Archivo del Autor: Francisco H. González

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La acusación (Bandi)

Los siete relatos de Bandi recogidos en La acusación, tienen el afán de desvelar (al resto del mundo) la realidad que viven los habitantes de Corea del Norte, que se dejaba entrever en Un invierno en Sokcho.

Los relatos los escribió Bandi en los 90 y consiguió sacarlos del país en 2003. Lo que nos cuenta no parece que haya cambiado a mejor bajo el mando del actual presidente, Kim Jong-un. Leyéndolos me venía en mente el libro de Fallada, Solo en Berlín, donde su personaje intentaba abrir los ojos a sus compatriotas, con la idea de hacerles ver que el régimen nazi era un régimen paranoico que los conduciría a la aniquilación mundial. No iba nada desencaminado Fallada.

También me venía en mente el libro de Lenz, Lección de alemán, en el cual se contaba como durante el régimen nazi, existía una ordenanza que prohibía mantener las luces encendidas a partir de una hora, y debían cerrarse todas la ventanas a cal y canto, bajo pena de sanción en caso contrario. En el relato de Bandi, una mujer se la juega al poner unas cortinas azules para evitar que su hijo pequeño se asuste viendo los gigantescos rostros de Marx y del Gran Líder y pueda así sustraerlo a los miedos y pesadillas que su visión le ocasionan.

Otro me recuerda al drama de Antígona, cuando un hijo no puede ir a ver su madre enferma, y su empecinamiento y vulnerar las normas (en su mayoría absurdas), le conlleva ser confinado a realizar trabajos forzosos durante 22 días que lo dejan tan machacado como si cada día fuera un año. Si Antígona movía cielo y tierra para poder enterrar a su hermano, vulnerando una ley que sentía injusta y cruel, el protagonista del relato de Bandi, no puede ni ver morir, ni acudir al entierro de su madre.

En el resto de los relatos lo que Bandi transmite bien es como el miedo es la columna vertebral del régimen:»entendió que para sobrevivir en aquella ciudad debería haber aprendido a sentir miedo mucho antes» «en este país incluso llorar está considerado un acto de sedición y podía suponer una condena a muerte«, ciudades pobladas de humanos reducidos a ser animales domesticados. «Toda la población del país, que se hallaba bajo el hechizo del brujo, vivía en una ficción ajena a la realidad«.

Lo interesante y oportuno sería que estos relatos fueran a dar en las manos adecuadas, pero no creo que caiga esa breva. Como la historia ha demostrado no es fácil acabar con un régimen totalitario. Es necesario de todas maneras que haya luciérnagas, voces y luces que aportan luz a la oscuridad, al silencio y al miedo como hace Bandi en la clandestinidad.

Libros del Asteroide. 2017. 244 páginas. Traducción de Héctor Bofill y Hye Young Yu.

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No, mamá, no (Verity Bargate)

Verity Bargate en esta breve novela plasma a la perfección el estado anímico, entre la angustia, el desquiciamiento y la locura que experimenta Jodie, una mujer con dos niños pequeños, para quien el sentimiento de madre es más una obligación que algo natural y asumido, con David, su marido, a su lado, que la cree loca, y cuya presencia la asquea. Jodie y David han pasado de ese estado de no puedo vivir sin ti y necesito tenerte siempre cerca y dentro a dejemos que corra el aire y necesito mi espacio, si bien como en la canción Turnedo de Ferreiro la pregunta es ¿Quién no tiene el valor para marcharse? ¿Quién prefiere quedarse y aguantar? ¿Marcharse y aguantar?. Además se toca el tema de la violación en el seno de la pareja, cuando ella no quiera sexo y se hace atendiendo «a los deberes conyugales» lo que a veces implica que en esos lances ella sea poco más que una estrella de mar, o se duerma mientras es penetrada.

Por la parte de los hijos lo que Verity cuenta lo entenderá perfectamente el que los tenga. Jodie ve minorada su intimidad, su espacio, coartada su libertad, y es muy gráfico el momento en el que en plena cópula amatoria, el berrido uno de sus retoños, es como abrir la puerta del horno para comprobar horrorizado como el bizcocho de la pasión se viene abajo sin remisión.

Además Jodie siempre quiso tener niñas y alumbró dos hijos, a los que viste de niña cuando va a visitar a una amiga, encuentros semanales en los que revisitar sus pasados y confirmar ambas que viven enjauladas y reprimidas que han pasado a ser la mitad de otra persona y que ya poco queda de lo que fueron antaño. El final depara una sorpresa que no desvelo pero que va en consonancia con ese ronroneo de angustia y misterio que recorre toda la espléndida narración ambientada en el Soho londinense de los 70.

Alba editorial. 2017. 176 páginas. Traducción de Mireia Bofill.

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El móvil (Javier Cercas)

El reciente estreno de la película El autor, de Manuel Martín Cuenca, ha avivado mi interés por leer el relato de Javier Cercas, titulado El móvil, en el que se inspira. Cercas lo escribió con 24 años. Detalle a considerar a la hora de ponderar lo leído.
En parte la novela es una reflexión sobre el ejercicio de escribir, sobre la manera en la que el escritor y narrador de la historia quiere captar la realidad o parafrasearla en su texto, poniendo para ello todos los medios disponibles a su alcance, en la creencia de que su novela tendrá tirón si logra escanear o pasar a limpio la realidad, volcando sobre el papel conversaciones, comportamientos y demás actividades humanas ajenas, que el escritor cosificará y suturará.
Los quebraderos de cabeza y los devaneos del autor en su relación con la materia prima de su obra -los vecinos de la comunidad- consumen la narración y en parte el interés del lector, pues creo que lo que se aquí se enuncia no es nuevo y he tenido la sensación de escuchar un estribillo que me suena manido. El final, juega con lo metaliterario, con la idea de que su quehacer será una réplica de lo que luego irá a parar a la novela, donde los demás personajes serán poco menos que marionetas en las manos de ese que se sueña diosecillo autoral.

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Si te comes un limón sin hacer muecas (Sergi Pàmies)

Los primeros relatos que leo de Sergi Pàmies y presumo que no serán los últimos. Veinte relatos donde Sergi toca todos los palos. Lo hace con una prosa tan de andar por casa que esto de escribir parece sencillo. En los relatos cada palabra cuenta y se corre el riesgo de que el interés del lector se dé a la fuga sin dar explicaciones tanto como que sobrevenga un encogimiento de hombros acompañado de un ¿y? que suceda al final.
Viene bien releer los relatos para exprimirlos hasta la última gota, o palabra, hasta ese final que da la victoria por K.O en unos y a los puntos en otros. Pàmies bebe de los lugares comunes para mofarse de ellos (el trinchante Brindis hará las delicias de los letraheridos), tanto como de la sociedad que nos hemos dado entre todos, y se gasta un humor entre lo paródico y lo absurdo que viene muy bien para cuestionarnos muchas de las cosas que hacemos y decimos, ya sea en el ámbito familiar, laboral…analizando con agudeza y como el que no quiere la cosa la ontología de las relaciones con los demás y con nosotros mismos.

Anagrama. 2006. 136 páginas