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Alessandro Baricco

La Esposa joven (Alessandro Baricco)

Si otras novelas y ensayos de Alessandro Baricco me han gustado, esta última me ha decepcionado. La historia se desarrolla en Italia, pero mentalmente, tal como se nos cuenta, no puedo menos que situarla en alguna localidad mexicana, con caciques, calles de tierra y prostíbulos, pues me resulta muy Pedroparamesca.

A Baricco le gusta innovar, pero a veces la jugada no sale bien. Apuesta por el erotismo, y si en ello confía el éxito de su empresa, le sale un coitus interreptus. La historia es muy simple. Una joven de 18 años deja Argentina para venir a Italia donde contraerá matrimonio -un matrimonio apalabrado por ambas familias cuando la mujer aún era menor de edad- con el Hijo. El caso es que cuando la Esposa joven arriba, el Hijo, que se fue a pasar una temporada a Londres, no está. La espera la lidia la Esposa joven siguiendo las instrucciones de la Madre del Hijo, que la inicia en esto del folleteo, la enseña a tocarse, a explorar su cuerpo y oquedades, a derretir a los hombres y la instruye en todas aquella artes que le vendrán muy bien cuando se quiera follar al Tío, restregarse con la Hija o cuando al ver que el Hijo pródigo no acaba de llegar, acabe empleándose en un lupanar local.

Si la historia erótica es un rollo, cuando el narrador -digresión va, digresión viene- reflexiona sobre lo que lleva escrito -y nosotros leído-, o nos cuenta cositas de su amante o similares, dan ganas de finalizar la lectura porque la narración ya no es solo insulsa, sino además plomiza e irritante.

Los personajes son tan irreales, abstractos y faltos de chicha -y paradójicamente, tan tópicos- que sus devaneos sexuales me la traen al pairo y sus vidas y milagros aún más, y cuando Baricco se viene arriba y escribe párrafos como este, entonces ya, ¡acabáramos¡

Por otra parte, en aquella casa interrumpida, en el secreto de nuestras liturgias demenciales, asediados por nuestras poéticas enfermedades, éramos personajes huérfanos de cualquier clase de lógica.

Tommaso Landolfi

Cancroregina (Tommaso Landolfi)

Tommaso Landolfi
Adriana Hidalgo
95 páginas
2013
Traducción de Flavia Costa y Rodrigo Milona-Zavalía

Esta novela de Tommaso Landolfi (1908-1979) me recuerda mucho a El Monte Análogo de Daumal. En aquella, dos personas se conocían de repente y decidían emprender una aventura juntos. Si aquella empresa era un como un viaje al centro de la tierra, pero a la inversa, aquí, un recién fugado de un manicomio convence al propietario de la casa donde va a refugiarse para irse al espacio juntos, a lomos de una maquina espacial creada por el pirado que atiende al nombre de Cancroregina.

El relato es delirante, es como una botella con un mensaje dentro, un relato escrito desde el espacio, que por cosas de literatura, somos capaces de leer, si pasamos a convertirnos en lectores de la novela.

El narrador se pone metafísico al constatar que la vida terrenal de mierda que llevaba -y a la que quería poner término- no era tan mala, toda vez que ya en el espacio, a la deriva sideral, con su compañero Filano como una regadera, sin esperanza de volver a la Tierra, ya en ese limbo espacial, flotando en la nada, echa de menos, el mundo, la humanidad, la compañía, pues el tedio humano es irrisorio con lo que él siente allí arriba fuera del tiempo y del espacio.

Me gusta la mezcla de fantasía, humor, suspense, filosofía de Landolfi, cuyo narrador no parece tomarse muy en serio, y su narración tiene ese punto delirante, caótico, deslavazado, azaroso que resulta muy agradable de leer.

El autor no concedía entrevistas ni permitía que sus libros aparecieran acompañados de cualquier juicio crítico. Respecto a los críticos Landolfi ya da su parecer sobre los mismos en esta obra «su verdadera pasión y la necesidad de su ánimo es no entender nada«.

