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En la orilla (Rafael Chirbes 2013)

Rafael Chirbes En la orilla portada libro Editorial Anagrama 2013
Rafael Chirbes
Editorial Anagrama, 2013

Rafael Chirbes se confiesa un escritor amateur, uno de esos que no sabe si escribirá más, porque cada libro es un desafío, una incertidumbre y nunca se sabe hasta cuando podrá uno seguir ordeñando tinteros, emborronando cuartillas, creando historias y personajes.
A Chirbes no lo había leído antes. Sí había visto la serie Crematorio, basada en su novela homónima, que me pareció magnífica. Si en Crematorio se explicaba al por menor cómo fueron esos años dorados de la burbuja inmobiliaria, ahora Chirbes publica, seis años después, En la orilla, cuando la burbuja ya ha estallado, cuando la premisa de que el precio de la vivienda siempre iría al alza, se demostró falsa, cuando los negocios relacionados con la construcción se fueron cerrando en tromba, sucediéndose los impagos, el embargo de bienes, dejando varados como pecios, construcciones a medio hacer, luego abandonadas, y tuvo lugar el advenimiento de esta crisis, de la que nuestros gobernantes nos avisan de que saldremos el año que viene (¿más brotes verdes?).

A medida que avanzas en la lectura de En la orilla te das cuenta de que no hay una trama (así lo reconoce el propio autor en esta entrevista), un argumento definido, sino que estamos ante una polifonía de voces: una desmesura de 437 páginas, donde parece que hay cabida para casi todo, sumando a la voz del protagonista (la de Esteban un empresario carpintero abocado al cierre, dado que un negocio que tenía entre manos se ha ido al traste, arrollándolo y para quien su mundo, ahora, se va derrumbando, sin poder y sin querer ejercer éste oposición alguna), la de Liliana, la mucama suramericana que le limpia cada día el culo al padre de Esteban, la de su amigo Francisco (que permite al autor hacer una crítica demoledora del mundillo de la alta restauración), los recuerdos de la niñez de Esteban, su relación siempre problemática con su padre, al que ahora se ve obligado a cuidar en su vejez y más satisfactoria con su tío. Y hay muchas más voces, tramas superficiales y otras que bullen en los intersticios de la novela, como en esos marjales muy presentes en la novela (que generan una atmósfera asfixiante), en ese estercolero, esa salida al mar, que lejos de purificar, sirve de basurero, donde arrojar cadáveres, materiales de construcción, pistolas y cualquier otra inmundicia.

Y Chirbes va desgranando la historia de Esteban y sus devaneos sexuales, yéndose luego por las ramas, volviendo de nuevo al camino central, para luego ofrecernos más anécdotas, todo ello con una prosa vibrante, potente, contundente, seca y dura, que no ofrece concesión alguna. Puedes abordar el libro por cualquier parte y sacar algo provechoso de él.

Su libro me parece triste y desolador, que no sensiblero ni sentimentaloide, porque tras esos años de bonanza y desparrame, tras bañarse muchos a diario con ese maná que caía del cielo bajo la forma de billetes de 500 euros, tuvo su fin el encantamiento y el comienzo de la pesadilla, y los cierres de empresas, y los despidos en masa, y el deambular con las manos en los bolsillos, llenos de horas pérdidas. Y uno piensa en el dicho que dice “quien siembra viento recoge tempestades”. Y ahí el autor es inclemente. Porque aquí los malos de la película no son los bancos, ni los banqueros (que también se llevan lo suyo), ni las preferentes, ni el mercado, ni los políticos, sino el ser humano en su conjunto, o mejor el ser humano particular, individual, cuando este sufre el mal de la codicia, de la estulticia, de la envidia, cuando la negrura espesa la sangre y enturbia la razón, enajenada ésta por el oropel, por el espejismo que luego fue.

Chirbes mete las dos manos a fondo en el vientre, para tocar las vísceras de sus personajes, y de ahí sale una lectura que desarma, que embriaga de realidad y noquea, que rehúye de echar balones fuera tanto como de la justificación exculpatoria. Más bien a lo hecho pecho y si ahora tocar penar, penaremos. Pero miremos primero hacia el interior, antes de amorrarnos al manido sonsonete que todos conocemos, ese que dice que los culpables siempre son otros, los errores siempre ajenos. Y ahí Chirbes es valiente, porque vuela libre. Y por eso Esteban, ese gran personaje, que se sabe vencido, rumiará su infortunio en soledad, con los brazos caídos, dejando que su cuerpo sea desbrozado por el temporal, por las citaciones judiciales, por la abnegación en el cuidado de su padre.

Además de todo lo comentado, en el libro hay un sinfín de asuntos menores pero igualmente interesantes sobre los que el autor se manifiesta a través de su personajes, mostrando un conjunto muy acertado de lo que es nuestra sociedad (o al menos sobre la parte sobre la que enfoca), mediante un juicio muy lúcido, severo y descarnado a la vez que profundo.

El Serbal Restaurante Santander

Hay quien en Semana Santa aprovecha para ver todas las procesiones que se le ponen a tiro. El sibarita opta por ir de restaurantes.

