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Marcovaldo

Marcovaldo (Italo Calvino)

Italo Calvino
143 páginas
2015
Mondadori

Italo Calvino (1923-1985) escribió los veinte relatos que conforman Marcovaldo entre 1952 y 1963. Como los personajes literarios y cinematográficos del neorrealismo, Marcovaldo lleva una vida precaria, trabaja como operario no cualificado, acarreando pesos, tiene seis bocas que alimentar, las deudas le acorralan, y el porvenir es un presente continuo, donde su situación lejos de mejorar, empeora. Cada relato se corresponde con una estación del año. Un lustro en total.

Marcovaldo se saca las castañas del fuego como buenamente puede y vemos como esa oportunidad de mejorar su situación se convierte en una serie de aventuras/desventuras rocambolescas y disparatadas que siempre acaban mal, como si su destino ya estuviera marcado y su tesón, su empeño, fuera un quehacer estéril.

Hace falta una mirada limpia, cierta ingenuidad, algo de candor, para disfrutar de estos relatos, del que Calvino despacharía más de un millón de ejemplares, al ser este libro una lectura obligada en colegios e institutos italianos. Como cuando somos niños y con una manta y una mesa, en la salita de nuestro hogar, nos montamos nuestra propia casa y la lámpara es nuestro sol, la manta verde nuestra pradera, así Marcovaldo agudo observador, trata de aprovechar todo cuanto le rodea, en ese ambiente de miseria, de frío, de hambre, donde al no tener las necesidades cubiertas cualquier cosa a su alrededor le puede venir bien, ya sean unos funghi, unas muestras gratuitas, los peces de un río, un conejo que hurtará en una consulta, un cartel publicitario de madera del que hacer leña, etc, un Marcovaldo inasequible al desaliento, sacudiéndose éste su pesar, tirándose de cabeza hacia cada nuevo amanecer, con esperanza, una esperanza hecha de carne, sudor y mala suerte.

La prosa de Calvino obra el milagro. Con muy poco texto, en cada relato, Calvino logra divertir, provocar nuestra carcajada (amarga), hacernos reflexionar sobre la situación de Marcovaldo, extrapolable a cualquier otro país y horizonte temporal, a través del humor, de la crítica velada (al consumismo, al marketing, a la codicia inmobiliaria, etc), en la plasmación de un mundo que ya se ha esfumado (allá por los años 60 del pasado siglo), y otro que está sobre la mesa, el de una sociedad opulenta, propia del milagro económico, que colmará a muchos mientras dejará en los márgenes a otros tantos como Marcovaldo, para quien, un cielo raso, una calle nevada, un rayo de sol, una pradera verde, un río límpido, una noche al raso bajo un cielo estrellado, son razón suficiente para seguir avanzando, para seguir asombrándose, para no caer en las redes de la tristeza, ni de la inanidad, para que la intemperie que le rodea y asedia, no lo devore, ni a él, ni a su familia.