesar de que Jason, su marido, le pone mil cuernos, ella resiste, no tiene claro si le quiere o no lo quiere, y lo mejor de todo es que cuando pierden el hijo que tienen en común, en lugar de distanciarse, que es lo habitual, pasa lo contrario, no porque la novela no sea verosímil, que no lo es, sino más bien fantástica, no porque sea maravillosa, sino porque no es verosímil, decía, que en lugar de distanciarse, Lauren cree que se debe a Jason, que la pérdida del hijo les tiene que unir, así que del hombre del que está enamorada, o eso cree, porque aquí todo está cogido con pinzas y todo es vago, romo, chato, etéreo, evanescente, y azulado, a ese hombre que atiende al nombre de Michel, lo tiene que poner de patitas en la calle, para estar con Jason, que no lo he dicho, pero es ciclista, sí, ciclista olímpico, que corre también en tours de Francia, y participa en pruebas como la que se disputa en Venecia. No es coña, no. ¿Una prueba ciclista en Venecia?. Sí, amigos, la literatura, lo puede todo y cuando alguien tiene la imaginación hiperexcitada de Erickson todo puede derramarse –como Jason- sobre el papel. Sigue leyendo

Libros

Editoriales 2016

Este año he podido acometer lecturas, unas más satisfactorias que otras, de 66 editoriales distintas: Literatura Random House, Anagrama, Fórcola, Lengua de trapo, Nórdica, Periférica, Siruela, Taurus, Austral, Gredos, Grijalbo, Acantilado, Alfabia, Minúscula, Muchnik, Malpaso, TREA, Tusquets, ACVF, Galaxia Gutenberg, Ediciones La Palma, Cuatro Vientos, Plaza Janes, Paidós, La Discreta, Penguin Books, Alrevés editorial, Seix Barral, Impedimenta, Páginas de espuma, Candaya, Caballo de Troya, Eterna cadencia, Ediciones del Viento, Talentura, Salto de página, RBA, Blackie Books, Vaso Roto, Gallo Nero, Baile del Sol, Plaza Janes, Círculo de lectores, Espasa, Sexto Piso, Ardicia editorial, Pepitas & Pimentel, Pepitas de calabaza, Adriana Hidalgo, Atalanta, Gadir, Alba editorial, Errata naturae, Pre-Textos, Hermida editores, Trama editorial, Trifolium, Bruguera, Pez de Plata, Astiberri, Pamiela, Fragmenta editorial, Libros del Asteroide, Cátedra, Pasos perdidos.

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Galveias (José Luís Peixoto)

Guardaba muy buen recuerdo de Libro, la primera y única novela que he leído de José Luís Peixoto y que le supuso el reconocimiento de José Saramago. No creo que este último estuviera muy satisfecho de esta última novela de Peixoto, la cual transcurre en Galveias, localidad alentejana donde nació el autor en 1974.
Precisamente la novela se ambienta en 1984, con la caída de un meteorito, que supone el macguffin -o cebo- de la novela, pues si pensamos que aquello tiene una trama de misterio, suspense o ciencia ficción, erramos. El meteorito cae y luego lo que viene y flota en el ambiente es una nube de azufre apocalíptica, que finalmente ofrece un final esperanzador, alumbramiento mediante.

No sé si es la prosa de Peixoto o la traducción, o ambas, pero hay ciertas cosas que al leerlas chirrían:

Con el rabo lleno de paseo, la perra volvía por la tarde para echarse una buena siesta […]. Incluso cuando dormía, con el hocico sobre el suelo, en postura de persona, era un presencia.

Sin distinción de carácter, de tamaño, de edad, de dinero en el bolsillo, de macho o hembra, el dolor los postró…

En la novela, Peixoto no tiene un estilo definido, así que pasa de lo vulgar a lo poético, de lo esmerado a lo zafio, y de paso mete en la narración a hombres primitivos cuya sexualidad se manifiesta a través del abuso sexual, el estupro o el puterío; no faltan los malos tratos, el alcoholismo, la cerrazón -así la joven docente se verá hostigada por los vecinos cuando ésta con su mejor voluntad trate de alfabetizar a los adultos con escaso éxito y muchos sinsabores-, las vejaciones a los animales -como esos perros eviscerados- y una manera de narrar tan desenvuelta y chabacana que pasa de lo realista al mal gusto reiteradamente.

Se suceden las historias de los habitantes de Galveias, y el caso es que sus andanzas resultan anodinas, insulsas, cansinas -donde las palabras parece que van al papel, azarosamente, tal como caen- historias humanas que tienen mucho de folletín y de culebrón, donde no falta el golpe de efecto o el postrero momento estelar con el que Peixoto trata de ganarse al lector, tocándole la fibra, recurriendo al resorte sentimentaloide.

Luego, esas historias se entrecruzan finalmente de tal manera que podemos hacernos una composición de lugar de la realidad Galveiasense. Esto diría una sinópsis, pero es falso. Lo que Peixoto refiere es lo mismo de siempre, aquello que acontece en Los Santos Lugares Comunes Rurales, a saber: eso de Pueblo pequeño, infierno grande, donde no faltan los malos rollos, las habladurías, el dedito acusador, las envidias, los enconos, el mal fario y ese odio cainita hacia el vecino, por mucho que luego cuando vayan a misa en romería y el cura los ahostie, pongan todos ellos caras de buenos y se den la paz como hermanos e hijos de Dios -y de puta, que diría Peixoto-.

En fin, una DECEPCIÓN mayúscula.

Literatura Random House. 2016. 244 páginas. Traducción de Pilar del Río y Antonio Sáez Delgado.