Eisejuaz

Eisejuaz (Sara Gallardo)

Acabo el año con una de las mejores novelas que he leído en el mismo. Hablo de Eisejuaz de la argentina Sara Gallardo (1931-1988), feliz recuperación de la editorial Malas Tierras.

Manuel Múgica Lainez en una carta dirigida a Sara le decia: !Qué libro extraño y bello has logrado… qué audacia…ójala la gente deje atrás la sorpresa de las primeras páginas y se interne en su singularidad alucinante.

Comparto lo que dice Lainez. De entrada el libro desconcierta pero si uno decide recorrer sus doscientas páginas tendrá la sensación de haber leído muchas más y de haber habitado el subyugante mundo creado por Sara, en cuyo centro sitúa un personaje, Eisejuaz, de los que es difícil desprenderse.

Un Eisejuaz que me recuerda al Christmas de Luz de Agosto de Faulkner aquel blanco de sangre negra repudiado por todos aquellos que no admiten mestizaje alguno.
Eisejuaz es indio mataco y estos lo repudian tras haber permanecido en una misión católica y haber entrado en el tráfico de los blancos laburando como capataz. Y los blancos ídem, porque ven en los indios como Eisejuaz a salvajes, bárbaros, caníbales.

Eisejuaz muerto su mujer está más solo que la una. Es un animal solitario que corre el riesgo de comerse a sí mismo. Pero Eisejuaz tiene una misión, un llamado, algo que cumplir. Está en comunicación con el Señor y sus mensajeros. Una comunicación mediada por la naturaleza con la que Eisejuaz se trata de tú a tú, sin altivez, ni posesión, cogiendo solo lo necesario para subsistir, de forma precaria, pues Eisejuaz pasa las de Caín, pasa hambre, sed, rumia la soledad, el cansancio agotador del rechazo, las constantes provocaciones, pero él resiste a todo y a todos y encuentra la manera de ocupar su tiempo cuidando de Paqui, un hombre al que se ve en la obligación de cuidar, no porque le apetezca sino por cumplir su llamado y dar sentido a su ser. A su alrededor no hay alegría ninguna, ninguna risa, todo es funesto, trágico, violento, descarnado, una mísera existencia tan desposeída que lo iguala a las piedras del camino, al adobe de las casas, a los guijarros del río. Pero Eisejuaz en su empeño, en su capacidad de sacrificio solo quiere hacer el bien, por mucho que les pene a quienes logra ayudar, sin estos saberlo, e incluso granjeándose un odio infinito, voraz, implacable, letal. Ayuda a Paqui como ayudará a una joven a la que le dará la posibilidad de otra vida, sacándola del infierno en la tierra.

Como sucede al leer a Bernhard que inocula en el lector un desasosiego que no cesa ni tras haber acabado la lectura de sus novelas, Sara Gallardo hace aquí lo propio al ir desvelando las andanzas del Atalante Eisejuaz, del Sísifo Eisejuaz, con un lenguaje primigenio, extraño y poderoso preñado de sabiduría y experiencia que se manifiesta bien en los diálogos, con una gramática dislocada, libérrima, que resulta uno de los muchos atractivos de esta novela audaz, sí, genial también.

Señor de periferias (Jesús Montiel)

Señor de las periferias (Jesús Montiel)

Comoquiera que leer es ir siguiendo rastros de otros lectores llegué al libro de Montiel tras pasar por El alfiler literario y leer allí la reseña que hacían de este libro.

A Robert Walser le casan bien los títulos poderosos. Jaime Fernández empleó aquel de El poeta que prefería ser nadie. Jesús Montiel (Granada, 1984), ahora, habla del Señor de las periferias. La primera vez que supe de la existencia de Walser fue a través de un artículo de Vila-Matas.

Walser parece encarnar el fracaso absoluto del que logra aislarse del mundo hasta cierto punto y poner bajo llave su ambición literaria siendo subsumido, a su pesar, por el anonimato. No le pasó a Walser como a Bufalino quien tras probar las mieles del éxito deseó disfrutar de nuevo, si le era posible, de la alegría del inédito. Walter siempre fue un escritor oculto a quien no estaban destinados los laureles del éxito sino el polvo y las nieves del camino, hollando la nada hasta destrozar sus zapatos.

En Walser y en todo hijo de vecino anida la contradicción, la férrea lucha entre la expectativa y la realidad, esos dos círculos que rara vez se solapan y que a veces llegan a ser concéntricos por la mínima. En Diario de 1926 Walser decía:

…aunque no bien nos encontramos en sociedad o nos dedicamos a la cultura, todos somos vanidosos sin excepción, pues la cultura misma, qué duda cabe, no es más que la encarnación de la vanidad, y debe serlo, y quien renuncia por completo a ser vanidoso, o bien está perdido, o bien se ha abandonado.

Walser también quería ser alguien en el mundillo literario de su época pero sus libros apenas vendían ejemplares, no interesaban a nadie y Walser disfrutaba escribiendo pero no de lo que conllevaba ser escritor: las servidumbres sociales, las relaciones a entablar con críticos y otros literatos de los que obtener si no un trato de fervor sí al menos un trato de favor; pero Walser no quería perderse en esas zambras, buscar la salida a esos laberintos, encallar en ese fango. Tras intentarlo en la literatura, al final desistió y se emboscó en sus caligramas. Si los lectores no le prestaban atención, los estudiosos tardarían quince años en descifrar los susodichos caligramas. Una venganza diferida.

Montiel ofrece una fascinante biografía de Walser que se eleva sobre los lugares comunes debido al suntuoso manejo que hace de su prosa, alentando cada una de sus setenta y cinco páginas con el polvo blanco de la belleza y la renuncia.

Me sorprende choca la foto que cierra el libro, la del cuerpo de Walser sobre la nieve (hallado en la nieve entre su letra pequeña, como escribió Mori), como un tronco, hoy que la muerte se orilla y esconde, mostrarla así tan al natural y de manera tan palmaria, mostrar el cuerpo sin vida de Walser -aquel que prefería ser nadie, que quería desaparecer, víctima de la dromamanía- mostrarlo así, a su pesar claro está, porque la foto la tomaron otros cuando Walser era solo atrezzo de la nada en la que ya moraba.

Seguramente Walser hubiera deseado desaparecer bajo un alud y nunca ser encontrado.

Pre-Textos. 2019. 84 páginas

Robert Walser en Devaneos

El paseo
Diario de 1926
Jakob von Gunten

Las afueras (Pablo García Casado)

Las afueras (Pablo García Casado)

Con veinticinco tacos en 1997 antes del euro Pablo García Casado publicó Las afueras considerado hoy un clásico contemporáneo

Inspirador incluso para futuras editoriales alguna tomará ese nombre

Las afueras son relatos de Luis Goytisolo poema también de Biedma aquí apadrinando una calle -que la vida iba en serie en serie en serie en serie en serie uno lo empieza a comprender más tarde con Netflix armazón del ocio-

A mediados de los noventa los coches se matriculaban como leemos en la portada un enigma un código para los más jóvenes

La edad del automóvil del erre cinco del simca 1000 de empañar los cristales de sacarle partido a la tapicería al beneficiarse un cuerpo o varios abierta la noche en carnal en asientos reclinables

Las tardes del domingo un cilicio de tiendas cerradas antes de los chinos

Vecinos ilusión de comunidad buzones un yo nominal de 7×2 cm drogadictos paraderos desconocidos la errata del deshaucio

Las manchas del sexo que no había Dixán que borrase ni anales a blanquear

Hombres cautivos del pensamiento único follar derramarse sobre piernas abiertas a la nada el sonajero de los vidrios los surcos del vinilo la banda sonora del lactante

Mujeres auxiliadoras socorristas paño de lágrimas y semen vírgenes de las angustias en el punto de mira de anhelos varoniles desquiciados correosos puntos –y finales- de fuga tras figuras en relieve sin voz con botox

Nihilismo de hilos telefónicos antes de la banda ancha el tresgé atornillados en la barra fija del bar sumideros de tiempo y alcohol cerveza ginebra jotabé

Las deudas de la soledad del solitario repostar la cabeza con la gasolina renovable del vacío frente al frío desayuno

Realidad servida por Pablo con adictivos lo prosaico haciéndose un adosado con vistas al corazón y un sentir húmedo

Bowie, Cohen, Reed el lado más salvaje de la vida un paseo por una cinta transportadora en un aeropuerto de aviones plateados después de los burros

Quedarán siempre las afueras & estar en/leer las afueras también es estar dentro

DVD Ediciones (Sergio Gaspar) poesía 1997 80 páginas

Las dos Viniegras

La Asociación de los Pueblos más bonitos de España incorporó a partir del 1 de enero de 2019 a los pueblos riojanos Viniegra de Arriba y Viniegra de Abajo. Otros dos pueblos riojanos, Sajazarra y Briones ya ostentaban este galardón. Aprovechando el puente nos dejamos caer por allá, primero por Viniegra de Arriba accediendo desde Villoslada de Cameros (merece la pena hacer los 10 minutos en coche que hay hasta el bonito pueblo de Lumbreras), tras pasar por Montenegro de Cameros (provincia de Soria) y visitando luego Viniegra de Abajo para salir a Anguiano y volver a Logroño haciendo una ruta circular plagada de curvas y paisajes espectaculares tanto naturales como arquitectónicos.

Viniegra de Arriba

Viniegra de Arriba

Viniegra de Arriba

Viniegra de Arriba

Viniegra de Arriba

Viniegra de Arriba

Viniegra de Arriba

Viniegra de Arriba

Viniegra de Arriba

Viniegra de Arriba

Viniegra de Abajo

Viniegra de Abajo

Viniegra de Abajo

Viniegra de Abajo

Viniegra de Abajo

Viniegra de Abajo

Viniegra de Abajo

Viniegra de Abajo

Viniegra de Abajo

Viniegra de Abajo

Viniegra de Abajo

Viniegra de Abajo