Andrea Camilleri
Devaneos.com

Gotas de Sicilia (Andrea Camilleri)

Andrea Camilleri
Gallo Nero
2016
Traduccion: David Paradela

De Andrea Camilleri (1925) había leído con agrado algunas de sus populares novelas que tienen al inspector Montalbano por protagonista.

Este libro que edita Gallo Nero en su colección piccola es una cucada. La traducción de David Paradela me gusta, en especial en el relato El tío Cola en el que se nos refiere las anécdotas de un mafioso local mediante un castellano macarrónico que trata de coger el pulso al dialecto que maneja Camilleri y que según el traductor no es nada fácil de verter al castellano; luego hay más de creación que de traslación.

Gotas de Sicilia reúne los relatos que escribió Camilleri en L’Almanacco dell’Altana entre los años 1995 y 2000, y son las gotas propias de un perfume, que dejan el recuerdo persistente de una lectura fragante, muy evocadora, donde leer es viajar a Sicilia, visualizarla, sentirla, al rememorar el autor su infancia, el descubrimiento de la muerte con la ausencia que le dejará su entrañable tío uzz’Arfredo, la firmeza de las tradiciones locales, lo religioso mezclado con lo humorístico y lo político permitiendo la llegada al poder de los comunistas, imagen sagrada mediante en Los primeros comicios, el auge del fascismo o el poder manifestándose con todas sus caras, ora religioso, ora bancario, ora mafioso.

Capri

Capri (Alberto Savinio)

Alberto Savinio
Minúscula
2008
87 páginas
Posfacio de Raffaele La Capria
Traducción de Francesc Miravitlles

Parece ser que estas páginas que escribió Alberto Savinio (1891-1952), pseudónimo de Andrea de Chirico, las encontraron entre sus papeles después de su muerte, y ha sido un feliz descubrimiento. Savinio visitó la isla de Capri en 1926. Poco o nada tiene que ver esta Capri numinística, con la Capri actual.

Tuve ocasión hace un par de años de visitar la isla de Capri, y apenas encontraremos rastro de lo que leemos en este fabuloso deambular de Savinio. Ahora el comercio y el turismo de masas han dejado la isla reducida a un souvenir (a pesar de lo cual la isla sigue siendo una preciosidad como se puede apreciar en estas fotos), a la que llegan riadas de turistas casi todos los días del año, ya sean en ferrys o en trasatlánticos, para ser arrojados en el puerto, dejarlos pulular por la isla, comer y comprar algo, y retornar al vientre de esas ballenas metálicas, pocas horas después.

En el posfacio de este libro editado por Minúscula, con traducción de Francesc Miravitlles, Raffaele La Capria, habla de páginas musicales, leves, aladas. Tal cual. Cuando uno está inserto en el mundo clásico como lo estaba Savinio, a menudo, a la hora de ver, la mirada resulta artificiosa, pomposa, hiperbólica. Savinio logra transmitir poesía, sin resultar cargante, describiendo una isla que hace casi un siglo sí que podía mantener esa aureola mítica.

María Belmonte ya hablaba de este libro de Savinio en su estupendo Peregrinos de la belleza, donde aparecía Axel Munthe -al que se refiere Raffaele y de quién dice que su visión de la isla era demasiado inverosímil- médico que escribiría la archiconocida La historia de San Michele, de quien Savinio dijo en sus paseos por Capri que era una mezcla entre mezquita, iglesia protestante y tumba noble.

En su deambular Savinio camina por calles angostas, se empapa de luz, recorre caminos que llegan a un mar cristalino, atraviesa senderos feraces, profusos en vides, olivos y limoneros, visita casas cuyos suelos cubiertos de mosaicos emulan a las casas Pompeyanas, se encarama en lo alto de las cimas y allí colecciona lubricanes, evoca el pasado de la codiciada isla, alcanza la Grotta Azzurra y !voilá!, poco después Savinio deja la isla a bordo de una barca, y la estela que caligrafía en el agua es el recuerdo, la estela de una lectura luminosa e interesante, donde Savinio puso su magnífica prosa al servicio de sus ojos y la combinación es un deleite para los sentidos.