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Santander, 1936 (Álvaro Pombo)

Leo en el Epílogo.

Deseo subrayar aquí que Santander 1936, que es una novela, que es ficción, a la vez contiene un gran número de elementos y personajes reales que forman parte de la guerra civil en Santander, como mi propio tío Álvaro Pombo Caller o mi abuelo Cayo. No hubiera sido posible escribir esta novela sin la ingente colaboración de Mario Crespo López: unos cuatrocientos folios que proceden de la hemeroteca de El Diario Montañés y demás material histórico. La generosa ayuda de Mario Crespo ha sido, pues, indispensable. Sin el realismo documental de un historiador como Mario, esta novela se habría quedado en nada.

Así pues Mario aporta el contexto, el material histórico y Álvaro Pombo (Santander, 1939) pone de su parte su buen quehacer literario y su memoria personal. La narración se centra en los pormenores de Álvaro, un joven de familia acomodada que a su regreso de París, cae bajo el influjo de la falange. Hay ahí un ascetismo y disciplina, propia de una orden religiosa que lo seduce. Su padre, Cayo, asiste al compromiso político de su hijo, temeroso, él que es burgués, laico y republicano, y ve en el ideario de Primo de Rivera, en su animo totalitario, elementos que no le convencen y asustan.

Es 1934, cuando se inicia el relato, el poder está en manos del gobierno republicano (sería la continuación a 14 de abril, de Paco Cerdá). Parece que las fuerzas republicanas y la de los sublevados fuesen dos fuerzas llamadas a colisionar, como si les resultara imposible desoír las voces que les impelen a cumplir con su destino histórico: ¿una lucha fratricida?
De esta manera parece que el diálogo y las palabras son imposibles. El único argumento convincente el de las armas, la destrucción, las checas (el asesinato de falangistas en el barco-prisión Alfonso Martínez), los bombardeos de la Legión Cóndor contra la población civil santanderina, las sacas. La barbarie.

El quehacer de Pombo consiste en tratar de ponerse en la mente tanto de Álvaro, como de Cayo, y así, mediante sucesivos diálogos entre padre e hijo, al estilo platónico, tratan de entender cada uno cuál es su naturaleza, sus motivaciones, sus porqués, sus destinos. Como si a la situación que viven se le pudiera buscar una explicación lógica. Como si fuese posible resolver la ecuación (con un buen número de incógnitas) con palabras.

Bueno.

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La ética del paseante y otras razones para la esperanza (Luis Alfonso Iglesias Huelga)

Dice en una entrevista Luis Alfonso Iglesias Huelga (profesor de filosofía en el I.E.S Escultor Daniel: cantera de escritores como Juan Pablo Fuentes, Diego Lázaro Niso o Pascual Martínez Pérez y de blogueras literarias), autor del ensayo La ética del paseante y otras razones para la esperanza, que escribe para leer. Así, el ensayo va muy bien provisto de lecturas ajenas, como vemos en la generosa bibliografía: Argullol, Bauman, Benjamin, Debord, Esquirol, Garcés, Judt, Muguerza, Ordine, Sennett, Todorov… por citar algunos de los autores y autores aquí manejados.

El ensayo es un análisis de la situación presente, de la sociedad del espectáculo en la que nos vemos inmersos, y la necesidad de recuperar la esperanza a través del diálogo (cara a cara), en nuestro encuentro con el prójimo, mediante el paseo (animado el caminante por un espíritu de flâneur) demorado y concienzudo que nos permite ver en la realidad un palimpsesto, una construcción, y también el poso de la memoria.

La necesidad que tenemos de la palabra, de un espíritu crítico, de una libertad de pensamiento que va más allá de la libertad de expresión. Espíritu crítico que nos permita contrastar lo que nos dicen (o nos quieren vender) con nuestra propia experiencia y asimismo nos proporcione herramientas para superar las supersticiones, las supercherías, la ignorancia. Para desechar la pseudociencia y pararle los pies a las fake-news, y ser capaces de cuestionar la manida posverdad (un eufemismo para la mentira). Para refutar las imposturas y combatir los tópicos sin fondo.

Todas estas cuestiones y muchas más, las plasma Luis Alfonso con un lenguaje tan vivo como vívido, espoleando nuestro interés con las múltiples cuestiones que aborda en su texto. Una simbiosis espléndida de lenguaje y pensamiento.

Quien aún hoy tenga reticencias hacia los ensayos, más aún cuando son filosóficos, porque estos se le antojen plomizos u oscuros, lean a Luis Alfonso (y sigan luego con Esquirol, Judt, Ordine, Byung-Chul Han, Argullol, Todorov…) quedarán deslumbrados, y más admirados que confusos.

Prueben y me cuentan.

Editorial Alfabeto. 176 páginas. Año de publicación: 2020.

El-caballo-de-Lord-Byron

El caballo de Lord Byron (Vanessa Pérez-Sauquillo & María Espejo)

Animoso cómic el de Vanessa Pérez-Sauquillo, ilustrado por María Espejo. Estamos en Venecia (Palazzo Mocenigo), de la mano de Lord Byron, convertido en una especie de Noé, habida cuenta el acompañamiento animal (monos, loros, perros, zorros…) que lo secunda. En un palacete se entrega a las musas, a la poesía. Capta la atención de Marco, uno de los hijos de sus sirvientes, encargado de entretener a Allegra, la hija de Byron. La magia viene de la mano de una lámpara. Es el genio quien cuenta esta fantástica y amena historia. La búsqueda de un caballo de madera el elemento conductor.

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Las mujeres de Héctor (Adelaida García Morales)

Un altercado entre dos mujeres se salda con la muerte de una de ellas: Delia. No abonará la narración el terreno de la novela negra, dado que las pesquisas policiales son incapaces de encaminarlas al culpable. Ni siquiera parece que el asesinato les (pre)ocupe lo más mínimo. La asesina, Laura, no confiesa su crimen. La narración sigue otros derroteros. Se despeña en naderías, en diálogos insustanciales, rutinarios, vacuos. Héctor es el rey sol, un pansinsal, pero un imán para las mujeres. El exmarido de Laura, el amante de Margarita, el hombre que la joven Irina quisiera encamar. Una mayúscula decepción.