www.devaneos.com

Bailén (Benito Pérez Galdós)

La cuarta novela de la primera serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, Bailén, en su primer capítulo nos tiene en ascuas porque no sabemos cuál ha sido el destino de Gabriel. Al finalizar el mismo se hace mención a un chiquillo y pensamos que es él y acertamos. Gabriel fue fusilado, recibió tres balazos, pero milagrosamente salió vivo. Fue intervenido de urgencia y tras una recuperación de unos días vuelve a la vida, y lo hace en casa de un matrimonio que lo acoge, el formado por Gregoria y Santiago Fernández, alias el Gran Capitán. Al poco recibe nuevas de Inés merced a Juan de Dios que le informa de que no sabe nada de ella, salvo que está viva, puesto que Lobo se la jugó y la entregó a una familia acaudalada. Por ahí ronda Amaranta. Estamos en el 20 de mayo de 1808. Las tropas españolas que están sin Reyes, dado que Carlos IV y Fernando VII (lo cual no evita que durante la batalla los vivas de los soldados estén dedicados a Fernando VII) ya no están en el trono, Napoleón le ha entregado la corona a su hermano José, deciden plantar cara a los franceses, organizar la insurrección por su cuenta en Juntas (en su papel de representantes del poder real, declararon la guerra a Napoleón, organizaron los movimientos de los soldados y recaudaron dinero mediante la supresión de los impuestos y la acuñación de moneda) que irán aumentando de tamaño a medida que muchos militares den de lado a los franceses para pasar a guerrear contra ellos.

El odio a los franceses no era odio: era un fanatismo de que no he conocido después ningún ejemplo. Era un sentimiento que ocupaba los corazones por entero sin dejar hueco para otro alguno, de modo que el amar a los semejantes, el amarse a sí mismos, y hasta me atrevo a decir que el amar a Dios, se adoptaban y se medían como fenómenos secundarios al gran aborrecimiento que inspiraban los verdugos del pueblo de Madrid.

Se conspiraba con el deseo, con las noticias, con las sospechas, con las exageraciones, con las sátiras, con verdades y mentiras, con el llanto tributado a los muertos y las oraciones por el triunfo de los vivos.

Los continuos encuentros y desencuentros entre Gabriel e Inés parecen ser la columna vertebral de estos primeros episodios nacionales galdosianos. Encuentros propiciados por el azar o por la mano del autor. De esta manera Gabriel encontrará a Inés en un convento, dispuesta a ser monja y a olvidarse del mundo y de todos aquellos que lo pueblan, con el convencimiento de que Gabriel está muerto. La aparición de este, cuál resucitado, le infunde nuevos ánimos y bríos, la insufla de la alegría de vivir, aunque conociendo a Galdós ya sabemos que el camino del reencuentro no va ser un camino fácil y tendrá las hechuras de una vía crucis.

Gabriel, Don Luis Santorcaz y Marijuan, un joven mozo aragonés, se encaminan hacia el sur, con la idea de enrolarse en el ejército. Paseos por una Mancha interminable que les trae en mientes al ilustre hidalgo manchego. Como la yesca seca, la insurreción prenderá en los ánimos patrios como un polvorín, en localidades como Bailén, el 19 de julio, en donde los españoles están dispuesto a todo con tal de plantarle cara y aniquilar a los franceses. Para ello se excarcela a casi todos los delincuentes allí confinados que pasan a engrosar las filas del ejército con óptimos resultados. A medida que los lugareños van sufriendo los desmanes y tropelías de los franceses, que los dejan sin cosechas, sin comida, sin bebidas, que ven morir asesinadas a mujeres y niños inocentes, el odio hacia ellos, hacia la canalla, se acrecienta, y sucede entonces lo que parecía imposible, que los españoles derrotasen a los franceses de Napoleón, aquel ejercito que se creía invencible, dueño del mundo y estos tuvieran que alzar la bandera blanca, capitular y pedir la paz.

Lances bélicos que Galdós recrea con todo lujo de detalles. Apenas cuatro años antes Leon Tolstói había publicado la inmortal Guerra y Paz. Me pregunto si Galdós llegaría a leer esta obra al escribir Bailén y siguientes episodios bélicos. Además de describir detalladamente el avance de las tropas, y los avances y retrocesos en pos de la victoria, de cada uno de los dos bandos enfrentados, Galdós hace hincapié en la moral del soldado, en aquello que lo hunde y socava, como el hambre, la sed, el calor infernal, el cansancio acumulado, todos ellos al borde de la extenuación y dispuestos a matar por un buchito de agua.

Lo curioso en esta situación bélica tan al límite es que Gabriel, inserto en el fragor de la batalla, al encontrar en el caballo de Santorcaz unas cartas comprometedoras objeto de su atención -dado que en ellas se habla de su bienamada Inés, de sus presuntos padres y la posibilidad muy real de ser esposada con Diego, un Grande de España, el cual al arrimo de Santorcaz y de su vivo ingenio verá desbaratado su escaso intelecto, fosilizado este en la tradición, la religión, la jerarquía, las prebendas, todos aquellos derechos históricos que Santorcaz pondrá en tela de juicio (ya nos advirtió Cervantes: Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro); un don Diego que desaparece en la batalla y que su madre Doña María y sus hermanas Asunción y Presentación, ven ya como héroe caído en el altar de la patria. Sin embargo su desaparición se resuelve con un final más prosaico y feliz y da lugar a las escenas más jocosas de todo el relato. Pues tras caer determinó servirá don Diego de objeto de chanzas y mofa de los franceses que se lo pasarán en grande con él, divirtiéndose a su costa, organizando una corrida, empinando el codo, echándose unos cantecitos, aprendiéndose la Marsellesa, pues para él todo parece ser poco más que un juego- deja la guerra en suspenso se abstrae del mundo para dedicarse a leer, pues su mundo y su futuro en esos momentos está confinado en las cuartillas que devora anhelante, ajeno a todo.

Galdós siempre tiene muy presente al lector en sus escritos, como si lo tuviera delante, acuciándole este a seguir con la narración, a seguirle contando. Bailén acaba y nos quedamos de nuevo con la miel en los labios, con José huido de Madrid tras la batalla de Bailén. Y con ganas de más, de saber qué sucederá con Napoleón en Chamartín y en Zaragoza.

En cuanto a los libros empleados para la lectura de estos episodios, de momento, primero fue Cátedra para Trafalgar, después Alianza, para el segundo y tercer episodio (en un mismo libro) y para Bailén he recurrido a la edición de Destino, una edición que agrupa los 10 episodios de la primera serie en un único ejemplar. El problema que tiene este libro es que es muy pesado y la letra es muy pequeña lo cual hace la lectura incómoda. Para los dos próximos capítulos, Napoleón en Chamartín y Zaragoza, recurriré a la edición de Espasa, que son novelas con formato enciclopedia, en donde el texto va acompañado con ilustraciones, anexos, etc.

Estas cuatro primeras novelas las escribió Benito Pérez Galdós en 1873. Entonces el autor contaba tan solo 30 años.

Benito Pérez Galdós
Episodios Nacionales
Primera Serie: La guerra de la Independencia

1- Trafalgar
2- La corte de Carlos IV
3- El 19 de marzo y el 2 de mayo
4- Bailén

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *