Archivo de la etiqueta: Crítica

Otra vuelta de tuerca

Otra vuelta de tuerca (Henry James 1898)

Henry James
119 páginas
1898

Esta novela debe ser leída con mucha calma y tranquilidad. Toda la tranquilidad que nos permita un texto plagado de interpretaciones, fantasmas/alucinaciones y trágicos finales, a fin de sacar el jugo a un texto que hace de la ambigüedad un arte.

La novela recoge el texto que escribió una institutriz, quien antes de morir legaría el texto al joven que tenía entonces a su cuidado, un tal Douglas, que transcribiría después el texto a un manuscrito, un manuscrito que una vez abierto será el que amenizará la velada nocturna de los amigos de Douglas, quien afirma tener entre manos una historia de fantasmas que va más allá de lo convencional: otra vuelta de tuerca más al género, al ser dos niños quienes ven los fantasmas. Douglas estuvo enamorado de la institutriz, diez años mayor que él y lo que ella plasmó sobre el papel, así como lo que se pudo poner o quitar en la transcripción, es susceptible de sospecha, de mentiras veladas, de verdades incompletas, ocultamientos y/o falseamientos deliberados.

Todo en la novela son enigmas, no sabemos por qué a Miles lo han echado del colegio, qué relación mantenía Miles con Quint, si la sirvienta también difunta, la señorita Jessel, tuvo alguna relación con su patrón, si Flora y Miles ven a los fantasmas, o si son imaginaciones de la nerviosa e insomne institutriz que parece enamorarse en un principio del hombre que la contrata, el tío de los dos niños huérfanos, que luego desplaza su amor, o su querer, o su delirio hacia Quint, fantasma de uno de los empleados de la casa que murió y finalmente quedar prendada y febril del niño, no tan niño, Miles, por quien siente una pasión amorosa irrefrenable, que James oculta, como todo el texto, bajo múltiples matices, interpretaciones, señales, delirios, bajo confesiones que se contradicen casi en el momento de ser proferidas. No sabemos tampoco de qué quiere salvar la institutriz a los niños, cómo piensa liberarlos de la influencia o a qué se refiere Miles cuando se empeña en querer contarle a su tío «todo«, etc.

Libro este de Henry James complejo y exigente que necesita ser releído más de una vez, para apreciar todos los detalles que esta obra de apenas cien páginas atesora. Una pieza de orfebrería, una joya engastada de enigmas y prolija en misterios.

La desaparición del paisaje

La desaparición del paisaje (Maximiliano Barrientos 2015)

Maximiliano Barrientos
2015
Editorial Periférica
268 páginas

La voz del escritor bolivariano Maximiliano Barrientos (Santa Cruz de la Sierra, 1979) hay que sumarla a la de otros compatriotas escritores: Rodrigo Hasbún, Liliana Colanzi, Edmundo Paz Soldán, Christian Vera, Fabiola Morales, Anabel Gutiérrez, Saúl Montaño, Julio Barriga, Humberto Quino, etc.

Barrientos, en esta estupenda novela hace un ejercicio de reconstrucción, en pos de armar las piezas que en el pasado vamos dejando desperdigadas por el camino y que la memoria se afanará en atesorar e ir montando como si de una película se tratara, donde no faltan las elipsis.

El protagonista es Vitor, quien tras la muerte de su madre y antes de la de su padre decide dejar el país, Bolivia y mudarse a los Estados Unidos. Una vez que los dos yacen bajo tierra, Vitor regresa, tras un lapso de más de una década fuera del país.

Vitor tiene como propósito recuperar su relación con su hermana Fabia -a quien encuentra sola y embarazada- con el hermano de su padre, con María, que ejerció de madre de Vitor y Fabia tras la muerte de esta.

Un camino pedregoso y empinado el que deberá recorrer Vitor porque nadie da la bienvenida a quien huyó, a quien se dio a la fuga, a quien dejó el marrón a los demás, sin dar señales de vida, convertido en un fantasma.

Barrientos hábilmente dosifica los silencios y la información, acerca de lo que sucedió el 15 de agosto de 1987, cuando Vitor era un niño y su padre alguien presa del alcohol y de la furia. Una adicción que facilitó la salida del entonces niño.

La vuelta al pasado trae de la mano recuerdos de juventud que Vitor quiso olvidar y no pudo y que trata de exorcizar en el presente, aunque sea recurriendo a la violencia. Recuerdos que conllevan avivar las llamas del deseo junto a la que fue su pareja antes de desaparecer. Siempre con la duda, siempre pensando cuánto de aquel pasado ha llegado hasta nuestros días, en qué medida aquellos que fuimos entonces, seguimos siendo ahora. ¿Qué hubiera sido de todos ellos si él no se hubiera evaporado?. Es ahí donde Barrientos se las ingenia para lograr con escuetos diálogos y poderosas imágenes y atmósferas, emocionarme e ir contando su historia, reconstruyéndola, encauzándola, una historia, la de Vitor, que es una historia de muerte, imposibilidad y supervivencia, donde generación a generación las enfermedades familiares se repiten, y los caracteres clónicos, impiden las reconciliaciones, y propician los reencuentros a destiempo, donde «el polvo somos», Vitor lo sufrirá de forma literal al final de la novela, cuando constate de paso que todo cuanto conocía ha sido barrido, el paisaje, y también las figuras que lo poblaban, bajo una noche oscura, helada y hermosa.

mar-de-irlanda

Mar de Irlanda (Carlos Maleno 2014)

Malena es nombre de tango.
Maleno sería nombre de tanga.
Absurdo sí. Licencias (sin copyright) de tener un blog o un monólogo con la nada virtual, donde dar rienda suelta a lo que me sale de la falanges.

