Con el comentario de este libro cierro la trilogía que el escritor Turinés Primo Levi dedicó al tema del genocidio nazi. En Si esto es un hombre, cuenta el viaje que le llevó en tren en 1944, hacinado junto a otros miles de italianos (mujeres embarazadas, niños y ancianos incluidos) desde su lugar de origen en el norte de Italia hasta tierras polacas, en Buna Monovitz y una vez en el campo de concentración, hace un análisis de como fueron los meses que estuvo allí internado hasta que finalmente son liberados.
En La tregua, nos contaba su odisea, para ir desde Buna hasta su casa, en un viaje de varios meses con anécdotas y aventuras desternillantes.
Finalmente en Los hundidos y los salvados, escrito en 1986, un año antes de su muerte, o suicidio según dicen algunos, hace un ensayo, comentando y respondiendo a las preguntas que durante los años posteriores a la publicación de Si esto es un hombre le fueron formulando en las charlas, conferencias que iba impartiendo por todo el mundo. Viene a ser como cerrar el círculo. Levi reconoce que lo suyo fue algo excepcional, dado que la inmensa mayoría de los que fueron en los vagones desde Italia murieron. Sobrevieron 20 de 650. Se salvaron unos pocos, unos porque eran protegidos de alguien, o bien por pura casualidad. En su caso, según cuenta Levi el tratar de aprender algo de aleman de cualquier manera, sacrificando su pan o su potaje, para ser capaz de interpretar los gruñidos de sus superiores, le evitaría unas cuantas palizas de más, a su vez, sus conocimientos de química, mejoró en algo sus condiciones, y finalmente le respetaron las enfermedades y no le venció ni el hambre, ni el cansancio ni el frío.
En la parte final del libro, Levi expone algunas de las cartas que le han ido llegando tras publicar sus libros. Muchas son de alemanes, pero practicamente ninguna le convence. Son disculpas que le resultan demasiado tibias, sin apenas convencimiento. Ese parece ser la conclusión que Levi saca. Que tras el holocausto, en su momento muchos miraron para otra parte. Después cuando todo se desveló, resultó ser una verdad incómoda, donde muchos tenían mucho que callar.
Levi habla del suicidio de otros compañeros que conoció en los campos, gente que salió de allí como muertos vivientes que al final se quitaron la vida. Levi, optó por contar su historia a todo aquel que quisiera contarla, con el propósito de que al menos la gente tomara buena nota de las barbaridades que podían llegar a cometerse, incluso en un país como Alemania, un país de gente culta y refinada, que auparía a Hitler al poder, a sabiendas de que este odiaba a los judíos, pues era algo que no ocultaba, para después ser ya incapaz de poner freno a la barbarie.
Si al final se suicidó quizá fuera porque como había comentado en su obra, a menudo el superviviente tiene un estigma, un peso encima, algo parecido a la vergüenza, con la eterna pregunta ¿por qué yo he sobrevivido y no otros?, rondándole en la cabeza, pregunta que se desvanece cuando todo acaba.
Levi como humano que es habla de otros supervivientes como él, y ahí aparecen las comparaciones, los distintos puntos de vista, y es lo que menos me gusta del libro. No obstante es inevitable. Cuando Levi escribe este ensayo es ya una figura pública, un superviviente del holocausto, al que muchos conocen y han leído, y ahí es cuando otros supervivientes también cuentan su historia, o la maquillan o la tergiversan, donde la memoria traiciona y acuchilla.
Novelas de Primo Levi
Si esto es un hombre
La tregua
Los hundidos y los salvados
El sistema periódico