Archivo de la categoría: Javier Sáez de Ibarra

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Mirar al agua (Javier Sáez de Ibarra)

Mirar al agua
Un hombre pone un cuadro
Las Meninas
Una ventana en Via Speranzella
Amores
La poesía del objeto
El disfrute de la palabra
Hiperrealismo / Surrealismo
La superstición de Narciso o aprender del que enseña ..
Escribir mientras Palestina
Detención
Jerónimo G
Caprichos
Ready-made
Autorretrato
La belleza

Los dieciséis relatos de Javier Sáez de Ibarra arriba citados, bajo el título de Mirar al agua obtuvieron el I Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero en el año 2009.

Todos los relatos en mayor o menor medida ofrecen una reflexión sobre el arte. A su vez muchos de los relatos llevan a modo de pórtico citas de artistas que reflexionan sobre su trabajo. Ilustrativo resulta el primero de ellos Mirar al agua. A menudo vemos cuadros de arte abstracto y tenemos la sensación de que aquello podría hacerlo cualquier persona, artista o no, al ver sobre el lienzo ocupado por dos colores en franjas horizontales o un conjunto de rectas (Mondrian hoy en el telediario). Algo parecido sucede con las performances. En este relato, el que mira llega a sus propias conclusiones. Se formula preguntas y se las contesta. Esa formulación, esa pregunta, entraña el misterio del arte, todo su potencial y atractivo.

Un hombre pone un cuadro nos sitúa ante la pérdida de un hijo. Los progenitores tienen distinta manera de arrostrar el duelo, la pérdida filial, y la pregunta que se hacen es qué sentido tiene una gran fotografía como mural en casa con la cara de su hijo recordándoles con su presencia, su ausencia a todas horas. ¿Castigo o consolación?.

Las Meninas explota la vis más cómica para emplazarnos en los prolegómenos previos, con todo su zipizape, a la realización de una fotografía familiar, en contraste con el cuadro de Las Meninas.

Una ventana en Via Speranzella se me antoja casi una nouvelle sobre ese ejercicio de resistencias íntimas y domésticas (y también a su manera artístico) que ejercen tantos todos los días (en Nápoles o aquí) y hasta el final de sus fuerzas.

Amores juega con el contraste de los anuncios clasificados extraídos de los periódicos y la relación de una joven pareja al margen ésta de la carga sexual explícita de los diarios; lo suyo es mucho más cándido, sincero, amoroso, natural ¿Recuerdan el gozo de poder asir la mano de la persona amada? Pues eso.

La poesía del objeto es pura descripción, como ese soporte auxiliar sonoro que acompaña en las televisiones la emisión de ciertos programas. La pugna entre la vida y la muerte, las plaquetas y la sangre a la fuga.

El disfrute de la palabra es esa clase de relatos carnosos, escenas de la vida cotidiana que Javier pergeña a la perfección. Historias que avanzan al unísono: un eremita, Kakfa, Nietzsche, un hombre que no sabe cómo confesarle a su mujer que ha frecuentado un lupanar, una mujer mayor hospitalizada que va perdiendo la cabeza, una madre ingrávida que le habla a su futuro hijo, una mujer que quiere cortar una relación y no ve cómo…

Hiperrealismo / Surrealismo. Buen ejemplo de humor distópico, que abre la puerta a lo que vendría después ya en todo su esplendor en la novela Vida económica de Tomi Sánchez.

La superstición de Narciso o aprender del que enseña. Relato acompañado de 39 notas al pie y reflexiones sobre el ejercicio crítico en la literatura. Les dejo entretenidos, espero, con un texto de Gracq.

Gracq

Escribir mientras Palestina me parece uno de los mejores relatos. Banksy dijo: Si nos lavamos las manos respecto al conflicto entre los poderosos y los no poderosos, nos ponemos del lado del poderoso. No nos mantenemos neutrales.
Banksy.
El poderoso es Israel. El no poderoso Palestina.
Hoy la diplomacia y los acuerdos comerciales, dotan a ciertos países de toda la impunidad que deseen o puedan comprar.