Maleno crea un planeta imaginario. El planeta Lux y el protagonista es vendedor de aspiradoras. ¿Lo intuyen?. ¿De qué marca son las aspiradoras que vende?.

A la de una.
A la de dos.
A la de..

!Bingo!. Electrolux. Maleno es un crack ¿o no?.

Maleno ha leído a Loriga, y su obra magna, Héroes, que dicho sea de paso yo también leí cuando era joven.
Ahora soy una persona «normal», y al contrario que Loriga veo a las supermodelos en las revistas de Sports Illustrated y Maleno por el contrario es escritor, así que es evidente que hay lecturas que marcan el destino de las personas.
Tenerlo esto por favor muy claro antes de leer algo, por mucho que Vila-Matas y otras gentes del gremio os quieran comer el coco con lo bueno que es esto de leer, bueno para casi todo, pero en especial, cuidaros muy mucho de estos de la industria editorial que solo están a vender, en su caso libros. En resumen, que no os den gato por libro.

Además de Loriga, como sucede en los libros de Vila-Matas a quien Maleno adora y de quien este recibe a su vez encendidos elogios, hay otros muchos escritores que afloran en estas páginas: Kafka, Walser, Conrad, Marlow, Beckett (el Mar de Irlanda, es su mar, ni más ni menos), Ortega y Gasset, Bolaño, etc.

Sobre párrafos de otras lecturas Maleno coge el cabo para montar su historia, esa clase de historias de realidades paralelas, o convergentes (no sé si hacia la Unión, la desunión o directamente hacia la comisión), en las que el protagonista se da el lujo de entrar y salir de los relatos, invocando a los muertos, en secuencias alucinadas y absurdas, con un fulano que por ejemplo lleva una careta de Felipe González (cuando una da Aznar hubiera dado más juego, creo), que pueden resultar hipnóticas. Confieso que un par de veces me he quedado hipnotizado, aunque luego he comprobado que lo que estaba era traspuesto.

La segunda parte del libro es más convencional, menos absurda, todo lo convencional que puede resultar que un fulano se apropie de la la existencia de un ventrílocuo que pone voces a fragmentos de la obra de Celine, y que va viajando hacia el fin de la noche, pero a pesar de esto, de lo convencional, de esta prosa que se impregna del polvo del camino y se aleja de esos mundos fantásticos, Vila-Matas sigue ahí y por tanto también la necesidad de huir y de escapar y de fracasar (algo que ya he leído en los libros, El viaje vertical y Aires de Dylan, ambos de Vila-Matas).

Maleno opta por la concatenación, por acabar una frase con una palabra que retoma en la siguiente oración, en un fraseo que a unos les dará sensación de vértigo y que a mí me marea al tiempo que me da ganas de reír, pero que al mismo tiempo me hace sentir bien, y que convierte lo leído en una chufla, en un pasatiempo divertido, absurdo, hilarante y dilarante a ratos, como cuando aparece (errata mediante) el castizo «Rober Walser», o citas de Pavese que había tuiteado hacía dos días. Casi todo me resulta tan reiterado y conocido que en este Mar de Irlanda me encuentro como en casa. No es poca cosa.

Es muy probable que lea más cosas de Maleno. Sus portadas púbicas impactan.

Cuento kilómetros

Cuento kilómetros (Mario Crespo 2011)

Mario Crespo
Editorial Eutelequia
91 páginas
2011

Leer Cuenta kilómetros de Mario Crespo supone volver la vista atrás para alumbrar aquel pasado en el que tuvimos 25/30 años.

Los personajes de la novela, que son varios, pero bien podían ser uno solo, una sola voz, viajan mucho, devoran kilómetros (o los cuentan), y sus periplos viajeros se suceden por España, Francia, Noruega, Inglaterra, Italia…

Jóvenes que dejan España para aprender otros idiomas, para estudiar con becas Erasmus, para foguearse, en definitiva, en trabajos de corta duración, no siempre bien pagados, que les suponen no obstante un aprendizaje, y sobre todo acumular anécdotas, experiencias que les vendrán muy bien cuando tengan que afrontar la vida adulta, el inevitable y necesario tránsito del estadio estético al estadio ético, donde tocará ya asumir responsabilidades y compromisos, en el ámbito familiar, laboral, social, etc, dejando atrás esa época de la ceguera como la califica Mario al final de la novela.

Novela donde brilla el humor, a veces absurdo, como ese viaje a Cardiff para conocer otro país, en la que dar cuenta de peripecias existenciales donde acabar vivo, y no muerto de sed o calcinado es solo cuestión de puro azar, donde la literatura sirve para rendir tributo a la memoria de quien decide quitarse la vida cuando todo es futuro, jóvenes que siempre llegan tarde a las estaciones de tren, que se pierden por Venecia en carnaval, que experimentan momentos catárticos en latitudes nórdicas, que las lían pardas en sus pisos de alquiler, anécdotas que resultan divertidas y a menudo familiares.

El libro funciona como libro de aventuras, como un testimonio válido de lo que fue tener una edad en la que todo estaba en el aire, todo por hacer, donde nuestro mundo cabía en una mochila y la ilusión y los amigos eran monedas que nunca nos faltaban en los bolsillos.

Teruel existe, Zamora también, creo. Un poco más gracias a Mario.