En esta ocasión, el restaurante elegido fue El Serbal, en Santander. Uno de los cinco restaurantes cántabros que este año mantienen una estrella de La Guía Michelín. Los otros cuatro son Cenador de Amós (Villaverde de Pontones), El Nuevo Molino (Puente Arce), Annua(San Vicente de la Barquera) y Solana (Ampuero, La Bien Aparecida).

Al parecer y a resultas de la crisis, no nos resultaría difícil conseguir mesa para estas fechas tan señaladas. Fuimos el domingo. El salón donde nos ubicaron estaba al completo.

Restaurante El Serbal Santander

Este es el aspecto que mostraba el salón donde comimos. Está vacío porque ya nos íbamos, después de tres horas comiendo.

Panes variados El Serbal Santander

Luego tuvimos que elegir el pan. Hay un buen surtido, como se puede apreciar en la foto. Optamos por uno relleno de tomates y otro de aceitunas. Parece ser que son dos de las últimas incorporaciones en esa miríada de panes.

Tras tomar asiento nos dieron a elegir a probar entre varios vinos. Optamos por un Jerez.

Pasamos de los platos de la Carta y nos decantamos por el Menú Degustación, el cual consta de los platos que se ven en las fotos.

Purrusalda con bacalao aperitivo Menú degustación El Serbal Santander

A modo de aperitivo nos ofrecieron una purrusalda con bacalao que funcionaba muy bien como entrante.

Anchoas del cantábrico queso

Ensalada de queso de Las Garmillas, con achoas del Cantábrico cebolla en tempura y tomate en texturas. Fue el plato más flojillo de todos a pesar de admitir que la tempura de cebolla y la gelatina de tomate son creaciones culinarias muy interesantes. Sigue leyendo

Intento de escapada (Miguel Ángel Hernández 2013)

Miguel Ángel Hernández Intento de escapada portada libro Anagrama marzo 2013 Jacobo montes
Editorial: Anagrama
Año de publicación: marzo 2013
Autor: Miguel Ángel Hernandez (Murcia 1977)
Páginas: 237

Miguel Ángel Hernández (Murcia 1977) había publicado hasta la fecha libros de relatos, microrrelatos, ensayos y crítica de arte. Intento de escapada es su primera novela. Se la publica Anagrama. Acaba de salir al mercado el mes de marzo.

Al final del libro el autor nos explicará por qué en esta ocasión optó por escribir una novela en lugar de un ensayo. Por qué usar un personaje a quien, cual ventrilocuo, hacer hablar, poner en su boca, las ideas que uno tiene sobre el arte, tema que controla, dado que Miguel es profesor de Historia de Arte y ha reflexionado y escrito mucho sobre el tema en sus ensayos y artículos, a pesar de su edad.

El protagonista es Marcos un joven de 21 años que viste de negro, alto, fondón y prealopécico, de esos que leen las revistas con las dos manos sobre la mesa. Se entiende, porque en lugar de porno, Marcos consume revistas y libros de arte. Marcos que es un crack en lo suyo, en sus estudios de Bellas Artes, tiene la gran suerte, a través de una de sus profesoras, Helena, la típica profe que está buena (o que directamnte te pone) a más no poder y con la cual uno se dejaría los cuernos que no ha puesto, tan solo por oír de su boca (de ese pozo de miel) una palabra de reconocimiento, de ponerse en contacto con un artista total. Si bien lo que Marcos anhela, como el resto, más que reconocimiento será darle a su profesora un buen repaso, de la pe a la pa, un reconocimiento a fondo, exhaustivo. Esas ITVs que te dejan exhausto con la mirada perdida y la lengua colgando.

Helena le propone a Marcos trabajar junto a Jacobo Montes, un artista que tiene un peculiar visión del arte (transgresor, escatológico..), que no deja nunca indiferente con sus trabajos al límite, quien va a organizar una perfomance en la ciudad y que contará con Marcos para que éste le haga el trabajo de campo, la recogida de información: esa materia prima sobre la que luego Jacobo pergeñará su obra de arte.

Lo interesante del asunto, es que si las palabras que leemos fueran las del autor, a sus 35 años, brillaría quizá demasiado el desencanto, la pantomina que es el arte, pasto y forraje para el comadreo y el mamoneo, para la recomendación de artistas, que nada tienen de tales, allá donde el marketing es el brazo armado del arte como producto de consumo y donde las grandes firmas recurren a artistas globales para hacer aún más globales sus empresas.

Miguel y esto me parece el gran acierto de esta novela (junto a la sutil evolución que experimenta Marcos) recurre a Marcos, quien a sus 21 añitos todavía está tierno y es moldeable y virgen. Y así todas esas ideas abstractas que el joven estudiante tiene en la cabeza y sobre las que uno podría estar una vida y dos, dándole vueltas, al final deben tomar tierra, coger forma y volumen y hete ahí que las ideas, ya no sobre el papel, sino potencia convertida en acto, apestan, huelen, contaminan, hieren o reconfortan, como afecta y trasciende cualquier acción humana que se ejecuta, para bien o para mal.