Detención o la insoportable levedad y necesidad de querer ser otro. Aunque como nos advirtiera aquel.
-Me he propuesto ser yo mismo
-Ten cuidado, espera a conocerte, por si acaso.

Jerónimo G. Una cárcel con reclusos y talleres de escritura. La literatura como algo terapéutico para Jerónimo, un chaval con demasiados años de cárcel por delante y muy poca vida por detrás y también, desgraciadamente, por delante.

Caprichos. Textos breves, crudos, salvajes, soplamocos que bien podrían acompañar a las viñetas de El Roto.

Ready-made. Que viene a ser que situando un objeto en otro contexto el artista lo convierte una obra de arte. A falta de urinario móvil dejé este libro en el ascensor, apoyado en el alero del cristal, y cuando lo recuperé media hora más tarde me preguntaba si algún vecino habría advertido mi performance doméstica, mi arrebato artístico…

Autorretrato. Leo Veo largos años en mi vida, antes y poco después del cambio de siglo. Un tiempo en blanco hecho de menudencias, discreción, anonimato, silencio […] Pedazos de sueños, despistes y alegrías, lucha, amigos que ni terminan de llegar ni de marcharse junto a textos literarios por el medio. Mi entrega de cada día, y el ejercicio de amar. Como la vida misma, cuando uno se ensimisma en vivirla.

La belleza. O la lucha por la dignidad. La manera de hacer frente a las calumnias, las injurias, la incomprensión ajena, incluso la de tu primo vástago. Pero cuando uno va más allá de los hechos, y entra en el terreno de las interpretaciones, los porqués, y los para qué, cuando al juicio le sustituye la comprensión y a la censura el entendimiento, eso marcará un punto (y seguido) de inflexión, la marca de agua ya indeleble de la dignidad.

El autor maneja en los relatos toda clase de registros, como hacía en El lector de Spinoza, su primer libro de relatos que leí recientemente, y lo bueno es que no acuso en esta lectura reiteraciones, porque la imaginación de Javier dispara en todas las direcciones y sus relatos merced al humor, el sarcasmo, la crítica social, los cuestionamientos filosóficos, con un lenguaje coloquial o más elevado, y siempre con un sentido que se nos ofrece más o menos velado, pero siempre, por supuesto, abierto a la interpretación, no sé si convierte este texto en una obra de arte, pero sí en un buen libro.

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Vida económica de Tomi Sánchez (Javier Sáez de Ibarra)

Vida económica de Tomi Sánchez
Javier Sáez de Ibarra
La Navaja Suiza
Año de publicación: 2020
413 páginas

Sucede que a veces uno flaquea en la lectura, cuando no recibe lo que espera, y precisa recuperar la fe en la letra escrita y viene en auxilio entonces la Anatomía de la memoria de Eduardo Ruiz Sosa, Vivir abajo de Gustavo Faverón, De corazones y cerebros de César Martín, o Vida económica de Tomi Sánchez de Javier Sáez de Ibarra. Todos ellos tochos estupendos de más de 412 páginas.

Esta vida económica de Tomi Sánchez se gestó en la red, en capítulos disponibles en la revista penúltima, y la editorial La Navaja Suiza tuvo la feliz idea de plasmarlo en papel.

La vida de Tomi más que entenderla como un puzle se me antoja como un espejo roto, aquel que cuando vas a tirar a la basura convertido en fragmentos, siempre acaban haciéndote sangrar, poniendo el grito en el cielo. La prosa de Javier es filosa, rasguña, amputa, como ese brazo que pierde Tomi a las primeras de cambio y que alborea un comienzo de la novela tan absurdo como prometedor.

