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Un padre extranjero (Eduardo Berti)

Eduardo Berti
Impedimenta
2016
348 páginas

¿Qué tiene la literatura para que un lector y escritor -Eduardo Berti- acuda al lugar donde vivió otro escritor, Jósef (Conrad), con la devoción de quién visita los Santos Lugares?, ¿Qué le lleva al padre de Berti a escribir una novela en su últimos años de vida, que puede tratarse tanto de una confesión como de un exorcismo?, ¿En qué medida una lengua no materna, pasa a ser la nuestra, cuando hablamos y escribimos en ella, y en qué medida esa nueva lengua conquistada, nos permite pensarnos como no extranjeros?, ¿Qué sabemos realmente de una persona -de un padre, por ejemplo-, si éste es algo parecido a un iceberg, donde lo que vemos son los flecos del presente, y el pasado es un enigma, cuyo código somos incapaces de descifrar?, ¿Qué capacidad tiene la literatura para transformar la realidad y convertir a un marinero, un tal Meen, en un asesino potencial, toda vez que se vea reconocido en las páginas de una novela de Jósef?, ¿Qué es la literatura sino una enfermedad, tal que cuando Jósef se pone a escribir en su hogar -en Pent Farm-, escribe a su mujer -que convive con él- para agradecerle que siempre esté ahí, un escribir que paradójicamente mientras a Jósef le lleva a crear mundos, realidades y personajes, a su vez, le obliga a levantar un muro, a alimentar una ausencia, a pone al escritor fuera del alcance de su mujer mientras éste escribe; una mujer que se lamenta, y que prefiera que su marido, sufra de la gota, antes que de la escritura, pues así al menos puede estar a su vera, mientras que la escritura es una fiebre que se libra en soledad: la del escritor ante la cuartilla en blanco?, ¿En qué medida uno no quiere ceder al olvido que seremos, o que serán los que se van, y por tanto Berti, no quiere acabar de leer los cuadernos que contienen la obra de su padre, como si su no lectura, lo mantuviera vivo, unido a él, a través de esas hilachas de palabras no leídas?, ¿En qué medida cambiar de apellido o de fecha de nacimiento -como hace el padre rumano de Berti-, no es reinventarse, ocultar un pasado o transformarlo, no es sino darse otra oportunidad, hacer de demiurgo de uno mismo, y soñar con ser otro y conseguirlo, aunque sea a ratos?, ¿En qué medida nuestra lengua materna, cuando deja de serlo -si deja de serlo alguna vez- no pasa a ser un miembro fantasma más, que de vez en cuando, aunque sea en sueños, trata de hacerse sitio, tomar la voz, aunque sea momentáneamente?, ¿En qué medida la existencia no es más que un cúmulo de coincidencias, resonancias, réplicas, azares, explícitos o no?.

Esta novela de Eduardo Berti la leo como una suma de interrogantes, porque dado que todo está velado, y en la medida en la que uno descubre que es más lo que desconocemos que lo que sabemos con certeza, la narración no deja de ser una continua reflexión, sobre lo que somos, sobre el concepto de identidad y de extranjería, sobre el acto de escribir, sobre todo lo que entra en un papel y lo que queda fuera, sobre cómo armonizar un texto para que resulte interesante, y esta novela de Berti, donde confluyen la autobiografía, la ficción, el ensayo, y el diario de viaje, lo es y mucho, porque toca teclas, fibras, que están ahí, quien sabe si también ocultas, y que sólo la literatura es posible activar, porque toda buena narración que se precie, como todo mito, esconde un significado oculto, un sentir freático, que es el que nos engancha, el que nos conecta con la literatura y con la vida, si acaso no vienen a ser lo mismo y nos permite entrar -o soñar que entramos- en contacto con nosotros mismos.

Eduardo Berti en Devaneos | El país imaginado

El país imaginado (Eduardo Berti)

El País imaginado portada libro Eduardo Berti

Eduardo Berti
Impedimenta
240 páginas
2012

Nunca es tarde si la dicha es buena dice el refrán. He tardado en conocer al al autor argentino Eduardo Berti, pero una vez leído su libro El país imaginado dan ganas de seguir leyéndolo. Un país imaginado, editado por Impedimenta me recuerda a las novelas de Baricco, cuando éste se pone en plan sedoso, pero quitando de en medio la escenas de postal, el almibaramiento, el precipicio sentimental hacia el que arroja a sus personajes y la frase tan perfecta que da repelús.

Berti nos ofrece una preciosa historia ambientada en la China de comienzos del siglo XX, cuya protagonista hace un recuento de lo que ha sido su vida, centrando su atención en lo que fue importante para ella, ese cabo del que tirar, capaz de deshacer toda una existencia: los años de su mocedad en los que conoció a Xiaomei, una joven a la que idolatró y amó a partes iguales. Lo que hace desgarrador la historia, es asistir a ese amor no correspondido por parte de Xiaomei, para quien su fervorosa admiradora y amiga, es sólo eso, una compañera con quien compartir horas de parque, hojas de libros de botánica, pero para quien su corazón y sus sentimientos serán todo un misterio.

Con una prosa fluida, la historia que nos narra Berti, bien armada y equilibrada, me ha subyugado de principio a fin, al tiempo que el autor nos brinda un fresco de la época con cuatro pinceladas, suficientes para situar esta bella historia de amor no correspondido, porque cuando uno está enamorado, todo cuanto hay alrededor sobra, por eso una vez que entramos en este anhelo amoroso, apenas podemos estar atentos a algo más que no sean Xiaomei y su amiga, aunque haya otras historias dentro de esta historia sumamente atractivas, como las de las bodas entre difuntos, las desventuras del padre ciego de Xiaomei o la abuela fantasmal, entre otras.