Si esto es un hombre (Primo Levi 1947)

En este libro, Si esto es un hombre, que junto a La tregua y Los Hundidos y los Salvados conforman la trilogía del Piamontés Primo Levi sobre los campos de concentración, el autor afirma que de no haber pasado por Auschwitz no hubiera sido luego escritor y se hubiera dedicado a la química que era su profesión. Tras ser internado en el campo de concentración de Buna-Monowitz, Levi, a pesar de saber que se la está jugando, decide anotar todo cuanto ve. Saben que los que allí están, practicamente todos, o salen del campo «por la chimenea» o bien mueren por enfermos, al tocar una valla eléctrificada tratando de escapar o por el antojo de algún SS de gatillo rápido, pero se ve en la necesidad de dejar constancia de lo que ve, para si consigue sobrevivir, como fue su caso poder contarlo al mundo.

Hemos visto imágenes sobre los supervivientes de los campos de concentración, personas famélicas de poco más de treinta kilos que apenas podían resoplar. No nos son tampoco extrañas las pilas de cadáveres, las fosas comunes de los ejecutados. Lo que sorprende de este libro es la forma de narrar de Levi. El autor es consciente de ello. En las páginas finales Levi, responde a una serie de preguntas que le fueron formulando adultos y estudiantes después de haber leído su libro, en ellas comenta que optó no por un lenguaje lamentoso o iracundo sino mesurado y sobrio, el del testigo que analiza la situación, para que el juez, en este caso el lector, con lo expuesto se forme su propia opinión.

El libro recoge desde la llegada al campo en trenes de transporte el ganado, a su inserción en los barracones, para luego ir contando con todo detalle el funcionamiento de esos Lager, de jóvenes de múltiples países, judíos la mayoría, confinados allí para ser exterminados sistemáticamentes. Los más aptos, los que las SS consideraban útiles, aún podían realizar alguna labor, lo cual los libraba directamente de los hornos, dándoles alguna esperanza de supervivencia. El libro acaba con los SS abandonando el campo a todo correr, ante la llegada de los Rusos. La tregua, comienza donde acaba este.

Dejo un enlace con una entrevista muy interesante hecha a Primo Levi.

El marketing del cine

Internet lo ha revolucionado todo. Antes cuando se estrenaba una película, en el poster de la misma, en los periódicos, venía alguna crítica favorables de críticos de revistas cinéfilas como Fotogramas, Cinemanía o de periodistas que escribían sobre cien en Periódicos de tirón. Ahora esto ha cambiado. De un tiempo a esta parte, algunas películas incluyen beneplacitos cosechados en blogs de internet, ya sea en Labutaca, Blogdecine, etc, Tienen donde elegir. Lo último, que me ha impresionado y por esto lo comento es que en un periódico gratuito, al promocionar la distribuidora la última película que ha estrenado Russell Crowe, la cual en revistas como Cahiers du cinema la ponen a bajar de un burro, recurren a comentarios que la gente deja en las blogs de cine (y ahí vale todo desde «es una pasada» «mola mogollón» «lo he flipado en colores» «me lo he pasado pipa» «todavía me rechinan los dientes». De esta manera, cualquier película por mala que sea, siempre tendrá a algún espectador a quien le haya parecido estupenda. Es de chiste, pero real. Si la industria del cine, debido al pirateo está bajo mínimos, el de la crítica cinematográfica, vistas las nuevas tendencias, acabará desapareciendo.

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La playa de los ahogados (Domingo Villar)

Acabo de leer la segunda novela de Domingo Villar, tras Ojos de agua. Ésta se titula La playa de los ahogados. La historia transcurre de nuevo en Galicia, en Vigo y sus alrededores. Leo Caldasy su ayudante aragonés Estévez deben resolver un caso en el que un marinero aparece ahogado en la arena de una playa con las manos atadas con una brida. Todo apunta a que se trata de un suicidio, si bien poco tarda en aparecer en escena la sombra de un fantasma, el capitán Sousa, quien murió en un naufragio, en el barco que gobernaba junto al ahogado y otros dos marineros.

En esta entrega, con el doble de páginas que la anterior, Villar da algo más información sobre Caldas. Sabemos de él que gusta del vino blanco, de la música de jazz, que vive solo, que tuvo una relación con un mujer llamada Alba, con la cual se habla pero con quien no convive. Conocemos también al padre de Caldas y al hermano de este, que está enfermo. Así lo dramático está presente a lo largo de todo el libro. Villar abre así distintos frentes que entiendo irá desarrollando en sucesivas entregas.

La relación de Caldas y Estévez sigue dando mucho juego pues el aragonés sigue sorprendiéndose con la forma de ser de los gallegos, y sus reflexiones las suelta a bocajarro, de forma franca y directa, logrando a menudo granjearse nuestras sonrisas.

Villar es eficaz en los diálogos. Estos hacen avanzar la trama al tiempo que bien el mundo que rodea a los personajes, así se nos comenta desde la forma de preparar unos percebes, hasta la forma de capturarlos, sin olvidar a esas manadas de turistas que llegan a Vigo en transatlánticos o los desmanes cometidos en las zonas costeras en cuanto a la construcción de inmuebles se refiere, haciendo mención a lo lluvioso que es Vigo. Caldas a su vez sigue colaborando en la radio, convertido en el Patrullero de las Ondas.

La historia tiene jugo y cuando uno parece ver las cosas claras, siempre aparecen en escena nuevos personajes o historias que hacen que el curso de la investigación tome un nuevo rumbo. Tras haber leído las dos obras publicadas por Villar, ahora espero con ansiedad su nueva novela.