Tomi no está solo. Y como mi mente es caprichosa sus devaneos quedan registrados así: non so quante ne ho amate, non so quante ne ho avute, per colpa o per destino le donne le ho perdute e quando sento il peso d’ essere sempre solo mi chiudo in casa e scrivo e scrivendo mi consolo. (1)

En la vida de Tomi hubo un reguero de mujeres y de hijos: seis, siete. Así su existencia deviene un continuo trajín. Devenir que cifra nuestra precariedad, nuestra contingencia, y si se quiere un absoluto sinsentido. Pero ojo, como ya nos advirtiera el filósofo, sinsentido no equivale a absurdo. Que la vida no signifique nada no quiere decir que sea absurda. Javier maneja con audacia el humor, siempre presente, y como hiciera Pablo Gutiérrez en Nada es crucial y Democracia, la escritura es combativa, peleona, puro flujo, caudal subyugante, para registrar una realidad tan poliédrica como inaccesible, en donde Tomi se sabe una pieza más del entramado liberal (un liberal es un reaccionario, puro, honesto. Cree lo que dice. ¿Cree?, ¿cuando ni ve ni escucha ni quieres saber? Esconde una piedra en la mano y no lo sabe. ¿La esconde? !Te la tira a la cabeza! La pecadora de Cristo no se habría librado con estos, porque se sienten justos; y están a salvo), quien conoce las reglas del juego que se resiste a aceptar y claudicar, y así sus acciones subversivas a través del comando luciérnaga, también su conversión al catolicismo -hermanos todos-, cuando al conquistar la realidad perdemos el sueño y yo (como Guccini) no soporto la gente que no sueña, un Tomi que busca unas migajas no de felicidad, ese término tan pagado de sí mismo, sino algo más prosaico, ese intervalo que se abre y se cierra durante unos minutos armónicos, serenos, plácidos, algo así: Tumbados en unas esteras sin nada o tapados con una manta, pasamos el tiempo charlando, recordando el pasado, besándonos o simplemente juntos en silencio.

La vida de Tomi nos la cuenta él y todos los que lo rodearon: mujeres, exmujeres, hijos, amigos. Esquirlas narrativas (Javier maneja un sinfín de técnicas narrativas que demuestran su maestría con el lenguaje, dúctil en sus manos, infinito en su cerebro) que no conforman una personalidad, ni la de Tomi ni la de nadie, pues como él afirma entre el Tomi de día y el de noche hay más diferencia que entre él y su casero. En Tomi anidan muchos yoes, mucho amor que verter, mucha energía que consumir, muchos aforismos que escribir, muchas horas embalsadas en el paro, mucho desgaste familiar, mucha fidelidad a una idea, a un sentido de la existencia rocoso que lo convierte en un sísifo, que no se deja atrapar, normalizar, pastorear.

Podemos decir que todo somos Tomi Sánchez. Pero no. Creo que a Tomi le gustaría más oír que todos somos, sí, somos únicos, irrepetibles, irreproductibles, escindidos de la masa común, de la ciudadanía, de la comunidad, del mercado, de nosotros, de ellos. Una luz propia. Una rara avis, como lo es esta novela que hace de lo proteico un arte escrito.

(1) Cirano. Francesco Guccini

Javier Sáez de Ibarra en Devaneos | El lector de Spinoza

El lector de Spinoza (Javier Sáez de Ibarra)

El lector de Spinoza (Javier Sáez de Ibarra)

Antes de decidir si encarar o no la novela Vida económica de Tomi Sánchez de Javier Sáez de Ibarra, y a fin de tantear el terreno, opté el Día de la Hispanidad por leer el primer libro de relatos que publicara Javier allá por 2004, El lector de Spinoza, cuya lectura me ha deparado una muy grata sorpresa con su estupendo debut

Después de leer los dieciséis relatos uno tiene la sensación de que Javier puede escribir lo que le venga en gana y que lo hará bien Son relatos variopintos, sugerentes, fruitivos, que cifran bien las infinitas posibilidades de la escritura, merced al caudal imaginativo del autor, manejando distintos registros (lo que conmina al lector, a su vez, a leer de muy distintas maneras), con elementos fantásticos y/o desazonadores en El resto invisible o Término, en los que brilla el humor y lo paródico en Gordo más que gordo, el fraseo subyugante en El lector de Spinoza, Cantar de noche (con elementos históricos y una muy plausible ambientación) o Si sólo (díptico o mejor, reverso de Las enseñanzas del barroco), la evocación de la mejor poesía en Eso y para ello una prosa que se muestra coloquial si estamos en el ámbito familiar en Las razones o acodados en la barra de un bar en Las enseñanzas del barroco (en el que un borracho es capaz de encandilar al camarero y también al lector), que deviene pura jerga en manos de unos pandilleros que dejan a otro chaval hecho un Nazareno con la puñetera curiosidad explícita por la Vía purgativa, alcanzar un tono más elevado en Carta del ex, que junto a El lector de Spinoza y Término marcan la cumbre, una cumbre discutidísima habida cuenta del nivel de casi todos los relatos

