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Juan Martín el Empecinado (Benito Pérez Galdós)

Juan Martín el Empecinado es el noveno episodio nacional correspondiente a la primera serie de la Guerra de la Independencia. Benito Pérez Galdós la escribió en diciembre de 1874. Si los episodios anteriores tomaban sus títulos de ciudades como Cádiz, Gerona o Zaragoza, en la que los españoles defendieron heroicamente las mismas del asedio francés, o de fechas clave como El 2 de mayo o la batalla de Trafalgar en esta ocasión la novela toma el nombre de Juan Martín, más conocido como El Empecinado.

Tres tipos ofrece el caudillaje en España, que son: el guerrillero, el contrabandista, el ladrón de caminos. El aspecto es el mismo: sólo el sentido moral les diferencia. Cualquiera de esos tipos puede ser uno de los otros dos sin que lo externo varíe, con tal que un grano de sentido moral (permítaseme la frase) caiga de más o de menos en la ampolleta de la conciencia.

El Empecinado cae del lado de los guerrilleros, que en Mayo de 1808 había salido de Aranda con un ejército de dos hombres y que en Setiembre de 1811 mandaba tres mil. Las andanzas del guerrillero y sus secuaces se desarrollan en la provincia de Guadalajara, en poblaciones como Sacedón o Cifuentes. Por obra de Benito, nuestro protagonista, otra vez Gabriel de Araceli, agraciado con el don de la oportunidad se sitúa en las filas del empecinado, y así podremos ver cómo transcurría la vida de estos guerrilleros.

Las guerrillas, que son la verdadera guerra nacional; del levantamiento del pueblo en los campos, de aquellos ejércitos espontáneos, nacidos en la tierra como la hierba nativa, cuya misteriosa simiente no arrojaron las manos del hombre; voy a hablar de aquella organización militar hecha por milagroso instinto a espaldas del Estado, de aquella anarquía reglamentada, que reproducía los tiempos primitivos.

El Empecinado se hace respetar, pero no está libre de luchas intestinas como las que tendrá que librar con figuras como el mosén Antón Trijueque. No lleva bien éste estar bajo las órdenes de nadie y como la cabra tira al monte el desacato conducirá a Trijueque a las tropas francesas, cambiando de bando, convertido en un Judas. Como es habitual en Galdós la novela tiene un ritmo endiablado, se suceden un sinfín de peripecias, como la de ese niño de dos años –y sin destetar- que los guerrilleros llevan consigo, al que llaman el empecinadillo, al cual hay que buscar alimento mamario en cada pueblo al que llegan, y que más adelante será el salvador de Gabriel, cuando este caiga preso y el pipiolo bien dotado en las artes del choriceo le provea de una lima con la que Gabriel alcanzará la preciada libertad, con un objetivo, ir tras los pasos de Inés, que de nuevo aparece en la historia, como un imposible, situada ésta en la localidad de Cifuentes con D. Luis de Santorcaz también tras sus pasos y con la idea de llevársela con ella. Habrá un despacho entre Gabriel y Luis, cuando éste último acceda a liberar a Gabriel a cambio de que el joven cambie de dando, obteniendo un no rotundo a su proposición. Luis, al nulo abrigo del aposento carcelario, le referirá a Gabriel su biografía condensada, con el ánimo de si no ser aceptado, sí al menos obtener cierta comprensión hacia su conducta y actos.

Los guerrilleros llegan a los pueblos y la tropa está hambrienta, no reciben raciones, visten con harapos y lo que sucede es que si los franceses llegan a estos pueblos castellanos y arrasan con todo, vacían las bodegas y los figones, sustraen las escasas reservas, asesinan por doquier y ponen el broche incendiando los pueblos al marchar, cuando después llegan los guerrilleros, estos acuciados por el hambre, la sed, el frío, harán algo parecido, porque si no queda nada allá es porque los lugareños han sido muy accesibles a las demandas de los imperiales invasores y les han dado todo, lo cual implica tomar medidas, y vienen más muertes, ajusticiamientos, fusilamientos, ahorcamientos. De esta manera estas míseras gentes están entre dos frentes armados y con ambos saldrán perdiendo. De ninguno de los dos obtienen provecho alguno, tocados por la infausta mano negra de la guerra, la muerte, la destrucción.

El siguiente episodio es La batalla de los Arapiles, en 1812, desenlace de la Guerra de la Independencia. Sigamos avanzando por la renegrida piel de toro.

Benito Pérez Galdós
Episodios Nacionales
Primera Serie: La guerra de la Independencia

1- Trafalgar
2- La corte de Carlos IV
3- El 19 de marzo y el 2 de mayo
4- Bailén
5- Napoleón en Chamartín
6- Zaragoza
7- Gerona
8- Cádiz

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