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Las páginas del mar

Las páginas del mar (Sergio Martínez 2015)

Sergio Martínez
Grijalbo
2015
627 páginas

Las páginas del mar es la primera novela publicada por Sergio Martínez (Santander, 1975), quien hasta el momento había publicado libros de investigación y divulgación. Es esta una novela extensa: 627 páginas. Nada mal para un debutante.

Sergio recurre a un hecho histórico relevante: la travesía que hizo en su día el portugués Fernando Magallanes desde Sevilla hasta las Molucas, en el Pacífico, en un ruta hasta entonces inédita, que consistió en cruzar el Altlántico y descender hasta la Patagonia, para cruzar al Mar del Sur, al Pacífico, rumbo a esas Islas de las especias, productoras de canela, clavo, nuez moscada, etcétera. Una travesía que le supuso a Magallanes, bajo el reinado de Carlos I (el Rey de Portugal mandó a Magallanes con viento fresco cuando este le aseguró que encontraría una ruta que permitiría llegar a la Islas de las especias navegando siempre hacia el Oeste, no hacia el Este como se venía haciendo) circunnavegar por primera vez la Tierra, ya que tras llegar a las Molucas, el regreso lo hicieron por el Índico, completando así una circunferencia perfecta.

Los personajes por tanto son reales, lo son Magallanes, su cronista Antonio Pigafetta, y ElCano, y los otros nobles que aparecen.

El reto por tanto consiste en hacer atractiva la historia, que ya por sí misma lo es, ya que durante tres años Magallanes y los suyos estuvieron navegando hasta lograr regresar de nuevo a Sevilla, habiéndose vista menguada la tripulación desde los 234 hombres que partieron a sólo los 18 que lograron regresar. Magallanes moriría una vez cumplido su sueño, después de haber abierto ese paso que llevará ya por siempre su nombre. Lo hizo, lanceado, en la arena de una playa de una isla de Filipinas, perdiéndose así los honores y las riquezas que se derivaron de su épica singladura. Una ruta, hay que añadir que se vio poco después como escasamente rentable.

Travesía Fernando Magallanes

El narrador de esta historia nos la cuenta porque ha sobrevivido, es por tanto uno de esos 18 afortunados, que lograron dar la vuelta al mundo en barco y regresar. Ante una muerte que ronda cerca, el narrador, ya anciano decide pues plasmar sobre el papel sus recuerdos, al tiempo que exorcizar sus fantasmas del pasado, y para eso nada mejor que escribir.

La narración se irá alternando entre los episodios propios de la niñez y adolescencia del joven en un pueblo de Liébana, un pueblo entre montañas, donde su familia sobrevive con estrecheces, entre la siega y la siembra. Donde el narrador nos muestra a las claras lo duro que era salir adelante en una familia numerosa y siempre pendiente de las circunstancias climatológicas. No falta el cacique local que compra voluntades y destroza existencias. Hay lugar para el amor, para la pasión, y sobre todo, y este es un hecho determinante para que nuestro joven descubra el amor por el conocimiento, la sed infinita de saber, gracias a Sancho, un señor taciturno y aparentemente huraño, poseedor y guardián de una biblioteca, que le permitirá al joven viajar a los mundos y lugares, remotos y futuros que sólo la literatura permite. Un hecho clave le obligará a partir, junto a su hermano, dejando en tierra a su amor, a Lucía.
Los dos hermanos viajarán a Sevilla y allí se enrolarán en una de las cinco naos que partirán rumbo a las Islas de las especias.

Todo lo que nos ha llegado de ese viaje, o buena parte de él lo conocemos gracias a Pigafetta, quien tomó buena nota de todo cuanto vio en su periplo. Como este estaba del bando del portugués, cuando Magallanes murió, no quiso saber nada del nuevo capitán Elcano y éste al enterarse que nuestro joven es escritor lo nombra cronista de sus andanzas, a fin de recibir los laureles y glorias de las que se cree acreedor.

El viaje de tres años de duración da mucho de sí. Si en un primer momento al llegar a Brasil aquello les parece el paraíso, una vez en ruta hacia tierras de la Patagonia, sufrirán el frío, el hambre, las noches interminables, hasta que consigan cruzar al Pacífico. Si todo parece entonces que vaya a arreglarse, durante esos meses de travesía, sufrirán lo indecible, muchos morirán, cometerán cuantos desmanes se nos ocurran con las gentes que siempre habían vivido allí, muchos cuerpos vencidos por la muerte irán al fondo del mar y su labor evangelizadora se quedará en agua de borrajas.

Sergio Martínez consigue mediante 64 capítulos de unas diez páginas cada uno (jalonando los años en Cantabria con el periplo náutico) mantener la intriga en todo momento, construyendo unos personajes que a pesar de ser vulgares, están en el sitio adecuado en el momento justo, siendo testigos de una proeza como pocas. Lo que experimentan estos marineros es una odisea, un martirio, un calvario, un barco que parece ser un campo de exterminio, donde el hambre les llevará a comerse hasta el cuero de las cuerdas. Un huir de uno mismo, en el caso de nuestro protagonista, dando la vuelta al globo, para al final, lograr cerrar el círculo, expiar las culpas y alcanzar la serenidad que ambos hermanos perdieron al dejar a la carrera su pueblo de Dosamantes.

El autor de la novela nos presenta además un marinero (nuestro protagonista) ilustrado quien gracias a Sancho, su maestro, se lo ha leído casi todo, un devorador de libros, para quien conservar una biblioteca se convierte en una cuestión de vida o muerte. Unas lecturas (no solo filosóficas) que le serán muy útiles en el barco, cuando reine el tedio más absoluto y una buena historia sea entonces casi tan importante para sus compañeros de travesía como lo es un plato de carne agusanada.

Me puse a leer este libro sin apenas convicción y navegando navegando y casi sin darme cuenta me he visto, tres días después, leyendo la página 623 de los agradecimientos. Por cierto, rara vez, he leído que un autor agradezca algo a suegros y cuñados.

Un libro el de Sergio Martínez que me ha gustado, que me ha permitido conocer más (o casi todo) de Magallanes (a Colón lo tenemos ya muy visto) y sobre todo que me ha permitido gozar con una buena historia, bien narrada, fluida y equilibrada. Una sorpresa pues muy agradable.

Si decides embarcarte, eso ya es cosa tuya.