Sí que hay algunos relatos que me han resultado más flojos como El hombre que espera, El sombrero blanco, Las razones y Tres minutos setenta y siete segundos

Ahora ya estoy a tono para arrostrar las 416 páginas de la Vida económica de Tomi Sánchez

Páginas de espuma 2004 176 páginas

Término (Javier Sáez de Ibarra)

Antes de aventurarme por los latifundios de la prosa de la novela de Javier, recurro a sus relatos previos (del libro El lector de Spinoza), minifundios fértiles, como bien se lee.

TÉRMINO

Mi hijo se ha perdido esta mañana.
Busco en el diccionario pérdida: privación de lo que se poseía, daño, menoscabo.
Habíamos bajado a la playa a bañarnos y tomar el sol. Hacía un día espléndido, reventaba de gente. Ocupamos un hueco cerca del agua para jugar con la arena húmeda. Yo le hice un castillo que él me pisoteó. Después jugamos a correr y perseguirnos hasta cansarnos. Su madre dijo que no lo alborotase.
Busco en el diccionario alboroto: griterío o estrépito, también inquietud.
Lo tengo delante sentadito en la toalla, con la cabeza levantada y achinando los ojos, su gorrito azul marino y el tostadito que ya está tomando en la piel. Estaba disfrutando mucho. Le enseñaba las olas, la arena, los pies, las gaviotas, el mar. Él me repetía exactamente las palabras.
Su madre leía y yo buscaba palitos para él, le traía alguna concha o alguna piedra llamativa; se los echaba en el cerquito de sus piernas para que se estuviera quieto y no saliera de la sombrilla.
Su madre nos miraba por detrás de las gafas oscuras y le dirigía una sonrisa blanca, le corregía la posición del gorro, le arrojaba un juguete. Él le mostraba algo o se lo llevaba; después volvía a sentarse, se dirigía a mí.
Busco en el diccionario la palabra juego: diversión, lucha, movimiento resultante de una unión.
La policía guardacostas lo ha buscado por todas partes. Nosotros nos rompimos los pies caminando y preguntando a todo el mundo. Esta tarde han utilizado una pareja de submarinistas y una lancha, aunque dicen que no es necesario ir muy lejos. La gente colaboraba; se acercaban a nosotros cuando dieron aviso por los altavoces: los años, el bañador rojo; se veía que también permanecían vigilantes.
Mi mujer dice que estaba boca abajo dormida, que habíamos quedado en que yo lo cuidaba. Miro la playa y veo tantos colores crispados por el sol, el laberinto inmediato de la gente sin espacio para moverse o para irse; después iban haciendo huecos, yo pensaba en quién faltaba y no consigo recordarlo.
Miro falta.
Se fue despejando pero no había nada; miraba la arena en su lugar. Nos preguntaron al lado de quién estábamos, si sentimos algún movimiento sospechoso. Me parecía que el niño se había ido solo, por sí mismo, y como si la playa misma se lo hubiese llevado.
Miro paisaje: terreno considerado en su aspecto artístico.
Han dicho que esperemos. Tienen su foto, se puede hacer algún tipo de averiguaciones. Que estemos tranquilos.
Parecería un juego si hubiese más oportunidades, pero así es imposible. Los deseos de uno no valen nada.
Busco valer: significa utilidad, y amparo.
Está todo tan ordenado en estas páginas. Es cada palabra explicada con tanta precisión, hasta el detalle; como si se pudiera encontrar aquí la claridad del acontecimiento.
El niño todavía podría aparecer en el agua. O, si no, deberán abrir otras pistas de investigación.
Al final no tengo más remedio que preguntarlo: durante cuántos días buscan.
El policía sopla, araña la mesa, busca una palabra.