Será entonces cuando Marcos advierta la sima bajo sus pies, porque debe entonces posicionarse, tomar decisiones, coger el toro por los cuernos o a Helena por los pelos, o mirar para otro lado, dejarse la voz gritando u optar por la callada, luchar por una idea o dejarse arrollar por ella. En definitiva, meterse en harina y llenarse de mierda: ser juez y parte de las acciones de Montes, quien siempre en el filo, se servirá de cualquier cosa que tenga a mano, inmigrantes sin papeles como Omar también, para llevar a cabo sus performances, su concepto del arte llevado al extremo, con el que remover cuerpos y mentes, en ese momento en el que lo estético deja de ser ético para devenir otra cosa.

El libro de Miguel me ha gustado por cuanto invita a la reflexión y uno se formula unas cuantas preguntas al leer su novela (el papel del arte, sí lo estético debe ser ético, si un artista puede ser un hijo de puta sin dejar de ser artista, si el arte debe siempre ser ético o incluso legal, cúal es el valor de una vida, si todo tiene un precio, si la dignidad humana es algo intrínseco o es un atributo más que viene conformado o impuesto desde fuera, etc).

Al final, a mí me sucede con el arte (moderno), lo mismo que con la religión, que me parece una broma mayúscula, donde alguien te puede escribir 1.300 páginas acerca de lo que representa un lienzo en blanco y habrá un coro de palmeros y otro de asentidores, alabando y defendiendo como suyas las palabras del Autor de la Obra.

Peaje (Julio de la Rosa)

Peaje (Julio de la Rosa 2013)

No sabía que detrás de las Bandas sonoras de películas como Primos, Grupo 7 o After, entre otras, estaba Julio de la Rosa (Jerez de la Frontera, 1972), quien además de hacer rock, también ha escrito poesía y ahora debuta con Peaje, su primera novela. A esto ahora le llaman ser un Hombre del Renacimiento. Gente como Leonardo Da Vinci se cuentan con los dedos de una mano a lo largo de la historia, pero como La Historia Moderna cotiza a la baja y tenemos partidos del Siglo cada semana, pues a un tío que haga varias cosas y las haga mínimamente bien, todas juntas y a la vez se le da esa denominación o etiqueta: cosas del marketing.

Hablemos de Peaje. En el prólogo, Joan S. Luna dice que la novela tiene ¿200 páginas?. En realidad son 140 páginas, descontadas el prólogo. 140 páginas que no se leen, se devoran, con el ansia de quien en la autopista hace kilómetros a lo loco, como si no hubiera peajes.

¿Qué tiene Peaje?. Un puñado de páginas en donde Julio de la Rosa sin querer pasar seguramente a la Historia de la Literatura Española con esta novelita, sí que le permite al lector pasar un buen rato, alcanzando éste altas cotas de ensimismamiento: la comencé ayer al filo de la media noche, leí otro tanto en el almuerzo, otro poco de vuelta a casa de nuevo en el autobús, caminé con el libro en la mano sorteando farolas y bolardos por la Gran Vía, esquivando las gotas de lluvia y las puntas de las varillas de los paraguas azuzando mis pupilas, libé otras páginas en el ascensor, y lo acabé hace nada y me he reído una jartá con las salidas, ocurrencias, reflexiones de Julio de La Rosa, a través de su personaje, José Tudela, quien encerrado en esa cabina de la autopista, donde los automovilistas deben abonar esos 6,40 euros, que dinamizan y mucho la novela, crea una historia para cada uno de ellos. Unas veces acierta, otras no.

El caso es ficcionar esas vidas ajenas, dinamitar el tedio, evitar que haga mella la soledad. Y José charlará consigo mismo, echará mano de los periódicos para ver quién deja el barco, rumbo ¿a la nada?. Obituarios que en manos de José darán mucho juego.
Y si no hay amor, pues una historia deviene en un monolito de papel. Y entre amores y desamores, devaneos, escarceos y pajas mentales, Julio nos lleva y nos trae por un sinfín de parajes y estados mentales, cosiendo microrrelatos a las costuras de esta novela, dándole continuidad, un acertado sentido del ritmo, logrando una novela redonda, que una vez eche a rodar, debería llegar muy lejos.

Nada peor que tomarse a sí mismo en serio, sea la profesión que sea. Julio de la Rosa hace de la despreocupación un arte, de lo cotidiano su cruzada, de la realidad su magma creativo

Además de una policía estética añadiría yo también una policía ética (etílica ya tenemos; bueno no, basta darse una vuelta por parques y plazas para ver las consecuencias del botellón en cualquier ciudad de España los fines de semana. Un paseo por ejemplo el domingo a las 8,3O por el Parque del Ebro Logroño), o bien unos corruptos que en un acto de lucidez se suicidaran todos juntos y a la vez. Una catarsis en condiciones. Por pedir…

Tropo Editores. 2013. Prólogo Joan S. Luna. 140:páginas

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